jueves, 19 de enero de 2012

Cuestionamientos a cielo abierto


Es curioso que, al mismo tiempo que la contaminación ambiental hará emigrar pobladores, la región más contaminada del país sea a la vez la más poblada. Porque (la verdad) la avenida Gral. Paz y los vecinos del AMBA con sus residuos plásticos contaminan mucho más que la mina La Alumbrera.

Estas sentencias son apenas chicanas. Que eluden las complejidades del asunto que denominamos minería a cielo abierto. Pero tocan tangencialmente algunos puntos que habría por lo menos que explorar antes de dar por cerradas las discusiones.

El ecologismo (y es imposible no repetir un poco a Carrasco cuando se habla de esto) es una doctrina surgida en los países centrales, posmoderna, hija del "fin de la historia" igual que las operaciones estéticas, la comida light y el gym, actividades con las que comparte también su alto nivel de penetración en los grandes centros urbanos. Desde esas cabeceras se exporta hacia regiones subdesarrolladas, pobres, que son aquellas en las cuales casualmente sus prescripciones sobre cuidado del medio ambiente pueden todavía aplicarse. Sus principales referentes, por supuesto, habitan en ciudades altamente contaminantes, pero en las cuales se puede disfrutar de las bondades del desarrollo técnico, científico y tecnológico con poca culpa.

La primera misión de esta corriente de pensamiento fue (podemos adivinar) la de obstaculizar, por lo menos, el desarrollo industrial de los países emergentes (China, India, Rusia) o al menos encarecer preventivamente sus productos ante el acelerado ritmo de desarrollo que éstos alcanzaban en materia de productividad. Un sucedáneo primermundista, sofisticado, de las polémicas licencias no automáticas.

Por supuesto, como no sólo el medioambiente se contamina, sino también el mundo de las ideas, el ecologismo no estuvo exento de cierta lógica movimentista en su desarrollo, que hizo que surgieran distintas vertientes, con la consabida complejización doctrinaria.

Pero el objetivo fundamental lo cumplió. Un aggiornamiento del pensamiento de "izquierda" a los "nuevos tiempos", light, que fue altamente funcional al proceso de financierización de la economía de los países centrales (cuyas consecuencias, dicho al margen hoy sufren). Financiado, además, a través de organizaciones como fundaciones y ONGs en general, que tienen todos los condimentos necesarios para convertirse en centros de lavado de dinero proveniente de cualquier tipo de actividad ilegal, y que cumplen también un rol importante en el sostenimiento de la dirección dada a los flujos financieros mundiales.

Sin embargo, el ecologismo (incomprensiblemente incuestionado por gente que cuestiona absolutamente todo, al que no se le pide ni media validación de sus afirmaciones) ha virado hacia vertientes con un pensamiento arcaicista (si se me permite el término).
Que desconoce la estructura del devenir de los acontecimientos históricos. Que consta de avances de la técnica como actividad humana que intenta mejorar los niveles de vida (bajo forma científica y tecnológica en estos últimos tiempos de humanidad), que genera externalidades negativas (como el consumo de recursos no renovables, por ejemplo), que deriva a su vez en nuevos desarrollos técnicos tendientes a minimizar el impacto de estas externalidades, pero que genera otras nuevas... y así sucesivamente.

En todas las épocas se verifica la creencia de que se está (por economía historiográfica) frente a "tiempos excepcionales". La del "fin del mundo" es la profecía que más veces fracasó, y más veces se reformuló en la historia. Todo bien con el rédito que le saca a esto la industria del entretenimiento. Pero a la hora de pensar en serio deberíamos tomar nota de este resabio antropocentrista, y provocarnos una nueva "herida narcisista" (calculo que no la definitiva).

Ni hablar de los planteos relacionados con la preservación natural y cultural. La primera es paradójica (la preservación requiere de un montón de mecanismos anti-naturales, digamos). La segunda es ahistórica: cualquier complejo cultural de los existentes en la actualidad es el resultado del avasallamiento de complejos culturales previos, con profusión de sangre en abundancia.

Reconocer esto no implica renunciar a la minimización del impacto de las externalidades, que es un motor real del mejoramiento de la técnica.

Pero tal vez lo más interesante sería que la discusión sobre el tema minero en su conjunto se centrara más en la apropiación de la renta de la actividad. Como ocurre con la soja y el glifosato, por ejemplo. O con las antenas para telecomunicaciones.
Y en este punto sí resulta preocupante que los estados nacional y provinciales no cuenten con herramientas como para orientar la actividad hacia el desarrollo endógeno.

Ese es un movilizante cuestionamiento al desarrollo de la minería a cielo abierto en nuestro país. Y del cual podrían derivar las conclusiones más interesantes.

4 comentarios:

suspendidodxvida dijo...

Vengo repitiendo esto en otros blogs. No se si es una mirada interesada u objetiva, pero es otra mirada. Los invito a leerla y luego reflexionar. Les dejo el link.

http://ytedigoms.blogspot.com/search/label/La%20maldita%20miner%C3%ADa

Rafa dijo...

Mariano, muy buen post. Como aporte te dejo un reportaje al secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral. No se escuchan mucho las voces oficiales sobre el tema.
http://www.revistadebate.com.ar/2011/12/29/4889.php

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Muy bueno, sobre todo porque pocos se atreven a hablar del tema. Hoy leì enotro blog(peladoyque) sobre el "fear factor" (miedo) consignas sobre las que trabajan los ambientalistas, y una vez implementado el slogan es imposible debatir, Lola.

el pincha dijo...

excelente...te sigo, y te leo...es dificil plantear estos temas en algo leible mientras trabajo...es decir, cortito y al pie