Desde el año 2007 la realidad económica argentina se ve cruzada por la polémica en torno al índice de inflación oficial, su "veracidad", y la brecha con mediciones alternativas (o algunas otras oficiales, como las de algunas provincias).
Ahora bien, si nos remontamos a la historia argentina, o si hacemos un pequeño esfuerzo de búsqueda en Google para ver la realidad de otros países nos vamos a encontrar con que no son nada raras las desavenencias entre los números suministrados por los entes oficiales y los compartidos por entes alternativos. Casi, diría, que la "verdad" y la estadística transitan caminos paralelos, y que los números son herramientas con las cuales se construye veracidad.
Dejo un posteo en el blog La columna de Rucio y un enlace europeo como introducción a un tema sobre el cual abundan documentos.
En este sentido, lo que pasó con el IPC en Argentina no es que dejó de ser "verdadero" para pasar a ser falso sino que perdió eficacia técnica. Dejó de convencer.
Se puede hacer el ejercicio de trazar paralelismos con otro tipo de números sometidos a las mismas vicisitudes (las encuestas, por ejemplo, o el rating).
Los motivos de esta pérdida de eficacia pueden ser varios. Ya ensayamos en otros momentos explicaciones relacionadas con la visibilidad del índice a partir de que disparaba el pago (o no) de jugosas rentas a inversores en bonos ajustables por CER.
Pero también vale decir que el establishment internacional, conocedor de estas cuestiones, lejos de mostrarse escandalizado por las mentiras del INDEC ensayó unas reprimendas suaves de compromiso, y prácticamente no ejerció ninguna sanción oficial sobre este particular. Lo cual puede ser visto como un elemento a favor de la idea de que no es algo tan grave comparado con las performances promedio en el ejercicio de la estadísitica a nivel mundial.
Seguramente un motivo muy saliente de la visibilidad de las brechas es el relativamente alto índice de la variación de precios.
Digamos, mientras en otros países los organismos de estadística mienten 3, cuando es 8, en Argentina el INDEC miente 10, cuando es 22. La importancia del índice de inflación, entonces, radica en que es objeto de sublimación por el malestar que provoca la inflación misma.
Ahora bien, cuando nos ponemos a mirar las implicancias prácticas de tal situación encontramos sorpresas. Para los desprevenidos.
No vamos a hacer un relevamiento extenso de datos, pero habrá acuerdo general si digo que en Argentina las variaciones nominales de salarios definidas en paritarias acompañaron (e incluso superaron) el índice estimado por el promedio de las consultoras privadas y organizaciones de consumidores, y no el IPC. Lo cual se complementó con una economía creando empleo suficiente como para que el círculo de consumo y producción fuera virtuoso, generando inclusive un derrame abundante sobre los sectores informalizados.
En otros países donde también se cuestiona pero en voz mucho más baja el índice oficial de inflación las variaciones salariales suelen moverse en conjunto con el índice oficial, o incluso por debajo del mismo. Hay ejemplos europeos, yanquis, brasileros y chilenos para consultar (perdón que no los acerque, por pereza).
Y aquí se me ocurre remarcar una cuestión (esto ya corre por cuenta mía) respecto de los problemas que se le generan en la actualidad a la economía argentina.
El capitalismo avanzado ha sabido emplear el poder adquisitivo del salario como variable de ajuste para evitar los efectos de la ley de rendimientos decrecientes.
Digamos, a medida que se expande la producción los márgenes de rentabilidad se hacen cada vez más estrechos, lo cual dificulta el repago de la inversión y la acumulación de recursos que permite ampliar más el aparato productivo a través de la reinversión. El mecanismo por el cual estos efectos se mitigan es operando una pequeña desvalorización del salario que permite una persistente recomposición de márgenes de rentabilidad a partir de la baja relativa de los costos laborales. Lo cual redunda en niveles de inversión que incorporan tecnología, de modo tal que mejora la productividad y el salario se ve parcialmente compensado (aunque nunca completamente) de su pérdida de poder adquisitivo.
Este es el proceso que en Argentina no se cumplió del todo "bien", y cuyos remedos provocan hoy los distintos conflictos que observamos. Cualquier disputa, la que elijan, puede ser inscripta en este campo.
Y llegamos siempre a las mismas conclusiones: evitar la inflación (o curarla) no necesariamente sería algo bueno para los asalariados e incluso los sectores populares; pero cuando el proceso inflacionario expansivo no se complementa con buenos niveles de generación de empleo hay que revisar todo. El tema es cómo hacer para administrar los costos de las decisiones con el menor impacto en los más desprotegidos.
Reitero: todos los conflictos políticos y económicos actuales pueden leerse en esta misma clave.
