Pasaron dos días de la eliminación de Argentina del Mundial. Dos días.
Y ya queremos definir qué jugadores deben renunciar (los jugadores no deben renunciar porque jugar en la selección es algo meramente coyuntural, no permanente; hay un técnico, que convoca a los jugadores que quiere, cuando la competencia termina la convocatoria expira, el que sea técnico la próxima vez convocará a quienes quiera, no es tan complicado).
También, obviamente, queremos definir quién tiene que ser el técnico que asuma con un proyecto de largo plazo hasta Qatar 2022 (como Sampaoli), pero que probablemente quede trunco el año que viene en la próxima Copa América.
Casi seguramente Sampaoli será despedido. Habrá que pagarle, al parecer, 19 palos verdes. Por ahí, "negociando" los dirigentes consiguen que sean un poco menos.
Hace un año aproximadamente Sampaoli asumía la dirección técnica. Era el mejor técnico del mundo. Lo fuimos a buscar a Sevilla, le hicimos poner de la suya, y le firmamos un contrato hasta 2022. Hoy, que aparentemente desaprendió casi todos los conocimientos que lo convertían en el mejor técnico del mundo, habiéndose convertido en un pelotudo consumado que no sabe nada, lo despediremos, aunque haya que poner 19 palos verdes.
Tanto discurso en contra de la demagogia, la "ventajita", el "atajo", y a la primera de cambio, cuando es necesario poner el cuero para sostener el discurso, los dirigentes prefieren caer en las mismas demagogia, "ventajitas" y "atajos".
Porque los que le firmaron el contrato hasta 2022 van a pagar una millonaria cláusula de rescisión para echarlo 4 años antes. No la van a poner de la suya. Ni de sus cuentas suizas ni de las offshore en paraísos fiscales donde lavan la que ganan acá por izquierda. No. Van a poner la de los clubes. La que se podría usar probablemente para inaugurar un proyecto de formación de juveniles a nivel nacional.
Y vamos a contratar un técnico que será presentado como el mejor del mundo, pero que probablemente se convertirá en un pelotudo consumado dentro de un año, cuando casi con seguridad no gane la próxima Copa América.
Y así andará la selección argentina. Por "culpa de Messi", o del Wilfredo Caballero de ocasión.
Hasta que sobrevenga el improbable golpe de suerte que nos haga ganar algo, momento que aprovecharemos para cantar panegíricos al esfuerzo, el trabajo y la dedicación.
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