Leemos en El Cronista que el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, propone volver al patrón oro.
La crítica más sensata de todas las que desató la propuesta es la de Edel Tully: para garantizar la estabilidad del sistema es necesario que la reserva de valor tenga una oferta que pueda crecer al mismo ritmo que el comercio internacional. El oro, como mercancía de tipo físico que es, no tiene esa posibilidad. Hay que sacarlo de la tierra (con minería a cielo abierto, pero sin dañar el agua, ojo) para engordar la oferta.
En la teoría, adoptar el patrón oro nuevamente, sería un retroceso conceptual tremendo. Retroceso teórico. El abandono de una moneda fiduciaria como reserva de valor y unidad de cuenta, y su reemplazo por el atesoramiento de una mercancía física como el oro, sería una "solución" de tipo recesivo para un período como el actual, en que la moneda fiduciaria que actúa como reserva de valor se debilita (la política monetaria de la FED, además, busca este debilitamiento).
El momento histórico es una paradoja. La demanda de dólares como moneda que rige el comercio mundial no disminuye, al menos con el mismo ritmo con que se acrecienta su oferta.
Los países "ricos" (medido en poder adquisitivo de sus clases medias, relacionado con el alto valor de sus monedas) quieren dejar de ser "ricos". Pero los emergentes no quieren dar el salto para ocupar su lugar (porque les insumiría una reconversión productiva en forma de "shock"). Ese es el nodo principal.
La "crisis monetaria" tiene causa "real". La causa real es que el "factor riqueza" que creó el modelo neoclásico en los 70 colapsó. Nadie quiere seguir siendo "rico", si la riqueza se entiende con ese criterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario