jueves, 6 de septiembre de 2018

Servicios públicos, exportación y dólar

Internacionalizar los precios de los servicios públicos suponía una transferencia neta de recursos desde las clases media y media-baja hacia diversas empresas del rubro energético. Empresas con propiedad atomizada. Sociedades que controlan sociedades que controlan sociedades...
Fondos de inversión, sociedades off shore, etc. Cuando los dividendos del "pagar lo que vale" se empezaran a distribuir, había una posibilidad muy cierta de que se fueran por la canaleta de la formación de activos externos, más conocida como fuga. Pasó y está pasando todavía. Y no es que la formación de activos externos vive solo de eso, pero algo colabora.
Pero además, al inicio del "proceso de corrección de los desequilibrios heredados", decretaron la no obligatoriedad a los exportadores de liquidar los dólares que se computan en el registro de exportaciones (con lo cual los flujos reales de dólares comerciales son probablemente peores todavía a lo que indica la deficitaria balanza comercial).
Si a esto se suma que, paralelamente, se aplicaron restricciones monetarias y fiscales que iban a impactar en el nivel de actividad, es fácil concluir que una economía que se contrae, y cuya moneda probablemente se devalúe por menores ingresos dólares y mayores egresos, no genera incentivos para la inversión sino para la fuga.
Durante un tiempo pudo cerrarse esta brecha de carencia con dólares prestados. Tarde o temprano, a la avalancha de vencimientos de deuda se iría a sumar el corte del flujo por falta de márgenes para seguir endeudándose.
La salida del cepo y la corrección de precios relativos (independientemente de lo que se piense de ellas) no fueron exitosas sino un fracaso espantoso, condenadas principalmente por el error de timming de estos expertos usureros.
Si en algo tenían que ser graduales era en la liberación de la cuenta de capital y en la unificación del tipo de cambio. Y no solamente implementaron un shock, sino que además lo trasladaron al ámbito del comercio exterior, desligando a la exportación del compromiso de nutrir de dólares la plaza local, legalizando e incentivando, de alguna manera, prácticas ilegales como la subfacturación. Un expolio adicional.
Nada les podía salir bien.
El primer paso obligatorio para un reestablecimiento de la calma sería emplazar en 90 días la liquidación de dólares por exportación.

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