lunes, 18 de abril de 2011

El kirchnerismo y su relación con los grandes capitales


La sucesión de acontecimientos siempre brinda una posibilidad de ir pensando (sobre la marcha) en cosas más trascendentes.

Hace tiempo (no mucho) una de las cuestiones que se discutía era la relación tormentosa que el kirchnerismo tenía con algunos grupos de poder, que podríamos llamar "tradicionales" o "concentrados" en materia económica.

Recordamos cierto parecer célebre, según el cual el kirchnerismo era aborrecido por, digamos, la gente de AEA o cierto sector de la UIA, o las organizaciones patronales agropecuarias, por haberles "tocado los símbolos".

Suele ser además un tópico bastante aceptado que las grandes empresas de cualquier sector están haciendo negocios "como nunca" en la Argentina, sin que el proceso político inaugurado en 2003 haya colocado demasiados obstáculos a tal situación, sino que por el contrario se ha manifestado como un facilitador de tal agigantamiento de los beneficios empresariales.

Desde la conjunción de esas interpretaciones podría pensarse por ejemplo que la decisión de hacer valer los derechos políticos en los directorios de las empresas, derivados de la tenencia de acciones, que en estos días tomó el Ejecutivo en relación a la cartera de inversiones de la ANSeS es casi una conducta extemporánea, o por lo menos sin vínculo directo con ninguna estrategia razonada, sino simplemente un "paso correcto" dado desde un lugar en que no suelen darse esos pasos.

Se inscribe en el campo de la excepcionalidad de cierto artículo de la ley de medios, o la reestatización de los fondos que administraban (mal) las AFJPs.

La visión que tenemos acá es otra, totalmente.
El kirchnerismo nunca ha puesto en cuestión los mecanismos de acumulación de capital sobre los que se asienta el sistema capitalista.
Este hecho, sumado a la prosperidad lograda por la conjunción de buenas oportunidades provenientes del ámbito externo y una serie de acertadas decisiones que potenciaron en algún caso, no entorpecieron en otros, y obstaculizaron coherentemente en los restantes las derivaciones de ese contexto favorable, ha dado la sensación de que nada ha cambiado en estos años (ni se intentó tampoco hacerlo cambiar) en la estructura económica nacional.

Y los cambios son, hay que decirlo, no todo lo palpables que sería necesario que fueran, primero para la corrección de inequidades históricas, y después para que sean percibidos masivamente de manera incontrastable.

Sin embargo, la postura mencionada (tema directorios-ANSeS) se inscribe en algo para lo cual el kirchnerismo mostró un atisbo de posicionamiento ideológico y estratégico, que es la disputa por la libre disponibilidad de las utilidades empresariales.

Todo el esquema económico está asentado sobre este pilar, que es ideológico y que no puede entenderse sin aceptar la existencia real del sistema capitalista como dominante en el ámbito de la generación de riquezas.
Pero el tema adquiere volumen cuando se trata de ver quiénes y con qué criterio y en qué marco de libertad pueden disponer de los excedentes de la economía.

Tal vez, la imposibilidad de ver el cuadro completo esté dada en la aceptación de un dato real pero no todo lo significativo que se cree: el crecimiento de la facturación de las grandes empresas.
Pero no dice nada eso, si no sabemos qué se puede hacer con esa facturación, cuánto de eso queda disponible para distribuir entre accionistas, y cuánto se puede "dibujar" en el balance para ni siquiera compartirlo con los accionistas minoritarios, cuánto debe tributarse, cuánto se puede remesar a las casas matrices, cuán fácil es la toma de deuda en el exterior para cargar las diferencias a la cuenta de los desempleados con colaboración del banco central, etc.

En fin, una serie de cuestiones que complejizan mucho los pormenores de la disponibilidad de excedentes y los usos públicos y privados de los mismos, que hacen del kirchnerismo un elemento revulsivo más por factores reales que simbólicos.

Manolo da una visión interesante del tema. Cortita, pero ausente de todos los debates.

3 comentarios:

Daniel dijo...

Muy buena, Mariano.

desparejo dijo...

Ayer estaba leyendo esta nota de La Nación:
http://www.lanacion.com.ar/1366173-apenas-un-nombre-desato-el-escarmiento-general

Parece que hay opiniones diferentes sobre lo que busca el gobierno con esto. Me resulta extraño que ninguno haya dicho lo que Manolo señala, que también me parece bastante sensato y realizable. O sea, tener gente adentro que evite golpes de mercado o que los pueda anticipar, etc. Pero en las reacciones que se dieron dentro de los empresarios (off the record, según LN) preocupaba más que se tratara de una especie de interés por controlar procesos productivos o decidir qué, cuánto y cómo se produce. No sé, por algo están tan divididos en la opinión.
Che, tus posts son buenísimos. Saludos

desparejo dijo...

"Tiene la obligación de controlar que los directivos de la empresa donde se invirtieron fondos previsionales no estén vaciando los dividendos."

http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=578289