Hablar de energía está de moda. Por la tristemente famosa novedad repetida año tras año de que en diciembre se nos corta la luz a todos.
Ordenemosnos. Repitiendo parte de lo que se dice en todos lados.
El sistema de energía eléctrica consta de tres eslabones:
-Generación: las obras de infraestructura las lleva a cabo el estado nacional, y una vez hechas, la operación queda en manos de empresas privadas. Hablamos de centrales hidroeléctricas, centrales térmicas, de ciclo combinado, nucleares, parques eólicos, etc. La energía eléctrica producida por estas fuentes se incorpora al sistema interconectado nacional.
-Transporte: es el sistema interconectado nacional. Líneas troncales de alta tensión que transportan la energía desde el lugar en que se produce hacia los centros desde donde se distribuye hasta llegar a los usuarios. También la inversión en infraestructura corre por cuenta del estado, pero los operadores son empresas privadas.
-Distribución: son las redes de media y baja tensión que transforman y distribuyen la energía para darle condiciones óptimas de consumo tanto de empresas como de domicilios familiares.
Los consumidores finales solamente tenemos contacto con las distribuidoras. Todo el proceso de producción, transporte y distribución, y sus costos llegan condensados en la factura domiciliaria que nos emite la empresa distribuidora. Pongamos, Edesur, que es una de las dos que operan en Capital y GBA. En todo el país hay muchísimas distribuidoras, algunas cooperativas, otras de empresas de gestión privada, multinacionales, otras estatales, como los casos de Santa Fé o Córdoba, por ejemplo.
El mercado funciona a partir de la operación de la sociedad anónima con control estatal que regula el mercado mayorista a partir de ejecutar los pagos y ordenar la distribución de los excedentes productivos: CAMMESA.
Esta empresa compra la energía a las generadoras, paga los cánones a las transportadoras y se la vende a las distribuidoras.
En la factura de luz está condensado todo este proceso.
Hoy por hoy, CAMMESA se encarga de subsidiarles la compra de energía y el canon de transporte a las distribuidoras. Por cada 100 pesos que vale dicho proceso (generación y transporte) CAMMESA recibe aproximadamente 30 de parte de las distribuidoras. Los otros 70 los pone la empresa. Son fondos del tesoro. Ese es el flujo de subsidios del que se habla.
Por este motivo, las empresas distribuidoras vuelcan a la factura domiciliaria solo el 30% del costo de la energía. El 70% restante lo pone CAMMESA, y lo cobran las generadoras y las transportadoras en partes proporcionales. Ejemplo práctico: la empresa que opera un central hidoreléctrica inyecta al sistema 1000 pesos. Se los paga CAMMESA. Esa energía es transportada por TRANSENER hasta la zona de EDESUR, por 50 pesos. Los paga CAMMESA. Después, Edesur le paga a CAMMESA, 300 pesos por la energía recibida y 15 pesos por el canon del transporte. Y traslada a la factura domiciliaria los 315 pesos que le salió pagarle a CAMMESA por la energía.
Este costo equivale un 35 por ciento aproximadamente de la factura domiciliaria.
Si se eliminaran los subisdios entonces, las empresas deberían pagar en lugar de 315 pesos, 1050 pesos, y trasladarían ese aumento de costos a la factura.
Ahora bien, hasta acá hablamos de los subsidios, que corresponden a un 35% de la factura de energía eléctrica domiciliaria. El resto lo componen en un 40 por ciento aproximado la tarifa de uso de la red de distribución. Lo que cobra Edesur, digamos, por poner su red a funcionar para que nos llegue la energía a casa. Y el resto son impuestos, proporcionales a los otros valores (o sea, si se saca el subsidio, subirá también el valor del impuesto que se aplica sobre la base imponible, salvo que se bajen las alícuotas para morigerar el impacto, con lo cual el estado dejaría de subsidiar, y recaudaría lo mismo -no más- por impuestos).
El cuadro tarifario (o sea, lo que cobra Edesur por distribuir la energía, que es un 40% de la factura domiciliaria) está dividido por regiones y el que lo determina es el Estado a través del ENRE.
Lo que dicen las empresas es que esas tarifas están fijas en Capital y GBA desde el 2001. Y eso les deterioró sus cuentas.
Pero atendamos al punto central: Una cosa son los subsidios y otra la tarifa por la que pelean Edesur y Edenor.
Las redes de distribución funcionan efectivamente bien mientras la demanda es promedio. Pero explotan por el aire en los picos de demanda. El déficit de inversión está dado entonces en este aspecto. El reforzamiento de las redes para que funcionen bien en los picos de demanda. Ojo, porque en los lugares del país donde las tarifas son más adecuadas a la ecuación de las empresas, las redes tuvieron problemas igual. No es sólo tarifa el tema de la inversión.
¿La quita de subsidios beneficiaría en algo a Edenor y Edesur? En cuanto a flujos directos de ingreso neto de plata, no. Ingresaría más, que se aplicaría a pagar más por costos de producción y transporte.
Pero se supone que moderaría los consumos de los clientes, con lo cual las redes se verían menos forzadas, no se deteriorarían tan rápido, por ende no se sobre-exigiría inversión a las empresas, pagarían menos multas, etc. En fin, los excedentes que hoy usufructuamos los usuarios porque la luz nos sale barata desaparecerían y compensarían parte de las pérdidas de las compañías.
Ahora, los lobbystas de las empresas del sector, como Montamat, Lapeña o Apud, a los que se sumaría en estos tiempos Bulat, aprovechan la situación de cortes para sacar partido de cierta confusión generalizada y colar la necesidad de que se actualicen tarifas, para que Edenor y Edesur reciban mayores flujos directos de plata, ingresos netos, es decir cobren mejor por el uso de sus redes.
