sábado, 2 de abril de 2011

De cada numerito hacemos un mundo

Echegaray, ante un claro caso de censura.

Se conoció ayer la performance de la recaudación fiscal nacional para el mes de marzo: incremento del 31,4%. En el trimestre, el crecimiento llega al 35,5 %.

Con este dato en la mano se discuten muchas cosas. Y la verdad es que el dato en sí mismo no dice mucho más que lo que ya podemos saber a partir del comportamiento de otros elementos.

Por ejemplo, que la recaudación por IVA DGI aumente mucho es un dato poco significativo en relación a lo que se intenta dilucidar con las preguntas que se le hacen a Echegaray. ¿Es la confirmación de que la inflación es alta? ¿O de que la economía crece mucho? Ni una ni otra cosa. En el comportamiento de la recaudación impositiva influyen muchos factores que pueden ser incluso fortuitos. El dato de recaudación sirve solamente para marcar algunas tendencias.

Digamos, es ilógico pensar que en un país donde la recaudación de un impuesto al consumo aumenta por encima del 30% interanual no hay inflación. Ahora, si la inflación es de 15, 20, 25 o 30 es imposible de determinar.

Podemos tomar el dato, también, como un indicio de que el consumo sigue robusto. Sí, pero igualmente imposible  cuantificar tal robustez. Y mucho menos cualificar su distribución (que es más importante).

Las discusiones, entonces, seguirán sus carriles de indefinición.

Un punto trascendente para señalar es la estrategia de defensa de Echegaray cuando fue consultado por el tema inflación y su influencia en el aumento de la recaudación fiscal.
Dijo que la influencia era relativa, porque la recaudación había aumentado también si se la medía en dólares. Otro dato poco relevante, creo.
Esa situación, a mí particularmente, está más cerca de sugerirme que experimentamos una apreciación cambiaria a partir de la cual todos los ingresos mejoran en dólares (no solamente los del fisco), que otra cosa.
Y la inflación, justamente, está reconocida como un mecanismo por el cual se canaliza la apreciación cambiaria, nominalmente reprimida por las compras del Banco central.

O sea, nada que no supiéramos desde antes de conocer el dato fiscal, que para lo único que sirve es para compararlo con la evolución de los gastos, y de esa manera poder determinar si el fisco intenta una política de absorción (contracíclica), o no.
Dato que también, en última instancia, resultaría irrelevante en términos reales, ya que sería solamente cambiar el mecanismo de apreciación cambiaria (que amenaza con ser inevitable).

No sé si al éxito, pero parece indudable que los argentinos estamos condenados a la apreciación cambiaria.

3 comentarios:

Daniel dijo...

Buenísimo post.
Por ahí pasan mis (las) grandes dudas, en tanto todo lo que deviene de éste análisis.
Como contrapartida, tiendo a pensar que se mejora de a poquito pero consecuentemente y la obra, de a poquito se hace consecuente y rinde sus frutos.
En ese sentido, o soy optimista o soy ingenuo, pero pienso que se va cobrando fuerza y desde allí se puede amainar el proceso inflacionario.
Claro, los liberales dirían que esto es una boludez cósmica, porque parten del manejo en función de la mayor libertad de mercado.
Como yo dudo de esa "libertad", creo en que un Estado cada vez más fuerte, con más peso político que lo sustente, puede incidir -cada vez más- en las pautas de mercado.

Udi dijo...

La frase final, mi estimado, es la clave: la apreciación cambiaria persistirá se explica por la exportación de commodities de alto precio internacional y bajo valor agregado. Capturar esa renta extraordinaria y redistribuirla en dirección a la generación exportaciones con mayor valor agregado es el imperativo de la hora.
Un abrazo !

Eduardo dijo...

Se equivoca estimado Mariano.
Los argentinos estamos condenados a la apreciacion cambiaria con posterior brusca devaluacion...