viernes, 29 de junio de 2012

Créditos a los jubilados, con la plata de los jubilados

Hace unos días se anunció la puesta en marcha de la línea de créditos para jubilados a través de la tarjeta Argenta, financiada por el FGS de ANSeS (nuestro tímido banco de desarrollo, a cargo de nuestro banquero con corazón, Diego Bossio).

Ya se escucharon voces (tapadas por los bombos moyanistas) de que les iban a prestar a los jubilados, con interés, su propia plata.
Sin embargo, el asunto viene de bastante atrás.
Se calcula que existe más de un millón de jubilados que son demandantes de crédito. Lo que no hay, casi, es oferta para esa demanda.

Por cuestiones que tienen que ver con los requisitos, los jubilados no suelen ser sujetos de crédito formal bancario. Esto los ponía a merced de las tasas de rendimiento de capital esperadas por entidades superavitarias con capacidad para reemplazar al sector bancario en el menudeo, y que pueden cobrar primas de riesgo estrafalarias por hacerse cargo de esta demanda cuya satisfacción deja vacante el sector formal.

Los sindicatos, a través de sus asociaciones mutuales, empezaron a montar sus mesitas de dinero, para darles crédito a los jubilados con intereses anuales de hasta 70%. Esta situación ya había sido abordada por el gobierno el año pasado, cuando decidió ponerle tasas máximas de usura a estos créditos. Lo cual redundó en que las mutuales tomaran una actitud esperable de parte de una entidad benéfica: amenazar con retirar del mercado parte de sus créditos en tanto no rindieran lo esperado en relación a los riesgos de las operaciones. Los banqueros son unos sentimentales al lado de esta gente.

La línea de créditos Argenta viene a competir con este segmento, legitimando de alguna forma que las entidades comerciales queden exentas de dicho abasto, pero limitando fuertemente la capacidad de lucro de las organizaciones de ayuda (al blanqueo).

Como yo que soy un ultrakirchnerista, pero crítico (de la línea del lucascarrasquismo, creada por el mismo Lucas Carrasco), no puedo ocultar algún malestar porque todavía queda pendiente la intervención sobre el sistema para-bancario, de las empresas de efectivo fácil, altamente usurarias, que se financian al 15% y cobran intereses del 70%, con tasas de ganancia exorbitantes, para ellas y para el aparato jurídico subsidiario que trabaja de la persecución a la morosidad, que incluye recursos judiciales exprés (de viernes a la tarde) para la inmovilización de salarios del deudor.

miércoles, 27 de junio de 2012

Los impuestos en discusión

Están pasando algunas cosas que sugieren que las condiciones para una reforma tributaria están cada vez más dadas.
Por un lado, la Presidenta sale a justificar el Impuesto a las Ganancias.
Por otro lado, los revalúos fiscales en los distritos (como la CABA, por ejemplo) hacen que haya mayor presión sobre Bienes personales.

Esta situación permite empezar a experimentar cuáles son los márgenes existentes para promover un sistema tributario basado en dos gravámenes fundamentales (en la pata que concierne a personas físicas): uno a los ingresos (llamado hoy Ganancias) y otro a los bienes; haciéndole perder peso al IVA, para el cual podría promoverse su eliminación directa en un conjuntos de productos. Todo esto, sin que se resienta la capacidad recaudatoria estatal.

Un primer punto: la renta financiera.
La utilización de este nombre lleva a confusiones muy habituales. La llamada renta financiera no es algo que obtienen los bancos, sino las personas físicas cuando ahorran en el sistema formal. Gravar la renta financiera no sería otra cosa que computar los ingresos por rentas de la inversión en activos financieros en la base imponible del impuesto a las ganancias.
O sea, los intereses que paga un plazo fijo, los réditos que otorga un fondo de inversión, las amortizaciones que pagan los bonos, todo eso, sumado a los ingresos personales, para computar sobre esa base las alícuotas del impuesto a las ganancias (o a los ingresos) a aplicar.
Un impuesto al ahorro. Después no quiero que digan que no se les avisó. Unos cuantos que blanden hoy el concepto "gravar la renta financiera" probablemente se espanten con los efectos de su implementación.
Un riesgo (que seguramente se remarcará llegado el caso como un defecto de la modificación en los gravámenes): el desincentivo al ahorro en el sector formal; el incentivo paralelo a que los pequeños ahorristas compren dólares y los pongan abajo del colchón.

Otro tema: el IVA. Se puede profundizar lo que ya se hace. Devolución de IVA para operaciones con tarjeta de débito. El punto a favor que tiene esta alternativa es que el beneficio llega de forma asegurada al consumidor (al que se quiere beneficiar). Los sesgos negativos: no se puede, en principio, diferenciar el tipo de producto, y terminás devolviéndole más al que consume productos más sofisticados.
La falta de tarjetas existentes es algo totalmente subsanable. Y garantizás el blanqueo de las actividades (con pros y contras, que ya alguna vez mencionamos).
El que me gusta más, porque beneficiaría más claramente a los sectores de menores ingresos es la eliminación de IVA (o dejarlo en un porcentaje testimonial de 1%) para unos 200 o 300 productos de la canasta básica. El problema acá sería el ejercicio de los controles de precios para que la reducción impositiva no se transforme, por acción de los pícaros, en una transferencia directa desde el estado hacia las cadenas de comercialización. Es muy difícil esto, pero tal vez no imposible.
Y otro efecto a medir son los cuellos de botella por aumento de demanda que se podrían producir.

Pero (lamento mucho tener que dar esta noticia) una reforma integral del sistema tributario no podría significar nunca que las cargas sobre la mayoría de los defensores públicos de esta alternativa disminuyan. Hay muchos dando vueltas por ahí, que me parece que se agarran de la reforma tributaria porque quieren pagar menos impuestos. O que la clase media pague menos impuestos. Y esto, lamentablemente, en líneas generales no va a ser así.

lunes, 25 de junio de 2012

El mínimo no imponible, puesto en contexto

Las discusiones en torno del impuesto a las ganancias y el famoso mínimo no imponible no deben reducirse a la mera cuestión fiscal, sin contextualizar con otros elementos. Acá encontramos una nota de La Nación del domingo, con una postura pro empresarial respecto de la situación económica en la Argentina. Los valores son por supuesto discutibles (si le encargamos el mismo trabajo a la CTA seguramente nos presentaría una versión distinta), pero sirven para ver por dónde transitan las discusiones en la actualidad.

