viernes, 26 de septiembre de 2014

Los dólares para los importadores

Volvemos a tratar el tema de la operación de El Cronista (con colaboración), difundida por el titular de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA).

La previsión, bajo la forma de denuncia, consistía en que se estaba por tomar una decisión en el marco de cierta para-institucionalidad que afectaría el desempeño de las importaciones.

El BCRA les notificaría a los importadores (y no sabemos cuál sería el mecanismo para la notificación, por eso hablamos de para-institucionalidad, porque una notificación no tiene fuerza de ley ni carácter formal) que les cerraría el acceso a dólares, motivo por el cual deberían conseguirlos a través de operaciones financieras informales que marcan una cotización implícita para el dólar mucho más elevada que la que oficialmente se transa en el Mercado Único Líbre de Cambios (MULC) que es la instancia a través de la cual los importadores se hacen de los dólares que les permiten pagar sus compras al exterior.

Cerrarle la canilla del MULC al sector importador en su conjunto y derivarlo a la compra de dólares por canales alternativos como son el Contado con liquidación, el Dólar Bolsa o directamente ilegales como el blue sería una maniobra a la cual es difícil encontrarle la racionalidad.
El contado con liqui, el dólar bolsa y el blue son mercados paralelos de dólar que atienden a requisitorias de tipo financiero: resguardo de la reserva de valor (ahorro de personas físicas), dolarización de excedentes, remisión de utilidades. Digamos, cuando por cuestiones de escasez el MULC se cierra a este tipo de operaciones estos mercados se valorizan, se aumenta la brecha entre la cotización oficial y la implícita de los tipos de dólar financiero, y los que quieren operar dólares para fines financieros lo tienen que pagar más.
Lo que ocurre de hecho es un desdoblamiento cambiario, que procede en la siguiente forma: se prioriza el acceso a dólares de tipo comercial para que eso no incida en los precios a un tipo más bajo, y se manda a todos aquellos que quieren dolarizar sus ganancias, remitirlas al exterior o eventualmente hacer algún consumo considerado suntuario a que consigan esos dólares a un precio más alto. En otras palabras, se le subsidian los dólares a los importadores.

Mandar a los importadores a comprar dólares por esta vía para la cancelación de obligaciones sería bastante irracional. Bah, en realidad, no tendría demasiado sentido hacerlo, ya que fijaría los precios internos a una relación compatible con la cotización de dólar informal, pero sin brindar los incentivos para la exportación o la sustitución de importaciones que brinda una devaluación hecha y derecha.
O sea, sería como devaluar para los salarios argentinos, pero no para los exportadores, con lo cual además no se absorbería una buena cantidad de pesos excedentes que irían a seguir alimentando la dolarización y por ende presionando sobre el tipo de cambio financiero (y ahora importador).

Una medida como esa sería obviamente resistida por importadores. Pero no aportaría demasiada ganancia para nadie. Para hacer algo así, mejor devaluar directamente y chau. Si es el mismo quilombo.
De manera que lo único que puede pensar uno cuando sale a circular una versión como esa es que los que la alientan están presionando para que se devalúe la moneda.
Uno puede pensar que la CIRA, en ese caso, conspiraría contra sus propios intereses, porque una devaluación tan brusca deprimiría al sector importador. Por ahí ya tienen descontado el costo, y lo que buscan es que los liberen de trabas administrativas.
De ser así, una devaluación sería bastante más inocua de lo que son las devaluaciones en general, no porque no pase nada sino porque los costos ya nos los habrían hecho pagar por anticipado.

jueves, 25 de septiembre de 2014

La maniobra desestabilizadora de El Cronista, y la cobertura de la CIRA para asegurarse dólares baratos.

Contra las previsiones que habíamos hecho hace algún tiempo acá, las restricciones cambiarias continúan en la Argentina y se prolongarán a lo largo de todo este año y los primeros meses del próximo.

La falla predictiva está vinculada, entendemos, a un hecho que no estaba en los cálculos. El fallo Griesa. Esa sanción que parte de la comunidad internacional ejerció contra la Argentina, por haberse embarcado en un proceso de alivianamiento del peso de su deuda externa para conseguir un mayor margen de autonomía en las decisiones respecto de los vaivenes del sistema financiero internacional.
Si bien no puede decirse que el proceso fracasó, sí hay que aceptar que se presentaron una serie de complicaciones que colocan al Gobierno en una situación difícil a la hora de explicar cuáles son los beneficios de haber tomado tales decisiones.

Lo que ocurre desde hace algún tiempo es que el crecimiento de la economía argentina de estos últimos años, hasta aquí operado con prescindencia del ingreso de dólares por vía financiera, se vuelve más dependiente del financiamiento externo en divisas, de modo tal que tal prescindencia se hace insostenible si se quiere mantener tal grado de crecimiento y todo lo que trae aparejado: volúmenes de exportación, complejización productiva, nivel de empleo, poder adquisitivo del salario, transferencias del sector público, nivel de vida de las clases medias, acceso a bienes importados y a insumos productivos tanto para el abasto del mercado interno como para la exportación de bienes de producción más compleja, diversificación de la producción, remisión de utilidades al exterior por parte de empresas, dolarización de excedentes por parte de los ganadores del proceso de acumulación, resguardo en divisas de todo el sector rentístico, etc.

La idea del gobierno era ir arreglando los diversos conflictos en el frente externo, algunos resabios de la crisis de 2002 para normalizar el canal de ingreso de divisas, por acción tanto del sector público como del sector privado.
Esto era básicamente, que los dólares que salían indefectiblemente a partir de los pagos de deuda se ingresaran por las diversas vías de endeudamiento (deuda directa o inversiones de carácter financiero) de modo que la cuenta financiera quedara en una suerte de equilibrio y no se volcaran todos los dólares que aporta la balanza comercial con su superávit al cumplimiento de vencimientos externos, porque en el desequilibrio actual eso ocasionaba pérdida de reservas.
Pagar deuda con reservas era pagar deuda con los dólares de la soja. Ese círculo cierra cada vez más con un diámetro menor, espiralizando un proceso de caída de reservas que da mayor vulnerabilidad, y que mete presiones fuertes hacia la devaluación de la moneda.
La solución de todo este asunto por la vía ortodoxa fue abortada por Griesa y su fallo condenatorio de un accionar político que intentó la recuperación de palancas decisiorias.

En ese marco, ayer se conoció la operación evidentemente desestabilizante de El Cronista Comercial y la Cámara de Importadores. Una operación tremendamente impudorosa y evidente, alertando sobre un supuesto cierre de la venta de dólares a importadores que iban a tener que recurrir a otras vías para conseguir los dólares para pagar y cancelar sus importaciones, como el dólar MEP o Bolsa, el Contado con liquidación o el blue. Hubo otros participantes de la operación además. Ponele que no se dieron cuenta, los forrearon, digamos. Hoy estamos buenos.
Lo curioso es que el señor Ponce, de la CIRA (que supongo que habrá participado con el fin de darle publicidad a un supuesto hecho para que se arme quilombo por anticipado y de ese modo neutralizarlo, de manera de poder seguir consiguinedo dólares baratos para la importación) anda defendiendo su postura con la siguiente excusa: existía el run-run de que iba a pasar eso (que los importadores fueran remitidos a buscar dólares a mercados informales), ya que los mismos bancos se lo comentaban a los operadores como algo que inminentemente iba a ocurrir.

Yo no dudo de que lo que dice Ponce sea cierto. Pero es una declaración explosiva respecto del accionar de las empresas del sector financiero. O sea, instaron de manera alevosa a que los importadores engrosaran la demanda de bonos nominados en dólares, para hacerles subir la cotización, para que la cotización implícita del contado con liqui aumentara, la del dólar bolsa también, esto se trasladara al blue y se encadenaran una serie de hechos que derivan directamente en mayores presiones devaluatorias a partir de que se agrandan las brechas que se había conseguido acortar en la primera mitad del año (disgresión: la brecha que a mí me parece que hay que mirar más es la que se abre entre el blue y el dólar turístico, o sea el oficial más el 35% que se recarga en la tarjeta de crédito; esa estaba casi cerrada y ahora se abrió nuevamente; el porcentaje de aumento que cierre esa brecha es lo que "el mercado" le pide al Gobierno que consienta como devaluación).

Estas maniobras especulativas son las que según la óptica de donde se las mire se mencionan como golpes de mercado. Los actores con mayor poder de acumulación de excedentes operan en condiciones ventajosas para valerse de las debilidades y avanzar sobre los ingresos de otros sectores que queden desprotegidos.
Está medianamente legitimado este accionar, así que no lloren por favor cuando se hable de complot, de desestabilización, etc.
Intentan continuamente engrosar ganancias, descubriendo debilidades y asaltando los bolsillos del resto de los sectores. Mirando más fino, toda esta suerte de interrelaciones es una guerra despiadada por la apropiación de excedentes. El Gobierno que no sufre coletazos de esta guerra es porque habilita que se engrosen desproporcionadamente los excedentes de los más excedentarios. Cualquier distorsión que se provoca en ese proceso asumido como natural causa crispación.

jueves, 21 de agosto de 2014

Cambio

Con el anuncio de Cristina de proponer una alternativa a los bonistas que participaron de la reestructuración de deuda argentina post-default 2001, para que puedan cobrar a pesar del mamarracho de Griesa, que es embargo pero no embarga, es bloqueo pero bloquea a medias y es permanente pero tiene multiples excepciones, finalmente Argentina empieza a irse de Nueva York, en una decisión verdaderamente histórica.
El oficialismo es la única fuerza política con capacidad para entender el alcance histórico real del conflicto con los buitres por la deuda externa.
Los demás piensan el mundo con los libros de hace 30 años, son incapaces de imaginarse algo distinto.
El gobierno en cambio decidió que Argentina sea vanguardia en los cambios de correlación de fuerzas y relaciones de poder entre las naciones que se darán en el mundo de acá a los próximos 50 años, y decidió asumir un rol activo en ese proceso.
No está garantizado el éxito, puede salir mal. Pero haciendole caso a Griesa estaría garantizado el fracaso y la humillación. Así no.