Ayer escuchaba por ejemplo a Emilio Apud alabar el esquema de los 90 (no dijo nada del apagón furioso de Edesur en el año 97 que dejó a miles de vecinos sin luz durante dos meses en algunos casos, pero bueno) diciendo entre otras cosas que se habían alcanzado precios de equilibrio!!! Precios de equilibrio en un monopolio natural, que naturalmente debe ser regulado por el estado es el paraíso de las empresas, no tanto de los usuarios.
El tema además comprende otras aristas. Volvamos al ejemplo de Edesur. Que es controlada por Endesa. Que no solamente está en el negocio de la distribución sino que además tiene inversiones en transporte y en generación.
De las tres unidades de negocios la única deficitaria en estos años es Edesur. Con las otras gana plata. Si alguien siente la genuina curiosidad de querer saber por qué una empresa que (pobrecita) pierde tanta plata no abandona el país, puede empezar a buscar la respuesta por ahí.
Los fundamentadores de que las empresas tienen que ganar plata porque "no están para hacer beneficencia", sin embargo en este caso se empeñan en querer hacernos creer que están haciendo beneficencia.
El asunto es que no hay una situación tan complejamente crítica como la que los lobbys plantean. Hay que conseguir un excedente para acondicionar las redes para que operen bien en caso de picos de demanda. La generación y el transporte no están en situación tan crítica, aunque tampoco tan holgada (tampoco hay que descuidarse, obviamente). Pero hay que estar atentos: porque no sé si se justifica sacrificar todo en pos de alcanzar alta rentabilidad para las compañías so promesa de que van a invertir para mejorar las redes.
Que las distribuidoras pierdan plata no es algo tan intolerable, en tanto el funcionamiento del esquema compensa las pérdidas con otras ganancias en otros segmentos, lo cual permite que se puedan redireccionar flujos para cubrir los baches de inversión faltante.
Pero atenti, la estatización significaría que el estado absorba el tramo deficitario del negocio, conservándoles a los privados el tramo superavitario.
viernes, 20 de diciembre de 2013
sábado, 14 de diciembre de 2013
Dólares y endeudamiento
Se siguen conociendo movimientos por parte del nuevo equipo económico. Pero más que hechos, lo que vemos reflejado en diarios son interpretaciones de ciertas señales, elucubraciones, operaciones variadas. El "oficialista" Clarín, por ejemplo, parece empeñado en querer que el equipo económico no produzca ningún cambio significativo. A la cuestión irrelevante sobre el dato que difundió ayer el INDEC sobre inflación en noviembre (matizado con énfasis variados respecto de la continuidad póstuma de la gestión de Moreno) le suman operativos variados respecto de marchas atrás sobre quita de subsidios a tarifas y transportes en el AMBA, o a modificaciones en las tasas de interés.
En este sentido, en consonancia con matrices de análisis de la realidad en boga, Clarín encarnaría una suerte de resistencia al giro a la derecha (o giro ortodoxo) que querría dar el gobierno. Estamos un poco confundidos a decir verdad, con esto de los giros. Nos cuesta identificar la izquierda y la derecha.
Hay un dato que sí es significativo: los directores estatales en Telecom, que hasta hace poco formaban parte de una estructura que manejaba Kicillof (no sé cómo habrá quedado el tema después de los cambios) decidieron avalar con su voto la distribución de dividendos de la empresa entre accionistas. Lo cual supone un aval a la remisión de utilidades al exterior.
Además, parece que ya es un hecho la flexibilización de la venta de dólares a turistas (con recargo del 35%), cosa que era cantada que iba a ocurrir, de acuerdo a cómo se venían planteando las cosas.
Lo curioso, para mí, es que este anuncio no modificó en nada la dinámica del mercado cambiario. Los demandantes de dólares en el mercado ilegal no se retrajeron, lo cual lleva a pensar que no hay movimientos asociados a este segmento tan importantes como lo que se creía. Finalmente, sería verso lo de los turistas y los pequeños ahorristas. El blue lo manejan los bancos y las grandes empresas.
Las brechas cambiarias, más allá de que se mantiene un ritmo elevado de devaluación, tienden a estabilizarse. Hasta que no se produzca un ingreso importante de divisas que le de al Banco central el margen como para intervenir agresivamente sin quedar vacío de reservas, suponemos que esto no va a cambiar demasiado. Pero en las condiciones actuales mantener las tres cotizaciones a tiro (primero que se consolide el hecho de que son sólo tres, después que las brechas entre una y otra se mantengan estables) es un éxito relativo que le debe resultar auspicioso a Capitanich.
Y justamente en torno de la posibiliad de ingresar divisas en fuertes cantidades, las promesas y los fuegos de artificio son variados. Hay cien pájaros volando, por ahora no agarramos ni uno.
Está el ingreso de casi mil millones que debería estar haciendo Chevron como parte del acuerdo de inversión en Vaca Muerta.
Están los desembolsos del BID y el Banco Mundial para obras de infraestructura (los anuncios se superponen, pero no hay ingresos adicionales: los 3 mil millones en 3 años que prometió el BM a partir del arreglo en el CIADI con Azurix, Blue Ridge, Gramercy y no sé quiénes más,son los mismos que se anuncian ahora, solamente que se empieza a definir técnicamente a qué se van a aplicar los desembolsos comprometidos por causas financieras).
Está la letra que suscribirán las cerealeras, como resultado de la toma de crédito externo, para ver si con esa letra convencen a los productores de que vendan algo más de lo que tienen provisoriamente acopiado (ojo, porque después, cuando la exportación se produzca en los hechos, las cerealeras no van a liquidar esos dólares, que serán aplicados al pago de los créditos externos, o sea, es un adelanto de dólares de exportaciones futuras; la finalidad es modificar los inventarios de los establecimientos agrícolas).
Están las inversiones chinas y rusas que fueron a buscar Kicillof y De Vido.
Y están las gestiones de Lorenzino por normalizar las deudas con el Club de Paris y cerrar lo de los holdouts, colocando como parte del arreglo un bono extra que comporte un ingreso de divisas extra (un nuevo crédito, una ampliación del crédito), tal como sucede con el acuerdo en el CIADI con las empresas mencionadas, que debe estar a punto de efectivizarse.