Lo que intenta decir la nota básicamente es que los costos laborales de las empresas (salarios brutos incluidas cifras no remunerativas + aportes patronales) exceden a las mejoras en materia de productividad, lo cual determina que la producción nacional pierda competitividad por encarecimiento de los costos laborales.
El dato principal que se apunta es que la hora-hombre, traducida en valor monetario, es decir lo que le cuesta a un empresario hacer trabajar a un hombre, cada vez abarca una proporción mayor del producto obtenido por ese trabajo. Angostamiento de márgenes, suba de precios a niveles no competitivos con los importados. Siempre, promediando la situación de las distintas actividades.
El corolario obligado de esta sentencia es la mejora del poder adquisitivo del salario. Si con el salario se puede comprar una porción cada vez mayor del producto elaborado por cada trabajador, y esto surge del promedio de todas las actividades, es lógico concluir que el salario (en promedio) cada vez es capaz de comprar más cosas.

Sin embargo, asistimos a un recrudecimiento de los reclamos también desde el sector trabajo.
Desde hace ya un tiempo la CTA de Micheli pide el incremento de los aportes patronales (hoy en 21%) a los niveles anteriores a la última reforma llevada a cabo en épocas de la convertibilidad. De más está decir que de cumplirse este pedido, la situación descripta en la nota de La Nación empeoraría, y la visión empresarial de pérdida de competitividad se reforzaría.
También asistimos, paralelamente, a reclamos sobre "techos" para las paritarias. Y tenemos que decir también que en líneas generales los acuerdos se cierran por encima del número de inflación, pero que el sindicato que más pecho sacó sobre este asunto, Camioneros, cerró su paritaria con un porcentaje de aumento que si bien al final del proceso da un número elevado (25,5%) por la forma escalonada en que se dan los incrementos nominales, el resultado anual es de una pauta que si no cierra por debajo de la inflación, le pasa cerca.

En el último ciclo de los reclamos aparece además el de la suba del mínimo no imponible de ganancias. Compartido por trabajadores (mejoraría los salarios reales de quienes dejaran de pagar el impuesto), y por los empresarios (al menos a juzgar por lo que dice la nota, ya que suponen que restaría presión sobre los reclamos salariales; digamos, los sindicatos se conformarían con una pauta de incremento más baja y no pedirían sumas no remunerativas).

El caso es que justamente la suba del mínimo no imponible como facultad discrecional del Poder Ejecutivo es una palanca de la economía que puede dar algunos réditos mínimos, pero réditos al fin. Por ejemplo, en mantener un flujo de recursos coparticipables a las provincias en momentos en que la baja de la actividad económica hace mermar levemente la recaudación. O sea, un pequeño ajuste sobre el 10% de salarios más altos para no desfinanciar del todo a las provincias (una suerte de préstamo blando). Que en la práctica, superado el problema, se termina devolviendo, ya que la suba del mínimo no imponible es retroactiva.

Pero, como todo impuesto, tiene otras derivaciones (ya mencionadas en parte) a la hora de ponerle un marco a los acuerdos salariales. De algún modo, en las pretensiones del sector del trabajo se desincentiva el pedido de aumentos sustanciales en porcentaje , y se incentiva el paso a aumentos en sumas no remunerativas, lo cual coincide con la "necesidad" empresarial de abaratar costos laborales (ya que al no hacerse descuentos sobre la cifra no remunerativa lo que se ofrece neto es un 18% mayor a lo que se daría si fuese remunerativo, aparte de la incidencia en el aporte patronal).

Es fácil culpar de estas complicaciones a la inflación. Pero cuando lo hacemos (y hay mucho consenso en este punto; en el de culpar a la inflación, digo) cometemos un error conceptual en cuanto a la caracterización del fenómeno inflacionario: la inflación no es causa de la puja distributiva, sino una de sus consecuencias. Con esto quiero decir que eliminar la inflación no significa eliminar la puja. Aunque por ahí sí saldarla.
El problema, en la visión empresarial, no es que la inflación le reste poder de compra al salario, sino justamente que por "culpa" de la inflación se les terminan encareciendo los costos laborales pero como corolario de que en el contexto inflacionario actual los salarios mejoran su poder de compra (y no lo contrario).


Para decirlo con todas las letras: si en medio del proceso inflacionario, el salario promedio empezara a perder su carrera contra el resto de los precios, los empresarios mejorarían sus condiciones de competitividad a partir de la reducción relativa de sus costos laborales. Y, probablemente, en medio también de una tendencia a la estabilización de los precios. Pero esto último sería secundario para la ecuación económica de la empresa.
La situación de los sectores más desprotegidos (que no son los asalariados formales) queda al margen del análisis hecho hasta acá. Convido a quienes tengan ganas, a que piensen con qué postura de las señaladas encuentra mayores coincidencias tácticas la defensa de los intereses de los más pobres, en tanto las asignaciones se mantienen congeladas (una reivindicación en este sentido es mucho más prioritaria que  el mínimo no imponible, disculpenme señores "defensores" de los trabajadores por mi "comunismo"), y que el elemento clave en la mejora de la situación en estos últimos años, que es la dinámica de generación de empleo, comienza a enfriarse. 

sábado, 23 de junio de 2012

La sobriedad

Me enteré de rebote (ayer) que iba a estar Lucas Carrasco en 678 y me puse a mirarlo con gran expectativa.

Se trataba el tema Paraguay.
Más allá de que Lucas no tiene la obligación de ser continuamente brillante, abundaba en elementos concretos, que permitían trazar una continuidad histórica entre distintos procesos de destitución de presidentes dados en Latinomérica. La idea, podía servir para argumentar en favor de un concepto que suele ser descalificado por anacrónico: la existencia de una oligarquía, con accionar subyacente a los aconteceres políticos más superficiales, de manera tal que se desarrollan procesos con continuidades históricas esenciales, en los que cambian algunos elementos menos relevantes: nombres propios, énfasis, circunstancias.

Fue interrumpido por el "sobrio" panelista Dante Palma, que parece que se aburría de tan sofisticado razonamiento, de tanta erudita profusión de datos históricos.
Una nota mía: la "sobriedad" no exculpa la pelotudez. Pensar que después nos rasgamos las vestiduras (yo no, Dante Palma en realidad) porque en medio de una discusión sobre matrimonio gay el payaso de Olmedo dice: "yo tengo la cola sana". Y yo, "por lo menos vine sobrio", contestaría un filósofo contemporáneo. Para discutir conmigo, si a alguien le interesa, les cedo el derecho de tratarme de puto o falopero. Me pueden decir, si quieren, en medio de la sobriedad: "yo tengo el cartílago entero".

