lunes, 7 de marzo de 2011

Fundaciones y filántropos: la clave para una sociedad más justa


Administrar una universidad privada es no tener fines de lucro.
Así al menos está pensado en el régimen jurídico argentino para el sector. Las universidades privadas son gestionadas a través de fundaciones.

La fundación es una figura jurídica que goza de espectaculares ventajas en materia impositiva. Como no tiene ganancias, no tributa ganancias. Está exenta, además, de todos los impuestos al consumo en cada compra de insumos que realiza.

Recibe donaciones, que son la fuente de ingresos para inversión más importante de estas entidades.

Es por todo esto que, en el caso de que una entidad como estas quiera alquilar sus instalaciones (digamos, un aula magna) a una empresa que organiza un Congreso, con equipos de audio, video y Wi-Fi, además de comodidades para refrigerio y movilidad, puede hacerlo a un valor "simbólico" de 100 lucas semanales. Recibidas por la fundación como donación. Porque, de otra forma, estaría prohibido. Es, digamos, una donación mutua. De la fundación a la empresa, y de la empresa a la fundación. Así, sí.

La empresa "donante", desde ya, desgravará de Ganancias semejante acto de altruísmo filantrópico (es decir, donar 100 lucas a una fundación que cumple con la noble tarea de educar -pago de cuota mediante- a nuestros jóvenes, supliendo las falencias de un estado que no cumple como debiera una de sus funciones esenciales, como es brindar educación de calidad, cosa que indigna mucho a esta gente).

Como siempre atrás de la fundación hay un empresario que diversifica sus inversiones, es posible que algunos emprendimientos de carácter comercial y conectados con el usufructo de la infraestructura educativa del establecimiento se valgan de la existencia de la fundación para saciar la sed filantrópica de éstos empresarios ávidos por hacer donaciones. Que la fundación puede usar, digamos, para comprar insumos. Que pueden ser usados (o incluso vendidos) por alguna de las empresas conexas que administra nuestro filántropo emprendedor. Sin declarar. Y sin tributar.

Aparte, el estado ha resuelto, a través del ministerio de trabajo, llevar a cabo planes de capacitación comunitarios. Subsidia a las universidades que pongan a disposición de la comunidad cupos para estudiar en ellas. A veces, las fundaciones (que a decir verdad, tienen algo de tendencia a tomarle la leche al gato) otorgan, para no desperdiciar, estas becas a empleados suyos a los que tal vez ya estaban becando. Siempre y cuando reciban el subsidio por adelantado. Si no, es posible que el empleado estudiante tenga que esperar hasta mediados de cuatrimestre para saber si le confirman la vacante. Problemas que se generan (alegarán) por la burocracia estatal.

Pero lo más simpático en este caso es que los empleados debieran estar becados siempre que lo quisiesen (y de forma total y no parcial como a veces ocurre), tal como lo dice el convenio colectivo que firma el sector (cuyo lobby está a cargo del CRUP, Consejo de Rectores de Universidades Privadas) y el SAEOEP (Sindicato argentino de empleados y obreros de la educación privada), conducido por el ex-árbitro Guillermo Marconi. Convenio colectivo con una escala salarial bastante baja. Porque no se le puede pedir mucho a una fundación. No sea cuestión que la avidez de los empleados les termine quitando a nuestros jóvenes la posibilidad de estudiar.

Cobrar subsidios como si se diera un servicio que no se da es una práctica que podríamos incluir entre las que los emprendedores aportantes a una fundación llamarían de "maximización de ganancias". Pero, en este caso, justo hablamos de fundaciones, que no tienen ganancias. Así que lo que se maximiza (filantrópicamente) es la calidad educativa del pueblo argentino, desde ya.

La estrella de la temporada, sin embargo, es el aceitado vínculo del sector con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, sobre el que circula el rumor de que ofrece subsidios con eficiencia dinamarquesa. Hasta ahora, la contraprestación de estas universidades en materia de ciencia y tecnología ha sido, en cambio, "angoleña". Pero eso formaría parte de otra discusión.

3 comentarios:

chacall dijo...

Ojo que las fundaciones también son moneda común en las universidades públicas y muchas veces son parte importante del presupuesto (y también es un camino a través del cual muchos mantienen sus "kioskitos" a través de la universidad pública y las famosas consultorías o servicios a terceros).

Todo lo que es la organización Universitaria es tema para pensar y repensar mucho.

saludos!

Anónimo dijo...

la universidad del salvador, por caso, tiene prohibido por estatuto que sus empleados administrativos estudien en la universidad.

Mariano dijo...

Una ilegalidad flagrante, Anónimo.

ARTICULO 5: Las Universidades otorgarán en una proporción de una por cada veinte empleados una beca completa de estudios al personal no docente con una antigüedad mínima de veintisiete meses. Cada dos años –en el caso de haberse agotado dicho cupo- será reabierto el mismo en forma total. Si el personal no docente no agotara esa cantidad, dicho beneficiario podrá ser utilizado por hijos y cónyuges, con orden de prioridad a los rubros de menor categoría y mayor antigüedad.
En caso que las Universidades, contando con la carrera, no otorguen dichas becas en su propia casa de estudios, deberán costear en forma total la matrícula y aranceles en otra universidad del sistema, a opción del interesado.

Un abrazo