Digamos, todos estos puntos (y por ahí algún otro que se me escapa) significan la reversión de un proceso de largo alcance que significó en materia financiera para el país el kirchnerismo.
Abrimos la cuenta financiera de la balanza de pagos.
Esto se explica así: la causa fundamental de que a la Argentina de golpe le empezaran a faltar dólares es que llegó a su techo un proceso definido.
Ese proceso constaba de los siguientes puntos: excedentes generados por la economía real, aplicados a saldar deuda externa tanto del sector público como del privado, sin que se produjeran nuevos flujos de ingreso de divisas financieras, que significaran nuevas deudas.
Es decir, hubo un proceso de desendeudamiento externo fabuloso durante todos estos años. Generábamos dólares vendiendo mercaderías en la economía real, y los usábamos para cancelar obligaciones financieras externas. de algún modo, formación externa de activos, o reducción de pasivos.
Ese proceso se revierte hoy. Y toda la intención del equipo económico radica en estabilizar el nivel de reservas, propiciando un nuevo esquema de endeudamiento externo, tanto público como privado. La bajísima exposición de la Argentina hoy, a los vaivenes de las finanzas internacionales, creen (en economía) que le dan margen como para abrir esa compuerta. E incrementar los pasivos externos.
es un poco disonante para los standares de coherencia científica, que este proceso se desarrolle en paralelo a la tendencia ascendente del tipo de cambio. Se cree habitualemnte que un tipo de cambio bajo es más propicio para el endeudamiento externo, y un tipo de cambio alto es más propicio para el desarrollo de la economía real en detrimento del segmento financiero. Pero bueno, así se dieron las cosas (y no está del todo mal, es una heterodoxia anticíclica esa también).
Es lo que hay.
En este sentido, en consonancia con matrices de análisis de la realidad en boga, Clarín encarnaría una suerte de resistencia al giro a la derecha (o giro ortodoxo) que querría dar el gobierno. Estamos un poco confundidos a decir verdad, con esto de los giros. Nos cuesta identificar la izquierda y la derecha.
Hay un dato que sí es significativo: los directores estatales en Telecom, que hasta hace poco formaban parte de una estructura que manejaba Kicillof (no sé cómo habrá quedado el tema después de los cambios) decidieron avalar con su voto la distribución de dividendos de la empresa entre accionistas. Lo cual supone un aval a la remisión de utilidades al exterior.
Además, parece que ya es un hecho la flexibilización de la venta de dólares a turistas (con recargo del 35%), cosa que era cantada que iba a ocurrir, de acuerdo a cómo se venían planteando las cosas.
Lo curioso, para mí, es que este anuncio no modificó en nada la dinámica del mercado cambiario. Los demandantes de dólares en el mercado ilegal no se retrajeron, lo cual lleva a pensar que no hay movimientos asociados a este segmento tan importantes como lo que se creía. Finalmente, sería verso lo de los turistas y los pequeños ahorristas. El blue lo manejan los bancos y las grandes empresas.
Las brechas cambiarias, más allá de que se mantiene un ritmo elevado de devaluación, tienden a estabilizarse. Hasta que no se produzca un ingreso importante de divisas que le de al Banco central el margen como para intervenir agresivamente sin quedar vacío de reservas, suponemos que esto no va a cambiar demasiado. Pero en las condiciones actuales mantener las tres cotizaciones a tiro (primero que se consolide el hecho de que son sólo tres, después que las brechas entre una y otra se mantengan estables) es un éxito relativo que le debe resultar auspicioso a Capitanich.
Y justamente en torno de la posibiliad de ingresar divisas en fuertes cantidades, las promesas y los fuegos de artificio son variados. Hay cien pájaros volando, por ahora no agarramos ni uno.
Está el ingreso de casi mil millones que debería estar haciendo Chevron como parte del acuerdo de inversión en Vaca Muerta.
Están los desembolsos del BID y el Banco Mundial para obras de infraestructura (los anuncios se superponen, pero no hay ingresos adicionales: los 3 mil millones en 3 años que prometió el BM a partir del arreglo en el CIADI con Azurix, Blue Ridge, Gramercy y no sé quiénes más,son los mismos que se anuncian ahora, solamente que se empieza a definir técnicamente a qué se van a aplicar los desembolsos comprometidos por causas financieras).
Está la letra que suscribirán las cerealeras, como resultado de la toma de crédito externo, para ver si con esa letra convencen a los productores de que vendan algo más de lo que tienen provisoriamente acopiado (ojo, porque después, cuando la exportación se produzca en los hechos, las cerealeras no van a liquidar esos dólares, que serán aplicados al pago de los créditos externos, o sea, es un adelanto de dólares de exportaciones futuras; la finalidad es modificar los inventarios de los establecimientos agrícolas).
Están las inversiones chinas y rusas que fueron a buscar Kicillof y De Vido.
Y están las gestiones de Lorenzino por normalizar las deudas con el Club de Paris y cerrar lo de los holdouts, colocando como parte del arreglo un bono extra que comporte un ingreso de divisas extra (un nuevo crédito, una ampliación del crédito), tal como sucede con el acuerdo en el CIADI con las empresas mencionadas, que debe estar a punto de efectivizarse.
Digamos, todos estos puntos (y por ahí algún otro que se me escapa) significan la reversión de un proceso de largo alcance que significó en materia financiera para el país el kirchnerismo.
Abrimos la cuenta financiera de la balanza de pagos.
Esto se explica así: la causa fundamental de que a la Argentina de golpe le empezaran a faltar dólares es que llegó a su techo un proceso definido.
Ese proceso constaba de los siguientes puntos: excedentes generados por la economía real, aplicados a saldar deuda externa tanto del sector público como del privado, sin que se produjeran nuevos flujos de ingreso de divisas financieras, que significaran nuevas deudas.
Es decir, hubo un proceso de desendeudamiento externo fabuloso durante todos estos años. Generábamos dólares vendiendo mercaderías en la economía real, y los usábamos para cancelar obligaciones financieras externas. de algún modo, formación externa de activos, o reducción de pasivos.
