La economía argentina hoy enfrenta varias encrucijadas en distintos frentes.
Hay un tema central, omnipresente, tal vez el más importante. Pero relegado en tanto no tiene la misma relevancia en el ámbito de lo cotidiano.
Me refiero a la cuestión de la deuda. Argentina está por ofertar ante la corte de apelaciones neoyorquina un plan de pago a los "buitres", tal como la misma corte había pedido. De la aceptación judicial de esa oferta depende la normalización definitiva de la deuda argentina, o que los litigios y por ende las volatilidades de las cotizaciones de los bonos se extiendan, con riesgo de generar nuevas crisis de deuda en el plazo mediano, y dejando cerrada la vía financiera de ingresos de divisas al país, cosa que no es ni del todo mala ni del todo buena. Como todo en economía.
Ahora bien, la mora en la resolución de este asunto tiene incumbencia directa sobre las decisiones cambiarias.
Acá ya hicimos mención a las ideas sobre cómo resolver el tema: desdoblar el tipo de cambio, acelerar la devaluación del tipo comercial, y aprovechar las liquidaciones de temporada de los exportadores (se amplió el cupo de exportación maíz para hacer entrar unos 1000 millones de dólares más) para inundar la plaza financiera, aún a riesgo de perder algunas reservas en el corto plazo, hasta alcanzar una convergencia de los dos tipos de cambio en torno de los 6,50 en un año. Con políticas ortodoxas en materia monetaria y fiscal (moderadas) se puede recuperar los equilibrios macroeconómicos del año 2008, que caracterizaron el "éxito" del "modelo".
Por disonante que suene para algunos partidarios del gobierno, hacia esa vía se dirigen los más "heterodoxos" de los funcionarios del área económica. Que hacen lo que tienen que hacer: aceptar la derrota.
Marcó del Pont empezó a pasar la aspiradora. Avalando una suba de tasas y moderando en febrero y marzo la expansión de la base monetaria. Con eso se espera que la menor oferta de pesos modere la demanda de dólares. Los pesos que se amontonan hacia algún lado tienen que escapar. Y la suba de tasas puede ser una buena vía de escape, una esterilización. Para reconducir los excedentes hacia ahorro interno. Los cambios en el mercado de capitales deberían colaborar en este aspecto, pero las soluciones que aportan son de más largo plazo y la reforma por ahora luce incipiente, aunque con dirección clara.
Por el otro lado, se comenta que Kicillof trabaja en la corrección de las tarifas, con vistas a alivianar el peso de los subsidios a las cuentas fiscales para frenar la tendencia al crecimiento del déficit, que en los últimos meses del año pasado no fue solo financiero (aceptable), sino ya primario (complejo si la tendencia se hace permanente).
Así, asistiríamos a un momento de definiciones doctrinarias. La heterodoxia, parece, consiste en hacer lo que marca la ortodoxia, pero dos años más tarde.
En otro orden, se siguen desarrollando las intervenciones de Moreno en el marco de la microeconomía. Los acuerdos de precios, los intentos por plantear alternativas de financiación de capital de trabajo y consumo que abaraten costos de comercialización en detrimento de la rentabilidad bancaria, la digitación de las importaciones. Todas medidas que pueden hacer más vivible la "corrección de distorsiones" sobre la que trabajarán Marcó del Pont y Kicillof, hasta tanto los efectos de la misma sean más visibles. Como dijimos alguna vez Moreno cumpliría el rol de organizador de la orgía de la puja distributiva, en momentos en que la economía hace algunos ajustes (y evita otros, lo cual hace diferente a este gobierno de los anteriores).
El máximo aporte que se puede hacer desde la "heterodoxia" económica es tratar de amortiguar el shock, estirar los plazos de la gradualidad.
Para todo esto, sería más colaborativo que por ejemplo los compañeros camioneros depusieran su actitud beligerante.
Aunque hay que reconocerles la valentía de enfrentar con sus planes de lucha a empresas que concentran la mayoría de la capacidad instalada del rubro. Como las cadenas de supermercados. Algunos otros gremios, más progresistas, también hacen su aporte a la conflictividad social y son tal vez más combativos que los camioneros. Pero, claro, sus planes de lucha son mucho más duros cuando se ejercen contra el estado que contra las empresas privadas del sector, que salen casi incólumnes.
jueves, 28 de marzo de 2013
domingo, 17 de marzo de 2013
De aquel "paraíso" para las mineras proclamado por la "izquierda", a este infierno que anuncian los voceros de las corporaciones
En la sección Economía del diario La Nación, que hoy compite fuertemente con Clarín por constituirse en boletín oficial de la monarquía teocrática del Vaticano, se publica esta interesante nota donde se dan detalles de cómo marcha la actividad minera en nuestro país, a la luz de la suspensión unilateral de la brasileña Vale de la explotación de un yacimiento de potasio en Mendoza. La visión que difunde la nota es la de las empresas, en función de su capacidad de obtener rentabilidad "adecuada" para sus proyectos.