Es una apuesta a una posbilidad abierta. A determinado patrón de acumulación le corresponde un sistema financiero con centro en los lugares donde se acumulan los excedentes, que promueve los flujos que fortalecen ese patrón de acumulación. Cuando ese patrón de acumulación empìeza a modificarse por el desarrollo histórico de fuerzas productivas y como en este caso emergen naciones con capacidad de acumular excedentes de producción considerables se puede pensar en modificaciones similares en el sistema financiero para volverse funcional a esos nuevos patrones de acumulación, con nuevos centros. La idea de Argentina es aportar a la conformación de ese proceso. Que no es algo que está pre-definidio. Hay que construirlo. Hay que hablar con Rusia, con China, con el resto de Sudamérica, hay que capitalizar nuevas entidades de crédito internacional, hay que convencer de las potencialidades de la inversión en Argentina, hay que incluir a África y desarrollar también sus potencialidades, y todo esto hay que hacerlo sin perder de vista la necesidad de establecer criterios proteccionistas para no cambiar de potencia que nos colonice. Es dificilísimo y durísimo. Pero muchas otras no hay.

Es cierto esto que dice el ex-vice ministro de Cavallo, Sturzenegger. Con el nuevo canje, se abre la posibilidad de que no se rescate la totalidad de los bonos y algunos queden dando vueltas para ser aprovechados por vivos que los compren por chaucha y palitos y después litiguen.
El tema es que esos litigios quedarán circunscriptos a la plaza de Nueva York. Y es visible como otras plazas (Londres, Luxemburgo) están legislando para evitar que les ocurran ahí casos como el actual de Argentina.
Esa es la jugada trascendente en materia histórica del canje propuesto por Argentina.
Y lo que decíamos sobre los dirigentes opositores que no pueden pensar el mundo más allá de la matriz inoculada en 30 años de bibliografía obsoleta queda fielmente demostrado en estas declaraciones de Sturzenegger.

domingo, 3 de agosto de 2014

La Historia

La dinámica de los acontecimientos (que cuando pecamos de un exceso conceptual ordenamos bajo el nombre de Historia) es un proceso dialéctico de orden y rupturas.
La gastada metáfora de la foto y la película puede ayudarnos a figurárnoslo. En la foto (estática) hay un orden. El desarrollo de la película está cargado de elementos de ruptura, dada la imposibilidad de mantenernos estáticos. Sin embargo, ciertas fuerzas o pulsiones de supervivencia tienden a la instauración del equilibrio que configura el orden.
Esa es la dialéctica de los acontecimientos. Una ruptura del orden para la configuración continua de nuevos órdenes no tan distintos del anterior. Una sucesión de equilibrios operados sobre la base de la contención de los daños operados por los movimientos disruptivos de los entes individuales.

Estos procesos exceden en mucho a las voluntades individuales, que son apenas un elementos más, tal vez menor, de todo este complejísimo entramado de fuerzas interactuantes.

Por esa misma dinámica a Argentina (más allá de la voluntad de los funcionarios y los habitantes en general) le toca un rol inesperadamente estelar en estos tiempos. El de constituirse en vanguardia de la reconfiguración del orden financiero mundial. Es de desear que sepamos asumir ese rol con la altura, la responsabilidad, pero también con la desfachatez disruptiva que la situación amerita.

Hay que irse de Nueva York, hay que litigar internacionalmente contra ese fallo excesivo, claramente sancionatorio de las decisiones políticas de la Argentina.
Y hay que saber pagar los costos de las decisiones, que de todas formas habría que pagar.
En el caso menos salvaje, es dable pensar que se opere un cambio en la correlación de fuerzas internas en EEUU, que hoy por hoy nos es desfavorable tal como lo demuestra el fallo Griesa.
Y si no, hay que jugar las cartas que nos tocaron.


viernes, 1 de agosto de 2014

El "defol"

Independientemente de las consideraciones que podamos hacer, la situación argentina a partir del fallo de Griesa y del no acatamiento del mismo es de default parcial.
Uno puede entender la declaración política de Cristina diciendo que hay que inventar otra palabra.
Es cierto, hay una situación inédita y bastante difícil de entender. Un grupo importante de acreedores se ven impedidos de cobrar lo que el deudor pagó, no por un embargo sino por un bloqueo que deja la plata en el limbo, sin posibilidad siquiera de que sea devuelta al deudor al que se le impide honrar su compromiso.
Ya dijimos que el fallo de Griesa tiene unas implicancias exageradas que superan en mucho el análisis del caso tratado, y que se mete en consideraciones de carácter económico y político generales. Tira para atrás la reestructuración de deuda del 2005. Inventa una reestructuración al revés. Considera que el proceso exitoso de desendeudamiento de la Argentina debe ser abolido.
Y hay que decir que esto contó con la anuencia de la Corte Suprema norteamericana que decidió no intervenir y dejar que Griesa armara este quilombo.

Pero decíamos que más allá de que queramos o no llamarlo default como modo de influir en los flujos discursivos que en los ámbitos del lobby y la política internacional se desarrollan, la realidad indica que por decisión de los actores involucrados en los hechos, las consecuencias para Argentina, en términos reales, serán las de un default parcial.
Esto incluye: pérdida de valor de algunos activos, como los papeles que representan el capital de las empresas argentinas, como los ADR, las acciones, bonos, títulos de deuda, etc. Originada por un factor: limitación a la posibilidad de conseguir financiamiento, que se traduce básicamente en la retracción de los inversores que abandonarían posiciones (venden). Esto deriva en consecuencias para la incorporación de capital y el desarrollo de procesos de inversión de dichas empresas o del mismo estado.
Puede generarse alguna modificación en la composición orgánica del capital argentino, con mayor relevancia de la intensividad de la mano de obra, debido a la dificultad para la incorporación de tecnología y el desarrollo de complejidad. Pérdida de productividad en el mediano plazo y consiguiente deterioro del poder de compra de los ingresos en pesos, medido en valores internacionales.
Básicamente, hablaríamos de presiones devaluatorias para acondicionar la nominalidad de la economía argentina a la nueva situación real en la que se cierra un flujo significativo de ingreso de divisas.
La situación no será crítica como la del 2001 ni por asomo, pero sí habrá una consolidación de la tendencia restrictiva de estos últimos años que venía revirtiéndose en este último tiempo.

Esas consecuencias me parece que son inevitables, aún cuando Argentina ponga toda la buena voluntad de ahora en más para resolver el tema. Lo que quedó en evidencia en todo este proceso es que Griesa (reitero, con anuencia de la Corte Suprema) sanciona el proceso exitoso de desendeudamiento. Y la decisión de sancionar ya está tomada y es irreversible. Cuanto más se ceda, más rigor nos harán sentir.

Creo que el camino entonces es el de asumir las complicaciones. Doloroso camino, consistente en hacernos a la idea de que la plaza neoyorquina es una plaza cerrada para nosotros definitivamente.
Hay que mudarse, hay que irse. Negociar con los acreedores una reestructuración en otra jurisdicción y retirarnos definitivamente del centro financiero del mundo. Con la lamentable destrucción de riqueza que eso implica.
Pero es que eso es lo que dispone el fallo de Griesa, en parte. Que Argentina sea sancionada. Bueno, asumamos la sanción, paguemos los costos. Y que a los buitres les pague Dios.
Ir indagando caminos alternativos para el desarrollo de nuestras fuerzas productivas, de la mano de Rusia y China. No es soplar y hacer botellas, no es color de rosa, no estamos exentos de tener disputas severas por el usufructo de nuestras riquezas, y no sería lógico bajar la guardia a la hora de negociar.
Pero no es algo que hayamos elegido. Lo eligieron por nosotros.
Lógicamente, siempre habrá personas que ante tal postura se preocuparán por la complejidad del trámite para sacar la visa para ir a EEUU. Y bueno, la vida es así.

miércoles, 2 de julio de 2014

El Mejor

Soy un adulto devenido de uno de esos chicos a los que el primer regalo grande que le hacían (siempre y cuando sus padres o sus tíos tuvieran la suerte de poder hacerlo) era una número 5. La de los gajos pentagonales a dos colores, preferentemente los del club del que eras hincha.

Si es que ya habías elegido de qué cuadro hacerte hincha.
En la Capital, proliferaban las pelotas blancas y rojas, o azules y amarillas. La azul y blanca que quería yo era más dificil de conseguir.

Muchos de los chicos de esa generación, no teníamos forma de no hacernos futboleros.
No conocíamos otra diversión que jugar a la pelota. En los recreos en el patio del colegio, en las calles empedradas (en las asfaltadas el tráfico ya era demasiado abundante), en las plazas, en los campitos (que algunos había) o en el club de barrio.
No quiero sobredimensionar aquello tampoco. Éramos chicos más o menos como los de ahora. No soy ni tan viejo choto ni tan obtuso como para afirmar que aquella infancia era "más feliz".

Lo que sí es cierto es que la diversidad de nuestros juguetes (esta industria ya tenía cierta pujanza, debido a que absorbía gran parte del plástico disponible, residuo de la explotación petrolera, para la confección de boludeces) tendía a opacarse tras la pelota. Que podía ser de goma, una pulpo, la mencionada número 5 de cuero, o un bollo de papel que si se podía envolver en una media era mejor.
El gusto por el futbol era un destino, tal vez una obligación para muchos de nosotros.

Para el Mundial 86 rondábamos los 10 años. Una vez campeones, Maradona era, para nosotros, más que Batman, más que el Hombre araña (al que todavía no se lo conocía como Spaiderman).
Esa carga emotiva nos acompañó casi invariablemente a lo largo de nuestra vida.

Digo todo esto con el fin de graficar la dimensión de mi afirmación siguiente:
Messi es el futbolista más extraordinariamente talentoso que pueda existir.
Es el mejor de todos.
Es incluso mejor que ese superhéroe llamado Diego Maradona que era más que Batman.