Ese proceso se revierte hoy. Y toda la intención del equipo económico radica en estabilizar el nivel de reservas, propiciando un nuevo esquema de endeudamiento externo, tanto público como privado. La bajísima exposición de la Argentina hoy, a los vaivenes de las finanzas internacionales, creen (en economía) que le dan margen como para abrir esa compuerta. E incrementar los pasivos externos.
es un poco disonante para los standares de coherencia científica, que este proceso se desarrolle en paralelo a la tendencia ascendente del tipo de cambio. Se cree habitualemnte que un tipo de cambio bajo es más propicio para el endeudamiento externo, y un tipo de cambio alto es más propicio para el desarrollo de la economía real en detrimento del segmento financiero. Pero bueno, así se dieron las cosas (y no está del todo mal, es una heterodoxia anticíclica esa también).
Es lo que hay.
lunes, 9 de diciembre de 2013
De la pobreza escandalosa a la rebelión policial: derrotero discursivo del conflicto social
La "tensión social" que explota bajo la forma de los saqueos, va tomando un derrotero discursivo (el campo en que los hechos se legitiman, y superan la dimensión individual o grupal para adquirir dimensión social, y convertirse entre otras cosas, en hechos políticos) que lo emparenta, lo pone en un mismo campo semántico, con las rebeliones policiales que los posibilitan.
Si no hay acuartelamiento no hay saqueos. De ahí, surgen las problemáticas en que se inscriben los saqueos y las "soluciones" como ideales a alcanzar para conjugarlos: la situación laboralmente precaria de las policías, la posibilidad de sindicalizarlas. Desde la visión de la teoría de estado, el punto pasa por la autonomización de facto de las fuerzas de seguridad en general, su falta de control por parte del poder político y las formas en que sería más beneficioso reestablecer los lazos de autoridad para reencauzar la dinámica de funcionamiento de las fuerzas de seguridad en los canales en que el estado puede transformarse a través de sus instituciones en el nexo entre la profesionalización de los cuerpos y la sociedad civil.
Este corrimiento del eje, esta aparición en el centro de la escena de estos problemas se hace (como siempre ocurre en cualquier caso) en detrimento de otros. Los estallidos sociales quedan desarticulados en tanto no encuentran forma de articularse en el discurso. La desigualdad en el acceso a lo material, la escandalosa riqueza como antagonismo de la escandalosa pobreza que pone a la navidad y los supermercados como el espacio-tiempo óptimo para que las tensiones acumuladas sobre estos dos tópicos se salden o comiencen a hacerlo, quedan relegados. El problema es cómo la sociedad en su conjunto dota de recursos a las fuerzas de seguridad. Y eso discutimos. Mientras tanto, nos resignamos a que siempre haya pobres entre nosotros, como nos recordó Carlos Menem una vez, citando (mal) a la Biblia.
No es cuestión de pedirle al poder político que sea la vanguardia revolucionaria (cosa que solo se le puede ocurrir a afiebrados como Luis Zamora, sobre quien me gustaría explayarme en otro momento). Es, en épocas convulsionadas, agitadas, más vale, un contrapeso conservador. Su mayor acercamiento en el eje ideológico a las posturas "de izquierda" se mide, en un sentido, por la forma en que responde a los problemas que se le plantean. A las "soluciones" que propone.
En este caso, la salida hacia la dignificación del trabajo de los agentes de seguridad, así como la posibilidad de avanzar contra el entramado de negocios de financiación ilegal de las fuerzas, que libera de algún modo al estado de asumir el costo fiscal de mantener fuerzas de seguridad dependientes y obedientes al poder político, sería una salida hacia la izquierda de este problema específico.
Digamos además, que una vez planteado discursivamente esto que se dijo, el efecto "contagio" no hace otra cosa que reproducir y hasta parodiar esta cuestión. Por eso solemos ver en estos días cómo policías difunden entre vecinos y comerciantes versiones falsas sobre saqueos, por ejemplo. Los policías que no formaron parte del núcleo de conflicto, se dejaron comer por el personaje del relato, y potencian las acciones por las cuales se los culpará a ellos de desatar los conflictos (que tenían seguramente condiciones de posibilidad preexistentes). Ser el detonante de una crisis social puede ser en parte azaroso, aunque requiere de cierta ingenua estupidez. O de intencionalidad política.
Así, en este marco, se desarrollan dos flujos de acciones. Por un lado, se potencian los saqueos "organizados"; por otro, se neutralizan los saqueos "espontáneos". La necesidad material, sus portadores, sus víctimas, quedan neutralizados. El saqueo es cosa de organización delictiva. En el relato. Y del relato al hecho.
Hoy estamos a un paso de que el único problema visualizable sea la rebelión policial. Y que los saqueos no sean otra cosa que un avatar de dicho conflicto. Hay que pagarle bien a la policía para que no haya saqueos.
La desigualdad en el acceso a lo material puede seguir existiendo impunemente.
Por el lado del gobierno, reitero, su forma de plantarse ante el problema policial podría llegar a ser "de izquierda" (existe la posibilidad): profesionalización de las fuerzas, dignificación laboral, avance sobre los negocios de financiación ilegal, desautonomización.
Pero la invisibilización oportuna del problema de la desigualdad social como factor irradiador de tensiones es una pose claramente identificable como "de derecha".
El hecho de que emerjan determinados interlocutores (en este caso las policías), que consiguen imponerse a otros alternativos, y fuerzan la dialéctica con el poder político hacia temas de interés ajenos a las posturas de izquierda, está dando a entender que los contrapesos sociales tienden a volcarse hacia la derecha. Los dirigentes y voceros de la izquierda, entonces, deberán hacer la autocrítica (que nunca hicieron) de por qué siguen sin poder alcanzar niveles de representatividad que los quiten del cómodo pero intrascendente lugar de la testimonialidad.
