En la versión publicada en Artepolítica, de la entrada sobre "política energética", recibimos un comentario de Eduardo.
En este caso, la referencia era al sistema de energía eléctrica.
Habíamos dicho que la capacidad instalada del sistema nacional puede producir, trabajando a pleno, 27.000 MW, y que el pico histórico máximo de consumo fue de 20.000 y pico.
Eduardo nos hace notar con razón que los 27.000 MW de producción son inconcebibles. Por factores varios, siempre se opera por debajo del máximo. De hecho, cuando se registró ese pico, la oferta estaba operando a 23 o 24 mil MW.
También cabría mencionar la contracara de lo que dice Eduardo: 20.000 MW es un pico de consumo, no un valor sostenido en el tiempo.
Sin embargo, ver la capacidad instalada en relación a los picos de demanda sirve como primera aproximación al complejo tema del abastecimiento energético. Una distancia tan importante entre uno y otro permite identificar que se opera con un margen apreciable.
Por supuesto que el tema no se acaba ahí, porque la infraestructura de interconexión es lo que permite determinar cuán aprovechables serán esos 27 mil MW ideales (y 20 y pico mil reales) que se generan en distintas centrales, con distintas tecnologías y que abastecen determinados centros de distribución desde los cuales se provee a los focos de consumo.
También nos señala que lo importante para definir faltantes de energía es la existencia de saldos exportables en los países vecinos. Coyuntural y localizadamente la provisión de energía producida en Argentina puede quedarse corta, y se recurre a la importación de energía proveniente de países vecinos para tapar agujeros. Por ejemplo, si se da el caso de un río que abastece una central hidroeléctrica que se seca por cuestiones climáticas, y esta central por tanto no puede funcionar, se cubre el bache con energía importada de algún país limítrofe con el que se cuente con infraestructura para interconexión. Tapar esos agujeros de esta forma puede resultar más barato (o hasta la única salida posible) que tomar excedentes producidos por otras centrales fronteras adentro. En la mejora de este aspecto se inscribe la obra de interconexión NOA-NEA, por ejemplo.
Pero, que la importación de energía haya crecido en los últimos 8 años muy por encima de años anteriores, es un hecho que se relaciona muy fuertemente con el incremento de la demanda focalizada. Mucho más que con una hipotética falta de generación.
Del mismo modo, de verificarse incrementos en la exportación de energía, no podría tomarse esto como ejemplo de que la situación energética argentina es más holgada.
El avance en acuerdos con los países de la región para mejorar la infraestructura de interconexión transnacional es prioritario, y no es necesariamente una demostración de mayor dependencia externa. Justamente el futuro energético y económico en general de la región es la interdependencia, como mecanismo de potenciación de nuestras posibilidades.
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