Por supuesto, no sirve de nada si no lo termina plasmando en un Mundial, ganando ese Mundial. Ojalá lo pueda hacer porque sería no solamente una alegría deportiva sino un acto de justicia histórica.

viernes, 20 de junio de 2014

El fallo de Griesa: nuestro paso al socialismo

El fallo de Griesa, ya lo habíamos dicho en algunas otras oportunidades, se nos hace incumplible.
En el sentido de que constituye una reestructuración de deuda al revés.
Podemos pensarlo del siguiente modo: Argentina es un país que se encontraría hoy sobre-desendeudado. Su exposición al crédito externo es demasiado baja en relación a la envergadura de su economía, tanto en lo que hace al sector público como al privado. Esto mismo lo diagnosticó el propio gobierno.
Y desarrolló una estrategia tendiente a recomponer lazos rotos con el sistema financiero internacional, de modo de ir de a poco agrandando la proporción de participación del crédito externo en la economía argentina, a los fines de valorizar con reservas los activos argentinos, y evitar una destrucción de riqueza. Simplificando, apuntalar el valor de la moneda, evitar  nuevas devaluaciones bruscas.

El juez Griesa prefirió proponerle un camino distinto: puntualmente, desarmar la reestructuración de deuda que le permitió al país superar la crisis del 2001.
Griesa inventó una novedad en materia doctrinaria. Nunca en la historia de las finanzas (y más ampliamente, de la humanidad, calculamos) se había desatado un proceso compulsivo de reestructuración de deuda en el cual los beneficiarios serían los acreedores, en detrimento del deudor.
Las reestructuraciones de deuda eran (hasta Griesa) procesos en los cuales un deudor acuciado promovía en acuerdo con sus acreedores una disminución equilibrada de sus pasivos, de modo de volver viable su repago.
Lo que hizo Griesa fue decir: la deuda que Argentina legítimamente pactó con sus acreedores es menor a la potencialidad de desarrollo de ese país, así que tiene que reconocer una deuda superior.
El espanto reaccionario más notable del que tenga memoria la historia. Todavía, tan cerca de los hechos, no resulta tan fácil visualizarlo así. Pero es de una envergadura criminal no mucho menor a los bombardeos de poblaciones civiles para ordenar la viabilidad de la circulación energética necesaria para mantener el status quo del capitalismo presente, que los señores del país de la libertad condicional organizan en Asia.
A los mismos que usufructúan los beneficios de mantener a los países del tercer mundo atados a los procesos de endeudamiento la decisión del juez les pareció demasiado. Sin embargo, el Tea Party judicial impuso su postura, a pesar del lobby que el parlamento británico, el Vaticano y Bank of New York (por mencionar solo algunos grupos extremistas de izquierda) realizaron en contra.

Decíamos: el fallo de Griesa es incumplible. Argentina debería decretar otro default y reestructurar nuevamente la totalidad de su deuda, en caso de reconocer los pasivos que el juez intenta obligarla a reconocer, directa e indirectamente.
En cierto sentido, hasta podemos decir que la decisión de Griesa es una invitación al socialismo.
La verdad es que si no es posible una alternativa a la propuesta por el fallo habría que mandar todo al carajo: declarar el default de la deuda, irnos de los organismos multilaterales de crédito, nacionalizar el comercio exterior y el sistema bancario y encomendar nuestras reservas energéticas y de materias primas agrícolas y minerales a Rusia y China y el surtido de su financiación.
Un aislamiento del mundo semejante sería muy doloroso para toda nuestra población. Desde la imposibilidad de viajar a ver el mundial (los controles cambiarios deberían ser muy estrictos), hasta la abstención de consumir determinados productos importados, pasando por la adecuación de los procesos productivos teniendo en cuenta la dificultad de comprar insumos provenientes de los países que hoy nos los surten, o la destrucción de capital de todo tipo (vehículos, celulares, maquinaria, computadoras) por la imposibilidad de adquirir repuestos.
O sea: en un país donde un módico control de cambios provoca manifestaciones de repudio masivas (más de un millón de personas movilizadas) pedirle a su población semejante acto de heroísmo sería ridículo.
Como dicen los pibes ahora, "boludeces no".
Y se lo decimos principalmente al líder de la corriente estudiantil de UNEN, el señor Fernando Solanas, que en algún intervalo de sus giras como cineasta relativamente exitoso, suele hacer comentarios respecto de estas cuestiones, sobre la legitimidad de la deuda y la mar en coche.
Jusamente desde UNEN, una fuerza en la que militan unos cuantos de los que tomaron y legitimaron la deuda en cuestión.

El camino será complejo y no hay que descartar nada

lunes, 9 de junio de 2014

La secretaría de coordinación estratégica del pensamiento nacional

Se habló bastante de la nominación de Forster para este cargo, creado ad hoc.
Y se puede discutir sobre dos ejes: primero el ad hominem, dando vueltas sobre el nombramiento mismo de Forster. Cosa que no le puede interesar más que a alguien con espíritu farandulesco.
Y después el institucional: la creación del cargo, por qué, para qué.

Algunos de los que agarraron por este último camino, o por una combinación de ambos, volvieron a sacar a relucir el infundado y creo que fingido temor (es que soy bueno en el fondo) a que desde el estado se pueda generar un proceso que derive en una suerte de pensamiento único. Momento en el cual, casi obligatoriamente, hacen la correspondiente mención a 1984. La novela más citada que leída de Geroge Orwell. Que no leímos, porque ya nos la contaron los analistas políticos.

En este punto cabe una disgresión. Los mismos analistas preocupados por la confrontación y la falta de consenso que nos hace perder "oportunidades históricas" (que se diferenciarían de las oportunidades no-históricas) muestran a su vez un temor estúpido a la instauración de un pensamiento único. O sea, de un tipo extremo de consenso. El problema con que se topan estos analistas es la incapacidad de articular un discurso que supere el estadío infantil de centralidad del yo.
Lo que interpreto es que llaman "consenso" a aquel acuerdo consistente en que los demás asuman como propias sus ideas (las de ellos). Y denuestan entonces cualquier tipo de consenso fundado en la renuncia a algunas de sus convicciones. La historia de la humanidad (la de las oportunidades) es una seguidilla de hechos como estos. Agradezcamos a Dios estar atravesando una oportunidad (histórica) de las escasísimas en que el arribo a consenso excluye el uso de la violencia y la eliminación física del que se niega a consensuar. Bah, no, no agradezcamos nada, si en realidad no es así.
Por supuesto, nuestras valoraciones de esas oportunidades (históricas) en que los consensos son alcanzados (es decir, son sofocadas más o menos violentamente las disidencias) depende en muy buena medida de si quedamos del lado de los consensuadores o de los consensuados. Repito: la Historia (esa seguidilla de oportunidades) es básicamente eso.

Volvemos entonces a pensar sobre el cargo: la Secretaría de coordinación estratégica del pensamiento nacional.
Y acá nos ponemos en críticos. No sin caer en contradicciones.
Si creyéramos en su existencia seríamos acérrimos enemigos del pensamiento único y del consenso, aunque no de la negociación, que consiste en una renuncia temporaria a la convicción de alcanzar determinados objetivos de manera inmediata. La clave está en la palabra temporaria. Y en la anulación de la inmediatez. En esa imposibilidad llamada consenso la renuncia es perpetua y absoluta. El conflicto es el intento por apropiarse de la inmediatez. La negociación es apenas dilación. Es mucho. Administrar las dosis de negociación es un arte político.
Por eso, a la secretaria de coordinación estratégica del pensamiento nacional le criticamos su futilidad antes que nada.
No hay riesgo de pensamiento único. Nos parece bárbaro que Forster o quien sea se ponga a organizar congresos de filosofía nacionales, arme cátedras paralelas en determinadas carreras, intenten motivar debates sobre qué es el ser nacional, etc.

Pero todas estas actividades no lograrán seguramente escapar a una máxima que me parece innegable a esta altura y en virtud de las experiencias pasadas en la materia: que todos los procesos de cambios culturales profundos ocurren por fuera de lo institucional. La potencia de los elementos que posibilitan estos cambios se diluye a medida que los mismos son institucionalizados, sometidos a una estrategia, cargados de responsabilidades tácticas, disciplinados a la consumación de objetivos dependientes de un plan de operaciones, sometidos a auditorías de avance gestión, analizados bajo los standares de control de calidad.
De manera tal que la secretaría y los procesos institucionales que por ella sean emanados, muy probablemente se transformen en artefactos de funcionamiento en el mejor de los casos aceitado y que compongan una maquinaria prolija, pero con poca incidencia real.

Quienes vivimos de cerca el devenir de los blogs K somos más o menos conscientes de lo que ocurrió. La mejor performance de este colectivo se dio cuando no era un colectivo, cuando de manera dispersa. unidos apenas por cierta afinidad de pensamiento e impronta de acción y aprovechando un ambiente común varias personas se apropiaron al mismo tiempo de herramientas disponibles y ocuparon espacios vacantes para dotar de sentido algunas sensaciones que andaban necesitando una expresión más o menos coherente, un discurso; o varios. Todo intento por convertir eso en un canal de comunicación institucional creo que fracasó. Pero por inútil. Y anuló por ahí la potencia comunicativa de la herramienta que probablemente y de todas formas iba a caducar igual, por culpa del tiempo, implacable, que le quitó la oportunidad histórica, para dársela a otros. No tenemos derecho a esperar otra cosa de parte del tiempo que esas infidelidades.

La idea de armar esta secretaría tal vez quede en la historia como el intento de un gobierno por armar un contra Tinelli de carácter institucional.
El super secretario de coordinación estratégica del pensamiento nacional en las sombras, de todos modos, sigue teniendo todas las de ganar a la hora de difundir en grado prioritario una cosmovisión, una forma de entender el mundo. No necesita el reconocimiento institucional de función y por eso la desempeña con una eficiencia inexpugnable.
Está de todos modos institucionalizado, pero de manera discreta, no forma parte del eje preocupante del pensamiento único. Lo ejerce, con la inconsciencia de quién no sabe bien a qué lo dedican. Y por ende, es efectivo. Sospecho que Orwell tenía profundamente razón, pero nos lo contaron mal.

martes, 3 de junio de 2014

El Rey Juan Carlos abdica y complica aún más a Boudou



Alejandro Bercovich, columnista semanal en lo de Wainrach en Radio Metro esbozó, en su columna de hoy, un ejercicio de admiración por el "gesto" de Juan Carlos. El rey de España. Que abdicó. Abdicó.

