viernes, 1 de julio de 2011

Debatiendo con Adrián Ramos


El Cronista publicó esta entrevista al referente radical en materia económica, Adrián Ramos.
Hay dos respuestas (o tres) sobre las que me gustaría comentar.

La primera es la más sencilla. Dice Ramos:

Proponemos una asignación universal a la vejez. Así, cuando uno llega a determinada edad tiene derecho a recibir una jubilación mínima, financiada con la parte impositiva de los ingresos de ANSeS. A partir de ahí debería haber un plus adicional por contribución, que será mayor mientras mayor sea la cantidad de aportes realizados a lo largo de los años.
Si bien la exposición es bastante rudimentaria, y requeriría de varias aclaraciones para conocer exactamente en qué consistiría, es muy notorio que al hablar de una reforma previsional se omita cualquier mención al 82% móvil.
Digamos, los lineamientos que plantea no son exactamente incompatibles con el 82% móvil. Pero no nombrarlo me parece que indica algo. En este caso, un probable cambio de opinión. En el universo que constata, sin excepciones a la vista, el famoso teorema de Baglini.

Igualmente, es de suponerse que si la asignación universal a la vejez se financiara solamente con la parte impositiva de la recaudación de ANSeS, la misma sería más baja que una jubilación mínima. Por un lado.

Y fundamental (por otro): seguiría postergada la atención al reclamo judicial de Binner (uno de cuyos abogados es el radical alfonsinista Gil Lavedra), para que Nación devuelva los puntos de coparticipación que las provincias le cedieron cuando se creó el régimen de AFJPs.

O, tal vez, como alternativa: en caso de que se atienda el reclamo santafesino antes de instaurar el nuevo régimen jubilatorio, la merma en la asignación universal a la vejez sería muy sensible, ya que la ANSeS perdería una porción sustancial de la parte impositiva de su recaudación.

Otra respuesta. Tema: inflación.

Un caso a estudiar para la Argentina es lo que ocurrió en Chile. (...) Entonces armaron objetivos anuales para la tasa de inflación y para los déficits de cuenta corriente, que se anunciaron previamente cada año por parte del Banco Central en el Congreso. 
En primer término, la mención a los déficits de cuenta corriente ya está mostrando que las caracterísitcas de la economía chilena de entonces, eran distintas de la argentina actual, para la cual algún que otro déficit fue una soberana excepción en medio de una cuenta corriente casi siempre superavitaria en los últimos 9 años.
Pero, bueno, despejando el tema de la cuenta corriente, vamos a la inflación.

En donde se menciona claramente la cuestión de las metas. Poner metas de inflación, sin embargo, no es un postulado que se agota en sí mismo. Tiene un contenido. Que en contextos de expansión monetaria y tasas reales negativas se compone de políticas ortodoxas de restricción monetaria y subas de tasas de interés (con métodos complementarios, como suba de encajes bancarios, etc.).
De alguna manera, Ramos deja entrever esto cuando dice:
Desde 2009, la Argentina tiene déficit fiscal medido correctamente, aún esté encubierto en cuestiones contables. Y en buena parte fue financiado con recursos originados en el Banco Central.
Visualiza esta situación como un problema, y propone ser consecuente con la idea de bajar el costo del financiamiento externo. Abriendo de ese modo, el chorro de la cuenta de capital (o financiera).

Todo esto, entra en grave contradicción con una de los puntos por los cuales Ramos sostiene que es nociva la inflación:
Producto de esa inflación, el peso argentino sufre una apreciación del orden del 15% anual en los últimos años. Y esto no es sostenible en el mediano y largo plazo.

Porque, en definitiva, Ramos nos estaría diciendo que para evitar la apreciación cambiaria que produce la inflación, habría que condescender a la apreciación cambiaria provocada (esta vez) por políticas restrictivas en materia fiscal y monetaria, la suba de las tasas de interés y el financiamiento externo.

De manera que el objetivo propuesto:
–Fomentar un proceso de inversiones sostenido.
...que incluye definiciones como ésta:
 Para invertir se requiere rentabilidad, pero también perspectivas de apropiabilidad de la renta.
...nos pone en discusión sobre qué tipo de inversiones estaríamos buscando.

No vaya a ser cosa que por evitar la inflación de bienes y servicios, provoquemos una inflación de activos financieros (al estilo griego o irlandés).

2 comentarios:

Udi dijo...

Es inevitable, Mariano. En términos marxistas algún desubicado diría que lo que se juega ahí es qué fracción del capital se apropia del excedente.
Udi, menos presumido (el paso de los años) sostiene que el capital industrial genera una dinámica de inclusión social, vía incorporación de fuerza de trabajo, que - en la medida que no me da el piné para abolir el capitalismo - debería ser apoyado.
Uf, lo dije, ya caerán los troskos, supongo, a denunciarme.
Un abrazo

Daniel dijo...

Siempre sopa, no?
Es increíble como la cosa en esta materia se divide en dos y no más (aunque me quedaría una franja que va por seguir a Lozano a ver a donde llega).
Estás bien en linea, Mariano con la última exposición de Marcó del Pont.