El desdoblamiento del tipo de cambio rige de hecho en la Argentina hoy.
La demanda por encima de la oferta empujarían la cotización del dólar hacia arriba (y con riesgo de over-shooting). Cosa que se ha evitado a través de la intervención directa de varias oficinas públicas, con el fin de mantenerla en los valores que el Gobierno en general considera óptimos para la coyuntura, sin ceder a cambios bruscos operados por actores interesados.
Es sintomático cómo muchas veces se habla de intervención de "ventas amigas". Valdría que nos refiriéramos de forma análoga a las compras. Como "enemigas". Enemigas de la política oficial de no ceder a los intereses de la devaluación brusca, y al atesoramiento extraordinario de ganancias que para algunos especuladores esto significaría.
Lógicamente, el valor considerado óptimo por el Gobierno es variable, y siempre está afectado por una tasa de devaluación esperada en un período de tiempo. Esta tasa puede promover la aceleración de la devaluación o su retraso. Pero la moneda no flota libremente, ni desde hace un tiempo ya, se mueve en una banda de subas y bajas, por lo cual hay, hoy en día (aceptémoslo), una especie de tablita informal según la cual los operadores van previendo el comportamiento del valor oficial del dólar.
A pesar de esto (o tal vez por esto mismo) se restringió el acceso a dólares para los casos de los más especulativos de los motivos.
La inaccesibilidad al dólar financiero (o divisas en general) sirve a los efectos de resguardar una cotización subsidiada del dólar comercial.
Este dólar comercial subsidiado tiene varias implicancias en lo concreto:
-en el precio de los artículos importados. Más baratos que si la cotización del dólar subiera. Esto le permite al gobierno encarecer o abaratar selectivamente. Para abaratar está el precio oficial del dólar (subsidiado). Para encarecer, las barreras arancelarias (consensuadas en el Mercosur, para productos extra-Mercosur) o las barreras para-arancelarias (como fueron las licencias no-automáticas y son hoy más levemente las DJAI, con visado de la secretaría de comercio exterior). La idea es perjudicar lo menos posible el ingreso de insumos, bienes de capital y piezas de los mismos, con escasa o nula posibilidad de reemplazo en el mercado local. La complejidad sin embargo de esta tarea de análisis y fiscalización a través de lo que se conoce como matriz insumo-producto, hace que en la práctica se sucedan hechos no deseables. Consecuencias de la intervención.
-También en la rentabilidad de la exportación influye el subsidio al dólar. En este caso, negativamente. Los exportadores pierden de ganar. Porque la cotización que se les reconoce en el mercado formal para la liquidación obligatoria de las divisas cobradas es bastante menor a la del mercado informal. Por eso proliferan las maniobras elusivas. No sólo para evadir impuestos sino para ocultar cobros de divisas y poder liquidarlas más caras o atesorarlas de manera "informal". Igualmente, estas maniobras no son atribuíbles totalmente al esquema. Existen desde siempre. Los exportadores y los traders suelen ser grandes escatimadores de divisas.
El subsidio al dólar comercial es, en última instancia, un subsidio al poder adquisitivo del peso. Y de quienes tienen ingresos fijos en pesos principalmente. Decir esto en un contexto inflacionario puede resultar irritante para personas sensibles. Pero es verdad.
Ahora bien, ¿qué pasa con el otro dólar?
Hay un importante número que se dejó de transar a partir de las restricciones a la compra.
Una parte se sigue manejando en la informalidad. Lo que se llama "dólar blue".
Y una parte bastante signficativa sigue siendo subsidiada.
Me refiero a las divisas que se les venden a los turistas que se van al exterior, o la financiación con tarjeta de crédito para compras en el extranjero, gravadas con un conveniente (por lo magro en relación a la brecha con el dólar informal) 15% a cuenta de Ganancias o Bienes personales, lo cual funciona como un incentivo al uso de la tarjeta fronteras afuera.
Hay una cosa para tomar en cuenta. Si uno se va a un país vecino, y en lugar de hacer los trámites ante la AFIP para comprar las divisas, las compra directamente, de modo legal, de manera formal, en el país de destino le van a reconocer un tipo de cambio muy cercano al "blue".
Por esto es que aquellos beneficiados por la generosidad de la AFIP de autorizar la compra de divisas para viajes, se ven incentivados a comprar las divisas en la Argentina antes que en cualquier otro país, lo cual exacerba la demanda.
Podemos comparar con otros países: a ningún español que venga a la Argentina se le ocurriría comprar pesos en España, porque, si los consigue, le saldrían más caros que acá. Es una de las ventajas (entre las miles de desventajas) de tener una moneda fuerte, se me dirá.
Sin embargo, todo es cuestión, en economía, de definir incentivos y desincentivos a través de las asignaciones de recursos.
Lo que hace AFIP, al autorizar compras de divisas para viajes según el estado patrimonial del postulante, termina provocando que los viajeros de mayor poder adquisitivo se vean beneficiados con el subsidio al tipo de cambio oficial. Lo mismo, aquellos que tienen límite alto en sus tarjetas de crédito, o incluso pueden operar adelantos de efectivo con las mismas (en este caso, ni siquiera pagan el 15%).
Por este motivo me parecería a esta altura saludable blanquear el desdoblamiento de hecho del tipo de cambio, oficializando la existencia de dos cotizaciones: una comercial y la otra financiera. A 5 y 8 pesos respectivamente. Total, el comportamiento por expectativas que se quiso evitar al no blanquear el desdoblamiento de hecho no sólo ocurrió igual sino que ya se amortizó en gran parte (incluido parte del riesgo de over-shooting).
En este aspecto, coincido plenamente con lo que según la operación de hoy de Marcelo Bonelli sostiene el marxista Kicillof (aunque no por supuesto con toda la pavada esa del "peso federal", espero que exclusivamente atribuíble a la imaginación de Bonelli y su fiel ayudante Cobos, o viceversa).