Lo señalo porque el snobismo argentino, consistente en exacerbar obscenamente la pavada sensacional de que en otros países del mundo (por lo general occidentales y un poco más ricos que Argentina y, de paso, con nombre glamorosamente exótico, aunque para ser sincero, este no sería el caso en este punto) las cosas que ocurren son mejores que las que ocurren acá, se alinea bastante bien con la bajada de línea esbozada por Bercovich.

Dijo, palabra más o menos, que el rey Juan Carlos debió abdicar al sentir su conciencia acosada por las denuncias de corrupción que pesaban sobre su yerno (que llevan unos 5 años más o menos). Y lo hizo para intentar re-legitimar la autoridad monárquica, que por esas mismas sospechas de corrupción se encontraba mermada.

Y remató con una manifestación del más puro snobismo: algo así como que la cosa era muy distinta a la que se vivía en Argentina, en que un vicepresidente está acusado y citado a declarar en una causa por corrupción y continúa en su cargo.

Así que deberíamos desprender de las opiniones de Bercovich, sin riesgo de violentarlas, que la situación española implica una superioridad de orden moral respecto de la de Argentina.

Parece que el hecho de que un señor al que se le otorga socialmente y por acuerdo contractual tácito las potestades de rey, legitimando tal otorgamiento en una supuesta elección divina que se sustenta en el hecho de que la dignidad sanguínea de tal señor es de carácter distintivo y superior a la de la casi totalidad del resto de los mortales, lo cual los convierte (al resto de los mortales que por azar o elección residen en el territorio sobre el cual el susodicho rey se atribuye la soberanía) en sus súbditos, sobre los cuales pesa la obligación de pagar tributo para mantener sus fabulosos stándares de vida, acordes a los esperables para la preciosidad de su sangre, de tipo especial, que ostenta este caballero tan superior a todos nosotros, cosa totalmente fundamentada (si no Dios no se hubiera permitido elegirlo); decía que el hecho de que este caballero decida abdicar (abdicar!!!!!), es decir, renunciar no a sus majestades que son de tipo vitalicio, sino simplemente al ejercicio temporal del poder, que salvo honrosas excepciones también suele confundirse como de carácter vitalicio, delegándolo en su sucesor natural (sucesor natural), o sea su legítimo heredero, es decir su hijo (varón y mayor, en ese orden), que si no es que la reina se mandó alguna cañita al aire con tanta mala leche como para quedar embarazada de algún súbdito, cosa imposible que haya ocurrido porque confiamos ciegamente en la envergadura moral de su majestad la reina, si no el rey no la hubiera elegido como su esposa (así como dios lo eligió a él como su representante), entonces, decíamos, el actual príncipe y próximamente rey tendrá la misma dignidad sanguínea que su padre, gracias a dios (gloria a dios!), o mejor dicho, gracias al grandioso gesto de Juan Carlos, que actuando en nombre de dios eligió otro rey para España, anticipándose apenas unos años a su inevitable muerte, lo cual implica el detalle menor de que ya el rey no será el suegro del corrupto que lo hizo abdicar sino apenas un cuñado, todo eso parece, decíamos, de una superioridad moral aplastante, empequeñecedora, respecto de nuestra catadura, la de los argentinos, que tenemos un vicepresidente sospechado de corrupción que no quiere abdicar... digo, renunciar.

Y sí, este país no da para más, hay que irse. A España, que tiene un rey como la gente, no como los corruptos de acá.

viernes, 30 de mayo de 2014

Deuda pública (Club de Paris y Repsol)

Leemos la nota de Pablo Wende (un periodista de finanzas bastante crítico del gobierno y poco optimista a priori en general con las acciones que desarrolla éste) en Ámbito, que es el mejor diario económico de la Argentina.

Haciendo un breve resumen, podemos decir que Wende aborda los efectos sobre la deuda pública total del acuerdo con el Club de Paris y con Repsol por la compra de las acciones de YPF.
Toma como punto de inicio el dato que difunde la Subsecretaría de financiamiento que, como se indica en la nota es del 3º trimestre de 2013. Es decir, al 30 de septiembre de 2013 la deuda pública total era de 201.000 millones de dólares. Este dato excluye la deuda en default en litigio con los fondos buitre, pero incluía un concepto de capital y también intereses de deuda con el Club de Paris, sensiblemente menor al consolidado en el acuerdo de ayer.
Digamos, con los bonos emitidos por el acuerdo con Repsol y con el agregado de la consolidación de ayer, la deuda ascendería a 210 mil millones de dólares.

Pero hay un dato que relativiza todas estas cuestiones.
Porque uno de los conceptos que se incluyen en la deuda total del sector público es el del endeudamiento de corto plazo, que incluye los adelantos transitorios del BCRA, las Letras del Tesoro y los Pagarés del Tesoro. Esta deuda asciende a 18 mil millones de dólares.Y si bien es un stock que en estos años se movió más o menos proporcionalmente a los de los otros conceptos, por ser de corto plazo puede estar sometido a variaciones más bruscas o de signo contrario al resto de los pasivos, siendo incluso variable de ajuste más vinculada a las decisiones políticas sobre gastos corrientes.

En definitiva, si bien la deuda pública se vio abultada en este periodo por el arreglo de estos diferendos (podríamos sumar los juicios ante el CIADI que representaron montos mucho menos significativos) y algunos vencimientos comprometen el cierre del programa financiero de cara a 2015 si no es que se cae en nuevo endeudamiento o refinanciación, el kirchnerismo puede seguir blandiendo todavía el mérito de haber comandado un proceso de desendeudamiento real y se perfila ya directamente a terminar su mandato con niveles bajísimos de exposición al endeudamiento externo tanto del sector público como del sector privado, lo cual constituye un margen apreciable para utilizar esta herramienta contracíclicamente en el futuro.

Y es raro, lo que marcamos siempre. Este periodo se caracteriza como populista a partir de que se le endilga haber gastado a cuenta de procesos futuros.
Sin embargo, evitó lo que los supuestamente serios no hubiesen evitado sino más bien hubieron recomendado hacer durante estos años: endeudarse en el exterior hipotecando los ingresos de divisas futuros en virtud de gastarla toda ahora. Que es en definitiva lo que hicieron los gobiernos anteriores, motivo por el cual el kirchnerismo heredó tantos pasivos conflictivos.
Una vez se demuestra que no es tanto la prolijidad financiera lo que se evalúa cuando se ponen las etiquetas ideo-políticas sino qué bolsillo cobra y qué bolsillo paga.

domingo, 11 de mayo de 2014

La definición de la Liga Española

El domingo que viene termina la liga española.
En un hecho casi inédito, hasta la última fecha se llegó sin que esté definido quién será campeón ni quiénes se van al descenso (salvo Betis, cuya mala campaña lo condenó unas cuantas fechas antes; pero queda definir dos descensos más).
El condimento adicional es que los dos equipos que mantienen chances de salir campeón se enfrentan entre sí, en cancha del segundo. Lo cual hace que, por la forma en que se define el campeonato, haya un dramatismo adicional: con un empate es campeón el visitante, pero si gana el local es automáticamente campeón.
Algo similar pasa en el fondo de la tabla: dos equipos que pugnan por no descender se enfrentan entre sí, y habrá un tercero pendiente de ese resultado y del propio para conocer su suerte. De los tres, dos descenderán.

El drama ya se anticipó en la fecha de hoy: goles en un estadio que determinaban cambios en la tabla de posiciones que obligaban a un equipo cuya situación hasta entonces lo beneficiaba con la tranquilidad a buscar otro resultado para salvarse; o a lo mejor otro gol en otro estadio volvía estéril cualquier esfuerzo; o situaciones de gol no concretadas que eran lamentadas porque hubiesen permitido definir la fecha una semana antes, y acto seguido un gol que modificaba las perspectivas de definición.

Así, Quique Wolf, el respetado ex-futbolista que hoy oficia de comentarista para la señal ESPN, observó con aparente solvencia algo así como que en España había una liga seria que no necesitaba los insólitos promedios o los campeonatos cortos para promover definiciones altamente emotivas hasta las últimas fechas.
La alusión al esquema de los torneos argentinos es obvia.

Más allá de que si revisamos los últimos 10 años o más nos vamos a encontrar con que esta es una definición excepcionalmente emotiva, y que el común de los casos marca que los campeonatos en España se definen algunas fechas antes del final (a veces unas cuantas), vamos a caer en la cuenta de que hay otra diferencia que es la sustancial, las más importante, entre la situación de emotividad que se presenta hoy en España y la que es habitual en Argentina.

En España, si antes de iniciar el campeonato hacemos un juego al estilo prode, en el cual apostamos qué equipos van a pelear el campeonato y qué equipos van a pelear el descenso seguramente vamos a acertar la casi totalidad de lo que nos encontraremos 38 fechas después.
En esta temporada se dio otro hecho insólito: el Atlético de Madrid se metió en la pelea y tiene chances de ser campeón. Esto no pasaba desde hace muchos años, durante los cuales Barcelona y Real Madrid (segundo y tercero en esta oportunidad, el Barcelona todavía con chances serias de ser campeón) se repartieron los títulos con exclusividad y estableciendo diferencias increíbles con los demás equipos. Hubo una liga en que el Barcelona sacó más de 100 puntos, sobre 114 en juego.
Los que pelean el descenso hasta la última fecha, son absolutamente previsibles: Granada, Valladolid, Almería.
Hay que aceptar que el Elche y el Levante zafaron antes. Qué sorpresa tremenda.

Lo que distingue al "mamarracho" del futbol argentino es que cualquiera puede salir campeón. Cualquiera. Y que cualquiera se va al descenso.
Y que los pronosticadores nos equivocamos ferozmente, casi siempre.

