sábado, 11 de junio de 2011

Devaluación: perspectivas


El texto que sigue prescinde de fuentes. Es, más que nada, una aproximación casi teórica a los clichés de campaña que se difunden y difundirán durante estos meses, referidos a temas económicos, principalmente cambiarios.

Empezamos negando categóricamente la posibilidad de una devaluación brusca "voluntaria" para recomponer márgenes de rentabilidad en el sector secundario. Creo que ni la UIA se toma en serio a sí misma cuando desliza el reclamo.
Por ahí, sufrimos lo que es un reflejo adquirido por la experiencia recogida durante años de historia argentina. Pero las condiciones de hoy tienen carácter inédito en algún punto, y por ende las respuestas no son linealmente las mismas de otros períodos.

A ver: cuando se habla de devaluación en el contesto industrial, se habla de recuperación de competitividad para los sectores menos competitivos de la economía argentina.

Aunque no se diga abiertamente, cuando la industria habla de pérdida de competitividad está hablando de nivel salarial elevado. Digamos, la Argentina tendría hoy un nivel de salarios industriales, medido en adquisición de canastas básicas,que tendería a volverse superior a lo que la capacidad instalada productiva estaría en condiciones de soportar para seguir compitiendo en precios con artículos importados.
Sea o no sea real, eso es lo que se intenta decir.

Entonces, la referencia a una devaluación, en ese contexto (a pedido de la industria) tiene la intención de licuar parcialmente el poder adquisitivo del salario.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando la dinámica social (como en la actualidad argentina) tiende a que justamente, en un marco de alza general de precios y crecimiento fuerte de la economía, ciertos salarios industriales ganen la puja de precios relativos, es decir, aumenten más que el promedio de precios?

La devaluación como estrategia para la licuación de salarios comporta el riesgo de acelerar la indexación de ingresos, que en la dinámica señalada, terminaría por provocar una pérdida mayor de competitividad.

Por eso, desde algunos sectores ya se sugiere que antes de encarar un proceso devaluatorio fuerte es necesario arbitrar un plan anti-inflacionario. Lo que se puede conocer también como una "clara política de ingresos" que no es otra cosa que coartar el accionar de los mecanismos de indexación del salario.
Para decirlo claro: bajar la expectativa de aumento salarial, ponerla por debajo del nivel general de aumento de precios, hasta que confluyan, por acción de una menor dinámica del mercado interno, en niveles más bajos.

Se le busque la vuelta que se le busque eso es lo que se llama enfriar la economía. Y sobre esa base sí un alza nominal del dólar puede hacer el efecto "deseado", porque en un marco de contracción del crecimiento y principalmente del poder adquisitivo de la población no se transferiría a precios tan rápidamente.

O sea, la salida devaluatoria es "fecunda" (y políticamente viable diría) en contextos de contracción de la economía, pero no en períodos de auge.

Ante estas opciones poco deseables ¿qué se puede oponer?

Cambiar el eje en cuánto a recuperación de competitividad. Abaratar costos empresarios por el lado del acceso al capital, y no por el lado del salario.
Para que un proceso así sea efectivo, debería aspirarse a brindar crédito para la incorporación de tecnología, que debería redundar a su vez en cambios en la composición orgánica del capital. Esto es: adquisición de tecnología, mayor productividad, menos trabajo por igual cantidad de producto obtenido.


En definitiva, para que el salario individual no pierda, se transfiere el ajuste sobre la masa salarial total. Pérdida de empleo.

Se plantea, entonces, un desafío extra: la absorción de empleo en otras actividades. La necesidad de facilitar nuevamente el acceso al capital para emprendimientos sustitutivos de importaciones en el marco de integración productiva. O sea: producir acá insumos para la producción, actualmente importados.

Todo esto es muy fácil decirlo, y muy difícil hacerlo. Las posibilidades de fracasar son inmensas. Y no queda otra que volcar muchos recursos en algo que "puede fallar".
Nada es gratis.

4 comentarios:

Daniel dijo...

Confiamos en que no va a fallar.

Anónimo dijo...

Como siempre, un placer leerlo.
Aprovecho para romper mi mutismo del último tiempo para felicitarlo por el éxito de CAVS.
Un abrazo,
Carlos Telefónico

Mariano dijo...

Gracias, Carlos.
Un abrazo

leiv dijo...

Clarísimo.
Lamentablemente, así no vamos a tener industria de bienes de capital en la puta vida. Ahí es donde esta macro (del manejo del TC) tiene que bajar a tierra y empezar a hilar fino... cosa que lamentablemente le tomó 7 años al gobierno. Algo, alguito de eso se está haciendo en el ministerio de industria. De a poquitamente...

saludos