lunes, 11 de abril de 2011

Dos opciones distintas, imperfectas, particulares.


La actualidad mundial se caracteriza por una fuerte tendencia a la apreciación de las monedas de los países emergentes. A partir de las bajas tasas de interés que mantienen los países centrales, se genera un caudaloso flujo inversor de parte de unidades superavitarias, que salen a buscar buenas rentabilidades.

Hay dos países vecinos, emergentes, que responden de manera contraria al estímulo.

Uno, Argentina, en el que su banco central abandona deliberadamente su misión de "preservar el valor de la moneda (al alza, como pretende siempre el establishment financiero)". Emite pesos para comprar dólares excedentes y de esa forma intenta mantener un tipo de cambio más alto que el que decidiría el mercado actuando sin "intervención".
Esa voluntad redunda en inflación. Alta inflación que corrige parcialmente los efectos buscados: al ser la inflación más alta que en otros países, se pierde parte de la competitividad ganada con el tipo de cambio alto (artificialmente alto).
Los "inversores", esos que viajan buscando opciones con alta rentabilidad, pasan de largo de la Argentina, donde las tasas de interés reales son negativas (culpa de la alta inflación).

Otro, Brasil, hace lo contrario. Intenta retomar el rumbo de las metas de inflación (la inflación del 6% los preocupó y se proponen ponerla en 4,5%, tal es la meta del Banco central). Para ello colocan la tasa de interés en 11,25%. Una de las más altas del mundo en términos reales.
Por supuesto, los "inversores" que no son tontos, ven la oportunidad y no se amedrentan ante un impuesto (Brasil les cobra un impuesto a los "inversores" que, al lado de las grandes ventajas que les ofrece su macro les resulta insignificante). Invierten en Brasil. Cosa que, junto con la llegada de Obama para declarar la guerra en Libia desde Brasilia, provoca la envidia de todos los analistas "serios" de la Argentina. 
Obama y los inversores eligen Brasil.

Bueno, resulta que gracias a ésta preferencia, Brasil vive un proceso de apreciación cambiaria nominal y real que está poniendo en peligro la competitividad de su industria (que es mucho más fuerte, por historia y escala, en términos comparativos que la de Argentina).

Podemos los argentinos respirar un poco más tranquilos.
Una estrategia similar a la brasilera hubiera significado mucho más destructiva, tal vez, que lo que hasta ahora resultó en Brasil.
Hasta ahora, digo. El Presidente del BNDES parece que está empezando a vislumbrar la amenaza de efectos mucho más graves.
Por eso, cuando uno escucha a industriales argentinos alabar a Brasil entiende que lo hacen por el sólo hecho de que viven en Argentina y no allá.

3 comentarios:

Unknown dijo...

cuánto durariá, además compañero, la burgesía nacional (nacional?) en desprenderse de buena parte de sus empresas, o de vaciarlas, si el peso se apreciara?

Daniel dijo...

Si Argentina diversifica y amplía la oferta, incluso en comercialización, es posible que baje la inflación (y de la mejor manera). Ahí podría apreciarse un poco el peso?
Porque a éste paso habría que devaluarlo.
O seguiríamos en todo caso, para sorpresas de todos, así durante años?
En todo caso, los sindicatos están dando ejemplo de racionalidad en las paritarias.

Udi dijo...

Querido Mariano: el perfil exportador de commodities tanto de Brasi como de Argentina es el principal motivo de la revalorización de las monedas. El dólar no vale nada, desde la hiper devaluación de Obama, y nuestras exportaciones industriales - salvo a Brasil - son cada vez más caras. Un ajuste parece inevitable, allá por noviembre, diciembre. La pregunta, como siempre, es quién la pagará.
Abrazo !