sábado, 17 de septiembre de 2011

Importaciones, saldo comercial y restricción externa.


La aceleración de la demanda de dólares y el continuo achicamiento de los saldos de balanza comercial promovieron la prematura reaparición de un concepto con poco rating en los últimos años: restricción externa. Es la carencia que sufre un país en el ingreso de divisas, de acuerdo a los niveles de utilización de las mismas requeridos para conservar su situación, o mejorarla.

El único compromiso que podría sufrir Argentina en el corto plazo tiene que ver estrictamente con la situación de  la deuda pública.
La incapacidad de afrontar pagos con recursos generados genuinamente, la necesidad de obtener esos recursos por vía del endeudamiento.

La complicación para afrontar las obligaciones de deuda pública, para Argentina, no derivan de la situación fiscal.
No es un problema de desequilibrio entre los ingresos y los gastos del sector público. Son esferas diferentes.

Quiero decir, Argentina no va a tener más o menos posibilidades de afrontar los pagos de deuda pública sin endeudarse adicionalmente, a partir de que restrinja o no los gastos del Estado, o de acuerdo a que aumente o no los montos de recaudación. Al menos en un primer movimiento. Las derivaciones secundarias que pueda tener el equilibrio o el desequilibrio fiscal sería motivo de otro análisis.

El punto es: por más que el Estado argentino recaude (en pesos) todo el equivalente al pago de sus gastos, más lo que necesita pagar deuda (interna o externa), no va a poder afrontar sus pagos externos si no encuentra en la plaza local a quién comprarle los dólares necesarios, con los pesos excedentes de recaudación.

Por lo tanto, la necesidad del Estado argentino de endeudarse en dólares, externamente, no está relacionada con el comportamiento de las cuentas fiscales, sino con la cuenta corriente. En la que se computan los ingresos y egresos de divisas que se producen en el país, ya sea por acciones del sector público o del sector privado.

La creencia de que a la restricción externa se le responde con disciplina fiscal es desastrosa en sus consecuencias. Pero ese también es otro tema.

El estado argentino, entonces, no debería preocuparse más que lo normal por el desenvolvimiento de las cuentas fiscales.
El meollo está en la desproporción que hay entre el incremento en las vías de salida de divisas y el comportamiento menos dinámico en las vías de ingreso genuino de divisas.

Algunos puntos a tener en cuenta: el crecimiento de las importaciones está muy ligado al crecimiento de la economía. Está bien mirar la dinámica de la sustitución de las importaciones, fomentarla, pero pensar que la dependencia de la Argentina de los bienes producidos en el exterior puede ser corregida por Giorgi y Moreno con acuerdos con las automotrices para la exportación de aceitunas, o restringiendo el ingreso de Chivas Regal, es un chiste. (Aunque tampoco está mal cuidar divisas que se aplican a la compra de bienes de consumo que pueden ser sustituidos por bienes nacionales sin más perjuicio que el de los paladares refinados). Digamos: no está mal, pero no resuelve definitivamente el tema "importaciones".

Argentina depende fuertemente de la importación de bienes de capital, insumos y bienes intermedios. Y la pujanza de algunas actividades no tradicionales, mano de obra intensivas y fundamentales para la diversificación productiva, también. La caída de la actividad en 2009 mostró los mayores efectos en la baja de las importaciones.
Ahí hay un punto como para ver que la merma en las importaciones no es deseable en sí misma.

Si existe un proyecto de desarrollo hay que saber que una de las aristas negativas que tiene es un incremento peligroso en los montos por importación, en el corto plazo. Hay que manejarse con eso. Y hay que ver cómo se genera divisas y cómo se cierran vías de escape, para no alterar el proceso completo.

4 comentarios:

ram dijo...

Un tema, que creo que no es menor, es la casi absoluta imposibilidad de discutir las cuestiones económicas en un marco de normalidad.
El absoluto sesgo anti gobierno de los medios concentrados, más la incondicional subordinación a esos medios del cachivacherío opositor (cachivaches precisamente por eso), mantiene todo en un blanco/negro permanente, sin margen pàra críticas o miradas más o menos alternativas a lo que haga o deje de hacer el gobierno.
Ese no-debate falta y, por lo visto, seguirá faltando y, obvio, complicando.

Esteban dijo...

Mariano excelente.
Quizás estemos entrando en un momento de dominancia del balance de pagos. O sea buscar manotazos de ahogados para conservar los dólares.
La restricción externa hay que seguir corriendola todo el tiempo. Y para eso toda las políticas industriales verticales y horizontales que se necesiten y por supuesto estimular la demanda para que las mercancías se realicen.
Pero podemos darnos el lujo de seguir aguantando un poco más, como? Dándonos una política minera donde las útilidades se queden un poco más. Llamenlé como quieran impuesto extraordinario a las remisiones de utilidades en exceso, bla bla bleta, eso nos puede dar el "aire" necesario para seguir bajando el coeficiente de importaciones. Y también rezar porque sigan los estimulos financieros que tan bien le hacen a nuestros precios internacionales.
Un saludo.
Esteban

Udi dijo...

Mariano: un re-balanceo de la balanza comercial, induciendo sustitución de importaciones y exportaciones compensatorias tiene un efecto benéfico sobre el nivel de actividad económica y por consiguiente el crecimiento del empleo, pero - además, y atendiendo a su duda - este crecimiento de exportaciones genera obligaciones a saldar en pesos. Quienes perciban dólares, tributarán en pesos, dice una de las 20 verdades. Y esto mejora, habrá que ver en cuanto, la balanza de pagos.
Un Abrazo !

Anónimo dijo...

Gracias por lo bueno