El entredicho fue redondeado por Nora Veiras, que llamó la atención sobre cuestiones de una altura intelectual enorme: que Durán Barba, que Macri, que Magnetto. A Duhalde ya nadie lo nombra. Lo cual confirma que los nombres propios son menos importantes que las continuidades señaladas truncamente por Lucas.

Así que los mandé a la concha de su hermana y cambié de canal.

viernes, 22 de junio de 2012

Carta granate

Recibimos carta de una socia de Lanús con una particular postura respecto a los Barros Schelotto, y nos pareció digna de difusión, para cortar un poco con la histeria del impuesto a las ganancias en la que nos ha sumido el excelente tributarista Pablo Moyano, continuador de la doctrina de su colega Biolcatti "Los impuestos son injustos, sobre todo los que pago yo" (no se hagan los ofendidos, es una broma).

A continuación, la carta:


Porque NO a los Barros Schelotto


No voy a negar que en Boca (y solo en Boca) de la mano de Bianchi ganaron todo. Hasta ahí llegaron sus pergaminos deportivos (ni GELP, ni Unión, ni la Selección, el "soccer" no aplica, vamos!). 


Ahora bien, nadie que le guste el fútbol puede negarme que son 2 ejemplares de un fútbol mezquino y miserable; y no me refiero a la forma de jugar del equipo, sino a todas... las tácticas antideportivas que usaban en la cancha: siempre al borde de la pelea, siempre provocando al rival para llevarlo al límite de la expulsión, siempre simulando, engañando, amparados en que jugaban en uno de los 2 clubes más protegidos de la Argentina (sino pregúntenle a Gustavo cuando se fue a Unión).


Amo a este club, más allá del equipo de fútbol. Este club es parte de mi vida, desde mi adolescencia hasta hoy. Por eso, quiero que los jugadores que lleguen a primera sean de la casa, como en el 2007, que sean un equipo desde que eran chiquitos. Porque para ser un equipo y salir campeón, se necesita más que buenos jugadores. Para ser un equipo, se necesita solidaridad, ser generoso con el otro en pos del equipo, se necesita pensar en el colectivo antes que en el mérito propio. 


Personalmente, no creo que los hnos. Barros Schelotto puedan transmitirle eso al equipo, porque nunca lo profesaron: nadie puede enseñar lo que no aprendió.
Por otro lado, como no tienen ningún vínculo afectivo con la Institución, salvo lo económico, pueden usar a Lanús como el "conejito de INDIAS", probar, equivocarse, acertar en algo, perder puntos, total, si les va mal, renuncian o los echan y se llevan la experiencia de su primer equipo en primera. A nosotros, por el contrario, nos quedará la mala campaña, los malos resultados, la no clasificación a las copas, el magro promedio, el fantasma del descenso. Ellos se irán a golpear las puertas de Boca en cuanto se queden sin DT, después de hacer experiencia en otro club de primera (no van a GELP porque está en la B y se queda otro año más allá, entonces no tienen códigos ni sentimientos por nada, ni siquiera por el club que los vio nacer). 


Lo peor es que no aprendemos, ya nos pasó con el Bambino Veyra que ganaba fortunas y nos dejó muy mal de puntos. Nos pasó con Gorosito, que hizo un desastre (al que salvo Cabrero) y después tuvimos que bancarnos que hable mal del club, chicaneándonos con Banfield. No importa si tienen o no experiencia, no es el caso, por ahí vi que hablaban de Pellegrini en San Lorenzo o Russo en Lanús, en esos casos, eran gente de trabajo y que respetanban al rival a la institución que los contrató.


El fútbol es un juego, hermoso pero un juego. El campeonato lo empiezan 20 equipos con la ilusión de salir campeón y 1 solo lo logra, 19 se quedan en el camino, desilusionados. Podemos ganar o perder, y eso lo puedo bancar en mi equipo, si jugamos dejando todo, respetando al rival y los propios. Lo que me da lástima del club de mis amores, es que juguemos al vale todo, y que por ganar, no importe los métodos que utilicemos. Porque no somos Boca o River y el único perjudicado , a la larga, va a ser Lanús.


Patricia Cirillo
Socia Nro. 7466

En la Argentina de hoy (hoy, mañana no se sabe) somos todos tributaristas

Y como somos todos tributaristas, opinamos de lo que no sabemos. Nadie me va a sacar ese derecho.

Muchos excelentes tributaristas (que prefieren trabajar en la radio como comentaristas, suponemos que por cuestiones impositivas) se están encargando del gran drama nacional del momento: el "robo" a los trabajadores que implica el cobro de impuesto a las ganancias a partir de que el mínimo no imponible está demasiado bajo.


Esta situación lleva a desopilantes planteos en los cuales se empieza diciendo que el salario no es ganancia, que no hay que gravar el trabajo, lo cual viene a sumarse (yo creía que se contraponía en realidad) a que el IVA es un impuesto regresivo y que las "transacciones financieras" están exentas, llegando a la conclusión de que hay que hacer una reforma impositiva integral, que a juzgar por lo que se dice y lo que no, no contemplaría lo fundamental: la eficacia recaudatoria!!!!! Que no por ser menos prioritario que la justicia distributiva de las cargas deja de ser importante.


El primer punto: en Argentina el impuesto directo por excelencia es el que se llama impuesto a las ganancias. Es un impuesto sobre los ingresos. Y es progresivo. Justamente en contraposición al IVA, que es regresivo, porque los que menos cobran pagan el impuesto sobre la totalidad de su ingreso, dado que no les sobra plata para ahorrar, y consumen los bienes que les son básicos para la reproducción de su fuerza de trabajo.
Sería muy interesante algún día poder reemplazar el IVA a los productos de la canasta básica, por un impuesto al ingreso universal (o casi). Aumentaría el patrón contributivo de los ingresos más altos, y bajaría mucho la contribución de los ingresos más bajos.
Pero, decir (como lamentablemente escuché hace un rato) que el impuesto a las ganancias aplicado al salario se suma a la injusticia distributiva que genera el pago plano de IVA es una falacia. Porque (lamentablemente también) no son los asalariados de 6000 pesos para arriba los actores más desprotegidos de la sociedad. Hay unos 10 millones de trabajadores (o más, aparte de quienes no trabajan o hacen changas) que no tienen ingresos suficientes como para pagar ganancias, pero pagan IVA e ingresos brutos sobre cada litro de leche que les compran a los hijos. El clasismo rústico de que todo trabajador asalariado puede ponerse en la misma bolsa a los fines argumentativos es un anacronismo incluso para los tiempos en que escribía Marx.