Ese tesoro no lo podrá lograr nunca ninguna liga seria, ningún sistema de campeonatos previsible y sencillo.
En la vida hay que elegir. Y la seriedad es enemiga de la emoción. Y también de la igualdad.
Buenas tardes.

martes, 6 de mayo de 2014

Precio de la nafta y dólar

De a poco, la tranquilidad cambiaria empieza a verse cuestionada. Ya aparecen lentamente comentarios que aluden a renovadas expectativas devaluatorias nacidas en el seno de los centros de acumulación de capital y eficientemente difundidas en variadas direcciones. El manejo de las expectativas y el lubricante de la tenencia de pesos disponibles son los que terminan ejecutando la operación.

En estos días y en este sentido, escuché en un par de oportunidades referencias coloquiales al precio de la nafta, y su vinculación histórica con el tipo de cambio.
Parece ser que cierta memoria colectiva vuelve razonable la idea de que el litro de nafta super en Argentina debe valer un dólar. "Siempre costó un dólar", es el razonamiento. Ese sería su precio de equilibrio.

Si bien hay una extravagante dispersión geográfica y marketinera de los precios, tomamos como referencia el valor que suponemos que se suele tomar como referencia para estos casos por comodidad de quienes enuncian: la nafta super de YPF (que es la que domina la cuota más amplia de mercado) en la ciudad de Buenos Aires (que es el centro del mundo).
El precio hoy ronda los $10,60 por litro.
El precio del dólar oficial en cambio es de $8,02.
La super, entonces, vale 1 dólar con 30.
Según esta aproximación (a la que no descalifico totalmente, después de todo es una especie de índice "Big Mac" vernáculo, con componente comparativo de criterio temporal y no geográfico) el valor del tipo de cambio nominal hoy debería ser de $10,60 para alinearlo con el valor de equilibrio.
Estaríamos aparentemente apreciados en un 30%.
Lo cual derrumbaría, de ser cierto, todo el andamiaje de cuestionamientos sobre los efectos nocivos de la devaluación de principios de año sobre los salarios. Porque lejos de estar devaluados éstos, estarían según esta teoría compartida por varios agentes con poder económico insoslayable, sobrevaluados. Seguirían sobrevaluados.
Y la prueba está en que viene One Direction a tocar a la Argentina, psss.

Por eso, salvando las contradicciones y centrándonos en el hecho de que el precio de la nafta super indicaría sobrevaluación, avanzamos en el comentario.

El precio de la nafta en una economía como la Argentina actual es una política económica. La empresa que abastece en promedio el 70% del mercado en los distintos combustibles y en las distintas fases del proceso está bajo control estatal. Y tiene capacidad para fijar precios y regular márgenes de rentabilidad.

Tanto los precios de los combustibles como las tarifas de los servicios públicos, o mejor dicho el nivel de estos precios es una base sólida para el asentamiento de los niveles de consumo de los sectores medios y medios altos. Cuanto más baratos están la nafta, la luz, el gas, más tiende a elevarse la propensión marginal a consumir en esos sectores de la población, cuya propensión al gasto se ve estimulada en medio de procesos inflacionarios (los excedentes se revientan, no se atesoran) y de ella sobreviene un efecto multiplicador que derrama lubricante sobre toda la economía, engrosando al menos en uno de sus componentes (el consumo) a la demanda agregada (al mismo tiempo que estimula un comportamiento fiscal expansivo).

En ese sentido, que la nafta deje de ser barata y pase a ser cara es una decisión de política económica que tiene por objeto mejorar los márgenes de rentabilidad de la cadena de producción y comercialización de combustibles, tendiente a generar excedentes e incentivos para mejorar los niveles de productividad  y equilibrar los movimientos de oferta y demanda para acortar la brecha que se generó por sobre-exigencia de la demanda; al mismo tiempo que se convierte en un elemento de absorción de excedentes fácilmente trasladables a demanda de bienes.
La nafta y las tarifas son un correlato complementario en el campo de la economía real de las tasas de interés.

No es de extrañar entonces, que suponiendo que el precio de equilibrio de la nafta super fuera de un dòlar (cabe aclarar que el precio actual casi coincide con la cotización de "dólar turista" -oficial + 35%, es decir, el mercado cambiario argentino tiene en la actualidad demasiadas particularidades que intervienen sobre este tipo de comparaciones-) no sería extraño que como mecanismo de absorción contracíclico se mantuviera este precio por encima del mismo, de modo de utilizarlo a los fines de absorber excedentes que pudieran presionar sobre los precios.

La paradoja de la economía actual es que si bien inflación y sobrevaluación cambiaria son elementos directamente proporcionales, hay cierta distorsión de precios relativos que hace que la estabilización del nivel general de precios afecte determinados precios puntuales, de tal forma de hacerlos pasar de baratísimos en términos internacionales a caros en los mismos términos, y al mismo tiempo eso termine disminuyendo el índice inflacionario lo cual dejaría más margen para alcanzar un nuevo equilibrio cambiario.
Un quilombo, que dispara todo tipo de especulaciones de corte parcial y conclusiones contundentes que no se sostienen por más de 15 días.

domingo, 4 de mayo de 2014

Rock: hegemonía cultural, la "historia de la música", Violetta y los Rolling Stones

Pasamos a entrada los comentarios inspirados en las refutaciones que Minaverry hizo sobre mi entrada anterior. Espero no se interprete como un acto de pedantería o soberbia. La idea es que me puteen (como hipótesis de máxima, con que alguien le preste atención ya me conformo), me ayuden a encontrar la equivocación de mi planteo, que por lo demás, es cosa de hoy. Mañana por ahí ya cambié de opinión.

...mi mención a los Rolling Stones puede ser una exageración en el intento por provocar.
A mí particularmente me resultan prescindibles, irrelevantes. Pero no puedo prescindir de Gardel o Edith Piaf, por ejemplo.
Será un defecto mío posiblemente. Porque para la "historia de la música" pareciera ser al revés.
Pasa también que yo me permito desconfiar de esa invención que llamamos "historia de la música" en la que el rock, esa especie de folklore norteamericano, está sobredimensionado, a fuerza de repeticiones, y creo que en parte porque su aparición obedece a la instauración de un orden geopolítico según el cual la hegemonía cultural era preponderante. Digamos, el rock es sin dudas más importante para la historia que para la música. Y en ese tramo de la historia en que el rock es hegemonía cultural, los rolling stones se vuelven importantes para la música, porque el rock casi que es la música. Ese fenómeno, no por ser más duradero, será también efímero visto desde la inmensidad de la historia.
Pero bueno, para ese entonces ya habremos muerto, así que no podremos saberlo. Del mismo modo que no podremos saber que será de Justin Bieber dentro de 50 años.

Pero lo de la Disney es una obviedad.(que se trata de un aparato de hegemonía cultural)
Acá estamos hablando de si es real que los Rolling Stones son tan importantes por sus cualidades musicales o si incidieron otras cosas.
Creo que nadie evalúa a Violetta como una artista fundamental, un hito estético.
El punto no es demostrar esa obviedad, sino justamente argumentar que los Rolling Stones sí lo son.
Yo no lo creo. Desconfío.

Y ya que estamos bartoleando me animo a ensayar una idea: la Disney y el rock son maquinarias de hegemonía cultural distintas en su concepción. La Disney necesita fenómenos efímeros. El rock en cambio necesita crearse una mística, una historia que no es otra cosa que una mitología. 
Es el carácter constitutivo de cada maquinaria el que determina que existan estos productos de características tan aparentemente distintas.
Ahora bien, algo habrá en los Rolling Stones que en esa maraña que es el rock los hace sobresalir. Es decir, el rock, como maquinaria de hegemonía cultural necesita de unos Rolling Stones. Pero no tenían necesariamente que ser los Rolling Stones. Podría tranquilamente haber sido algún otro. Ahí radica el mérito de los Rolling Stones. Tienen ese algo que los convierte en el mito vivo del rock por excelencia.
Pero no son las cualidades estrictamente musicales de sus integrantes. Al menos eso es lo que yo sospecho. Pero casi seguro que estoy equivocado.

sábado, 3 de mayo de 2014

Violetta

No es difícil adivinar una escena recurrente a fines de los 60 en los hogares del tradicionalista Reino Unido.
Viejos chotos de mi edad, indignados porque sus hijos de 12, 13 o 14 años disfrutaban de los zánganos de los Rolling Stones.
Cuarenta y pico de años después, mi generación y algunas mayores siguen disfrutando de esos zánganos de los Rolling Stones, ya viejos y decadentes, con todas sus inhabilidades potenciadas pero marketineramente mejor disimuladas, que siguen tocando y cantando las mismas pedorras canciones que cantaban entonces (en el mejor de los casos, ya que las más nuevas son peores todavía).

Indignarse de que los chicos gusten de artistas como Violetta, One Direction o Justin Bieber es cosa de viejos chotos.
Tienen 9 o 10 años, qué se supone que deberían escuchar? Las sinfonías de Beethoveen?
Desde la cima de qué Parnasso musical juzgamos ese supuestamente dudoso buen gusto? Desde la veneración snob de artistas de obras casi en su totalidad desconocidas (y tal vez por eso venerados) como Bob Dylan? Que se pronuncia así, con arrogancia, con mayúsculas en los labios.

Soy un ignorante en materia musical. Que disfruto de artistas disímiles. Tengo armado mi propio Parnasso: Serrat, Pedro Guerra, Miles Davis, Gardel, Bing Crosby, Dave Brubeck, Edith Piaff, Ignacio Corsini, Gerry Mulligan, los Beatles, Mercedes Sosa...
Varios de ellos duramente señalados en sus inicios por experimentados comentaristas como la clara muestra de la decadencia cultural del mundo. Casi todos absueltos... pero por la historia, por las generaciones posteriores, no por los padres de familia escandalizados con los gustos de sus hijos.

La otra aberración del día fue el "caos de tránsito". Tremendo.
Tengo entendido que el imbécil de Pablo Sirven expresó por tuiter su indignación aludiendo a que los porteños aprovechábamos los fines de semana largos para disfrutar de la ciudad con menos gente y que por culpa del recital de Violetta no habíamos podido...

