Los titulares periodísticos
fatigan el remanido “Argentina vuelve al Fondo Monetario Internacional”.
Lo que Argentina hace en
realidad, es pedirle al FMI un rescate. De apuro. Como los que suele brindarle
el Fondo a países con dificultades en su sector externo, en este caso, con
carácter urgente.
Ideologizar estas cuestiones no
está mal, pero en algún punto pueden hacer perder de vista lo más concreto y
puntual que se muestra ante los ojos de quienes lo quieran observar.
Argentina nunca dejó de ser
miembro del FMI. Hace los aportes dinerarios correspondientes, y como país
miembro es pasible de solicitar asistencia cuando cree que lo necesita. Si el
FMI estima que esa necesidad es justificada, otorgará la línea de crédito. Hoy
por hoy, países como Kenia, Mongolia, Gabón, Colombia, México y varios más
tienen asumidos compromisos de esta naturaleza.
Recordemos que no hace mucho
(marzo 2018) las autoridades del Ministerio de Finanzas llevaron a cabo
conversaciones con el Fondo, desestimando el programa de reformas planteado por
el organismo, porque si bien no divergía en lo fundamental del que pretendía
encarar Macri, manejaba tiempos que no congeniaban con las necesidades
electorales de Cambiemos.
Christine Lagarde, un tiempo antes, creo que en el Foro Económico Mundial y en conferencia compartida con Dujovne, dijo
que Argentina no iba a recibir plata del FMI porque “no lo necesita”.
Algo pasó para que, meses más
tarde, Argentina necesite esta asistencia.
Y que, además, la necesite con
carácter urgente, al punto que Dujovne brindó ayer una conferencia en la que
tenía que dar detalles de la operación, en la que anunció que todavía no había
detalles. Hay un incendio, y ya llegó el bombero. Ahora faltaría la manguera.
El FMI no es, como parecería al escuchar
algunos comentarios, una sociedad de beneficencia que asiste a países en
dificultades. Es un ente multinacional que intenta reestablecer con asistencia
crediticia el equilibrio externo de países en dificultades para evitar que los
mismos tengan impacto global. Que Dujovne hable de lo atractivo de las tasas a
las que presta el FMI es una insensatez. Simplemente porque oculta la verdad
más relevante. Te dan ese crédito blando porque ponés en riesgo el equilibrio
del sector financiero regional. Si ese riesgo no existiera, te mandarían a
pedir plata al mercado financiero al que acuden todos los países, del que
Argentina capturó en estos dos años y medio unos 140 mil millones de dólares.
El problema, básicamente, está en
que, a pesar de haber recibido crédito “caro” en cantidades apabullantes, el
sector externo argentino sigue desequilibrado. Su situación incluso, empeoró
severamente desde marzo a hoy.
Por eso será necesaria la
asistencia del FMI.
El monto del que se habla,
además, es inquietante. Porque equivale exactamente a la suma del próximo
vencimiento de LEBACS. Casi como si el gobierno intentara decirnos que necesita
cubrir con dólares la explosión de demanda que sobrevendrá por la pinchadura de
la burbuja que ellos mismos armaron. Algo que fue largamente advertido y
refutado burlonamente por quienes hoy corren despavoridos sin saber qué hacer
con los apuntes del master en finanzas que cursaron en Europa.
Un dato más inquietante aún: hace
apenas cuatro días, el ministro de Finanzas, Caputo, nos informaba que las
necesidades de financiamiento de la Argentina para 2018 estaban ya casi
totalmente cubiertas. Si yo fuera “mercado” me inquietaría pensar qué pudo
haber pasado en estos cuatro días para que, de repente, el país necesite una
asistencia tan monstruosa.
Es decir, independientemente de
la discusión ideológica sobre el rol del FMI, y sin entrar todavía en las
derivaciones en políticas domésticas que la intromisión del FMI puede tener, lo
que se nos evidencia claramente (pero insólitamente no ocupa lugar destacado en
los análisis) es que Argentina enfrenta una crisis de su sector externo de
proporciones importantes.
Y que, a juzgar por cómo vienen
desarrollándose los hechos, el crédito del FMI difícilmente resolverá.
Yo graficaría la situación de la
siguiente forma: hay, en el mercado local, diversos actores que lograron
convertirse en fuerzas centrípetas que aspiran volúmenes importantes de pesos,
y los reproducen con las facilidades que el Banco Central les dio (tasas
exorbitantes, LEBACS y otros papeles de riesgo nulo). Entre estos actores se
encuentran, por ejemplo, las diversas empresas que componen los distintos
eslabones del sector energético, fondos de inversión, bancos, y grupos
económicos tradicionales. Estas aspiradoras de pesos, los acumulan y los
dolarizan, gracias al seguro de cambio que les ofrece el Gobierno, que nos
endeuda a todos en dólares para que el dólar les resulte barato a estos
señores. Estos tipos seguirán haciendo, entonces, lo que vienen haciendo:
esperarán el ingreso de dólares artificial que sobrevalúe el peso, y con lo que
atesoraron comprarán dólares baratos para llevárselos, dejándonos al resto de
la población la carga de la deuda y la devaluación posterior.
Pedirle plata al FMI es, tal vez,
el paso último, la última instancia de ese círculo vicioso que constituye una
de las mayores transferencias de recursos (tremendamente regresiva además) de la
prolífica historia argentina, y a la que en el futuro, tal vez, bauticemos con
el nombre de vaciamiento.
3 comentarios:
Excelente post.
Hace mucho que vengo planteando la necesidad (para un futuro gobierno) de terminar con la política monetaria y financiera que ya lleva varias décadas.
Los U$S comerciales que ingresan al país deberían hacerlo por medio de empresas estatales (sobre todo para cereales y oleaginosas).
De esta forma gran porción de los U$S serían del Estado, no necesitando el BCRA emitir títulos para esterilizar los $ equivalentes que los sectores privados más concentrados recibirian contra los U$S que ingresan.
Es la propiedad privada del comercio exterior la que habilita la capacidad de presión en el mercado cambiario. Sin esa propiedad, es decir con propiedad Estatal del comercio exterior, el Gobierno eludiria todo esto y resolvería entre entidades del mismo Estado, sin lidiar con los oligarcas.
De este modo el ahorro y excedentes comerciales del país podría ser canalizado para fines productivos que favorezcan a toda la sociedad en lugar de burbujas, carry trade y toda la basura globalizadora que los oligarcas creen que los favorece mientras los fundamentos productivos y sociales de un país se derrumban.
Original.
En lugar de "original" es Oti.
Gracias Oti, como siempre. Un abrazo
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