Respecto del impuesto a las "transacciones financieras". Suponemos que se trata de una expresión deficiente, y que a lo que nos referimos sea a gravar los ingresos por operaciones financieras, sumando éstos a la base imponible de Ganancias. Es decir, si aparte de tu ingreso de 200 lucas anuales, tenés un ahorro en bonos y acciones que pagan una renta de 10 lucas anuales, esas 10 lucas se te suman a la base imponible sobre la cual se te descuenta ganancias (como ocurre con los bonus o premios que pagan las empresas a sus empleados).


En ese caso, me parecería fantástico. Pero no los quiero escuchar después decir que es el "impuesto al ahorro" (que efectivamente lo sería) que desincentiva la propensión a ahorrar en activos nacionales y en el circuito formal, que fomenta la salida de capitales del sistema financiero para guardar la plata abajo del colchón, y que promueve la dolarización que se querría evitar.



jueves, 21 de junio de 2012

El boicot de los camiones

Mientras TN aumenta su rating gracias a la puesta en pantalla del nuevo reallity "Los Moyano", surgen algunas reflexiones para hacer.

A mí no deja de sorprenderme que representantes de los trabajadores pidan que se anule el impuesto a las ganancias. En este punto, el reclamo se fue demasiado lejos. Vuelvan a pedir la suba del mínimo no imponible, mejor.
Lo más razonable sería pedir una reducción gradual del IVA para los productos de la canasta básica, que es un reclamo un poco más aceptable y menos delirante. Pero bueno, negociemos: con la vuelta a la semi-razonabilidad de pedir el aumento del mínimo no imponible me conformo.

No quiero perder de vista el dato que ayer deslizó uno de los dirigentes: "hay compañeros que están pagando 1800 pesos de impuesto a las ganancias por mes".  Eso significa que esos compañeros cobran cifras astronómicas de salario, para lo que es el promedio de los trabajadores en Argentina. Y no es un dato menor ni una chicana, porque se trata de una actividad en que la profusión de fondos públicos juega un rol fundamental en los niveles salariales que los representantes del sindicato y la patronal al mismo tiempo, pueden negociar consigo mismos, dado que la plata la termina poniendo el estado. Para mitigar los efectos del lockout.

Igualmente, me parece que el poder de fuego de los "Camioneros" está un poco sobrevaluado.
Porque está cruzado por una cuestión de tiempos. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo va a aguantar la patronal sin facturar viajes? Recordamos que la logísitica de los paros nacionales y las movilizaciones tan declamadas, depende de esos ingresos.

Otra cosa por revisar: que el Sindicato de camioneros sea el que extiende las licencias para ejercicio de la profesión. Una facultad estatal, tercerizada en un sindicato. Caso similar al del eliminado Renatre. Unos cuantos "licenciados" que ayer estaban frente a la planta de YPF no deben saber ni cómo se sube a un camión.

Con esto quiero decir que esa caja, junto con otras asociadas a la actividad patronal y esa actividad con altos fines de lucro que es el negocio de la salud, denominado (con eufemismo) como obra social, ayudan a la conformación de una organización que sirve para reforzar las presiones para la obtención de beneficios en cuanto a la satisfacción de reclamos que otros gremios no están en condiciones de solicitar. Un secretario general de la CGT responsable no permitiría estos desequilibrios, que en términos macroeconómicos terminan perjudicando a más gente que a la que favorecen, y terminan por crear una especie de aristocracia obrera.
Por lo demás, cumplir funciones sensibles como la provisión de alimentos, o de combustibles, o la recolección de residuos, ya que permite obtener salarios altos, debería compensarse con el ejercicio de otras responsabilidades. Que se pueden regular legalmente.

Para cerrar, estoy un poco cansado de que algunos quieran correr a los demás con el "trabajadorómetro" (encima a veces son tipos que no laburaron nunca en su vida). No cualquier reclamo de los "trabajadores" es justo. Y si cobrás 30 lucas por mes, dejate de hinchar las bolas: tenés que pagar impuesto a las ganancias.

Y a algunos que señalan abiertamente a otros como "aplaudidores" y "alcahuetes", ¿por qué no se fijan primero si no están laburando (primer laburo a los 60 años) de caniches de Hugo?

miércoles, 20 de junio de 2012

El Estado debe intervenir para paliar las fallas del mercado. Y sí, para eso lo crearon los burgueses, sin ir más lejos


Suele hablarse bastante seguido respecto de los rescates financieros europeos. El último en despertar comentarios de todo tipo es el ejercido por la comunidad europea contra España. Se achaca, casi con naturalidad, que los fondos inyectados sean "para los bancos". No sé me ocurre para quién esperaríamos que fueran.

La realidad es extremadamente compleja, y las explicaciones de la misma no pueden escapar a la simplicidad. Pero, con límites.
La economía española, sobre todo a partir del ingreso de España a la Unión europea y la suscripción al euro, quedó organizada en torno al sector terciario, en el que destaca la competitividad de su sistema financiero.
A costa de convertir a españa en un país con una moneda fuerte su población obtuvo un poder adquisitivo altamente demandante, al tiempo que los sectores productores de bienes tenían pocas posibilidades de prosperar en un país donde la producción es cara (justamente porque su moneda es fuerte). El sesgo hacia la salida de divisas que tiene una economía organizada a partir de estos pilares, determina la necesidad de generar ingresos de divisas que compensen.

Entonces, con un sesgo fuertemente importador que hacía que salieran muchas más divisas que las que ingresaban, España necesitaba crear productos atractivos que promovieran un ingreso de divisas paralelo para financiar el consumo de su población (y como veremos, también la rentabilidad del sector rentistico).
Así en los directorios de los bancos, España creó su propia soja: los atractivos productos financieros que atraerían recursos a los bancos que operarían en todo el mundo y remitirían utilidades formidables.

Entonces, una economía asentada estructuralmente en la generación de recursos por parte del sistema financiero, y que debe por tanto multiplicar de la manera más imaginativa posible los productos que generan esa renta, termina desbalanceando el riesgo y la generación genuina de recursos. Se cortan las cadenas de pagos, el sistema financiero pierde credibilidad, y la soja española desaparece. Por eso los rescates son a los bancos. Son (los bancos) el único sector de la economía española (del cual están abrochados casi todos los españoles además, y también el resto del sistema financiero europeo) al cual se puede financiar para sostener el status quo.

La modificación de ese status quo no podría venir nunca desde afuera de España. La única herramienta que existe en materia monetaria para salir de esta situación es el reemplazo del euro por una moneda propia, con consecuencias drásticas, pero tal vez necesarias para la salida del círculo vicioso.

