jueves, 9 de diciembre de 2010
Todo cambia
Hasta el 2005, más o menos, fui un convencido "mata PJ".
Gobernadores, intendentes, sindicalistas. Coincidíamos en las discusiones microclimáticas en que había que bajarles la caña de a uno, aprovechando la bonanza (fortuita y hoy sabemos que inmerecida) de quienes nos considerábamos parte de la transversalidad (desde la llanura, por supuesto).
Construir un nuevo modelo de país implicaba reformular las estructuras políticas que considerábamos perimidas, y a las que responsabilizábamos de varias de las cosas que nos habían pasado a los argentinos.
Lección de eclecticismo: juntábamos reivindicaciones tradicionales del peronismo, conceptos de izquierda teórica, y condimentábamos con nociones posmodernas revitalizadas a la luz de la crisis de 2001, por haberse vuelto éstas (sorpresa) casi parte de la realidad.
Los años nos fueron haciendo variar de postura. Empezamos a comprender la dificultad de la tarea de gobernar o de conducir. Empezamos a ver los límites complicados entre "lo posible" y las expectativas, y como un mal cálculo en la dosis equilibrada entre lo uno y las otras (ya sea por exceso de lo uno o de las otras) puede conducir a la catástrofe a un proceso colectivo. Fui intuyendo cómo muchas veces el cuadro intermedio tiene que poner una bolsa de hielo en los ánimos inflamados de sus bases, para equilibrar los desequilibrios generados por un liderazgo que habla más a la izquierda de lo que la realidad le permite después plasmar.
No me volví defensor de nadie, que ni necesita ni quiere que se lo defienda. No cambié mi forma de valorar, de definirme entre lo que "está bien" y lo que "está mal". Pero intenté despojarme lentamente de ciertos preconceptos.
Sigo siendo todo lo "de izquierda" que se puede ser, en tanto simpatizante de un gobierno que representa una tradición que más que con la izquierda se asocia con lo nacional y popular. Sigo siendo todo lo "de izquierda" posible, en tanto me considero partidario de un gobierno que, como tal, debe ser afecto a poner un poco de orden cada tanto. Sigo siendo todo lo "de izquierda" que se puede ser en tanto reconozco la necesidad de ejercer cierto populismo como mecánica de poder, pero también como vía de "mejorar la vida de los más humildes". Sigo siendo todo lo "de izquierda" que se puede ser, en tanto creo que toda revolución debería quedar suspendida, al menos hasta tanto sepamos qué corno mejor hay a esta porquería que conocemos como capitalismo.
Sigo siendo todo lo "de izquierda" que se puede ser en esas condiciones, pero ya sin creer que eso implica una superioridad moral de origen (y que más que en postulados morales, responde a variables estéticas).
La visión maniquea del mundo, esa que consiste en creer que a la izquierda se amontonan todos los sentimientos nobles de los que un ser humano es capaz, y que a la derecha se agrupan todas las perversidades y todos los seres perversos, y en el medio hay sólo una franja que tiene como fin hacer patente la división, es algo de lo que fui aprendiendo a despojarme de a poco (sobrevive en partes y de manera a veces oculta esa concepción, a pesar de los esfuerzos por erradicarla).
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5 comentarios:
Gran post, Mariano.
Quizás sea una de las enseñanzas de estos años en que vimos que cosas que creíamos imposibles se fueron realizando. Poco a poco. Con presentables e impresentables.
También quizás por eso este fenónemo descubierto ahora por los medios -con preocupación claro- de jóvenes acercándose a la política.
La realidad es barro y en el barro se la transforma.
Saludos.
Buenisimo che.
Decilo, Mariano, decilo. Con Néstor me hice peronista!
Maravillosa manera de expresar sentido común en política...totalmente de acuerdo con usted y tratando siempre de sacarme de encima el "blanco o negro"...lo cual me cuesta un Perú vea...
Hola Estimado
No había leído tu blog, me gustó, por lo cual, seguramente me tendrás por estos pagos.
En relación a tu post, me siento identificado. Antes del kirchnerismo, mi referencia política había sido el viejo PI, por lo que prácticamente había quedado sin representación ideológica.
Ahora soy, valga el oxímoron, un crítico defensor acérrimo de este proyecto nacional y popular.
Que es, por lejos, de lo mejor que he visto en nuestro país.
Un Abrazo
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