A mí, que tanta gente manifieste su felicidad en la calle me cae invariablemente bien. Y si son chicos, mucho más todavía. Y si lo hacen sin tener sus padres que desembolsar la onerosa suma que cuesta la entrada a un teatro, muchísimo mejor.
Así que saludamos fervientemente desde este modesto espacio la iniciativa de la Dra. Pignatta, con quien nos solidarizamos de paso por el lamentable episodio que le tocó vivir hace unos días cuando un grupo de hackers intentó vincular su cuenta de tuiter con la de Hernán Lombardi.

Y como dijo alguna vez el General San ;Martín: seamos felices, que lo demás no importa nada.

viernes, 2 de mayo de 2014

Boca


Es sabido que Angelici no le tiene simpatía a Riquelme, al mismo tiempo que Riquelme nunca simpatizó con el macrismo.
No es difícil adivinar que son varios en la Comisión (por ahí, mayoría) los que no quieren renovarle el contrato a Riquelme.
Angelici quedó como presidente después de ganar una reñida elección contra su antecesor Amor Ameal. Que mantenía un club económicamente saneado, con grandes ingresos de plata, pero que no atinaba a darle una estabilidad en el terreno futbolístico que le permitiera al hincha de Boca disfrutar de la convicción, de la seguridad, de que sobrevendrían títulos con regularidad.

La promesa de Angelici, el candidato de Macri, de devolver al club a la cadena de triunfos futbolísticos que hilvanó durante la segunda etapa del mandato de Macri, una vez elegido Bianchi como entrenador, fue lo que terminó volcando la elección.
En ese aspecto, y transcurrida ya la mayor parte, la gestión de Angelici fue un fracaso rotundo.

En Boca hay elecciones en 2015.
Angelici cuenta con el activo fundamental de haber sabido mantener la construcción política que el macrismo llevó a cabo. Las agrupaciones le responden, tiene cerrada a una parte importante de la barra, maneja los padrones y decide arbitrariamente quién se hace socio y quién no. Cosas que no son garantía de éxito eleccionario, pero que ayudan y mucho.

Ahora, si no le renueva el contrato a Riquelme, se le podría complicar volver a ganar las elecciones, o al menos brindaría una oportunidad de que en los márgenes se le arme algo (como lo que intentan Santamaría y Carreras, rejuntando viejos dirigentes, por ahora sin mucho éxito aparente, pero que ante una debilidad de la hegemonía macrista podrían encontrar un hueco) porque los hinchas de Boca en su gran mayoría pretenden que Riquelme siga.
Una decisión tan fuerte como la de no renovar sólo podría ser compensada con títulos, que Boca salga campeón. El tema es que Boca en el próximo segundo semestre post-mundial prácticamente no tendrá la posibilidad de jugar la Sudamericana, porque sus resultados actuales no lo clasifican (aparte, para uno de los clubes más ganadores de la historia en el terreno internacional, es una copa menor).
Además, con el nuevo calendario del fútbol local, que por un lado blinda a Boca de la posibilidad de descender, prácticamente no hay tiempo para ser campeón, porque el torneo largo de 30 equipos terminaría recién en diciembre de 2015, después de las elecciones.
Debería jugarse todas las fichas al campeonato de transición que termina en diciembre, y que además está en duda que adquiera la trascendencia necesaria como para convencer a los hinchas de que ganarlo es signo indiscutible de la vuelta a la situación de inexpugnabilidad futbolística.

De manera que es difícil que Angelici se anime a no renovar ese contrato. Incluso Riquelme podría apostar unas fichitas y pedir más plata.
El otro que se queda seguro es Bianchi.
Porque en definitiva son estos contratos lo que cohesionan políticamente el apoyo a la gestión de Angelici: "no salimos campeones, es cierto, pero querías a Riquelme, te trajimos a Riquelme, querías a Bianchi, te trajimos a Bianchi", repiten con tono de discurso aprendido los militantes macristas a los cuestionamientos internos y externos.

Por eso Angelici, con su constante gesto de preocupación se sentó junto a Grondona en el anuncio del nuevo calendario. A él personalmente no le termina de servir del todo, lo obliga a poner en juego muchas cosas. Pero al menos, como ya dijimos, lo blinda de la chance cierta de tener problemas con el descenso.
Al final de cuentas, cuando nos asustamos, todos nos volvemos conservadores.

jueves, 1 de mayo de 2014

Marihuana legal

Leemos esta nota en Clarín.
En la que desde el título se alude a la obviedad de que una vez sabida la inminencia de que entre en vigencia la ley que vuelve legal la producción y comercialización de marihuana, la producción de cannabis alcanza un record de volumen.
Genios. ¿Cómo se avivaron de que los registros legales de producción iban a dar un crecimiento exorbitante respecto de los registros informales, limitados, casi inexistentes, operados desde la clandestinidad?
La noticia no es esa.

Cada vez queda más en evidencia que el publicitado y limitado permiso estatal para consumir marihuana que se pone en marcha en Uruguay, y que constituye, a partir de la legalización de la demanda el motivo más eficaz para dar permiso a la producción y sobre todo a la investigación sobre cómo mejorar la productividad y también el producto, es una pantalla tras la cual se esconde un proyecto de mucho más largo alcance: Uruguay es el ensayo a través del cual se permite recabar los datos de un trabajo de campo, con los cuales observar en el terreno (un país chico, completamente integrado a los circuitos financieros globales y absolutamente dependiente de ellos lo cual lo vuelve carente de soberanía política en determinadas cuestiones) los efectos de los cambios legislativos, para con ellos llegar a las conclusiones sobre cuales son los lineamientos jurídicos necesarios para controlar la producción de cannabis, no desde un estado (éste no opera más que como agente) sino desde las multinacionales que serán beneficiarias principales del flujo global del producto y de su inserción en un circuito productivo y de comercialización que excede en mucho el uso recreativo. 
Y que abre las puertas a la manipulación genética y al establecimiento de patentes sobre semillas manipuladas genéticamente, para uso medicinal, gastronómico o industrial.
Sobre este punto, véase el celo que manifiesta el estado uruguayo sobre el control de la trazabilidad, con los llamados "marcadores moleculares". 
 
No está mal. Después de todo, este ordenamiento de la producción es algo que afecta a todos los productos, y que sabemos que indefectiblemente ocurre.
Sería esperable, eso sí, que el resto de los estados Sudamericanos empezaran a plantear una estrategia para que el modelo de negocios ensayado en Uruguay no sea rápidamente copiado, porque es un modelo de negocios ideado en Estados Unidos, que intentará reproducir en el campo del cannabis la división internacional del trabajo que aporta al modelo de acumulación de capital que vía patentes, por ejemplo, surte financieramente la plaza neoyorquina.
Digamos, todo fenómeno con el control de la producción de cannabis, pero, como para todas las demás actividades económicas, reclamamos la posibilidad de hacerlo sin que signifique un egreso neto e irreversible de riquezas propias para acumularse en otros países, sino que aporte a algún tipo de desarrollo endógeno, por más que éste no sea todo lo igualitario que nos gustaría.


viernes, 18 de abril de 2014

La ortodoxia

Gracias a mi gran amigo Pablo llegué a este artículo de Aldo Ferrer, que se mete con cuestiones semánticas de las medidas que en materia económica está tomando el gobierno.
Discute sobre la cuestión de la ortodoxia de tales medidas, que es un concepto que se usa tanto para chicanear como para en algunos casos definir si se está de acuerdo o no con las medidas, tanto en lo que tiene que ver con la discusión pública de los acontecimientos como en el cierre de filas en relación a las mismas, al interior mismo del oficialismo.

Digamos, es una discusión no tanto económica sino de "relato". De cómo se vende el paquete de medidas. Si componen o no un conjunto coherente asimilable con lo que habitualmente se conoce como plan, o más ampliamente con esa palabra que el kirchnerismo se encargó de gastar instalando el hartazgo generalizado sobre el uso de la misma: un modelo.

Acá nunca le tuvimos mucho miedo a las palabras, de manera tal que la palabra ortodoxia fue pronunciada y repetida infinidad de veces, con la ingenuidad política de que puede ser inocuo decir tal o cual cosa.
Ferrer evidentemente no piensa así.
Sabe que el término "ortodoxo" aplicado a un conjunto de medidas económicas en función de adjetivo calificativo, puede implicar una directa descalificación en el plano ideológico. Una oportunidad por izquierda para restar plafón político a las decisiones.

Y entonces opera un juego semántico según el cual la asociación entre ortodoxia y neoliberalismo es tan estrecha que ambos conceptos se vuelven indivisibles. Ingenuamente, repito, nunca lo vimos de ese modo.
Cuando sugerimos un giro ortodoxo, primero como expresión de deseos, más tarde para justificar algunas medidas económicas no muy entusiastamente defendibles, lo hacíamos con la convicción de estar promoviendo un ordenamiento de las variables macroeconómicas que recuperara los pilares del funcionamiento de la economía en épocas de Néstor Kirchner, e incluso los primeros años del gobierno de Cristina, que lentamente se fueron deteriorando ante la pasividad de los distintos equipos económicos, cuando no las acciones desafortunadas (muchas medidas de Moreno, por ejemplo, hecha esta calificación una vez que tenemos la confirmación de que los resultados fueron negativos, cosa que no es del todo leal), hasta llegar a un grado de insostenibilidad que obligó a definitivamente girar de manera ortodoxa.

Ahora, este uso de la palabra ortodoxa, no implica la instauración de un modelo económico neoliberal, según el cual las tasas de interés sean positivas, la moneda se encuentre artificialmente sobreapreciada, las ventajas competitivas sean estáticas y no exista la posibilidad de intervenir subvirtiendo los designios de los mercados y de la división internacional del trabajo.