Y en el medio están los estados. Vaya a saberse por qué accidente conceptual mucha gente anda convencida de que frases como "cuando el mercado falla tiene que intervenir el estado" o "el estado está para cubrir los espacios que los privados no cubren" son afirmaciones "de izquierda".
Bueno, en realidad son afirmaciones de derecha. El estado es una creación burguesa, atenta justamente a esta situación: la necesidad de tener un garante de última instancia para la rentabilidad privada, y que asuma los rigores de los déficit generados en las deficiencias del sector privado. Una entidad que vuelve de interés público cualquier saldo deudor corporativo.

Es lo que pasa en España cuando falla el sistema financiero (la soja española): el estado garantiza la toma de deuda necesaria para cubrir los déficit e ingresar las reservas necesarias para sostener el circulante.
Lo que pasó en Argentina durante la convertibilidad: el estado vendía activos primero o tomaba deuda después para financiar el ahorro en dólares de los particulares.
Lo que pasó en Argentina en 2002, cuando se emitieron títulos públicos para devolver los ahorros dolarizados por las facilidades de la convertibilidad, y fugados por las remisiones de las entidades bancarias y empresas de servicios públicos, que financiaban (mire usted qué cosa) la expansión crediticia que "engrandecía" a España (entre otros).
Y es lo que pasa en algunos aspectos en el sistema energético nacional en la actualidad.

Perdón por desempolvar, justo el día de la bandera, el "sucio trapo rojo".

martes, 19 de junio de 2012

Este domingo es un día de fiesta (para todos)

La definición del campeonato de fútbol argentino es uno de los temas del momento.
Acá varias veces ensayamos bosquejos de reformulación de los torneos, así que no vamos a jugar ahora de defensores de nada ni de nadie.

El hecho es que hay posibilidades de que ocurra lo insólito: que el mismo equipo sea campeón y a su vez descienda de categoría.
Si mirábamos un poco los reglamentos, debimos haber sabido que tal cosa podía llegar a pasar alguna vez. Nunca antes había ocurrido, principalmente porque la combinación de resultados necesarios para que ello ocurra es compleja y difícil. Pero no era imposible, como se encarga de demostrar hoy la realidad.

Los campeonatos argentinos son reglamentariamente intrincados. Los equipos definen el descenso de categoría o la permanencia, algunos en 38 partidos, otros en 76, y la gran mayoría en 114.
Pero para salir campeón hay que ser el mejor en una serie mucho más corta, de apenas 19 partidos. Puede entonces, aunque las chances son remotas, que el mejor equipo de los últimos 19 partidos mantenga un promedio muy bajo en la larga serie de 114 (6 campeonatos) y por ello mismo, descienda (o juegue la promoción para no descender) al mismo tiempo que mantiene expectativas de ser campeón.

Un dato que me resulta mucho más curioso que el reglamento en sí: caben dudas respecto de si a Tigre (el club del cual hablamos), en caso de que descienda, se le reconocería igual el título de campeón, obtenido en simultáneo con el descenso. Es una duda más insólita que la situación misma. ¿Por qué no habría de hacérselo? Es el mejor de las últimas 19 fechas. Está, además, entre los 4 peores de las últimas 114. Pero son dos tablas distintas, que apuntan a fines distintos.
Hay otro hecho similar, al cual se le podría aplicar entonces el mismo criterio. El de Banfield, que ganó el torneo Apertura 2009. Uno de los 6 que promedian para el descenso actual. Si desciende, entonces (cosa para la cual hay bastantes probabilidades) ¿se le quitará el título que obtuvo? Me parece que no resiste análisis. Si sos el que más puntos suma en los 19 partidos del Torneo, sos campeón. Y punto. ¿qué importa si aparte descendés? Si son dos tablas distintas...

Superado este tema, podemos pegarles un palito a todos aquellos que en algún momento (no pienso dar los nombres, salvo que sea necesario) sostuvieron que el Futbol para Todos, con la concentración de partidos para ver por tele, sumado al supuestamente deficiente nivel del campeonato argentino, iba a lograr que el público se aburriera del futbol. No solamente no pasó eso, sino que está más cerca de ocurrir lo contrario. No por virtud de Futbol para Todos, justamente (que tampoco tendría la culpa si el nivel fuera malo).
 Es probable que el campeonato argentino sea el más atractivo del mundo. O uno de ellos. Cualquiera puede salir campeón, cualquiera puede descender, y hasta la última fecha proliferan las emociones y las situaciones cambiantes que hacen perder la cuenta de las estadísticas hasta al más hábil numerólogo. En las (otras) grandes ligas no se consigue.

Pero, a decir verdad, la emotividad es algo que ya nadie discute. Y salvo porque no se hacen cargo de los pronósticos fallidos, ya nadie sostiene que el fútbol argentino aburre. La realidad es demasiado grande como para mantenerla escondida tras el montículo de las opiniones sesgadas.
Lo que sí se le discute a estos campeonatos es que no reparten de manera justa y equilibrada premios y castigos de acuerdo a méritos y deméritos. Y que un equipo que hace 38 puntos en una misma temporada zafa de descender gracias a la buena campaña que hicieron otros jugadores y cuerpo técnico en el mismo club dos años anteriores, por ejemplo, como hubiera sido el caso de Tigre en la temporada anterior a la pasada, o termina descendiendo un equipo que hace una campaña brillante, pagando los platos rotos de malas campañas anteriores.

Y, la verdad, muy justo, muy equilibrado y muy simétrico que digamos no es. No sé tampoco si tendría por qué serlo. Es un juego. Que tiene la misión de entretenernos, divertirnos, emocionarnos, abstraernos hasta hacernos creer por un rato que es la única realidad que existe. Y lo hace con creces. ¿Por qué pedirle entonces que cumpla con objetivos celestiales, como ser Justo, Coherente, Equilibrado, con los que ni el mismo Dios es capaz de cumplir?

Yo me pienso comprar dos botellitas de vino tinto para disfrutar del espectáculo en familia. Lo pienso disfrutar. Y secretamente les voy a estar haciendo un corte de manga a los escandalizados por la desmesura y la falta de equilibrio.

lunes, 18 de junio de 2012

Prohibido agregar algo más

"Y con los cacerolos de Recoleta, grandes promocionadores de alpargatas de carpincho. Contra su voluntad. Quiseran ver, en las fotos de DyN (la agencia de operaciones de Clarín y La Nación) sus caras, pero es que entienden tanto de fotografía como de conjugación de verbos: Cristina, devuelvan el país. Sí, ya se lo devolvemos, señores propietarios, nosotros somos, apenas, los inquilinos. Los boludos que les pagamos las expensas, les aumentamos el valor y les damos para que vivan de rentas."