Una de las cosas en las que hace reiterativo hincapié el artículo es en la comparación entre la situación argentina y la de países vecinos con potencial minero parejo, como Chile y Perú.
Se habla por ejemplo de una presión tributaria para el sector mucho menor en esos países (mientras aquí rondaría el 34%, en nuestros vecinos andaría por el 18 y el 20). Este elemento es absolutamente discordante respecto de las críticas que suelen proliferar en sentido inverso: que las mineras pagan poco impuesto. A los ojos de las compañías pagan demasiado.
Y apuntan un dato relevante: mientras en Chile y Perú la base imponible son los ingresos netos, en Argentina es la facturación bruta, lo cual, independientemente del nivel de las alícuotas que se apliquen, aumenta muchísimo el nivel de aportes al fisco en relación con las ganancias netas obtenidas.
Otras "dificultades" señaladas también son sintomáticas: por ejemplo, las dificultades de facto que enfrentan las compañías para girar sus utilidades al exterior. Esto es, estimo yo, decisivo para que Vale haya abandonado su proyecto.
La empresa brasileña es eminentemente productora de hierro. Enfrenta un proceso de reducción fuerte de sus ganancias a nivel global a partir de que la merma en el crecimiento de la producción industrial china provoca un menor nivel de demanda de hierro, lo cual hace además bajar el precio del mineral. Ante eso, Vale decide una diversificación productiva que le permita compensar pérdidas. Pero para llevar a cabo con éxito tal plan a escala global, necesita garantizarse la libre disponibilidad de las utilidades. Creo yo que en esta "desconfianza" generada por la tensión entre reinversión interna o remesas al exterior que le pudiera plantear el Gobierno argentino se explica el retiro del proyecto por parte de la compañía, en lo que puede significar algún incumplimiento de contrato que, al igual que al país, no le saldrá gratis.
Otro punto que en la comparación pone a la Argentina en desventaja en relación a sus vecinos para la consecución de inversiones: la mayor permeabilidad de los gobiernos chileno y peruano, para hacer "cumplir la ley" ante posible conflictividad social. Directamente y sin eufemismos: las protestas, sean de grupos ambientalistas contrarios a la explotación minera, sean de trabajadores directa o indirectamente afectados a la actividad, son resueltas con mayor firmeza por parte de los gobiernos de esos países. Los cagan a palos sin pruritos. Y listo. "Cumplen con la ley".
Lo cual de algún modo también conecta con otra preocupación corporativa: el nivel salarial. O sea, para decirlo de manera más presentable: la "competitividad". "Perdemos competitividad por aumento de costos", o "sufrimos la revaluación cambiaria" significan, sin eufemismos, "tenemos que pagar sueldos muy altos".
Y lo más llamativo de todo es que uno de los pilares del esquema minero amigable con los inversores externos ("investement friendly", para decirlo en jerga de suplemento económico) que se implantó en la década del 90 con la reforma constitucional del 94, que fue la provincialización de los recursos mineros, les resulta hoy ruidoso a las compañías que dicen padecer la arbitrariedad de los gobernadores (sólo Gioja es tibiamente elogiado).
En definitiva un esquema que adolece de todos los "defectos" que según Pino Solanas brillan por su ausencia. Siempre compleja, la realidad.
Una de las cosas en las que hace reiterativo hincapié el artículo es en la comparación entre la situación argentina y la de países vecinos con potencial minero parejo, como Chile y Perú.
Se habla por ejemplo de una presión tributaria para el sector mucho menor en esos países (mientras aquí rondaría el 34%, en nuestros vecinos andaría por el 18 y el 20). Este elemento es absolutamente discordante respecto de las críticas que suelen proliferar en sentido inverso: que las mineras pagan poco impuesto. A los ojos de las compañías pagan demasiado.
