miércoles, 16 de febrero de 2011

Matar al alcohólico para que deje de tomar


El esquema económico actual, vigente en Argentina, que tiene como uno de sus puntos flojos más notables la relativamente alta inflación, es mercado internista.

Sus fortalezas (muy ligadas a las causas de la inflación alta) están en el crecimiento del consumo interno, la consiguiente acumulación de capital en el sector secundario dirigida a un proceso de sustitución de importaciones y complejización de las exportaciones y la conformación de un círculo virtuoso generador de empleo que retroalimenta,  a su vez, el incremento del consumo. Todo esto "forzado", de algún modo, por una inversión pública fuerte, que se financia con el crecimiento de la economía y con las "previsiones" de crecimiento de la economía (incluyo en estas últimas a las utilidades del BCRA, a la emisión y esterilización para mantener el tipo de cambio, en fin, a las que suelen señalarse como las "causas monetarias", canalizadas en el ámbito fiscal, de la inflación).

Una fortaleza que no debe perderse de vista es la que une dos elementos: consumo-empleo.

Mientras el vínculo entre ambas variables las haga mutuamente robustas, fenómeno. Si no...
Ahí hay una explicación de por qué el pensamiento "nacional y popular" puede verse herido por la tendencia al consumismo en algún caso (convertibilidad), y festejarlo con fervor en otro (ahora).

Pero (decía) habría que pensar un modelo teórico (si es que no existe) que diera cuenta de las vías por las cuales ambas variables (consumo y empleo) se relacionan. Obtener una ratio que vincule el crecimiento de una y otra. Y con esa herramienta, guiar las decisiones de política económica. Si el consumo creciera sin correlato en el nivel de empleo, por ejemplo, habría que ver qué se toca.

En fin.
La cuestión es que, como dice Lucas Llach, el contexto inflacionario es un río revuelto. En el que algunos ganan más que otros, dice él. Sí, pero que permite también maniobrar en la conformación de una estructura productiva más diversa.

La sustentabilidad del crecimiento, y la idea de poner un freno ortodoxo y definitivo al proceso inflacionario, se relacionan directamente con la capacidad para operar en la diversificación del aparato productivo.
"Frenar la inflación" hoy, es frenar la tendencia al auge del consumo interno, es romper el encadenamiento virtuoso de las variables que señalábamos antes. Es, en definitiva, decidir que Argentina se vinculará con el mundo "con lo que tiene", con lo que sus ventajas comparativas la insten a producir. Y lo que no lo compraría afuera. Esto generaría mayor o menor desempleo según el momento. Lo que sí es de cajón es que la exposición a la volatilidad de los términos de intercambio, o de las tasas de interés de la FED sería muchísimo más alta incluso que la que se critica hoy (por alta).

Es decir, tampoco "venciendo a la inflación" se garantizaría, como dice Llach, la sustentabilidad del crecimiento.

En principio, lo único que tal vez pueda garantizar un crecimiento sustentable es la diversificación productiva. Argentina no la tiene, y eso vuelve menos sustentable su crecimiento, con o sin inflación.
En la pelea por alcanzarla se inscribe entonces, el debate sobre la inflación y los ajustes "necesarios" para combatirla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah! al fin encontré lo que buscaba. A veces se necesita mucho esfuerzo para encontrar la pieza útil incluso pequeñas de información.

el pincha dijo...

gracias, buenisimo

el pincha