lunes, 17 de enero de 2011

Olmedo

El personaje no merece que se lo tome demasiado en serio.

Me refiero al diputado salteño, hijo del "rey de la soja", al que "papá" becó en las huestes políticas de Romero, imagino que para que no rompiera las bolas en los negocios familiares. De apellido muy querible para los argentinos, este último "paganini" relativamente famoso que se consiguió la devaluada Rocío Marengo, encarna el prototipo del tarambana. Nadie puede representar tal apelativo con mayor eficacia que este señor.

Resulta que el tipo suele tener definiciones que se inscriben en el moralismo.
Aprovechando la situación alguien algua vez le preguntó si no era una contradicción su defensa cerrada de la familia "tradicional" y su condición de divorciado. Ante el titubeo del diputado, al entrevistador se le ocurrió consultarlo por la postura que había tomado frente a la famosa "ley de divorcio", en épocas de Alfonsín. La respuesta fue: "no me acuerdo, era muy joven". Es cierto, calculo que para ese momento (1987) el susodicho tendría recién cumpliditos los 21. Demasiado joven para tener opinión formada. Lo que se dice, un político vocacional.

La última "humorada" del tarambana (perdón por la repetición, pero, es el término que se le ajusta de manera perfecta) es su "creativo" slogan de campaña: "No vote al pedo... vote a Olmedo".

Igual que la selección de Maradona, deja todos los espacios para agarrarlo de contragolpe. ¿Cuánto tardará algún adversario para, con foto de Olmedo con campera amarilla, parafrasear en un afiche: "No vote al pedo...vote al sorete".

3 comentarios:

Udi dijo...

Volvé Patrón Costas...!

Mariano T. dijo...

Poco que ver con Patrón Costas. El padre se mudó en los 60 de Rosario a Rosario de la Frontera, empezó a cultivar unas poquitas hectáreas de poroto blanco y puso una pequeña estación de servicio en la 34. Ya en los 80 era un productor grande, pero todavía no una potencia, tipos más grandes qué el se cayeron luego.
Hoy no le tocás el culo con una caña.

Udi dijo...

Un verdadero emprendedor de los que hacen la patria.
Por eso, volvé, Robustiano.
Los oligarcas salteños, que persisten hasta hoy en su odio a Güemes, tenían - por lo menos - el descargo de la época.
Y en cuanto a tocarle a el culo a quién sea, bueno, en peores me he visto, como para que me impresione un bruto con plata.