Y apuntan un dato relevante: mientras en Chile y Perú la base imponible son los ingresos netos, en Argentina es la facturación bruta, lo cual, independientemente del nivel de las alícuotas que se apliquen, aumenta muchísimo el nivel de aportes al fisco en relación con las ganancias netas obtenidas.
Otras "dificultades" señaladas también son sintomáticas: por ejemplo, las dificultades de facto que enfrentan las compañías para girar sus utilidades al exterior. Esto es, estimo yo, decisivo para que Vale haya abandonado su proyecto.
La empresa brasileña es eminentemente productora de hierro. Enfrenta un proceso de reducción fuerte de sus ganancias a nivel global a partir de que la merma en el crecimiento de la producción industrial china provoca un menor nivel de demanda de hierro, lo cual hace además bajar el precio del mineral. Ante eso, Vale decide una diversificación productiva que le permita compensar pérdidas. Pero para llevar a cabo con éxito tal plan a escala global, necesita garantizarse la libre disponibilidad de las utilidades. Creo yo que en esta "desconfianza" generada por la tensión entre reinversión interna o remesas al exterior que le pudiera plantear el Gobierno argentino se explica el retiro del proyecto por parte de la compañía, en lo que puede significar algún incumplimiento de contrato que, al igual que al país, no le saldrá gratis.
Otro punto que en la comparación pone a la Argentina en desventaja en relación a sus vecinos para la consecución de inversiones: la mayor permeabilidad de los gobiernos chileno y peruano, para hacer "cumplir la ley" ante posible conflictividad social. Directamente y sin eufemismos: las protestas, sean de grupos ambientalistas contrarios a la explotación minera, sean de trabajadores directa o indirectamente afectados a la actividad, son resueltas con mayor firmeza por parte de los gobiernos de esos países. Los cagan a palos sin pruritos. Y listo. "Cumplen con la ley".
Lo cual de algún modo también conecta con otra preocupación corporativa: el nivel salarial. O sea, para decirlo de manera más presentable: la "competitividad". "Perdemos competitividad por aumento de costos", o "sufrimos la revaluación cambiaria" significan, sin eufemismos, "tenemos que pagar sueldos muy altos".
Y lo más llamativo de todo es que uno de los pilares del esquema minero amigable con los inversores externos ("investement friendly", para decirlo en jerga de suplemento económico) que se implantó en la década del 90 con la reforma constitucional del 94, que fue la provincialización de los recursos mineros, les resulta hoy ruidoso a las compañías que dicen padecer la arbitrariedad de los gobernadores (sólo Gioja es tibiamente elogiado).
En definitiva un esquema que adolece de todos los "defectos" que según Pino Solanas brillan por su ausencia. Siempre compleja, la realidad.
sábado, 16 de marzo de 2013
Reflexiones vaticanas
Francisco se pagó la habitación del hotel donde se hospedó.
Esto probablemente haya sido un hecho de relevancia nula o minúscula en las finanzas de la organización del evento de elección y coronación del nuevo papa, a cargo de la monarquía vaticana. Se ahorraron apenas unos manguitos.
Pero es un "gesto de humildad" eso de pagarse el hotel de su bolsillo, con el fruto de su trabajo.
De qué trabaja Francisco? De arzobispo de Buenos Aires. El hotel se lo pagó el estado argentino. Con la plata de los jubilados.
Pero bueno, tampoco tiene esto relevancia financiera para el estado argentino.
Ahora como símbolo tiene sí una fecundidad importante (que el papa se haya pagado la cervecita del frigobar, digo).
Esta gran hipocresía (en el sentido griego del término) de que el papa sea austero es una acción política de cierta relevancia. Y como toda acción política comporta la creación de un relato. Una explicación, digamos, de la realidad. Una forma de representarla en base a antagonismos binarios,
Francisco es austero. Y sensible para con los pobres.
Lógicamente esto no tiene ningún correlato en que la pobreza siquiera disminuya un poquito en el mundo. La iglesia católica seguirá siendo un factor de poder activo y determinante en el proceso de circulación y acumulación que define que crezcan los ricos con simetría exacta a la que se crean pobres. Será siempre mucho más importante el accionar del banco ambrosiano para la mantención de las condiciones de pobreza en África, que el gesto papal de no usar la limusina para resolverla. En ese sentido, toda acción política comporta cierta hipocresía.
Pero señalar este límite del relato (que en este caso, además, es deliberado) no implica decir que el mismo es inocuo. Tiene, aunque mucho más limitadas que en la imaginación febril de algunos entusiastas, algunas derivaciones de peso.