9 comentarios:
Hubo un momento en la blogosfera, mayoritariamente kirchnerista (2005 / 2006) donde si uno estaba en contra de la devaluación era poco menos que un hereje. Abundaban ejemplos del sudeste asiatico, japón (muchas veces obviando el miti) y muchos más.
En mi afán por ser siempre incorrecto, planteaba que la devaluación en si misma es una ventaja temporal (tarde o temprano tenés que mejorar el poder adquisitivo de tus trabajadores, sobre todo si tenés dependencia del mercado externo más hoy en el mundo de mercados e industrias globalizadas) pero un país no puede competir en el mundo en bases a devaluaciones ( no podés ganar mercados externos solo porque sos más barato por mucho tiempo, ni podés competir con los importados solo porque sos más barato, ver TdF que ni con el impuesto sobre electrónicos se puede sustentar).
Mi planteo en aquel momento es que era fundamentar desde el estado, promover una política de innovación, de calidad, de mejora productiva y de procesos, de forma tal que o bien nos diferenciemos por calidad o bien aumentemos productividad para aumentar el rendimiento de cada peso hundido.
¿Que tiene que ver todo esto con el post? En definitva la productividad entiendo yo, que la podés lograr disminuyendo en el denominador, (bajando salarios y despidiendo), o aumentando el numerador, con mayor innovación y nuevas tecnologías/procesos, lo que obviamente requiere inversión. El punto es, que si esta inversión debe ser privada, primero te ajustan salarios y empleos. Ahora pregunto ¿ si la motoriza el estado de manera estratégica, picking the winner si querés?
Porque en definitiva el problema es que en general, salvo algunos productos específicos (SOJA como ejemplo fundamental), nos está resultando mucho más difícil vender productos fabricados por nosotros que fabricados por el resto, no solo en el mundo ( por muchos factores como las barreras y el precio como los más influyentes), sino que en nuestro mercado interno esto sucede (hoy leía que la explicación de la baja de ventas de autos se debe a que muchas de las unidades demandadas son importadas y están demoradas).
Y para resolver esto podemos apelar a la historia de siempre, stop-&-go ( 1-devaluación ---> 2revaluación por atraso cambiario o inflación ---> volver a 1), o podríamos empezar a ver como desarrollamos seriamente y en profundidad el sector productivo basado en innovación y en tecnologías.Y en esto, estaré loco, pero soy positivo, creo que hay ganas, creo que la idea está, y creo que hay iniciativas pero deberían ser profundizadas. Igual una Samsung(1938) o una Hyundai (1967) no se hicieron en 5 años.
Ahora bien, lo que planteo arriba es para varios años, el punto, la sintonía fina, es como vos planteás "cómo hacer para administrar los costos de las decisiones con el menor impacto en los más desprotegidos". En el sentido de todo lo expuesto más arriba sería contradictorio, pero una pequeña y moderada corrección del tipo de cambio no debería tener impacto negativo (de hecho hoy un asalariado salvo energía, adquiere muy pocos productos extranjeros, porque en general ni siquiera entran, por lo que el impacto en precios debería ser reducido). Y tampoco se puede comprar dólares.
El único tema que me hace ruido es si en agosto entregás U$S2500M, no los entregaría a $4.6 para comprarlos a $5 (que en definitiva y a ojo es un valor de una devaluación de algo menos del 10%), y tampoco se si los entregaría valiendo $5.
Es complicado y como se dijo por ahí, una crisis, es cuando cualquier decisión que tomés tiene más costos que beneficios, por lo que inexorablemente habrá que pelearse con alguien para que pague los costos, habrá que tener cuidado en elegir bien con quien.
saludos!
Estoy más que de acuerdo y como siempre recibo de leerte nuevos aportes a entender la cosa.
Lo que se me escapa es por darte un ejemplo, un aumento cercano al 100% en los cartuchos Epson en lo que va del año.
Qué tiene poca incidencia en el espectro general? Pero son datos que asuntan.
Muy agradecido (y honrado) por tu enlace. Interesante tu planteo de como "no se cumplio del todo bien" el ciclo de realimentación del capital. Supongo que la idea es que la renta (por decir) expropiada al salario mediante la inflación no se reinvirtió en mejora de la productividad, y de ese modo no se compensó al sector asalariado. Entiendo bien?
Mariano, te dejo un debate que se armó en el blog justo sobre este tema hace un tiempo, con comentarios muy buenos:
http://www.estructuradesequilibrada.blogspot.com.ar/2011/09/un-nuevo-indice-en-la-bea.html#comment-form
Y en la última entrada, el aporte de alguien que lo vive en carne propia en España:
http://www.estructuradesequilibrada.blogspot.com.ar/2012/07/entradas-de-la-semana.html#comment-form
Saludos.