Porque el gobierno usará a las policías (esta vez) como chivo expiatorio. Pero eso no quita que la izquierda no deje nunca de usar a los gobiernos con el mismo fin.
Si no hay acuartelamiento no hay saqueos. De ahí, surgen las problemáticas en que se inscriben los saqueos y las "soluciones" como ideales a alcanzar para conjugarlos: la situación laboralmente precaria de las policías, la posibilidad de sindicalizarlas. Desde la visión de la teoría de estado, el punto pasa por la autonomización de facto de las fuerzas de seguridad en general, su falta de control por parte del poder político y las formas en que sería más beneficioso reestablecer los lazos de autoridad para reencauzar la dinámica de funcionamiento de las fuerzas de seguridad en los canales en que el estado puede transformarse a través de sus instituciones en el nexo entre la profesionalización de los cuerpos y la sociedad civil.
Este corrimiento del eje, esta aparición en el centro de la escena de estos problemas se hace (como siempre ocurre en cualquier caso) en detrimento de otros. Los estallidos sociales quedan desarticulados en tanto no encuentran forma de articularse en el discurso. La desigualdad en el acceso a lo material, la escandalosa riqueza como antagonismo de la escandalosa pobreza que pone a la navidad y los supermercados como el espacio-tiempo óptimo para que las tensiones acumuladas sobre estos dos tópicos se salden o comiencen a hacerlo, quedan relegados. El problema es cómo la sociedad en su conjunto dota de recursos a las fuerzas de seguridad. Y eso discutimos. Mientras tanto, nos resignamos a que siempre haya pobres entre nosotros, como nos recordó Carlos Menem una vez, citando (mal) a la Biblia.
No es cuestión de pedirle al poder político que sea la vanguardia revolucionaria (cosa que solo se le puede ocurrir a afiebrados como Luis Zamora, sobre quien me gustaría explayarme en otro momento). Es, en épocas convulsionadas, agitadas, más vale, un contrapeso conservador. Su mayor acercamiento en el eje ideológico a las posturas "de izquierda" se mide, en un sentido, por la forma en que responde a los problemas que se le plantean. A las "soluciones" que propone.
En este caso, la salida hacia la dignificación del trabajo de los agentes de seguridad, así como la posibilidad de avanzar contra el entramado de negocios de financiación ilegal de las fuerzas, que libera de algún modo al estado de asumir el costo fiscal de mantener fuerzas de seguridad dependientes y obedientes al poder político, sería una salida hacia la izquierda de este problema específico.
Digamos además, que una vez planteado discursivamente esto que se dijo, el efecto "contagio" no hace otra cosa que reproducir y hasta parodiar esta cuestión. Por eso solemos ver en estos días cómo policías difunden entre vecinos y comerciantes versiones falsas sobre saqueos, por ejemplo. Los policías que no formaron parte del núcleo de conflicto, se dejaron comer por el personaje del relato, y potencian las acciones por las cuales se los culpará a ellos de desatar los conflictos (que tenían seguramente condiciones de posibilidad preexistentes). Ser el detonante de una crisis social puede ser en parte azaroso, aunque requiere de cierta ingenua estupidez. O de intencionalidad política.
Así, en este marco, se desarrollan dos flujos de acciones. Por un lado, se potencian los saqueos "organizados"; por otro, se neutralizan los saqueos "espontáneos". La necesidad material, sus portadores, sus víctimas, quedan neutralizados. El saqueo es cosa de organización delictiva. En el relato. Y del relato al hecho.
Hoy estamos a un paso de que el único problema visualizable sea la rebelión policial. Y que los saqueos no sean otra cosa que un avatar de dicho conflicto. Hay que pagarle bien a la policía para que no haya saqueos.
La desigualdad en el acceso a lo material puede seguir existiendo impunemente.
Por el lado del gobierno, reitero, su forma de plantarse ante el problema policial podría llegar a ser "de izquierda" (existe la posibilidad): profesionalización de las fuerzas, dignificación laboral, avance sobre los negocios de financiación ilegal, desautonomización.
Pero la invisibilización oportuna del problema de la desigualdad social como factor irradiador de tensiones es una pose claramente identificable como "de derecha".
El hecho de que emerjan determinados interlocutores (en este caso las policías), que consiguen imponerse a otros alternativos, y fuerzan la dialéctica con el poder político hacia temas de interés ajenos a las posturas de izquierda, está dando a entender que los contrapesos sociales tienden a volcarse hacia la derecha. Los dirigentes y voceros de la izquierda, entonces, deberán hacer la autocrítica (que nunca hicieron) de por qué siguen sin poder alcanzar niveles de representatividad que los quiten del cómodo pero intrascendente lugar de la testimonialidad.
Porque el gobierno usará a las policías (esta vez) como chivo expiatorio. Pero eso no quita que la izquierda no deje nunca de usar a los gobiernos con el mismo fin.
viernes, 6 de diciembre de 2013
Cómo sigue la cosa?
Seguimos comentando las novedades económicas, al ritmo vertiginoso que nos impone la aceleración de la devaluación nominal. Hoy, 6,25 por dólar.
Lo cual hace que el dólar para turismo y tarjeta en el exterior esté a un poco más de 8,40. Similar al contado con liquidación. O sea, lo dicho, se consolida la existencia de un nuevo tipo de cambio turístico-financiero diferenciado.
Respecto del turismo, un par de novedades: primero, tal como anticipamos en este blog (?) se eliminan ciertas discrecionalidades para la venta de moneda extranjera con fines turísticos. O sea, la AFIP va a seguir pidiendo los mismos requisitos, pero el Central va a ser más generoso a la hora de poner divisas a disponibilidad de las casas de cambio, lo cual puede terminar en dos cosas. Por un lado, que se de un aumento en la salida de divisas por esta vía. Por el otro, una absorción importante de demanda de dólares en el mercado paralelo. Confirmado, la cotización del blue ya empezó a bajar, con el simple anuncio. Qué mercado más manijeado, mamita.