Un papa "pobre" es un papa que contribuye a saldar abismos en la relación de poderosos con los carentes de poder. Le resta algo de legitimidad a la imposición de condiciones leoninas de un acreedor para con un deudor, por ejemplo. Y hasta es esperable que esto pueda tener algún correlato en negociaciones caras a los argentinos, con otros países u otros poderes. Una influencia no exclusiva, tal vez ni siquiera dccisiva. Pero que puede ayudar. No es casual que algunos referentes políticos latinoamericanos hayan celebrado la latinoamericanidad del papa. De alguna manera, lo quieren operar. Y tal vez, la iglesia de Francisco un poquito se deje. Es lo más auspicioso, a mi forma de ver, del nuevo papado. Pongamos los nombres: Malvinas y deuda externa.
Desde algunos sectores del kirchnerismo le salieron al nuevo papa con los tapones de punta, Calculo que habrán sido llamados al orden, y están reculando despacito. La verdad es que inmiscuir al papa en cuestiones domésticas no va a ser sencillo. Lo lamento (también) por algunos esperanzados opositores, que parece que soñaran con un papa líder de la oposición. Los intereses que representa Francisco, sin embargo, distan mucho de los de Majul y Morales Solá.
La cuestión es que para la monarquía vaticana el kirchnerismo no constituye sujeto de inicio de "guerra santa". Aunque algunas de sus pulsiones tal vez sí. Siempre en el contexto de la capacidad de propagación que tengan los "ejemplos" de un paisito minúsculo en el resto del mundo. Nada más. No nos la creamos, tampoco.
Lo que tal vez sea probable es que el nuevo equilibrio de fuerzas modere un poco algunos ímpetus más contestatarios del oficialismo. El kirchnerismo va a "dividir a los argentinos" un poco menos, quizás. No sé si tanto como para decirle milagro de Francisco. Pero hay quienes deben tener grandes expectativas en esta módica "victoria" papal, todavía no concretada.
En este sentido, rápido de reflejos Mariotto bancando al "papa peronista". Para evitar que se arme una polarización kirchnerismo-scioli por este tema.
Lindo el poster gigante de Francisco que salió en Clarín. Se ve que algunos populismos están justificados. Porque nadie se indignó con la manipulación a las masas que ejerce este imperio secular llamado catolicismo.
Esto probablemente haya sido un hecho de relevancia nula o minúscula en las finanzas de la organización del evento de elección y coronación del nuevo papa, a cargo de la monarquía vaticana. Se ahorraron apenas unos manguitos.
Pero es un "gesto de humildad" eso de pagarse el hotel de su bolsillo, con el fruto de su trabajo.
De qué trabaja Francisco? De arzobispo de Buenos Aires. El hotel se lo pagó el estado argentino. Con la plata de los jubilados.
Pero bueno, tampoco tiene esto relevancia financiera para el estado argentino.
Ahora como símbolo tiene sí una fecundidad importante (que el papa se haya pagado la cervecita del frigobar, digo).
Esta gran hipocresía (en el sentido griego del término) de que el papa sea austero es una acción política de cierta relevancia. Y como toda acción política comporta la creación de un relato. Una explicación, digamos, de la realidad. Una forma de representarla en base a antagonismos binarios,
Francisco es austero. Y sensible para con los pobres.
Lógicamente esto no tiene ningún correlato en que la pobreza siquiera disminuya un poquito en el mundo. La iglesia católica seguirá siendo un factor de poder activo y determinante en el proceso de circulación y acumulación que define que crezcan los ricos con simetría exacta a la que se crean pobres. Será siempre mucho más importante el accionar del banco ambrosiano para la mantención de las condiciones de pobreza en África, que el gesto papal de no usar la limusina para resolverla. En ese sentido, toda acción política comporta cierta hipocresía.
Pero señalar este límite del relato (que en este caso, además, es deliberado) no implica decir que el mismo es inocuo. Tiene, aunque mucho más limitadas que en la imaginación febril de algunos entusiastas, algunas derivaciones de peso.
Un papa "pobre" es un papa que contribuye a saldar abismos en la relación de poderosos con los carentes de poder. Le resta algo de legitimidad a la imposición de condiciones leoninas de un acreedor para con un deudor, por ejemplo. Y hasta es esperable que esto pueda tener algún correlato en negociaciones caras a los argentinos, con otros países u otros poderes. Una influencia no exclusiva, tal vez ni siquiera dccisiva. Pero que puede ayudar. No es casual que algunos referentes políticos latinoamericanos hayan celebrado la latinoamericanidad del papa. De alguna manera, lo quieren operar. Y tal vez, la iglesia de Francisco un poquito se deje. Es lo más auspicioso, a mi forma de ver, del nuevo papado. Pongamos los nombres: Malvinas y deuda externa.