Del genio Lucas Carrasco: http://lucascarrasco.blogspot.com.ar/2012/06/los-resortes-del-quilombo.html





domingo, 17 de junio de 2012

Fallo Badaro y regresividad distributiva: la defensa corporativa del poder judicial

Existe, por estos días, un recrudecimiento de la preocupación por la suerte que corren las jubilaciones.
Asentados en el fallo Badaro, los detractores de las políticas oficiales emprenden reclamos respecto del uso de la "plata de los jubilados" a otros fines que no sea la actualización de los haberes de aquellos que han conseguido sentencia favorable. Olvidando que la seguridad social no es solamente pago de jubilaciones, sino un conjunto de otras prestaciones más, que hacen a la convivencia social, y al desarrollo futuro.

Para saber qué es lo que se discute hay que remontarse a los años en los cuales Kirchner asumía la presidencia, encontrándose con una realidad catastrófica, con recursos finitos con los cuales afrontar la satisfacción de necesidades no infinitas, pero sí vastísimas. Casi un desafío para la magia.

Miles de argentinos en edad de jubilarse, por ejemplo, se habían quedado sin trabajo antes de cumplir la edad que les permitía jubilarse y sin tener completos los años de aporte. Gente condenada a la carencia de cobertura para los años venideros, que podía suponerse que no serían demasiados. Un sistema jubilatorio de capitalización, viciado de estafas financieras, con comisiones altísimas, que no alcanzaba a cubrir prestaciones mínimas, que tenía que satisfacerlas ANSeS de manera no contributiva, y las famosas pensiones no contributivas que tenían un límite de otorgamiento, independientemente de la cantidad de personas que la necesitaran (el estado decidía que no podían haber más de 300 mil personas en condiciones de cobrar pensiones por invalidez, por ejemplo; hoy se están pagando 1,1 millón aproximadamente). Por último, la jubilación mínima estaba congelada desde 10 años antes. Y nos había pasado por encima una devaluación del 300% que hacía irrisorio el valor de las jubilaciones.

Ante ese panorama la decisión del kirchnerismo fue clave. Decidió, de hecho, hacer frente a todas estas obligaciones, con el siguiente criterio: achicar la brecha entre las jubilaciones más altas y las mínimas. Así, mientras en estos años las jubilaciones mínimas superaron ampliamente el comportamiento del índice de variación salarial que elabora INDEC, las jubilaciones más altas sufrieron incrementos por debajo de estas variaciones. Una transferencia directa de recursos desde las jubilaciones más altas (jueces, directivos de grandes empresas, personal jerárquico del Estado) hacia las jubilaciones más bajas (mujeres sin cobertura de jubilación ni pensión, trabajadores sin aportes suficientes por haberse desempeñado en negro o haberse quedado sin empleo antes de cubrir los años necesarios, trabajadores en relación de dependencia o autónomos con bajos ingresos).

Esta política es la más significativa en cuanto al cumplimiento con el principio de redistribución de la riqueza. Y es necesario defenderla sin pruritos.
El caso Badaro establece que una jubilación actual de unos 20 mil pesos debería transformarse en 50 mil pesos, con pagos de retroactivos, además, de más de un millón de pesos. Quienes defienden el criterio de la Corte Suprema de ajustar las jubilaciones más altas conforme al comportamiento del índice de variación salarial del INDEC están defendiendo el agigantaminto desmedido de la brecha entre los haberes de unos cerca de un millón de jubilados y lo que cobran los otros 5 millones a los cuales en estos años las jubilaciones se les ajustaron por encima de dicho índice para volverlas más dignas y acercarlas el objetivo del 82% móvil.

Sin ningún tipo de prurito hay que animarse a defender este criterio redistributivo, contra quienes sea. Hay argumentos de sobra. Acepto desafíos.

miércoles, 13 de junio de 2012

La plata de los jubilados y los negocios de la construcción, bases de la preocupación de la gente honrada y altruista, que no le esquiva al bulto, sobre todo si hay mordida

A pesar de que para algún diario la noticia más importante del día es que NO se pesificarán los depósitos, ni (amargamente) las deudas, ni las ventas de inmuebles, pero continuará pesificado, eso sí, el precio de algunos artículos como la bijouterie importada y los peluches del once, aunque no se sabe si al valor del dólar oficial, el blú o uno intermedio, en cuyo caso sería posible que Luis Beldi recomendara desde Ámbito financiero a los pequeños ahorristas que se posicionaran en peluches, ya que un dólar de 5,20 o 5,30 sería barato, siempre en el terreno de las hipótesis que son aquellas cosas sobre las que comentan los diarios.

Decíamos, a pesar de todos estos desbarajustes que son lo principal, ayer se anunció (marginalmente) la conformación de un fideicomiso cuyo objeto será financiar la construcción y adquisición a través de crédito barato de propiedades.

No conozco los pormenores del proyecto así que mal podría defenderlo o criticarlo.
Pero escuchaba hoy en la radio (Varsky, No somos nadie, Metro) la alegría que despertó la noticia en un representante de la Cámara Inmobiliaria Argentina que se mostraba satisfecho de que el kirchnerismo "después de 9 años de gobierno" reconociera que había déficit habitacional, y se me ocurrió responder a algunos planteos que me generan (por reiterativos) cierta crispación.

El señor se mostraba preocupado básicamente por dos cosas: la primera, que no estaba claro todavía a través de qué organizaciones se iba a canalizar la construcción. No vaya a ser que se lo den (así lo dijo él, cito de memoria, por eso no lo encomillo) a las Madres de Plaza de mayo y que pase lo que pasó con Schoklender.  Faltaría que presentara la lista de constructoras recomendadas, y que pudiera garantizar que las mismas no caerán en la práctica deplorable de canjear cheques. Ya es Schoklender el chivo expiatorio de la corrupción histórica en la obra pública. ¿Es necesario que lo usen también para el lobby? La maximización de beneficios aplicada al cobro del costo político.