Best seller: no me vas a creer, pero por un "error de edición" me quedó afuera el recuadro donde se informaba que a la cita del blog de Rucio había llegado desde tu blog, especialmente desde el intercambio con el argentino que vive en España temporalmente (Rafa?).
Un abrazo, y gracias.
Hay que ver como se movió la productividad si mas que compensó la subida de los costos.
Abrazo
Chacall: me parece que incluso la defensa del tipo de cambo alto llegó hasta momentos posteriores al 2005, 2006. Yo creo haber participado de discusiones sobre eso.
Algunos kirchneristas tenemos un problema en esos aspectos. Arrancar a la defensiva en las discusiones te puede llevar a defender con vehemencia algunas cosas que no tenés ganas de defender ciegamente.
El resto del comentario (tuyo) daría para publicarlo como post.
Abrazo.
Daniel: gracias. Esos datos de precios aislados no sólo asustan sino que retroalimentan el proceso. Si vos ves eso, y sos vendedor de algo, empezás a pensar en tus propios precios de venta. Más allá de eso, siempre hay límites externos para la perturbación psicológica que genera la inflación. Por ejemplo, que si te zarpás con los precios, no vendés.
Abrazo.
Rucio: la idea está en línea con lo que discute Esteban.
Si el salario le gana a la inflación, en promedio, a la larga el aumento de costos laborales impide completar el proceso de acumulación que permite a las compañías mejorar la productividad en niveles óptimos (para ellas). Es más complejo el tema, pero ponele que lo podemos simplificar así.
Ahora bien, mientras el aumento del consumo interno permite expansión productiva por reinversión de utilidades o utilización de capacidad instalada ociosa, va todo bien. El termómetro es la generación de empleo. Cuando el aumento real de salarios (los salarios ganándole a los precios) deja de proveer a la expansión de la producción, y se frena la creación de empleo, el proceso deja de ser virtuoso. A mí me parece que ya desde el año pasado empezó a verse que la expansión fiscal y monetaria no daban correlato en mejoras en el nivel de actividad (del sector privado).
Lo que concluyo (que es algo a lo que siempre aludo) es que el proceso de inflación levemente alta es mejor al poder adquisitivo de los sectores del trabajo (incluso el sector informal y los desempleados) que un proceso de metas de inflación con tasas reales de interés positivas, por lo menos en lo niveles de productividad de la Argentina. Al contrario de lo que se dice habitualmente (que la inflación es el impuesto a los pobres y todas esas boludeces).
El tema es que se complemente con alta generación de empleo. Si esa cadena se corta, lamentablemente hay que cambiar porqu las cosas se ponen peores si no.
No sé si soy claro o hago mucho bolonqui.
Abrazo.
Esteban: la verdad es que no sé, pero es probable que haya varios subperíodos dentro del período largo desde 2003 hasta hoy. Y el último año, particularmente, no parece ser el mejor en materia de competitividad. Pero sí, habría que verlo.
Abrazo.
Te digo yo el año pasado hice estudios deflactando por precios implícitos y me daba que la tasa de ganancia iba cayendo. Pero todo depende que indicador tomes. Si tomás la inflación de las consultoras te va a dar que los costos unitarios vienen cayendo fuerte. (Raro son los mismos que plantean una hiper megadevaluación por el aumento de costos)
Abrazo.
"lo que pasó con el IPC en Argentina no es que dejó de ser "verdadero" para pasar a ser falso sino que perdió eficacia técnica. Dejó de convencer"
Dejó de convencer, o nunca convenció?. Dejó de convencer, o hicieron que no convenciera mas por que no conviene que convenza?.
"Digamos, mientras en otros países los organismos de estadística mienten 3, cuando es 8, en Argentina el INDEC miente 10, cuando es 22."
Siempre me resultó interesante saber cómo se llega a la conclusión que la variación del IPC ronda ese valor, con lo facil que es demostrarlo empíricamente, y nadie se tomó el trabajo.
Pero en resumen: Concido con la observacion.
En cuanto a la que comenta chacall, hace unos meses Cristina se refirió al tema (aumentar el numerador) diciendo que el tema donde hay mucho camino por recorrer en argentina es en la logística (hace unos meses compre unos motores y, mas allá que tardó como 2 semanas que me llegaran, me costó mas caro el envío, que los motores), cosa en la que coincido completamente. Pero no coincido mucho en que una devaluación no traería variaciones en precio, y como ejemplo podemos usar la virtual devaluación del dolar (blue) que tuvimos hace unos meses y que hizo aumentar algunos precios.
Saludos!
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