Desde algunos sectores del kirchnerismo le salieron al nuevo papa con los tapones de punta, Calculo que habrán sido llamados al orden, y están reculando despacito. La verdad es que inmiscuir al papa en cuestiones domésticas no va a ser sencillo. Lo lamento (también) por algunos esperanzados opositores, que parece que soñaran con un papa líder de la oposición. Los intereses que representa Francisco, sin embargo, distan mucho de los de Majul y Morales Solá.
La cuestión es que para la monarquía vaticana el kirchnerismo no constituye sujeto de inicio de "guerra santa". Aunque algunas de sus pulsiones tal vez sí. Siempre en el contexto de la capacidad de propagación que tengan los "ejemplos" de un paisito minúsculo en el resto del mundo. Nada más. No nos la creamos, tampoco.
Lo que tal vez sea probable es que el nuevo equilibrio de fuerzas modere un poco algunos ímpetus más contestatarios del oficialismo. El kirchnerismo va a "dividir a los argentinos" un poco menos, quizás. No sé si tanto como para decirle milagro de Francisco. Pero hay quienes deben tener grandes expectativas en esta módica "victoria" papal, todavía no concretada.
En este sentido, rápido de reflejos Mariotto bancando al "papa peronista". Para evitar que se arme una polarización kirchnerismo-scioli por este tema.
Lindo el poster gigante de Francisco que salió en Clarín. Se ve que algunos populismos están justificados. Porque nadie se indignó con la manipulación a las masas que ejerce este imperio secular llamado catolicismo.
domingo, 10 de marzo de 2013
Nueva tarjeta de crédito en contexto
Hay un ritmo sostenido de aumentos de precios. Hay alto grado de dispersión. Hay tendencia mundial a inflación en alimentos. Hay fuerzas exógenas que presionan estos aumentos que causan preocupación a escala global.
Y hay cuestiones estructurales internas que convierten estas presiones en un proceso inflacionario sostenido.
Las políticas fiscal y monetaria de Argentina acompañan las alzas de precios. Y colocan a un nivel parejo los aumentos de transables y no transables.
Este paralelismo no es tan fácil de conseguir en otros países del mundo, en los cuales la brecha entre aumento de precios de alimentos y el nivel general de precios llega a alrededor del 100%. La inflación en alimentos es la "inflación blue" de esos países. Con índices de inflación de un dígito la nominalidad del salario es nula, el mismo aumenta a tono con la productividad y como efecto de la fricción del desempleo en el contexto de crecimiento de la economía.
Las bajas nominales del tipo de cambio le dan maquillaje a la situación. Y mientras la demanda agregada tiene algunas de sus variables con alzas sostenidas, las altas tasas de interés reales no provocan desempleo desmedido. Ahora, donde los componentes de la demanda agregada se desinflan no queda empleo en pie. Ni aún bajando las tasas de interés.
Argentina es un lugar aparte. Aislado del mundo. El índice de precios oficial fue despojado de una de sus funciones primordiales: contener la nominalidad del salario. En Argentina, el salario aumenta nominalmente de acuerdo al costo de vida real. Y esto retroalimenta las exigencias fiscales y monetarias que sostienen a su vez el proceso.
Más allá de la macroeconomía hay un hecho: la brecha entre el precio en góndola y el costo de producción. Como marcan todos los sectores productivos cada vez que entran en algún tipo de conflicto con el estado, la intermediación comercial, la logística de distribución y el financiamiento del consumo y del capital de trabajo de los comercios son un componente proporcionalmente muy elevado del precio final al consumidor.
En algunos casos las causas son estructurales. En otros hay "anomalías de mercado": posiciones monopólicas u oligopólicas, rentabilidades extraordinarias, etc.
Lo que hace Moreno entonces es plantar su accionar al nivel de las cadenas de comercialización. En el último eslabón, donde se establece el vínculo directo con el consumidor.
Les pide que abran los libros, que muestren costos y márgenes de rentabilidad. Conoce las "espaldas" de estas cadenas, amasadas en períodos prolongados de buenas ganancias. Les garantiza rentabilidad razonable, pero les pide el "esfuerzo" de congelar precios por un plazo breve.
