O cómo sacarles a los africanos el trigo de la boca |
Algunos conceptos vertidos por el ministro y candidato nacional y popular Amado Boudou en la reunión del G20 provocaron "inesperados" elogios de parte de, por ejemplo, la mesa de enlace.
Especialmente, estos:
"La regulación de los precios no es un objetivo posible, iría en contra de los objetivos que es mejorar la seguridad alimentaria porque caería la cantidad ofrecida"Estos dichos, aquí, descontextualizados, provocaron la impresión de que el ministro estaba contradiciendo los argumentos que el mismo Gobierno esgrime a la hora de aplicar políticas sobre los sectores agropecuario (con mucho rebote en la prensa) e hidrocarburífero (casi invisibles para el conjunto de la sociedad).
Pero en el discurso de Boudou encontramos otras definiciones que son mucho más clarificadoras respecto de la posición sostenida.
Lo que Boudou expresó es lo que todos los países emergentes sostienen, amparados en datos duros de la realidad financiera mundial. Los commodities ven inflados artificialmente sus precios por una demanda igualmente artificial, que opera en el estrato financiero a través de contratos de futuros y derivados.
Las causas de la generación de este mercado secundario, donde se negocian papeles que representan cosechas futuras, apalancado por capitales provenientes de los países centrales (y principalmente EEUU) está en las medidas que toman estos países para mantener (de manera artificial) el status de vida de sus clases medias, trasladando los costos de los ajustes a los países perisféricos.
Por ejemplo, EEUU, como país que provee la reserva de valor mundial (el dólar), legitimado por los bancos centrales que atesoran esta moneda para constituir sus reservas internacionales, y la confianza del público que demanda esos papeles preferentemente, puede tomar medidas monetarias laxas, imprimir dólares para monetizar sus déficits fiscales, bajar a un virtual 0 sus tasas de interés sin sufrir desequilibrios en sus precios relativos internos. Sin sufrir los efectos de una devaluación, digamos. Sin imputar en los balances de sus ahorristas el costo de los desequilibrios. Traslada (los desequilibrios) al mercado de los commodities.
El resultado es, paradójicamente, la creación de una demanda artificial, que vuelve prohibitivos los precios de los alimentos y restringe la demanda efectiva.
La postura de Boudou (y los emergentes) es clara. Regular el precio de las materias primas alimenticias en este contexto sería trasladar el ajuste que no se hace en el sector financiero y en la renta de los ahorristas que participan de este circuito, hacia el sector que produce los alimentos. Capitales de países emergentes.
En cambio, regular los flujos financieros que inflan artificialmente la demanda de materias primas alimenticias, sería hacerles aceptar a las clases medias del "primer mundo" que su cuarto de hora se está agotando y que la plata dulce se queda sin azúcar. Cosa que también podría suceder en algunos países centrales, cuya economía todavía no se recuperó del todo, si se regulan los precios de los commodities.
A la mesa de enlace y al ministro Boudou (éste último seguramente lo sabe bien) habría que aclararles: el efecto sobre los precios de las materias primas sería, en ambos casos, el mismo. Bajar, relativamente, contra lo manufacturado.
2 comentarios:
Buena descripción con claridad, Mariano.
Una pregunta, hay países de los fuertes que en tanto, están reclamando que se baje el precio de los alimentos. Cómo conjugan por ahí su relación con EE UU?
Gracias, Unfor.
La pregunta que me hacés, no sé, a lo mejor El de Adentro podría responderla que conoce el tema.
Ahora, la propuesta de Sarkozy por ahí es para dar una respuesta rápida al conflicto de África del Norte.
Un abrazo
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