La otra, auspiciosa. En noviembre se revirtió la tendencia y por primera vez en varios meses crecieron los gastos de turistas extranjeros en el país, en comparación interanual. Para ir achicando el déficit habría que buscarle la vuelta para pagarles a los turistas un dólar más parecido al "tarjeta", pero antes sería conveniente poder pinchar definitivamente el blue (el cambio de turistas extranjeros surte bastante la oferta de este mercado). No sé si la hay.
Un supuesto, vertido por el empleado del sector bancario que escribe para Ámbito financiero, Olivera Doll. Fábrega estaría convalidando la suba de tasas de interés (los plazos fijos, dicen, ya se ofrecen con 20%) lo cual junto con la demanda de dólares (en el oficial y en el paralelo) le absorbe liquidez al sistema bancario, que se queja de que también pierde volumen en sus cuentas a la vista. Pero a pesar de esto, en un ataque tremendo a la rentabilidad el sector bancario, Fábrega le subiría la apuesta al plan Marcó del Pont, con la intención de ampliar las líneas de créditos productivos con bajas tasas de interés a un volumen de 55.000 millones de pesos (hoy anda en 40 mil millones). Esto encarecería seguramente la fuente de fuertes ganancias de los bancos, es decir, los préstamos al consumo de corto plazo y la financiación de saldos de tarjeta de crédito. Un ajuste ortodoxo contra el consumo de los sectores medios y altos, pero tratando de compensar para que no se afecte el empleo, buscando una nueva tasa de interés de equilibrio. Absorberle liquidez al sistema es también intentar restarle demanda al blue. Esto no está del todo mal. Es una especie de ajuste monetario, pero direccionado, administrado, y con intenciones progresivas en materia distributiva (esto va especialmente dirigido a nuestro buen comentarista Esteban, que ayer mencionaba algo relacionado con este asunto). Nuestro héroe nacional y popular, resulta ser el presidente del Banco Central. El kirchnerismo va a quedar en la historia sin lugar a dudas, para bien y para mal.
La última cuestión novedosa (también hipotética) es la Letra en pesos, endosable una sola vez, atada a la evolución del tipo de cambio oficial (exportador-importador) que podrán suscribir las cerealeras, y usar como medio de pago a los productores. Esto serviría para incentivar la liquidación actual de los saldos de cosecha (modificar los inventarios, diríamos, liquidando stocks guardados en silobolsas) anulando el riesgo a no aprovechar una devaluación. Esperan sumar 2000 millones de dólares, aportados por las cerealeras por prefinanciación en el extranjero (dólares que adelantan de algún modo de la liquidación futura, aunque como aspecto positivo liberarían un poco de crédito en pesos del mercado interno para que la suba de tasas de la que hablábamos antes no tenga un impacto tan restrictivo).
Esto implica, también, dos cosas. Por un lado, el Central reconoce que va a seguir modificando el tipo de cambio al alza si es necesario, pero de manera gradual (al Central tampoco le convendría una devaluación brusca, si tiene que pagar estas Letras)
Por el otro, todo el síntoma de que estamos ante el intento de armar una nueva tablita de previsibilidad cambiaria, ante la cual los equilibrios dependen de hilitos muy finos.
Por lo pronto, también se confirmaría que hay previsión de ingreso extraordinario de divisas, y no es todo "lleguemos a abril como sea".
Lo cual hace que el dólar para turismo y tarjeta en el exterior esté a un poco más de 8,40. Similar al contado con liquidación. O sea, lo dicho, se consolida la existencia de un nuevo tipo de cambio turístico-financiero diferenciado.
Respecto del turismo, un par de novedades: primero, tal como anticipamos en este blog (?) se eliminan ciertas discrecionalidades para la venta de moneda extranjera con fines turísticos. O sea, la AFIP va a seguir pidiendo los mismos requisitos, pero el Central va a ser más generoso a la hora de poner divisas a disponibilidad de las casas de cambio, lo cual puede terminar en dos cosas. Por un lado, que se de un aumento en la salida de divisas por esta vía. Por el otro, una absorción importante de demanda de dólares en el mercado paralelo. Confirmado, la cotización del blue ya empezó a bajar, con el simple anuncio. Qué mercado más manijeado, mamita.
La otra, auspiciosa. En noviembre se revirtió la tendencia y por primera vez en varios meses crecieron los gastos de turistas extranjeros en el país, en comparación interanual. Para ir achicando el déficit habría que buscarle la vuelta para pagarles a los turistas un dólar más parecido al "tarjeta", pero antes sería conveniente poder pinchar definitivamente el blue (el cambio de turistas extranjeros surte bastante la oferta de este mercado). No sé si la hay.
Un supuesto, vertido por el empleado del sector bancario que escribe para Ámbito financiero, Olivera Doll. Fábrega estaría convalidando la suba de tasas de interés (los plazos fijos, dicen, ya se ofrecen con 20%) lo cual junto con la demanda de dólares (en el oficial y en el paralelo) le absorbe liquidez al sistema bancario, que se queja de que también pierde volumen en sus cuentas a la vista. Pero a pesar de esto, en un ataque tremendo a la rentabilidad el sector bancario, Fábrega le subiría la apuesta al plan Marcó del Pont, con la intención de ampliar las líneas de créditos productivos con bajas tasas de interés a un volumen de 55.000 millones de pesos (hoy anda en 40 mil millones). Esto encarecería seguramente la fuente de fuertes ganancias de los bancos, es decir, los préstamos al consumo de corto plazo y la financiación de saldos de tarjeta de crédito. Un ajuste ortodoxo contra el consumo de los sectores medios y altos, pero tratando de compensar para que no se afecte el empleo, buscando una nueva tasa de interés de equilibrio. Absorberle liquidez al sistema es también intentar restarle demanda al blue. Esto no está del todo mal. Es una especie de ajuste monetario, pero direccionado, administrado, y con intenciones progresivas en materia distributiva (esto va especialmente dirigido a nuestro buen comentarista Esteban, que ayer mencionaba algo relacionado con este asunto). Nuestro héroe nacional y popular, resulta ser el presidente del Banco Central. El kirchnerismo va a quedar en la historia sin lugar a dudas, para bien y para mal.
