martes, 6 de agosto de 2013

El fracaso del pastor

Hace dos meses y medio aproximadamente Massa arrancó su campaña con la promesa de regar de buenas ondas los incendiados campos que servían de escenario para las batallas entre las huestes de Argen y de Tina. Con un poco de soberbia y pedantería, que a la larga le jugaría en contra, miraba el país desde una tarima improvisada que él creyó que era la altura de una montaña. Y desde ahí se propuso dar su sermón, para aquellos que pedían a gritos redención, para aquellos que ya ni se interesaban por los resultados de las luchas intestinas, que eran mayoría pero no habían dado todavía con el líder que les permitiera hacer pesar su multitud en el establecimiento de la correlación de fuerzas.

Más tarde, y luego de un par de gestos disonantes, apareció en un spot televisivo sacándose el saco, arremangándose y amenazando con salir a pelear, sugiriendo que lo obligaban a eso los que hasta hace poco lo elogiaban y hoy le sacudían. Al menos reconoció que no supo ejercer la indiferencia que en el primer diseño de campaña habrán considerado casi como natural, dado que a nadie le importaba la guerra. La guerra, impiadosa como la fatalidad, se lo terminó comiendo.

Termina en la última semana de campaña envuelto en un sainete colorido, de un robo que le hace un propio empleado (informal), que algunos amigos inconfesables se encargaron de mantener en secreto incluso forzando algún procedimiento institucional, con un oficialismo que lo denunció el domingo de querer ocultar la inseguridad, para que el lunes saliera un funcionario a decir que se trataba de un "auto-robo" y que tenían esa operación preparada para acusar al gobierno por la inseguridad (y de paso hacer lobby en favor de las empresas que eficientemente les prestan el servicio de cámaras al municipio de Tigre y al barrio privado en que vive el intendente).

Las tapas de La Razón y El Argentino de hoy son como para que cualquier persona entienda de qué se trata esto del país dividido. El grupo Clarín asumiendo la difusión de la versión de Massa, totalmente contraria a la que difunden los medios afines al oficialismo.

La intención de Massa, de flotar por encima del conflicto ajeno que les sirve solamente a los beneficiarios del negocio del país dividido, y de estar con "la gente" a la que le interesa sus problemas y no dicho conflicto ajeno, fue de a poco absorbida por la necesidad.
La correlación de fuerzas, parece, no estaba dada. Y Massa fue obligado por la corriente política a ponerse el casco y meterse en la trinchera. Protegido por la tropa ya más habituada a la batalla.

Hoy es casi imposible pensar que el muy probable triunfo electoral del massismo el domingo pueda prescindir del voto de muchos que lo harán con la sola misión de que pierda el oficialismo. Massa terminó siendo transportado por la vorágine de la guerra que pretendía superar. Demasiado veloz y sobradoramente se auto-erigió como el superador del conflicto, la síntesis dialéctica. Y la realidad lo colocó en el lugar del compromiso asumido con esos nuevos aliados a los que habrá que devolverles los favores.

En las condiciones actuales (perdón por la verdad de Perogrullo) la neutralidad no existe. Y la superación tampoco. Los que se postulan como garantes de la paz, sólo pueden garantizar la eliminación del poco poder que conserva hoy cierto sector enfervorizado del oficialismo. Y una vuelta a un punto cero que permita iniciar un nuevo proceso de dinámica social, tal vez con otras direcciones. La guerra entre los bloques de poder, sólo termina con la disolución más o menos total de uno de esos bloques de poder, con la conformación de una nueva correlación de fuerzas. La síntesis dialéctica sólo es posible en ese escenario. Y el que pretenda surgir como el garante de la síntesis, lo hará impulsado por uno de los bandos en pugna.
Porque la realidad se nos ordena de forma binaria y casi no nos deja opción a la opción central. Aunque hagamos berrinches, y aunque declaremos abiertamente (como hacen muchos desde hace varios años) que no queremos. La realidad no nos pregunta en qué lugar del mundo celestial de las Ideas platónicas nos gustaría estar. Nos pone donde le parece. Y si no nos gusta, lo siente mucho. Pero avanza.