La otra preocupación tenía que ver con la infaltable mención de la plata de los jubilados. Resulta que el fideicomiso se creará con aportes del tesoro y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de ANSeS, que es la guita que se les sacó a las AFJP para que no siguieran financiando a las principales 10 empresas del país, haciendo fraude con la emisión de acciones y pagando comisiones a brokers y bancos de inversión. Con la plata de los jubilados.
Decía el señor que al hablarse de tasas de interés del 2%, la ANSeS, y por ende los jubilados, iban a perder capital.
Lo primero que hay que decir es que al tratarse de un fideicomiso el rendimiento de los aportes de capital es más complejo que la tasa de interés más baja que se aplica al crédito más blando de los otorgados. Pero lo fundamental es que ANSeS, por tratarse de proyectos de construcción, recibirá el principal repago de su inversión a través de los aportes a la seguridad social de los trabajadores que ocupen los empleos generados en las horas de trabajo que se empleen para llevar a cabo las construcciones. Esas construcciones que a este señor le preocupa que se canalicen a través de las Madres de Plaza de Mayo. La lista de constructoras recomendadas no debería garantizar solamente que las mismas no cambien cheques, sino que además pongan a los trabajadores en blanco.


jueves, 7 de junio de 2012

A propósito del artículo de Rubén Lo Vuolo

Lo Vuolo tiene una virtud muy elogiable. Escribe bien.


Clarín publicó hoy un artículo suyo que (en algunos fragmentos) no escapa a la regla. El expresivo título es: "Sin confianza en nuestra moneda".


Transcribo un fragmento, en que Lo Vuolo parece embalarse (en contra de los propios intereses de su escritura correcta), y cargado de ira inicia un relato acabado de los déficits del "modelo", que son aparente causa de que se haya averiado severamente el "sistema social de pagos":


Pero, mientras tanto, se bajaron reservas del Banco Central para pagos del Tesoro; se dejó disparar la inflación adulterando las estadísticas oficiales para negarlo; se ignoró y hasta se negó la fuga de capitales; se erosionó el superávit fiscal apelando a fuentes de financiamiento no genuinas; se pagó una tasa de interés negativa a los ahorristas en los bancos; se dejó caer el superávit comercial encantados con el crecimiento económico sin preocuparse por el necesario cambio de la estructura productiva del país; se dejó atrasar el tipo de cambio en relación con muchas variables relevantes de la economía. Con estas políticas inconsistentes no es de extrañar la pérdida de confianza en la moneda nacional y la búsqueda de los agentes económicos de otras unidades de cuenta y otras reservas de valor.
 Aunque a más de uno le parezca increíble, creo que es un diagnóstico bastante correcto. Con algunas salvedades. Por ejemplo, en cuanto a las valoraciones implícitas.
"Bajar" reservas del Banco Central "para pagos del Tesoro", por ejemplo. Es discutible que la valoración sea negativa. Depende. Pero en todo caso, no encuentro de qué manera podría eso influir en un aumento de la propensión a atesorar dólares por parte de particulares con capacidad de ahorro.

El ítem que me llama la atención es el que reza "se ignoró y hasta se negó la fuga de capitales". Esto es falso. La formación de activos externos es un fenómeno bastante previsible, casi inevitable, cuando (como pasó en Argentina de 2003 a la actualidad) existen saldos positivos importantes en la cuenta corriente. Acá, en este humilde (humilde) blog dijimos alguna vez que el Central parecía delegar en los particulares (por la vía de la fuga) la absorción monetaria contracíclica. Como decir, más o menos, que la esterilización de pesos a través de Lebacs y/o Nobacs y la salida de dólares tenían un efecto similar sobre los agregados monetarios y sobre las presiones inflacionarias que los desequilibrios en estos pudieran generar. Pero bueno, Lo Vuolo no lee este blog. Hace bien.

Ahora bien, todos estos síntomas patológicos que Lo Vuolo diagnostica (con luces y sombras, creo que bastante correctamente en general) lo hacen arribar, insólitamente, a la conclusión más erronea de la historia. O al menos con condiciones para pelear por ese trono.

Los argentinos tenemos alta propensión a atesorar dólares, creamos nichos de mercado en que el dólar se utiliza además como unidad de cuenta y como medio de pago, desde mucho, pero mucho antes de que se "bajaran las reservas" (que antes se "subieron" con una celeridad inédita en la historia argentina, vale decirlo también), se dejara disparar la inflación, se interfiriera en la confiabilidad de los índices del INDEC, se erosionara el superávit fiscal (sic, el que tenga algo para decir sobre esto lo consulta con Lo Vuolo), se deje caer el superávit comercial, etc., etc., etc., e incluso desde bastante antes de que Cristina fuera presidenta, y con más intensidad además (como ya se dijo en el humilde (humilde) blog de marianito) cuando las tasas de interés que se pagaban eran positivas, la inflación no erosionaba nada y los bancos de inversión, las consultoras y los brokers estaban chochos con el INDEC y sus numeritos.

Lo único que cambió en estos años es que ante la coyuntural escasez, el Gobierno prefiere desabastecer la demanda de particulares, antes que financiar su abastecimiento con deuda externa, como ocurría en los célebres tiempos de dictadura cambiaria (1 a 1, de prepo para todo el mundo, y al que no le gusta se funde por gil), a la par que se constituye (el Tesoro) en principal demandante debido a que intenta afrontar sus compromisos en moneda extranjera con recursos genuinos y sin crédito.
Pero la propensión de los particulares a demandar dólares, no veo que se haya modificado dramáticamente. Está en un punto relativamente alto en el promedio de los últimos 10 años, pero sin salirse de la franja esperable de comportamiento de la sociedad argentina. Incluso bastante por debajo de los buenos tiempos de tasas reales positivas (que como todos sabemos, no desincentivan un carajo la demanda de dólares para atesoramiento, pero parece que hoy queda bien decirlo, incluso si uno es un economista "de izquierda").

lunes, 4 de junio de 2012

El peso como reserva de valor fallida, por culpa de la inflación

En un comentario al post anterior, Mariano T. afirma lo siguiente (le copio el comentario sin permiso, pero teniendo en cuenta su forma habitual de manejarse en estos terrenos no creo que se ofenda):

En el primer mundo el chiquitaje no especula en monedas. Y si lo hace compra bonos, de cualquier país, que es comprar divisas y recibir intereses a la vez. Cuando viaja, va al banco y compra algo de efectivo, lleva la tarjeta de crédito, y en cualquier cajero del mundo le dan moneda local y se la descuentan de su cuenta originaria, que es la manera más barata (los argentinos ya no podemos).Pero la gran diferencia, y que la bestia de arriba no se da cuenta, es que ningún país del mundo tiene una inflación del 25%. Y encima por varios años como nosotros. En todos los países se cree en su moneda, porque tienen moneda.

Más allá del exabrupto ("la bestia de arriba") que acá no nos merece el menor escándalo porque consideramos que todas esas cosas están permitidas en la aspereza de la discusión política (que no es algo de lo que puedan ocuparse personas impresionables), nos parece que algunos puntos del comentario son muy fecundos en la búsqueda de una explicación a lo que pasa en Argentina en torno a la cuestión dólar.

