La abundancia de dólares es causa (no única, por supuesto, pero necesaria) de la mayoría de los problemas mundiales: las revueltas árabes, los ajustes europeos, la inflación china, la apreciación brasilera, etc.
Argentina está en ese mismo marco. En el mediano plazo, le "sobran" dólares. Se aprecia.
La decisión soberana de los gobiernos de países emergentes se reduce a elegir qué forma de apreciación es menos nociva (y esto tendrá que ver con qué intereses y de qué sectores, se intente salvaguardar o favorecer).
Es el viento de cola, famoso, que en realidad al mismo tiempo que brinda oportunidades, constituye un gran desafío.
Venimos insistiendo desde hace bastante que se tiene esa mirada idílica sobre el "contexto maravilloso" que tenemos, "ideal" para nosotros, solamente si se mantiene una visión parcial (y traumada por los problemas que decretaron el final de De La Rúa y la convertibilidad, una fijación en términos de psicoanálisis).
El cambio de situación posible sólo estará dado por la decisión de los emergentes de empezar a prescindir del dólar.
Que China se canse de tener tantos dólares amarrocados y los cambie por algo más valioso. O que convenza a otros países de que les conviene más cobrar en yuanes que en dólares. Por ejemplo.
No es fácil. A nosotros, que tenemos muchos actores con capacidad de acumulación que ante cualquier volatilidad viran al dólar, no nos convencen ni a palos.
En cualquier caso, todo será gradual. Así que lo central del proceso se mantendrá vigente durante algún tiempo más.
Al menos eso parece, ya que mientras le economía estadounidense no mejore de manera más sustancial, las tasas de la FED mucho no subirán.
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