No es sólo una cuestión de "realidad", se me podrá decir, sino del modo convencional en que los seres humanos que vivimos de los Montes Urales para este lado de acá elegimos representarnos la realidad.
Son muchos años, unos 3 mil y pico, de desarrollo de la lógica, los que habría que desconstruir para corregir este sesgo.
Demasiada tarea sólo para que gane Massa.
Avanti massita, pero no te enojes si te digo que sos el soldado cobarde pero lindo del ejército del partido Clarín (y satélites). Ya lo dijo creo que Elisa Carrió: la única verdad es la realidad.

6 comentarios:

Daniel dijo...

Totalmente así, Mariano.

Norberto dijo...

No Mariano, nunca fue el Pastor, siempre fue el lobo, su equipo económico y su lista fue desde el inicio, la foto del primero y las declaraciones de los segundos, una declaración de principios, si es que pueden llamarse así, y de quienes estaban por detrás del escenario o púlpito.
Y si bien sabíamos quienes eran los sponsors corporativos, los métodos políticos expresados en este operativo de autorrobo, donde no por casualidad todos los pasos dados por la fiscalía generan su propia nulidad, delatan claramente la pertenencia de sus sostenes y hacen que como en las novelas de detectives digamos "cherches Duhalde boys".
Nosotros somos Ella, abrazos

oti dijo...

Hay una suerte de supuesto ideológico espontáneo en muchos análisis de la política que consiste en creer que cada uno hace lo que quiere: el elector hace lo que quiere, el candidato político a algún cargo hace lo que quiere y el gobierno hace lo que quiere. Y eso que hacen son decisiones libres.

Pero ese supuesto no se corresponde con lo subyacente de la realidad, que sigue un curso, que no es solamente argentino sino también global, y que los diversos actores se adaptan a ese curso independientemente si coincide o no con las propias convicciones internas que tienen cada uno de ellos.

Por eso se dice que el proceso social no es la suma de opiniones individuales de los componentes de la sociedad, sino que es algo que va más allá de ellas.

Y lo que subyace ahora en el mundo entero, con diversos matices, no solo en Argentina, es si los pueblos adquieren la capacidad de volver a crear Estados Nacionales (soberanía) a fin de destronar a los poderes globales que estuvieron rigiendo la globalización. Y esto es una contradicción objetiva, independiente de las convicciones que tengan los actores.

La Presidencia en nuestro país representada por CFK está comprendiendo cada vez mejor esto. Y sería bueno que todo el funcionariado y dirigentes de todas las líneas que la secundan entiendan esto cada vez mejor, como lo entiende ella.

En este momento, las opiniones individuales o las convicciones internas de cada uno carecen de importancia y lo que tiene importancia es que cada uno aprenda a dejarse llevar por aquello que sí tiene importancia, esto es, de qué lado estamos de la línea de demarcación global en nuestro propio país.

Ricardo dijo...

Puede ganar, Massa, este domingo (para octubre falta), pero lo que no podrá hacer es construir una visión nacional de mayorías desde el estrado opositor en el que no quiso -pero no era difícil ver que iba a finalmente- pararse.
Es ingenuo pretender que en una sociedad dominada por la dicotomía K-antiK, y con razones de peso para que así sea, va a venir a tomar votos de ambas veredas, graciosamente, cuando aún quedan dos años de este gobierno que, a diferencia de 2008 -y todo el mundo lo sabe ya-, no se irá antes de tiempo.
Massa, a futuro, difícilmente pueda construir más que un Peronismo Federal renovado. Tiene más chances que De Narváez, claro, pero las hipótesis de trabajo, expectativas (y su enlace con la realidad) y construcciones son algo distintas. El contexto, fundamentalmente, lo es.

Abrazo.

Mariano dijo...

Gracias por los comentarios, abrazos

PAME dijo...

a mi me gusta la mujer de massita, le esta escupiendo el asado y el no dice nada porque le tiene miedo parece.