Y junto con ellos evalúa todos los costos excedentes del costo de producción de los bienes (su precio en "boca de fábrica", pongámosle) para ver cómo se puede operar para reducir la brecha entre la góndola y el productor, haciendo que el peso del costo de los servicios disminuya.
Entonces puede evaluarse que la alta rentabilidad de las entidades financieras es un nicho contra el cual se puede operar, para impedir que absorban recursos que terminan presionando en la conformación de los precios finales. Y supone que se puede crear una tarjeta de crédito para usar en supermercados, calculo que a través de un fideicomiso del Banco Nación y el FGS de ANSeS (que va adoptando de a poco un perfil de entidad financiera pública), que cobre una tasa a los comercios de un tercio respecto de la que cobran las tarjetas ya existentes. Es discutible que sea necesaria la exclusividad para garantizar el éxito.
Pero el punto es que mediante esas reducciones de costos en servicios se calcula que se puede lograr que los supermercados absorban cierta presión de costos de producción sin darle traslado directo a los precios de góndola, es decir, manteniendo el congelamiento. Y reemplazar ese traslado con una reducción de los márgenes de rentabilidad de algunos sectores con renta extraordinaria. Ese es el motivo por el cual los supermercados ven con simpatía la medida y los bancos no.
Es una apuesta de intervención directa, que no es incompatible con la casi olvidada "sintonía fina": ir viendo caso por caso cómo puede ganarse en competitividad, es decir, en reducción de costos. Si hay intermediarios con márgenes de rentabilidad que superan en dos o tres veces a los que tienen en otros ámbitos o lugares en los que de todos modos siguen constituyéndose como negocio apetecible, quiere decir que hay margen para avanzar sobre ellos.
Y hay cuestiones estructurales internas que convierten estas presiones en un proceso inflacionario sostenido.
Las políticas fiscal y monetaria de Argentina acompañan las alzas de precios. Y colocan a un nivel parejo los aumentos de transables y no transables.
Este paralelismo no es tan fácil de conseguir en otros países del mundo, en los cuales la brecha entre aumento de precios de alimentos y el nivel general de precios llega a alrededor del 100%. La inflación en alimentos es la "inflación blue" de esos países. Con índices de inflación de un dígito la nominalidad del salario es nula, el mismo aumenta a tono con la productividad y como efecto de la fricción del desempleo en el contexto de crecimiento de la economía.
Las bajas nominales del tipo de cambio le dan maquillaje a la situación. Y mientras la demanda agregada tiene algunas de sus variables con alzas sostenidas, las altas tasas de interés reales no provocan desempleo desmedido. Ahora, donde los componentes de la demanda agregada se desinflan no queda empleo en pie. Ni aún bajando las tasas de interés.
Argentina es un lugar aparte. Aislado del mundo. El índice de precios oficial fue despojado de una de sus funciones primordiales: contener la nominalidad del salario. En Argentina, el salario aumenta nominalmente de acuerdo al costo de vida real. Y esto retroalimenta las exigencias fiscales y monetarias que sostienen a su vez el proceso.
Más allá de la macroeconomía hay un hecho: la brecha entre el precio en góndola y el costo de producción. Como marcan todos los sectores productivos cada vez que entran en algún tipo de conflicto con el estado, la intermediación comercial, la logística de distribución y el financiamiento del consumo y del capital de trabajo de los comercios son un componente proporcionalmente muy elevado del precio final al consumidor.
En algunos casos las causas son estructurales. En otros hay "anomalías de mercado": posiciones monopólicas u oligopólicas, rentabilidades extraordinarias, etc.
Lo que hace Moreno entonces es plantar su accionar al nivel de las cadenas de comercialización. En el último eslabón, donde se establece el vínculo directo con el consumidor.
Les pide que abran los libros, que muestren costos y márgenes de rentabilidad. Conoce las "espaldas" de estas cadenas, amasadas en períodos prolongados de buenas ganancias. Les garantiza rentabilidad razonable, pero les pide el "esfuerzo" de congelar precios por un plazo breve.
Y junto con ellos evalúa todos los costos excedentes del costo de producción de los bienes (su precio en "boca de fábrica", pongámosle) para ver cómo se puede operar para reducir la brecha entre la góndola y el productor, haciendo que el peso del costo de los servicios disminuya.