No es que esté totalmente en desacuerdo con la opinión de Mariano T., que parecería ser mayoritariamente suscripta en nuestro país, al menos en lo que se refiere a inflación y su efecto sobre la confianza devaluada de los argentinos en nuestra propia moneda (a la que no le asignamos por ejemplo la cualidad de ser reserva de valor, uno de los pilares de la definición de qué es una moneda). Pero achacarle la situación exclusivamente a los últimos 6 años de inflación de 20 o 22 % anual promedio es una simplificación demasiado sesgada en contra del actual gobierno.

La realidad es que la época de menos inflación en la historia argentina es coincidentemente la época de mayor dolarización de depósitos (y mayor exposición pública y privada al apalancamiento con crédito dolarizado). Época además en que el dólar ganó muchísimo terreno en la economía argentina como unidad de cuenta (la pequeñez que significa la facilidad de tratarse de una identidad simple, que no estaba mediada por ninguna multiplicación, colaboró mucho).Y a mí me parece que las políticas decididas entonces no son neutras en relación con lo que pasa ahora (y siempre) con el dólar en Argentina. Y no se trata de echarle la culpa a los 90 (me parece que doy muestras constantes de hacer un esfuerzo importante por encontrar explicaciones más complejas que esas que suelen atribuirse al común de lo que llamamos kirchnerismo).

Los desequilibrios surgidos por la falta de confianza en nuestra moneda (por ser nuestra, independientemente de su nombre y de las performances del rendimiento de las inversiones) aparecen desde bastante tiempo antes de la aparición del kirchnerismo. Y digamos además que en el proceso de aumento de la desconfianza se volvió cosolidario el complejo de ideas aplicado con la intención de resolver el problema inflacionario (que es también el problema de la corrida hacia el dólar, contra el peso).
Este complejo de ideas consistió básicamente en anclar el valor de nuestra moneda con el del dólar. El paroxismo de esto fue la convertibilidad (pero no es Cavallo el único que lo pensó así en la historia argentina).

El peso como moneda fuerte de facto no resolvió la desconfianza de los argentinos en la misma, sino que volvió verosímil nuestra ilusión de ahorrar en dólares sin infringirnos ningún daño. Y tal vez el efecto más positivo que tuvo fue frenar el drenaje de dólares hacia el colchón, por un tiempo. Pero no porque se recuperara la confianza en nuestra moneda, sino justamente por lo contrario: el peso era "convertible de curso legal". En el banco, no necesitabas hacer ninguna operación extraña para transformar tus ahorros en dólares.
Porque el peso pasó a ser una cuasi-moneda, a la que los dueños de la máquina de hacer dólares y nuestros gobernantes habían decidido por fin rescatar.

La desvalorización de la moneda propia en el imaginario argentino (que excede incluso el comportamiento cambiario de la misma) está condicionada por el proceso inflacionario actual, pero no es nada más que la inflación el tema, sino que su reverso, las políticas anti-inflacionarias, pueden ser también muy sugestivas a este respecto.
Digamos, una moneda no se vuelve fuerte con cualquier receta anti-inflacionaria. Y en Argentina abundan los ejemplos que parecen expresar más vale lo contrario.

domingo, 3 de junio de 2012

$5,10 en las casas de cambio, y cómo a veces sería mejor callarse la boca

Alguien en algún momento va a tener que explicar qué corno quiso decir el senador Aníbal Fernández ayer, cuando habló del dólar en las casas de cambio a $5,10. Propongo que las explicaciones las dé la realidad.
A contramano de lo que se escucha por ahí, en materia de dólar, me parece que se habla demasiado.

Nadie es lo suficientemente ingenuo como para no saber que el gobierno puede tener contacto con los operadores que manejan el mercado informal. Sobre todo porque se trata de personas honorables. De esas que se rompen el lomo laburando para que al final la AFIP les saque el fruto de su trabajo para pagarles a los vagos que cobran por tener hijos, y desvían apenas una parte de ese fruto a la evasión, solamente para no ser estrangulados por la fiesta de gasto público.
Ahora, transformar esos contactos en una actividad oficial comunicada casi formalmente es una barbaridad. Y de las inaceptables.

¿Cómo vas a legitimar el accionar clandestino? ¿Y cómo vas a negociar con los tipos a la luz del día los márgenes del negocio? Como broche final a la saga, propongo que Cristina se reúna con los principales traficantes de drogas y armas (aprovechando que se trata de otras personas honorables que le dan a trabajo a familias enteras de inmigrantes en los talleres clandestinos de las villas de emergencia donde se maneja el menudeo, mientras la porción grosa se camufla en containers hacia Europa mejorando el saldo de la balanza comercial, no como en México que son asesinos), para negociar las condiciones en las cuales ingresan los dólares obtenidos de sus actividades al mercado formal, de un modo que les permita mantener sus márgenes pero en niveles más aceptables para el desenvolvimiento general de la economía.

Lo que sospecho es que tal vez estemos ante otro asunto.
Un desdoblamiento del tipo de cambio no oficializado. La anulación del mercado informal por asfixia, a partir de negociar con las casas de cambio un spread más alto entre el precio que pagan para adquirir los dólares en el mercado mayorista, y el precio que les cobran a los compradores minoristas, acompañado (quiero suponer) por una flexibilización en las ventas, ya que sin este componente la maniobra sería una inútil expresión de deseos.

Esto sería directamente un desdoblamiento del tipo de cambio, si tenemos que el dólar comercial (para la venta a exportadores y para la compra por importadores) se mantendrá en valores cercanos a los actuales, canalizado por los bancos.
Y que el dólar financiero o turístico se canalice a través de las casas de cambio, con permiso para manejar un spread de 10 o 15% respecto de la cotización "oficial" (que en realidad sería la comercial, o sea el valor que el Central les reconoce a los exportadores cuando liquidan divisas, o que les autoriza a los improtadores cuando giran pagos al exterior). Una especie de subsidio cruzado de exportadores y ahorristas en moneda extranjera, para importadores y casas de cambio.

De lo contrario, estaríamos ante una devaluación del tipo de cambio, tradicional, brusca, de las que no nos gustan, de las que supuestamente estábamos evitando para defender el poder de compra del salario (que se va a resentir igual con el desdoblamiento encubierto).

La otra posibilidad es la que narrábamos al principio. Que efectivamente el Gobierno haya negociado los márgenes de rentabilidad del mercado clandestino...

En cualquier caso, los pobres tipos que compraron a 6,15 o 6,20 gracias a los consejos implícitos de Lanata y Bonelli se van a meter los dólares en el orto. Si todo sale medianamente bien...