lunes, 6 de julio de 2015

Pantriste y la irrelevancia de la segunda vuelta porteña


Lousteau se bajó de la segunda vuelta porteña. Ayer mismo. Mientras gritaba que no se bajaba, que los porteños habían decidido que haya balotaje.
Terminó el acto de cierre post-elecciones en el que nadie le dio crédito a que pueda imponer su supuesta voluntad de seguir, y mientras sus financistas hacían cuentas y concluían sin mucho esfuerzo que no vale la pena gastar guita en una elección que termina 65-35 en el más optimista de los casos, se fue a lo de Lanata, a decir que el electorado porteño le había dado la espalda a la forma de conducir de la presidenta, porque su candidato había sacado apenas un 22%, o sea 4 puntos menos que él, que hizo una elección fabulosa.

La soberbia de tal análisis puede atribuirse a varios factores.

El primero, una mala jugada de su subconsciente. En la intimidad de su subjetividad, Lousteau se quiere bajar. Y hace y dice cosas que van a contramano de su discurso consciente, que es supuestamente la expresión de su voluntad por ir a segunda vuelta.
El segundo, una mala administración de la extravagante ingeniería electoral que lo coloca como contrincante en la ciudad de los tipos con los que va a coincidir dentro de dos meses en el ámbito nacional.
Carrió entendió, cuando aparecieron las denuncias contra la banda de Yacobitti, las menciones a Nosciglia y el episodio del narco asesor de Ferraro, que no había que enojarse con el FPV sino con el PRO, si la intención era ganar la ciudad. Y le apuntó a Ritondo.
La desmintieron, porque la ciudad nunca les importó, más que para sacar un grupo de legisladores, cosa que ya está cumplida.
Es eso lo que pagaron Nosciglia y Yacobitti. Lousteau se cree que la plata la pusieron por él. Pero estos dos que se dedican al poder en serio la tienen clara: les conviene más cerrar con el PRO que sostenerlo a Lousteau.

La cuestión que el pecho frío del candidato de ECO (armado que acaba de disolverse, ya que las opciones electorales que engendra el radicalismo no duran más que una elección) fue a lo de Lanata a criticar el liderazgo de Cristina. A refregarle al electorado, a ese 22% que necesitaría seducir si quiere competir en segunda vuelta, que les ganó porque su conducción es mala.
En lugar de hablar con Recalde y Tomada y ver qué parte del discurso que cautiva a ese 22% podía tomar y mecharlo con el suyo se desligó del asunto y dejó que sus operadores hablen con Macri, para bajarlo.
Lo van a hacer quedar como lo que en el fondo piensan que es.
Porque además, un tipo que para resguardar "su prestigio" a la primera de cambio negó a los que le pusieron la guita no hizo muchos méritos para ganarse el respeto de éstos. Que sin votos, tienen más poder de decisión que él, que supuestamente tiene los votos. Hartos están de usar de forros a jóvenes promesas. Y más cuando las jóvenes promesas se la creen.

Así las cosas, al electorado del FPV (ese escaso 22%, que al lado del 26% que sacó el amargo es nada) tiene ya discurso armado para abrir las gambas y dejarla correr.
Las internas ya se hicieron, y la gente decidió que el candidato más votado de ese espacio es Rodríguez Larreta. ¿Para qué repetirlas?

Distinto si nos seducís. Pero no te interesa, porque la esquizofrenia electoral hace que no puedas salir del anti-kirchnerismo visceral.
Y entonces mientras hablan de diálogo, consenso y demás pavadas, en su fuero íntimo desean un mundo ideal en el que ese 22% no exista, desaparezca, no haga falta incluirlo por ninguna vía.
Pero lo que pasa es que en ese "mundo de sueños" Lousteau es más irrelevante todavía. Es apenas un remedo afrancesado del PRO.
La única polarización posible era con el kirchnerismo. Y para lograrla a falta de un armado político, hicieron dos. Bueno, ya tuvieron demasiado.
Lousteau puede volver al mismo lugar de la mesita de luz, ahí donde se pone la cajita de Prime.