Entonces puede evaluarse que la alta rentabilidad de las entidades financieras es un nicho contra el cual se puede operar, para impedir que absorban recursos que terminan presionando en la conformación de los precios finales. Y supone que se puede crear una tarjeta de crédito para usar en supermercados, calculo que a través de un fideicomiso del Banco Nación y el FGS de ANSeS (que va adoptando de a poco un perfil de entidad financiera pública), que cobre una tasa a los comercios de un tercio respecto de la que cobran las tarjetas ya existentes. Es discutible que sea necesaria la exclusividad para garantizar el éxito.
Pero el punto es que mediante esas reducciones de costos en servicios se calcula que se puede lograr que los supermercados absorban cierta presión de costos de producción sin darle traslado directo a los precios de góndola, es decir, manteniendo el congelamiento. Y reemplazar ese traslado con una reducción de los márgenes de rentabilidad de algunos sectores con renta extraordinaria. Ese es el motivo por el cual los supermercados ven con simpatía la medida y los bancos no.
Es una apuesta de intervención directa, que no es incompatible con la casi olvidada "sintonía fina": ir viendo caso por caso cómo puede ganarse en competitividad, es decir, en reducción de costos. Si hay intermediarios con márgenes de rentabilidad que superan en dos o tres veces a los que tienen en otros ámbitos o lugares en los que de todos modos siguen constituyéndose como negocio apetecible, quiere decir que hay margen para avanzar sobre ellos.
lunes, 4 de marzo de 2013
"Giro inesperado"
El "giro inesperado" de la Corte de apelaciones de Nueva York, que le da la posibilidad a la Argentina de presentar una oferta de pago a los fondos de inversión que litigan contra el país sobre una deuda en default que compraron en el mercado secundario (es decir, a los verdaderos prestamistas del país) y por la cual aportaron una cifra irrelevante en relación al valor nominal de los bonos, revela en realidad que las especulaciones y comentarios de los "expertos" estaban basados en expresiones de deseo y en pseudo-conocimiento del "mundo financiero" del cual evidentemente carecen.
No hay "giro inesperado" en la realidad, salvo que le demos entidad a las especies según las cuales se descontaba un fallo "express" de Corte adverso para el país, evidentemente truchas e imaginadas por personajes a los que no se puede calificar de lobbystas ya que carecen de la capacidad como para constituirse en tales.
Ahora bien, esto no quita que el panorama de preocupación no se haya disipado todavía.
La Corte convoca a la Argentina a hacer una oferta de pago. Esto no debe asumirse con triunfalismo, porque la verdad es que el litigio está bastante lejos de ser ganado o la cuestión de la deuda en default, solucionada definitivamente. Simplemente la Corte la da la oportunidad a la Argentina de ratificar su vocación de pago y reafirmar además su compromiso con los circuitos financieros formales, sin traicionar la buena voluntad de tenedores de deuda estafados tal vez por intermediarios, pero que se mostraron abiertos a la posibilidad de negociar mecanismos de pago razonables para las condiciones económicas del país.
Y aparte ratificar que mucho menos llevaría a cabo esa traición con el objetivo de beneficiar y darles la razón a un grupo de marginales con antecedentes delictivos que ni siquiera son respetados por los insensibles especuladores y empresarios del sistema financiero de Wall Street (para que nos demos una idea, no?).
Que era lo que planteaban que había que hacer (darles la razón a los marginales) algunos "expertos" argentinos que "sabían" de antemano que las decisiones de la justicia de nueva york iban a ser adversas para el país. Y que encima declamaron abiertamente que es lo que hubieran hecho si hubieran sido electos gobierno. Lo cual indica que si bien es cierto que en una democracia "el pueblo no siempre tiene razón", es más cierto todavía que no siempre se equivoca.
El punto central a partir de ahora es convencer a los jueces de que la oferta presentada es razonable. Y para ello parecería necesario (o preferible) convencer a algunos bonistas individuales (que todavía quedan) de aceptar esta nueva instancia de canje. No está mal la estrategia.
Obviamente, el problema no será definitivamente solucionado, pero con un fallo favorable en la Corte de apelaciones el margen de acción de los bonistas marginales será menor (incluso si sostenemos la hipótesis altamente difundida de que la Corte suprema difícilmente tome el caso, casi diríamos que esos márgenes son nulos).