Por lo demás, el artículo de Ferrer tiene algunos tramos confusos, con alguna que otra equivocación en el uso de los términos.
Pero cuenta con una excelente aclaración: si entendemos por ortodoxo el modelo neoliberal que inspirado en el monetarismo se aplicó en casi todos los países del mundo en las últimas cuatro décadas, después de la decisión de los 70 de modificar los acuerdos de Bretton Woods y determinar la libre flotación de las monedas sin paridad fija con ningún metal, para permitir el libre flujo de capitales y que en Argentina vivió sus momentos de paroxismo con Martínez de Hoz y Cavallo, tenemos que decir que la devaluación que se profujo en el tipo de cambio y que tiene la motivación de recuperar competitividad para ciertos nichos productivos del sector industrial es disonante respecto de esa ortodoxia, según la cual la moneda debe estar sobreapreciada para permitir tasas de interés seductoras para los capitales financieros internacionales, al mismo tiempo que abarata el crédito externo, con lo cual terminamos en un esquema en que el ingreso neto de divisas por cuenta financiera compensa el egreso neto de divisas por balanza comercial, a partir de que nuestros productos exportables se encarecen, mientras se abaratan relativamente los importados, lo cual se conoce como pérdida de competitividad, que para la estructura productiva desequilibrada de la Argentina significa básicamente que muy pocas manufacturas básicas y la actividad agropecuaria solamente conservan competitiividad.

Estos dos modelos antagónicos de integración global son los que entraron en eclosión al final de la convertibilidad: la dolarización cavallista por un lado, la devaluación duhaldista por el otro.
Entonces, los ajustes al alza del tipo de cambio con el fin de devolver competitividad industrial, y con la mantención de tipos cambiarios diferenciales, a una economía que venía con varios años de apreciación cambiaria, no se inscribe dentro de lo que sería un modelo neoliberal.

Esto es independiente de los efectos distributivos de corto plazo, que no siempre se comportan armoniosamente con los de mediano plazo.
El punto está en que los mejores análisis son los que se despojan de las asociaciones de conceptos esquematizantes.

domingo, 6 de abril de 2014

Del Caño

Lucas Carrasco   pone a consideración de su público (al que pertenecemos) este video, en el cual el diputado mendocino del FIS interpela al Jefe de Gabinete Capitanich.


 Si bien las respuestas de Capitanich fueron bastante consistentes, tal vez le faltó decir que a juzgar por las plataformas electorales que presentaron históricamente los partidos que hoy componen el FIT, así como las reivindicaciones históricas y el asiento teórico sobre el cual las establecen, deberían estar en contra de la devaluación... pero por insuficiente.

Más allá de quiénes embolsen las transferencias (en el marco de una revolución socialista sería la burocracia estatal en control de la producción; en el sistema capitalista son las corporaciones privadas, propietarias del capital).
Porque, bah, no creo que ellos (los troskistas del FIT) avalen que Argentina se inserte en los circuitos comerciales y financieros del sistema capitalista a los fines de generar flujos de divisas que le permitan a las clases medias y altas tener disponibilidad sin racionalización exagerada de energía, comprar vehículos importados, viajar al exterior o atesorar dólares. La revolución socialista sin control de cambios, y por ende sin depreciación en términos internacionales de la retribución del trabajo no existe.

La clase trabajadora de la que hablan (los dirigentes del FIT) es una abstracción inquietante. Los trabajadores cuyos salarios supuestamente se deprecian porque las paritarias les cierran actualizaciones por debajo de la devaluación (supuestamente) son personas que toman bebidas alcohólicas importadas, que consumen combustibles con sus vehículos, que mandan a sus hijos a colegios privados y cuyas esposas se compran cosméticos importados. Etc. Al menos en un considerable número.

La socialización de los medios de producción sería un golpe muy duro para ese aproximado 60% de los asalariados que hoy disfrutan de standares de vida integrados a los que el capitalismo promueve.
Por ejemplo, los trabajadores petroleros, que aparentemente no habrían asesinado a Sayago. Hecho que sí ocurrió de todos modos. El asesinato de Sayago en medio de una protesta de petroleros, digo.
O los camioneros, o los bancarios, o el 80% de los docentes, o los ferroviarios, o los maquinistas, o los trabajadores del subte, etc., etc., etc.

Pero lo más curioso de lo planteado por Del Caño es que un diputado electo por el pueblo mendocino considere que es un tarifazo la quita de subsidios a los servicios públicos que significan un diferencial de tarifas favorable a los habitantes de capital y GBA, en detrimento de los del resto del país.

miércoles, 2 de abril de 2014

La vuelta, para pasar afectuosamente algunas facturas a quienes seguramente no les interesa o, peor, ni siquiera se sienten aludidos.

Las medidas que viene tomando el equipo económico son de corte ortodoxo.
Aumento brusco de las tasas de interés para administrar contractivamente los agregados monetarios. Con dos consabidas consecuencias en el plano doméstico: incremento de los plazos fijos (dinero de cuentas a la vista que se pasa a plazo fijo es un poco menos de liquidez general para el sistema) y caída del crédito al sector privado, sobre todo en el financiamiento del crédito para consumo, como es el caso de las tarjetas de crédito, o los descuentos de cheques (que es un indicador de actividad comercial más discreta).

La economía pasa del motor del consumo al del ahorro. Menos demanda agregada, más oferta agregada.

Los sinceramientos de las tarifas energéticas, por su parte, que tienen también dos consecuencias: por un lado, la contracción del consumo, en general y de energía en particular. No porque vaya a haber menor consumo energético, pero sí probablemente se aplane un poco la curva de crecimiento que venía bastante empinada.
Por el otro lado, la señal de darle cierto emprolijamiento para uno de los tubos por donde más libre, caudalosa y descontroladamente fluyen los fondos públicos que alimentan la actividad privada no siempre con criterio progresivo a la hora de distribuir: los subsidios económicos.

El círculo de cierra con el reacomodamiento de los posicionamientos externos, tendiente a proveer de los flujos financieros externos que nos permitan cerrar la brecha cambiaria para fin de año, poniendo énfasis en el desafío que se presentará a partir de agosto. Pero en líneas generales este tema viene bien encaminado y me animo a pronosticar que empezaremos el 2015 con un mercado cambiario más convencionalmente normalizado.

De estos simples elementos bosquejado a grosso modo podemos concluir con una sentencia que ya dijimos otras veces: la heterodoxia consiste en hacer lo que marca la ortodoxia, pero un poco después. Cuánto después es lo que define el volumen implicado en las decisiones.
Entonces, para no ser tan cínicos, podemos decir que ser heterodoxo es administrar los tiempos y los márgenes, retrasando o adelantando con intervenciones agresivas el cumplimiento de los designios de mercado, con el fin de aprovechar lo más posible esos márgenes de tiempo y recursos para modificar las condiciones iniciales (de dotación de recursos, de patrón distributivo). A mí me gusta más si esa administración se pone al servicio de evitar los shocks, y hacer todo lo más gradualmente posible.
En este sentido destaco mucho la intención del programa Precios cuidados, que puede dejar instalada definitivamente la necesidad social de fijar márgenes de rentabilidad intrasectoriales, para que éstos no dependan de la propia decisión individual del formador de precios de aprovechar al máximo las condiciones beneficiosas.

Lo que sí es seguro, es que más de uno de los que hoy defienden a capa y espada las medidas del tándem Capitanich-Kicillof-Fábrega hace unos dos años me acusaban de proponer las medidas del FMI, Cavallo, la dictadura, Martínez de Hoz, y la franc-masonería.
A todos ellos les mandamos un afectuoso saludo, aparte de un reconocimiento a la necesidad política de que existan ciertos elementos (perdón por despersonalizarlos así, estoy tratando de hacer sociología) que propicien los equilibrios políticos necesarios para que una sociedad funcione.


jueves, 27 de febrero de 2014

El patrón del mal

El concepto narcotráfico, por distintos motivos, ha invadido en los últimos tiempos diversos distritos de nuestra vida cotidiana. El último fue el del entretenimiento, de la mano del éxito de la serie a la que alude el nombre del presente post.
Los diarios nos señalan el avance del narcotráfico en nuestro país, los periodistas citan investigaciones, de las existentes y de las falsas, que concluyen que el país cada vez se integra en un rol más protagónico a un negocio de alcance global, los funcionarios oscilan entre las contradicciones propias y la enunciación de ideas no del todo moldeadas respecto de modificaciones en el aparato jurídico que nos liberen del "flagelo de la droga".
Estoy tentado de decir que así como la serie que emite canal 9 y la figura de Escobar Gaviría, la "problemática" de la droga y el narcotráfico en su nivel más grandilocuente es una moda. Una exageración totalmente temporal de un fenómeno existente, de un proceso dinámico de desarrollo de una actividad económica, que se diluirá en medio de un acostumbramiento generalizado a la presencia de un par de crímenes semanales en los policiales de los diarios y los noticieros.

Por eso, mejor tomar el tema desde alguna arista un poco más interesante, y menos relevante tal vez en el plazo más corto.
El asunto pasa por la ilegalidad del consumo de drogas. La arbitrariedad jurídica, la discrecionalidad legislativa ha dado que en este tiempo y espacio confluyan por un lado la prohibición del consumo (y como correlato, de la producción y la distribución) de determinados productos manufacturados de origen agrario por razones de salud pública e higiene social,al mismo tiempo que la vida social y la idiosincracia le otorgan cierto prestigio a los efectos de ese mismo consumo en algunos nichos o grupos sociales, lo cual deriva en un considerable grado de deseabilidad que en términos económicos constituye demanda, o sea, oportunidad de negocios.

De manera tal que las figuras más relevantes del narcotráfico son, en sentido estricto, empresarios exitosos que a fuerza de aprovechar estas condiciones favorables comandan multinacionales (clandestinas, lo cual sobrevalúa su éxito), que hábilmente abarcan el negocio en sentido vertical, y que cuentan con un margen de maniobra que les permite aumentar su rentabilidad a niveles escandalosos simplemente por el hecho de que la prohibición legal revalúa la administración de la dificultad y el riesgo de operar. Este detalle decisivo es el que hace que el ejercicio de la violencia y la impiedad para administrar reprimendas sea un rasgo diferenciador de estos sujetos, respecto de los empresarios de la legalidad que tienen un sentido menos desarrollado de la frontalidad.