La última cuestión novedosa (también hipotética) es la Letra en pesos, endosable una sola vez, atada a la evolución del tipo de cambio oficial (exportador-importador) que podrán suscribir las cerealeras, y usar como medio de pago a los productores. Esto serviría para incentivar la liquidación actual de los saldos de cosecha (modificar los inventarios, diríamos, liquidando stocks guardados en silobolsas) anulando el riesgo a no aprovechar una devaluación. Esperan sumar 2000 millones de dólares, aportados por las cerealeras por prefinanciación en el extranjero (dólares que adelantan de algún modo de la liquidación futura, aunque como aspecto positivo liberarían un poco de crédito en pesos del mercado interno para que la suba de tasas de la que hablábamos antes no tenga un impacto tan restrictivo).
Esto implica, también, dos cosas. Por un lado, el Central reconoce que va a seguir modificando el tipo de cambio al alza si es necesario, pero de manera gradual (al Central tampoco le convendría una devaluación brusca, si tiene que pagar estas Letras)
Por el otro, todo el síntoma de que estamos ante el intento de armar una nueva tablita de previsibilidad cambiaria, ante la cual los equilibrios dependen de hilitos muy finos.
Por lo pronto, también se confirmaría que hay previsión de ingreso extraordinario de divisas, y no es todo "lleguemos a abril como sea".
jueves, 5 de diciembre de 2013
Dólar y precios
La idea de las nuevas autoridades económicas es más o menos clara.
Por un lado, el Central sigue vendiendo dólares (y perdiendo reservas) a precio administrado en el mercado oficial. Un mercado que abarca al tramo exportación-importación, y pocas operaciones marginales más. De todas maneras, la cantidad de reservas que el Central pierde es acorde al volumen del subsidio cruzado que intenta darles a los que están en condiciones de demandar dólares oficiales, o sea los importadores, en detrimento de los que liquidan obligatoriamente dólares, es decir los exportadores, con la idea de no perjudicar más el poder adquisitivo de los que cobran ingresos en pesos haciendo más fuerte la devaluación.
En ese sentido, el ritmo de la devaluación se acelera rápidamente. El dólar oficial ya está en 6,20. Es eso lo que le cuesta a cada importador adquirir cada dólar aplicado a la compra de bienes de capital, insumos o bienes de consumo importados. Todavía es barato, sugiere el comportamiento de "los mercados".
Permitir una devaluación mayor, sin embargo, es permitir que por la vía de todos los elementos importados que componen el circuito productivo en Argentina se haga un traspaso a precios que acelere la inflación y con ella la caída del poder de compra de los salarios.
Me permito disentir parcialmente con esta apreciación. Porque creo que una buena parte del traspaso ya sucedió, a los valores del blue. Parte de los costos de la devaluación ya fueron decididos con la suba del blue. Sin embargo, no es despreciable el efecto que tendría en precios los variados incrementos que no fueron descontados con la suba del blue: precios de energía importada, por ejemplo.
Digamos, entonces que por esta vía no es tan dramático acelerar la devaluación como se lo pinta, pero tampoco tan inocuo.
Después está el otro aspecto, el de la exportación. Principalmente el efecto en las materias primas para alimentos. La suba de la cotización del dólar, hace subir directamente el valor en pesos de los commodities. El traspaso a alimentos es infrenable en este ítem.
De manera tal que la devaluación administrada (y por mejor administrada que sea, que no sabemos si es el caso) tiene efectos desagradables (parcialmente en diferido) para el bolsillo de los que cobramos ingresos fijos en pesos.
Por el otro lado, el gobierno unificó un nuevo tipo de cambio sin oficializar el desdoblamiento. Con la suba al 35% del recargo de AFIP para compras con tarjeta en el exterior o adelantos o compra de dólares para turismo, se conformó un tipo de cambio turístico de 8,35 aproximadamente. Quedan afuera todavia los dólares que ingresan por turismo, que siguen surtiendo al mercado del blue.
Y a eso se suman un par de operaciones con bonos que tienden a bajar el "contado con liquidación". La ANSeS tiene en su poder una muy buena cantidad de bonos del estado nominados en dólares que cotizan también en Nueva York. ANSeS maneja la oferta de estos bonos, o sea que puede influir directamente con su accionar sobre el precio de los mismos.
Entonces, una empresa que los compra acá en pesos, a 8,40 por dólar, los transfiere a Nueva York y los cambia por dólares allá. Estas operaciones son las que llevan a cabo las empresas para remitir utilidades al exterior, cosa que no pueden hacer por la vía del Mercado Único Libre de Cambios (el oficial, reservado a exportadores-importadores).
Por la forma en que expresamente el Gobierno decidió tratar de alinear las cotizaciones de los bonos en dólares y la cotización del "dólar tarjeta", podemos suponer que lo que se intentó hacer es virtualmente crear un tipo de cambio diferenciado para turismo y operaciones financieras, que hoy rondaría la cotización de 8,40.
Y a esto se suman las intenciones muy efectivas durante unos días, pero que parece que dejaron de serlo en estos últimos, de ahogar el mercado del dólar blue por el lado de la demanda. Es decir, dando opciones más baratas de adquirir dólares a aquellos que los puedan demandar en mayor medida.
Hoy por hoy, la brecha entre el blue y este nuevo dólar turístico financiero que opera de hecho no es tan amplia y me imagino que la idea de las autoridades es eliminarla de a poco, ahogando, repito, las operaciones en el mercado paralelo.
Quiero creer que habrá comprometido un ingreso de divisas importante que apuntale las reservas, antes del ingreso de dólares de la cosecha, para abril.
Pero...puede fallar, y en ese caso la pérdida de reservas puede ponerse peligrosa.