Lo que trasciende hasta ahora según Carlos Burgueño de Ámbito es que la oferta será similar a la de 2010, pero sin cupones PBI, con lo cual se reduciría a bonos con vencimiento a 2038, lo cual hace que gracias a las matemáticas financieras la quita del 75% se compense con los intereses devengados por extensión de plazos. Es decir, la oferta puede ser "vendida" como: te pago lo mismo que te debo, pero a mayor plazo. De la justicia de ese accionar hay que convencer a uno de los 3 jueces (una ya estaría convencida y la otra es inconvencible, dicen).
Una cosa que llama la atención (disgresión): los jueces son, una demócrata y los otros dos republicanos (una más de derecha, el otro un poco menos). Parece que por allá nadie se preocupa por la "independencia" política del poder judicial. Asumen la realidad innegable con mucha más naturalidad, parece. Y se reparten los cargos a través de una rosca, pero "constitucional". Dicho con tono solemne.
En definitiva, poder resolver este temita de la deuda en términos aceptables podría convertirse en una situación muy auspiciosa.
Hay que encarar el tema cambiario para poder resolver la pérdida innecesaria de reservas, y con eso estaríamos muy bien en el aspecto financiero.
No hay "giro inesperado" en la realidad, salvo que le demos entidad a las especies según las cuales se descontaba un fallo "express" de Corte adverso para el país, evidentemente truchas e imaginadas por personajes a los que no se puede calificar de lobbystas ya que carecen de la capacidad como para constituirse en tales.
Ahora bien, esto no quita que el panorama de preocupación no se haya disipado todavía.
La Corte convoca a la Argentina a hacer una oferta de pago. Esto no debe asumirse con triunfalismo, porque la verdad es que el litigio está bastante lejos de ser ganado o la cuestión de la deuda en default, solucionada definitivamente. Simplemente la Corte la da la oportunidad a la Argentina de ratificar su vocación de pago y reafirmar además su compromiso con los circuitos financieros formales, sin traicionar la buena voluntad de tenedores de deuda estafados tal vez por intermediarios, pero que se mostraron abiertos a la posibilidad de negociar mecanismos de pago razonables para las condiciones económicas del país.
Y aparte ratificar que mucho menos llevaría a cabo esa traición con el objetivo de beneficiar y darles la razón a un grupo de marginales con antecedentes delictivos que ni siquiera son respetados por los insensibles especuladores y empresarios del sistema financiero de Wall Street (para que nos demos una idea, no?).
Que era lo que planteaban que había que hacer (darles la razón a los marginales) algunos "expertos" argentinos que "sabían" de antemano que las decisiones de la justicia de nueva york iban a ser adversas para el país. Y que encima declamaron abiertamente que es lo que hubieran hecho si hubieran sido electos gobierno. Lo cual indica que si bien es cierto que en una democracia "el pueblo no siempre tiene razón", es más cierto todavía que no siempre se equivoca.
El punto central a partir de ahora es convencer a los jueces de que la oferta presentada es razonable. Y para ello parecería necesario (o preferible) convencer a algunos bonistas individuales (que todavía quedan) de aceptar esta nueva instancia de canje. No está mal la estrategia.
Obviamente, el problema no será definitivamente solucionado, pero con un fallo favorable en la Corte de apelaciones el margen de acción de los bonistas marginales será menor (incluso si sostenemos la hipótesis altamente difundida de que la Corte suprema difícilmente tome el caso, casi diríamos que esos márgenes son nulos).
Lo que trasciende hasta ahora según Carlos Burgueño de Ámbito es que la oferta será similar a la de 2010, pero sin cupones PBI, con lo cual se reduciría a bonos con vencimiento a 2038, lo cual hace que gracias a las matemáticas financieras la quita del 75% se compense con los intereses devengados por extensión de plazos. Es decir, la oferta puede ser "vendida" como: te pago lo mismo que te debo, pero a mayor plazo. De la justicia de ese accionar hay que convencer a uno de los 3 jueces (una ya estaría convencida y la otra es inconvencible, dicen).
Una cosa que llama la atención (disgresión): los jueces son, una demócrata y los otros dos republicanos (una más de derecha, el otro un poco menos). Parece que por allá nadie se preocupa por la "independencia" política del poder judicial. Asumen la realidad innegable con mucha más naturalidad, parece. Y se reparten los cargos a través de una rosca, pero "constitucional". Dicho con tono solemne.
En definitiva, poder resolver este temita de la deuda en términos aceptables podría convertirse en una situación muy auspiciosa.
Hay que encarar el tema cambiario para poder resolver la pérdida innecesaria de reservas, y con eso estaríamos muy bien en el aspecto financiero.
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