Esta entrada es una especie de homenaje a Néstor Kirchner, con el laconismo y la falta de "timming"que solemos usar para los homenajes. Perdón, no sabemos de otra forma.
Hay un capítulo en la historia económica de Latinoamérica que tiene reservado el bronce para el kirchnerismo.
Es el de la neutralización de los golpes de mercado.
Los "golpes de mercado" son acciones especulativas que actores con capacidad de fuego importante en materia financiera desatan contra los intereses de otros actores para obtener ganancias extraordinarias en escaso lapso.
Las condiciones de posibilidad para que estos acontezcan son tres: cierto nivel de cartelización de los especuladores que les permite actuar de forma mancomunada, un tráfico diferenciado de información para los diferentes segmentos de afectación (no es lo mismo de lo que se enteran las máximas autoridades del banco que sus clientes, y de acuerdo a la envergadura de éstos, tampoco se enteran de lo mismo entre sí, por ejemplo) y alguna debilidad en la estructura de la economía de un país, visualizada y aprovechada para el desarrollo de las acciones especulativas que se transforman en corridas.
Los ámbitos de aplicación pueden ser dos, también: el mercado financiero o la economía real. Las corridas cambiarias o bancarias y las estampidas de precios.
Siempre, estas situaciones se suben al caballo de la persistencia en algún error, forzado a veces por el devenir de los hechos, en la administración de las variables.
Pero sabemos también que la eliminación total del error o la anomalía es una imposibilidad.
En definitiva, cualquier esquema económico es susceptible de ser operado por la especulación, que es el comportamiento natural de los agentes ávidos de maximizar réditos (y también de distribuir perjuicios para el resto: la afectación de ingenuidad o la justificación de "y si vos fueras banquero qué harías?", conmigo no va; no soy banquero, no sé si con eso queda respondida la pregunta).
Bueno, en esas lides, no sé si habrá en la historia de América Latina un gobierno que haya respondido con tanto nivel de éxito (el éxito nunca es total en la guerra) a la cantidad de corridas y estampidas de todo tipo que tuvo que enfrentar, como el kirchnerismo.
Hay un factor: es fácil neutralizar las corridas dándoles a quienes te sugieren o amenazan todo lo que piden, incluso el manejo directo de las palancas de la economía. Menem lo hizo (después de que lo disciplinaran un cachito en el 90). El tema es cuando no les das todo lo que quieren, sino un poco (tampoco exageremos, la utópica "nada" no existió por estos lados).
En 2008, por ejemplo, cuando Redrado tuvo que inundar la plaza de dólares a costa de perder reservas, pero consiguió bajar el dólar unos 30 centavos, para hacerles ver a las cerealeras que en esas condiciones había más para perder que para ganar. Lo hizo a regañadientes, por orden de Néstor, de quién no se privaba de decir que estaba loco.
O la de 2011, post elecciones, que recordó Guillermo Moreno en su discurso de despedida, éxito por el cual quedó resuelta su continuidad en el gobierno, cuando ya casi estaba decidida su salida (ahí puede ir Prat Gay a buscar a los responsables de la estadía de Moreno en el gobierno; los tiene cerca).
O las posteriores que derivaron en las medidas que se conocieron finalmente como "cepo cambiario", después de que fracasara el intento de Cavallo y Stolbizer de compararlo con el corralito. El original, el de ellos.
Y antes en 2009, cuando el fin de las AFJP, con el trotecito bancario más grandilocuentemente (pre)anunciado por el noticiero del 13 (le mandamos un besito a la esposa del gerente de noticias del canal). Y ahora en 2013. Etcétera.
Néstor Kirchner, dicen, llevaba un registro manual de la evolución de las reservas, día a día. Había recibido un banco central casi vacío, con unos 6 mil millones de dólares (no había para pagar los vencimientos de deuda de un año y el FMI cortó los créditos, por eso el gesto "libertario" de Rodríguez Saá de suspender el pago de la deuda; pero lo usaron de chivo expiatorio, pobre, los mismos banqueros que lo habían puesto ahí para dar las malas noticias como buenas). Y las llevó en algún momento a los 50 mil millones de dólares. Pagando los vencimientos de deuda (y el stock al FMI) sin refinanciar nada, y con apenas dos emisiones de BODEN, suscriptas por nuestro único prestamista externo: Venezuela.
Tenía, dicen, una obsesión con el tema.
Hoy, después de arduos combates de éxito dudoso, la situación de las reservas internacionales es la más floja de todo el período. Es imperioso recomponerlas. Como sea. Y cuando se dice como sea, es como sea. Y para eso hay que hacerse de los dólares físicos o futuros que permitan cerrar el programa financiero del 2014, sin volver a armar un fondo de desendeudamiento, que este año 2013, junto con otras variables de la economía, le costó al Central más de 10 mil millones de dólares.
Ese es el objetivo principal, impostergable. Recomponer reservas.
Para no perder el capital económico, que es también un importante capital político, aunque a veces parezca que no se nota.
El de pasar a la historia como el gobierno que desterró de la Argentina el fantasma del golpe de mercado.