Así que mientras Abal Medina idea un novedoso plan para contener el aumento de los precios instalando pantallas gigantes que transmitan partidos de Boca y River en los supermercados, le hacemos caso a la jefa.
Y hablamos de futbol.
Específicamente de la versión que recorre las charlas cotidianas: el arreglo según el cual Segura, presidente de Argentinos, vendió el descenso de su club a cambio de un cargo en FIFA o un futuro ascenso a presidente de AFA (entre otros varios detalles, que por cierto le dan algo más de verosimilitud a las especies).
Yo no creo ni dejo de creer. No pondría las manos en el fuego porque no hay arreglos. Se me dirá que a Independiente, si querían salvarlo, lo hubieran salvado antes. No me parece: si vos querés disciplinar políticamente a un dirigente le ponés la espada de Damocles del descenso en la cabeza hasta que capitula.
Lo más sólido, sin embargo, es que no hay evidencias fácticas que justifiquen las sospechas. No hay fallos arbitrales favorables a Independiente, ni perjudiciales a Argentinos, para destacar. Sí hubo fallos muy dudosos en contra de San Martín de San Juan. Aunque me acuerdo también de un codazo de Alderete a Montoya Muñoz en la cancha de All Boys, que era penal y expulsión. Casi en el último minuto. Y no dieron nada.
Ahora, en este caso específico, lo que menos me convencía de la historia era la forma en que cobraba Segura, el presidente de Argentinos.
No puedo creer que el tipo fuera tan ingenuo como para arreglar semejante cosa y cobrar dentro de un año (con un cargo en FIFA o un ascenso en la AFA). Esos acuerdos, o se cobran al contado o no se hacen. Porque, como se demuestra con el correr de los hechos, dentro de un año significa nunca.
Ahora, la verdad, la indignación sobre la forma en que funciona la AFA, que se deriva de creer en las versiones susodichas, me resulta desopilante.
Porque (todos somos iguales) podemos despotricar contra el mafioso de Grondona. Pero nuestro límite es el descenso.
Si estamos por descender, nos ponemos las rodilleras y el babero y vamos a hacer cola en la puerta del edificio de Viamonte hasta que nos atienda Grondona o quien sea. Y no digo que los dirigentes de Independiente lo hayan hecho. Sino que sus hinchas, no verían de mal grado que lo hubieran hecho. Verían mal que no lo hicieran "por principios". Del mismo modo que los hinchas de River en su casi totalidad le reprocharon a Passarella el haberse peleado con Grondona, porque esa era la causa de su descenso.
Grondona es lo mejorcito de lo que la gente del futbol (jugadores, dirigentes, periodistas, público, árbitros) nos merecemos.
A llorar, a Luján.
En el mismo sentido, da un poco de tristeza ver la forma en que se desdibujó la patriada de Cantero, que terminó capitulando ante la barra brava y la trama de negocios que escondían detrás de su violencia personajes vinculados a la política institucional que perjudicaban económicamente al club.
Yo le hubiese respetado muchísimo que arrugara cuando lo amenazaron de muerte a él y su familia. Pero se bancó eso, con el escaso respaldo político que recibió.
Parece que lo que no estaba dispuesto a bancarse era el descenso de su club. Y capituló, abriéndole lentamente las puertas al reingreso de los pocos que habían sido excluidos.
Esa capitulación, además, ni siquiera le servirá para salvar su ropa. Porque se lo van a coger de parado igual. Aunque Independiente no se vaya al Nacional.
Es una lástima.
Y nos despedimos, pensando ya en la gran preocupación nacional del momento: cómo harán los que vayan a la cancha el domingo, saliendo tan tarde, con el frío, la violencia y con lo difícil que es conseguir transporte, porque a esa hora cerró el subte (sumándose este problema al fundamental de que a casi ninguna cancha de futbol llega el subte a menos de 10 cuadras, siendo River el único "privilegiado" que cumple con esto último). Una preocupación que no nos afecta tanto cuando se juega copa Libertadores, ni cuando juega la selección, ni cuando hay recitales en los estadios de futbol, o cuando pelea Maravilla Martínez. Pero que en este caso es tema nacional.
Y lo es, creo yo, por la intención declarada de neutralizar a Lanata. O sea, hablar de la violencia el frío y el transporte es una excusa, bah.
Una excusa propiciada gentilmente por los funcionarios que ofician sin saberlo de promotores del programa de Lanata, reafirmando que un chupamedias es más dañino que un enemigo.
Ninguno de los que votaron a cristina y no están arrepentidos de haberlo hecho (al menos con los que pude hablar en este último tiempo) me mencionaron otras causas de su persistencia que no sean: que tienen trabajo, que la plata les alcanza para comprarles zapatillas a los chicos, que pudieron terminar la secundaria, que están pagando su casa, que les pusieron cloacas y agua potable.
Tal vez por eso, según mi experiencia personal, me hubiese parecido más atinado para neutralizar el efecto electoral de las denuncias de Lanata, poner el foco ahí, en mejorar esos aspectos reales, materiales, no simbólicos, que vienen últimamente un poquito debilitados.
Y no en darle promoción gratuita a Lanata cambiando el horario de un partido de futbol.