En el mundo, se les cagan de risa |
Cuando se habla de pérdida de competitividad del sector industrial, la palabra "devaluación" comienza paradójicamente a revaluarse.
Como si "devaluar" fuera cuestión de mover una palanca, apenas. De hecho, a diferencia de los demás países de la región Argentina mantiene una inercia devaluacionista administrada por el BCRA de un 10 o 12% anual, en términos nominales.
Esto quiere decir que como no estamos en el 2002, en que para devaluar había que simplemente dejar de intervenir en el mercado cambiario, hoy la autoridad monetaria debería en principio tener una actitud activa, en el mismo sentido pero más profunda que la que tiene en la actualidad.
Provocar un shock de demanda adicional de dólares para promover una escasez "artificial" que tire el precio para arriba. Puede hacerlo a lo bruto: comprando (más) con emisión. O más sofisticadamente: operando en los mercados de futuros para modificar las expectativas y provocar un salto en la demanda privada de dólares.
Ahora bien, para que una devaluación tenga los efectos deseados (por el capital industrial) en cuanto a competitividad y sea sustentable, sería necesario tomar las precauciones de absorción que impidan que la devaluación se traslade a aumentos de precios de manera directa. Porque, sabemos, los aumentos de precios licúan la ventaja competitiva emanada de la devaluación.
Como no somos muy afectos a los eufemismos diremos que este traspaso "peligroso" o "nocivo" de la devaluación a los precios en realidad alude a un solo precio: el de la fuerza de trabajo. El Salario.
O sea que la efectividad competitiva de una devaluación en las condiciones actuales estará ligada fuertemente a la viabilidad del control que el capital pueda ejercer sobre la indexación de salarios.
La verdad, si por ahí pasa la mano (reducir el salario en términos reales para bajar el costo laboral de producción, y aumentar artificialmente la productividad) es innecesario hacer el esfuerzo monetario de devaluar más de lo que se viene devaluando actualmente en términos nominales. Alcanzaría con conseguir que el salario indexe a un nivel menor que el promedio de los precios (restada la devaluación nominal).
Menos poder adquisitivo del salario, es casi equivalente a mayor productividad y competitividad industrial en este marco de pensamiento, y sobre todo en estas condiciones materiales.
Algunos efectos concomitantes de una devaluación (mayor)
Los principales beneficiarios serían (más aún que las empresas medianas y pequeñas que pugnan por la sustitución de importaciones) los grandes conglomerados ligados a la exportación: las exportadoras de producción agrícola (con efecto derrame sobre ciertos agentes del sector agropecuario: los propietarios de tierras), y empresas que exportan materias primas o insumos industriales con bajo nivel de procesamiento, como pueden ser Acindar, Aluar, Siderca, Siderar.
Principalmente, los conglomerados a los que pertenecen estas empresas buscarían verse beneficiados con disponibilidad de utilidades que les permitiera operar y especular con mayor margen en el mercado cambiario. Convertirse en los dueños de la restricción externa.
No lo podrían conseguir de todos modos.
Sus ansias adolecen de anacronismo. Tienen el pensamiento atornillado a las épocas en que los dólares, en el mundo, eran un bien mucho más escaso que en la actualidad.
3 comentarios:
Muy buen análisis, bastante claro para personas que, como yo, tardamos bastante en entender las sutilezas económicas. Es un campo que me cuesta porque además parto de la premisa de que las leyes del mercado son una mentira,y por ende la economía en sí también lo es. Ya sé, ya sé, estoy tratando de lidiar con ese prejuicio, y tratar de ver distintos análisis y corrientes económicas...pero como cuesta!!
Tu blog me ayuda...gracias!!
saludos!
Ché, ese es Stiglitz o Blejer o Tevie el lechero ?
Es Sabater o Arguiñano?
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