Nunca menos/ que esas risas desdentadas/aguantando la parada/que supieron conquistar/Nunca menos/que un enjambre de morochos/arruinándoles la foto/a los que no vuelven másY no es casual que elija esas líneas.
Nos envidian la épica. Falsa, fingida, culpable de encubrimiento de negocios personales o de revivir enconos de antaño. No importa.
Nos la envidian.
Y nos envidian los símbolos, los mitos, esa capacidad innata de convertir a la política en una poética, a la historia en una mitología.
Algunos creyeron (y festejaron con discreción) la supuesta derrota inferida por el nada eufórico posmodernismo.
Esos, odian nuestra módica épica criolla.
Porque saben que es garantía de victoria. No en las elecciones, eh. Las elecciones se pueden perder. Pero eso es apenas coyuntural.
Un día vino un flaco de Santa Cruz y nos devolvió ese tesoro que creíamos perdido. Y todo lo demás es anécdota. Importa poco.
Nunca menos.
1 comentario:
El inyeniero canta como Pavarotti (ahora)
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