Con los flujos de dinero surgidos de la renta extraordinaria los más hábiles de estos empresarios se juegan a hacer política. Intentan aprovechar espacios que por impericia el estado legal (que en el campo de los deseos se pretende omnipresente) deja vacantes, para extender redes de contención social, generar empleo (de dudosas condiciones, pero que a falta de algo mejor...) y satisfacer demandas sociales asociadas a factores materiales y simbólicos. Esta construcción política la llevan a cabo a los fines de torcer la correlación de fuerzas que define la continuidad del aparato jurídico.
El estado nacional burgués surgió más o menos de procesos similares. a partir de la utilización de los excedentes de actividades ilegales como el contrabando, para la construcción de proto-instituciones que fueron dando respuestas a los interrogantes que a los pobladores se les generaban a partir de las carencias que las instituciones formales no alcanzaban a paliar. 
En definitiva, un proceso al final del cual la mafia ilegal terminó por imponerse a la mafia legal, lo que por la correlación de fuerzas favorable le permitió establecer un nuevo orden jurídico sustituto del aparato jurídico que normaba la vida social hasta entonces, y que a partir de ese momento le daría legitimidad a las fuentes de acumulación de capital otrora ilegales.

Para neutralizar este potencial movimiento histórico la burguesía debería condescender a asimilar a estos empresarios con mala prensa, pero que así y todo no tienen nada que envidiarles en sentido moral a los "honorables" empresarios que tuvieron la aptitud biológica de heredar el "expertise" en negocios que la arbitrariedad histórica del estado no mantenía bajo prohibición estricta en ese momento.

Sería complicado, porque dificultosamente señores honrados como los Blaquier, los Roca o los Bulgheroni, así como los herederos de la señora Lacroze, se permitieran compartir cenas de camaradería con personajes de tan dudosa moralidad como el efímeramente famoso Mameluco u otros pobladores de countries de la zona norte. 

En estos pormenores se juega el futuro de la legalización de la producción y comercialización de drogas. Aunque lamentablemente, la escasa capacidad de las burguesías de darse una visión de largo plazo, de supervivencia de clase puede terminar dejando sin conducción eficiente al ineludible proceso.

sábado, 1 de febrero de 2014

Argentina, productor de alimentos

La situación cambiaria ha llevado a establecer un relato que busca cargar con culpabilidades cruzadas a distintos agentes del funcionamiento del esquema socioeconómico. Por un lado las deficientes políticas económicas, por otro lado, las maniobras especulativas de grupos poderosos.
En este último elemento sobresalen las acusaciones contra productores agropecuarios por no vender la soja que acumulan en silobolsas, pero también contra cerealeras, responsables de la liquidación de divisas fruto de la exportación.

Esto está más o menos asumido por todos, y lo que diferencia las versiones es el tono de la explicación. Mientras los productores sostienen que la no venta es una estrategia tendiente a resguardar capital en un contexto de licuación de activos monetarios y fortalecimiento de la valuación de las divisas en que se cotiza su mercancía, otros resaltan que esas conductas sustraen de la oferta las divisas necesarias como para que no se produzcan esas presiones por lo cual el efecto logrado sería la consecuencia de un comportamiento especulativo de parte de entidades con capacidad de infringir daños a la economía con la sola retracción de su accionar.

En cualquiera de los casos, está implícita la aceptación de que tanto la venta por parte de productores como la liquidación por parte de exportadores le devolvería solvencia al esquema cambiario actual. Toso quedaría solucionado mejorando las expectativas, más que la economía real, de algunos actores de peso.

Frente a esto, comenzó a hacerse ver una propuesta vaga de nueva intervención estatal en el mercado de comercialización de materias primas agropecuarias, que van desde la reedición de las Juntas de granos, o del IAPI, llegando a la estatización completa bajo monopolio estatal del comercio exterior.

La realidad muestra que se trata de cosas muy distintas, e incluso inconciliables. Y da la sensación de tratarse de reacciones espasmódicas para correr atrás de problemas que surgen de forma coyuntural, sin atacar las bases subyacentes que en potencia albergan estos problemas en situaciones críticas que se desatan básicamente por cuestiones de expectativas. De hecho, el gran problema de la economía argentina hoy surge de problemas en el manejo de las expectativas que se trasladan a la economía real a través de la modificación de las conductas individuales que provoca esa alteración de las expectativas, esa disociación de las mismas respecto de la situación presente (lo que decíamos: por qué los productores no venden, o por qué los tenedoresde los 120 mil millones de dólares fuera del sistema no los vuelcan al mismo).

El capitalismo actual es un sistema que está productivamente integrado de forma global, y que también tiene un grado muy alto de integración en la fase financiera, al tiempo que la economía productiva y los flujos financieros globales también tienen un nivel de amalgamamiento tan grande que los vuelve cuestiones básicamente indisolubles en los hechos prácticos. Modificaciones en uno de estos compartimentos teóricos, derivan en consecuencias para todos los otros.

Hecho este reconocimiento, pasamos al principal impedimento que encontramos en la economía nacional para la emergencia de visiones maximalistas: no hay sujeto social.
El funcionamiento de la economía argentina, y a su vez el nivel de vida y consumo, incluso de buena parte de su clase trabajadora está tan sumamente vinculado al grado de inserción de la Argentina en los procesos de circulación de flujos financieros globales, que las medidas de shock tendientes a modificar esa inserción terminan siendo resistidas por los mismos sujetos cuyos teóricos intereses se intenta salvaguardar. El error de diagnóstico es fabuloso.

Pensar, como Altamira, que la decisión de reconocer una indemnización a Repsol, pagar las sentencias negativas ante el CIADI o cancelar la deuda con el Club de Paris, pueda atarse como contracara y por ende manifestar una alternativa binaria de consulta a los "trabajadores" y los "jubilados" sobre qué prefieren: si pagar esos compromisos o aumentar sus salarios, es por lo menos una ingenuidad, pero a la vez asociada a una fantasía extravagante.

La salida lisa y llana de Argentina de los circuitos financieros (a los que hoy se vincula conflictivamente) no derivaría jamás en una mejora general de los niveles de vida y consumo de nuestras clases medias, trabajadoras y bajas, sino todo lo contrario. Las revoluciones socialistas se hicieron sobre la base de tremendas reducciones de salarios si los medimos en poder de compra a nivel mundial, y esto es una experiencia histórica innegable: los trabajadores de China, Cuba, Europa del Este y Corea del Norte sabrán muy bien que les tocó padecer una devaluación tremenda de la retribución del uso de su fuerza laboral, al punto que se los obligó a perder contacto absoluto con el mundo capitalista a fin de que no se dieran el lujo de desear aquello que no podrían consumir ni producir en una sociedad cuyas empresas productivas se hallaban bajo control obrero.
El comunismo fue el máximo devaluador de la historia de la humanidad.

Estas consideraciones apuradas tienen por objeto prevenirnos sobre determinadas soluciones mágicas que vienen de la mano de la enajenación absoluta respecto de lo que es la realidad cotidiana. Una Argentina sin inserción en los circuitos de flujo de bienes y dinero globales es una Argentina con faltante de combustibles, sin tecnología para mejorar su productividad, sin divisas para atesoramiento, con deficiencias de suministro energético, con deterioro en sus niveles de productividad, con probable prohibición lisa y llana de concretar viajes al exterior por parte de las clases medias y medias bajas, con faltantes de productos desde tornillos hasta medicamentos... Muchas de las cosas que parcialmente nos ocurren hoy, seguramente muy potenciadas.

Y en el caso del comercio exterior, hay algo parecido a esto en lo que podemos pensar. Parte de las divisas que las grandes cerealeras hoy nos pueden sustraer a través de triangulaciones, subfacturaciones o especulaciones variadas, y que la nacionalización del comercio exterior intentaría recuperar, podrían terminar faltándonos en otros conceptos, si la conformación de un monopolio estatal para el rubro se concreta: en falta de financiamiento para la incorporación de tecnología, en encarecimiento de los fletes marítimos y los seguros, en retracción de inversiones en tecnología que terminarían empeorando la productividad. En fin, digamos, la recuperación de 10 mil millones de dólares por un lado, te puede hacer perder otros tantos por otro.
Y digamos algo más, no hay un problema serio vinculado a la deficiente asignación que el mercado hace de los recursos que aporta la producción agropecuaria. El problema pasa por otro lado: por la obtención de divisas. Nacionalizar el comercio exterior aportaría más divisas? Mmmmm.
Aparte, más que constituirse en un incentivo para la venta para los productores que ahorran en soja, probablemente ocurriría lo contrario, y hasta dejarían de sembrar.

Por lo tanto, antes de tomar decisiones, repito, espasmódicas, es preciso evaluar concretamente qué se quiere lograr con las medidas a tomar.

Desde una visión de largo plazo, soy partidario absoluto de que el Estado participe en la economía, adaptándose todo lo posible a sus estructuras de funcionamiento. En el caso de la producción de materias primas para alimentos hay una necesidad imperiosa de considerar la actividad como estratégica para el desarrollo del país.

Pero en lugar de pensar en monopolizar, o en ficticias capturas de rentas para hacer no sé qué cosas, esto debería derivar en la conformación de una empresa estatal que integre verticalmente toda la cadena de alimentos, y que tenga el espíritu de intervenir en operaciones pero con el fin de alentar la producción, el agregado de valor y mejorar la estructura de costos. Necesitamos una empresa estatal de alimentos que se encargue de la producción, de la logística, que participe en el mercado exportador, que se capitalice con aportes de pequeños y medianos ahorristas, canalizando ahorros sueltos a la conformación de capital, que permita la participación en una parte importante de su capital accionario de cooperativas de productores, que desarrolle infraestructura para almacenamiento y transporte, que construya silos, administre terminales portuarias, tenga containers propios y compre barcos mercantes, que tenga una flota de transporte y centros de distribución para acercar alimentos a los centros de consumo, y que a partir de regular sus propios precios y sus márgenes de rentabilidad, pueda influir en la formación de los del resto de los operadores de los mismos mercados, una empresa que pueda hacer clasificación por calidad de granos,  que pueda brindarles estructura de cartelización a empresas chicas para sus compras de insumos de modo de acomodarles mejor los precios y por ende el acceso a los mismos, etc., etc., etc.
Una YPF de alimentos. Una sociedad anónima con control de la mayoría accionaria por parte del estado.
Algo muy distinto del IAPI, de la Junta Nacional de Granos, o del monopolio estatal sobre el comercio exterior.