jueves, 20 de junio de 2013

Eu quero Lula de novo



El Brasil de Lula y Dilma lejos estuvo en estos años de afrontar un proceso que tuviera como norte la socialización de los medios de producción. Digo, para atemperar las primeras efusiones de fervor libertario que los nuevos apologistas del PT brasilero intenten tal vez instalar.

Es un país que, en cambio, "solamente" enfrenta un tránsito acelerado desde el subdesarrollo a la emergencia como potencia en el actual contexto de capitalismo global, por muchas causas incluso exógenas, autonómas del proceso político interno.
Un proceso así no está exento de conflictividad a nivel internacional.
Idas y vueltas, vaivenes, resistencias, peleas, marchas y contramarchas, contradicciones, tapizan la historia reciente (y no tanto) de las relaciones exteriores del Brasil, que probablemente pueda abarcar unos 40 o 50 años, allá cuando los historiadores del futuro decidan encarar la periodización a la que probablemente etiqueten con el concepto de "crisis".

Internamente la cosa no es menos convulsionada.
En todos los órdenes, y en todos los estratos socioeconómicos se producen cambios violentos: el estado avanza a la reconquista de territorios a los que su incapacidad operativa lo había obligado a renunciar, cediendo el control a la aparición de instituciones para-estatales, los sectores sociales más bajos luchan por despegarse de la marginalidad para-institucional a la que por necesidad se aferraban al tiempo que sofistifican sus reclamos: ya no pretenden solamente satisfacer sus necesidades básicas alimentarias a cualquier precio; quieren educarse, ganar confort, tener mejores hospitales, viajar menos y más cómodos, además millones de personas se incorporan a los niveles de consumo propios de las clases medias provocando una inusitada competencia por la apropiación de bienes escasos y distintivos de una identidad de clase.
Y a su vez emergen nuevos actores con capacidad de acumulación de excedentes que horadan fuertemente las bases sobre las que se asienta el control de los resortes que dinamizan la economía por parte de los grupos económicos que tradicionalmente lo hicieron. Y éste es el punto fundamental, el que despliega mayores consecuencias y el que aprovecha la inercia de los otros procesos subordinados, menores, para operar secretamente, sin ser del todo visualizado.

Las aristocracias, sectores identificados con la alta burguesía, pero que adquieren características aristocráticas a partir de acostumbrarse a un status quo que deja las bases de su poder indemne de la movilidad social y relativamente aislado de los procesos socioeconómicos, empiezan a ver cómo aparecen en escena actores con importante capacidad de acumulación que buscan convertir sus actividades en motores más incidentales de la dinámica económica del país, y por lo tanto a tener acceso mayor a los esquemas de toma de decisiones políticas.

Todos los conflictos son subsidiarios de éste, donde se ejerce el verdadero motor impulsor de fuerzas centrífugas que desarrollan toda la violencia y la crisis social en sus distintas facetas.
Pero el problema es que, tanto en Argentina como en Brasil, ese núcleo y lo que ocurra al interior de las clases dominantes con los enfrentamientos entre distintas facciones de la misma, depende del simple desarrollo de las fuerzas productivas y sociales. No solamente de la coyuntura política en la que operan los gobiernos.
De manera tal que los grupos de poder concentrado tradicionales deberán entender que tienen, en Latinoamérica, el boleto picado. Por la Historia (con mayúsculas marxistas) como decía ayer nuestra abogada exitosa.

Un dato de política pedestre a tener en cuenta (para bajar un poco de las pseudoalturas de la reflexión) es que nadie por ahora dice que Dilma, pase lo que pase con la "revuelta", tenga comprometida su posibilidad de ser reelecta. O sea, las marchas parecen ser testimoniales manifestaciones de impotencia electoral, institucional, legal.

Y yo, que nunca abracé con fervor la causa lulista, me veo obligado a hacerlo ahora, que los que otrora lo encumbraron a las cimas de "mayor estadista de la historia mundial" pretender degradarlo al rango de "ladrón común".

4 comentarios:

Norberto dijo...

Por supuesto que ambos líderes del PT son quienes requieren defensa, pero así como en economía y gracias a prebendas que supieron aprovechar y no dilapidaron, como si lo hicieron los nuestros en el sentido de vender y sacar del país el producido de la venta, las elites brasileñas lograron un progreso económico que envidiamos, su progreso social y político está muy por debajo del argento, o tal vez muy diferente, parece mas a los últimos años del siglo XIX de USA.
Y si queremos comparar con nuestra realidad, tenemos que remontarnos a Martinez de Hoz con sus bicicletas financieras mas la caja Pan del alfonsinismo, es decir una tasa Selic alta en reais que permitía entrar y salir con grandes ganancias en moneda dura, y asistencialismo en las masas desprotegidas, mientra que aquellos que tienen trabajo ganan un mínimo oficial de Reais700, o sea $170 y un salario normal de Reais1300, $3100, con un boleto de Reais3,30 ó $8, pero con servicios públicos sin subsidios y educación y salud pública deficientes y escasas.
Estamos pues ante reclamos de primera generación, que no afectan la base del PT porque las mayorías en silencio reconocen en el su resguardo, que son la escusa de minorías de clase media, aquellos de la porción mas baja de los veinte millones que siempre han consumido, que ante la nueva situación internacional ven esfumarse sus posibilidades de los habituales tours de compra en USA, ante la huida de capitales a rendimientos o mas importantes o mas seguros, y un Banco Central que no puede frenar la pérdida de valor de su moneda que eso significa.
Esperemos por ellos y nosotros, que no haya implosión, pero la situación económica es delicada porque su deuda interna es mucho mas importante que la externa, y una salida masiva puede provocarla.
Nunca menos y abrazos

Mariano Grimoldi dijo...

Sí, coincido en todo lo que decís Norberto.
Un abrazo

Erkekjetter Silenoz dijo...

Con respecto a la deuda y balanza, según F. Serrano y R. Summa y analizando el 2012, no tienen números preocupantes.

Si bien el saldo de la balanza a venido decreciendo, sigue siendo positivo sumado a abundantes reservas

Y respecto a la deuda externa total, esta representaba el 80% y la deuda de corto plazo es de un 10% respecto a las reservas internacionales.

Pero bueno, la guita fácil tiene sus inconvenientes, lección que al menos nosotros aprendimos pero ellos por ahí no

Norberto dijo...

El problema no es la externa sino la interna Silenoz, que es mucho mayor que la externa, si mañana quieren retirarse si tienen un grave problema, por eso los ajustes de tasa y tipo de cambio pueden resultar letales.
Nunca menos y abrazos