viernes, 25 de febrero de 2011

Revisando el "nunca menos" (recogiendo -con perdón- el guante de Omar)

El "facho" de Omix nos corre por izquierda. Bah, eso creo. Desde que los europeos occidentales se pusieron a teorizar sobre el tema lo único que hicieron es relativizar esto de la izquierda y la derecha. Con el solo propósito de justificar, calculo, que un partido burgués que aplica políticas neoliberales se llame "socialista obrero", por ejemplo. En fin...

Decía que Omix nos corre por izquierda (a mí "modesto" entender, que no coincide tal vez con el de algunos compañeros).

Porque no me cierra la explicación de que se considere "más de izquierda" una disputa con la iglesia católica que con la AEA. Es un ejemplo (el de la Iglesia católica), por decir algo que sirva para ilustrar. En su reemplazo Omix usaría, por ahí, la figura retórica "barones del conurbano", o el "pejotismo".

A ver: entiendo claramente que una cosa no excluye a la otra, y que en algunos puntos hasta pueden ser co-solidarias. Pero me temo que caeríamos en una trampa (de la derecha, casualmente) si nos contentamos con un casamiento gay cada tanto, o con algún sindicalista-empresario preso, para dormir con la conciencia tranquila.

Por ahí, en perspectiva, sirve el planteo de quién es el enemigo principal que Omix nos convida.

Aclaro que para mí la palabra "enemigo" en política es perfectamente utilizable. Nada de mariconadas lingüísticas de andar reemplazándola por la edulcorada "adversarios". Minga, adversarios. Enemigos.
Lo cual (ojo) tampoco implica caer en la dicotomía "aniquilación o muerte".

Con el enemigo se puede negociar, se puede conversar, se le puede hacer alguna concesión. Por ejemplo, aceptar que siga vivo (en constante tensión con uno, obviamente, esperando que él de paso acepte que uno siga vivo también).

Pongamosle: uno puede reconocerle a la UIA, y sobre todo a algunas de las firmas que la componen, su rol como factor de acumulación de capital necesario para crear un capitalismo desarrollado (si nadie va a acompañar la idea, hoy, de instaurar una dictadura del proletariado, después de todo).

Esto sirve para que se puedan diagramar planes de desarrollo como el que Cristina anunció ayer.

Pero también es necesario ponerse como objetivo hacerles entender a estos tipos que van a tener que lidiar con el monstruo de un sindicalismo fuerte, que les marque la cancha cada vez que quieran convertir al salario en la única variable de ajuste para recomponer rentabilidades.

El objetivo de primera instancia tiene que ser (creo yo, "modestamente") llevar a cada rincón de la vida económica nacional la idea de que nada sirve si no colabora con la generación de empleo. El empleo, el elevado nivel de empleo, tiene que ser el norte. A ello tiene que tender cualquier flujo de financiamiento, siempre importantemente mediado por el estado (con la plata de los jubilados, pongámosle). Cualquier elemento que confronte con este objetivo, por más acumulación que permita, no tiene que tener cabida.

Ese es el centro desde el cual se puede generar un mercado interno fuerte, para conseguir la ansiada diversificación e integración productiva interregional (con los otros países de sudamérica, sí, pero también con nuestras provincias, no se olviden de las provincias postergadas).

Greenpeace se puede preocupar por la minería a cielo abierto. Podemos aceptar políticas de inclusión de minorías. Podemos crear una sociedad inclusiva "para todos y todas".

Pero esa es la agenda secundaria. Que combatir (en serio) el hambre en el Chaco es más importante que evitar la extinción del tatú carreta o educar sexualmente a las negritas para que cojan menos.
Ah, y de paso, me solidarizo con Miguel Del Sel por la injusta denuncia que le hicieron por decir que quiere que "los negritos se bañen con agua caliente". A ver si nos dejamos de joder con boludeces.

1 comentario:

Rafa dijo...

Mariano:
Yo no me solidarizo con Del Sel y sí con Omix, con quien compartí la "mesa de los fachos" en la reunión bloguera de Caseros...:P

Dejando eso de lado, excelente post.

Un abrazo.