En fin, más allá de la efectividad que puedan tener todas estas cuestiones, es innegable que estas medidas, sumadas a los diagramas de política fiscal más austera y de tácticas de absorción por parte del Banco Central de los pesos emitidos en este mes a través de la suba de tasas de interés (covalidando subas en las tasas que les paga a los bancos para que esterilicen pesos comprando NOBAC y LEBAC) son medidas de carácter ortodoxo.
Y uno las puede entender. Algunas de esas pueden corregir alguna inequidad distributiva, como son hoy los subsidios a los servicios públicos en Capital y GBA.
Pero si no hay algún mecanismo de compensación para los sectores de menores ingresos, como puede ser una duplicación del monto de las asignaciones, más un medio aguinaldo extra para jubilados, la verdad es que la cosa se pone muy difícil de justificar hasta para los que tenemos las mejores de las intenciones, y la paciencia más extendida.
Por un lado, el Central sigue vendiendo dólares (y perdiendo reservas) a precio administrado en el mercado oficial. Un mercado que abarca al tramo exportación-importación, y pocas operaciones marginales más. De todas maneras, la cantidad de reservas que el Central pierde es acorde al volumen del subsidio cruzado que intenta darles a los que están en condiciones de demandar dólares oficiales, o sea los importadores, en detrimento de los que liquidan obligatoriamente dólares, es decir los exportadores, con la idea de no perjudicar más el poder adquisitivo de los que cobran ingresos en pesos haciendo más fuerte la devaluación.
En ese sentido, el ritmo de la devaluación se acelera rápidamente. El dólar oficial ya está en 6,20. Es eso lo que le cuesta a cada importador adquirir cada dólar aplicado a la compra de bienes de capital, insumos o bienes de consumo importados. Todavía es barato, sugiere el comportamiento de "los mercados".
Permitir una devaluación mayor, sin embargo, es permitir que por la vía de todos los elementos importados que componen el circuito productivo en Argentina se haga un traspaso a precios que acelere la inflación y con ella la caída del poder de compra de los salarios.
Me permito disentir parcialmente con esta apreciación. Porque creo que una buena parte del traspaso ya sucedió, a los valores del blue. Parte de los costos de la devaluación ya fueron decididos con la suba del blue. Sin embargo, no es despreciable el efecto que tendría en precios los variados incrementos que no fueron descontados con la suba del blue: precios de energía importada, por ejemplo.
Digamos, entonces que por esta vía no es tan dramático acelerar la devaluación como se lo pinta, pero tampoco tan inocuo.
Después está el otro aspecto, el de la exportación. Principalmente el efecto en las materias primas para alimentos. La suba de la cotización del dólar, hace subir directamente el valor en pesos de los commodities. El traspaso a alimentos es infrenable en este ítem.
De manera tal que la devaluación administrada (y por mejor administrada que sea, que no sabemos si es el caso) tiene efectos desagradables (parcialmente en diferido) para el bolsillo de los que cobramos ingresos fijos en pesos.
Por el otro lado, el gobierno unificó un nuevo tipo de cambio sin oficializar el desdoblamiento. Con la suba al 35% del recargo de AFIP para compras con tarjeta en el exterior o adelantos o compra de dólares para turismo, se conformó un tipo de cambio turístico de 8,35 aproximadamente. Quedan afuera todavia los dólares que ingresan por turismo, que siguen surtiendo al mercado del blue.
Y a eso se suman un par de operaciones con bonos que tienden a bajar el "contado con liquidación". La ANSeS tiene en su poder una muy buena cantidad de bonos del estado nominados en dólares que cotizan también en Nueva York. ANSeS maneja la oferta de estos bonos, o sea que puede influir directamente con su accionar sobre el precio de los mismos.
Entonces, una empresa que los compra acá en pesos, a 8,40 por dólar, los transfiere a Nueva York y los cambia por dólares allá. Estas operaciones son las que llevan a cabo las empresas para remitir utilidades al exterior, cosa que no pueden hacer por la vía del Mercado Único Libre de Cambios (el oficial, reservado a exportadores-importadores).
Por la forma en que expresamente el Gobierno decidió tratar de alinear las cotizaciones de los bonos en dólares y la cotización del "dólar tarjeta", podemos suponer que lo que se intentó hacer es virtualmente crear un tipo de cambio diferenciado para turismo y operaciones financieras, que hoy rondaría la cotización de 8,40.
Y a esto se suman las intenciones muy efectivas durante unos días, pero que parece que dejaron de serlo en estos últimos, de ahogar el mercado del dólar blue por el lado de la demanda. Es decir, dando opciones más baratas de adquirir dólares a aquellos que los puedan demandar en mayor medida.
Hoy por hoy, la brecha entre el blue y este nuevo dólar turístico financiero que opera de hecho no es tan amplia y me imagino que la idea de las autoridades es eliminarla de a poco, ahogando, repito, las operaciones en el mercado paralelo.
Quiero creer que habrá comprometido un ingreso de divisas importante que apuntale las reservas, antes del ingreso de dólares de la cosecha, para abril.
Pero...puede fallar, y en ese caso la pérdida de reservas puede ponerse peligrosa.
En fin, más allá de la efectividad que puedan tener todas estas cuestiones, es innegable que estas medidas, sumadas a los diagramas de política fiscal más austera y de tácticas de absorción por parte del Banco Central de los pesos emitidos en este mes a través de la suba de tasas de interés (covalidando subas en las tasas que les paga a los bancos para que esterilicen pesos comprando NOBAC y LEBAC) son medidas de carácter ortodoxo.
Y uno las puede entender. Algunas de esas pueden corregir alguna inequidad distributiva, como son hoy los subsidios a los servicios públicos en Capital y GBA.
Pero si no hay algún mecanismo de compensación para los sectores de menores ingresos, como puede ser una duplicación del monto de las asignaciones, más un medio aguinaldo extra para jubilados, la verdad es que la cosa se pone muy difícil de justificar hasta para los que tenemos las mejores de las intenciones, y la paciencia más extendida.
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