El gobierno volvió a mostrarse satisfecho, hoy, ante el anuncio de una reducción del déficit fiscal, con sobrecumplimiento incluído de la meta que se habían trazado oportunamente.
¿Es esto así?
Efectivamente, existe una persistente reducción de la brecha entre ingresos corrientes y gastos corrientes.
Lo que viene reduciéndose, entonces, es el déficit primario.
La reducción de este déficit es uno de los objetivos fundamentales de la política económica del gobierno, y además un pedido expreso de todos los think tank ligados al mundo de los negocios, nacionales y extranjeros.
Porque es, este tópico, el que determina que el Tesoro Nacional absorba pesos de los que circulan en el sector privado con la emisión de letras de corto plazo, o requiera de la asistencia financiera del BCRA, a través de sus adelantos transitorios que se identifican con la emisión de moneda sin respaldo, que después debe ser esterilizada colocando LEBACS con tasas de interés elevadas, que significan un formidable negocio para bancos y algunos ahorristas a costa de quebrantos del Banco Central, en un proceso ya largamente descripto en más de una oportunidad.
Por eso se supone que, de acomodarse este factor macroeconómico, equilibrando los gastos del Estado con los ingresos corrientes genuinos, se cortaría este esquema, que es la causa principal de la movilidad nominal de los precios, es decir, la inflación propiamente dicha.
Esto no quiere decir que todos los precios quedarían fijos para siempre. Sino, más simplemente, que no se modificarían por factores relacionados a la nominalidad, de estrecho vínculo teórico con la cantidad de dinero circulante.
De ahí a que no haya cambios en los precios que alteren negativamente el poder de compra de los ingresos de los más pobres hay un trecho extenso que sólo puede salvarse mediante alguna creencia fantasiosa.
Pero, como sabemos, nuestros amigos de los think tank no están para pensar en los bolsillos de los asalariados o los pobres, aunque a veces los invoquen por conveniencia, sino en la tasa de retorno de la inversión y las oportunidades de negocios con previsibilidad que ella muestra. Y la inflación afecta la previsibilidad.
Entonces, que el déficit primario se reduzca es para ellos una buena noticia, sobre todo si se da en el marco de la persistencia, y se abre la posibilidad de que el proceso concluya en su eliminación.
Ahora bien, que se terminen allí las preocupaciones ortodoxas no significa que la cuestión del déficit fiscal también lo haga.
Existe otra cuenta más, que cabalga sobre ésta que presentamos un poco caóticamente recién.
Es la del resultado financiero. La que agrega al cálculo las erogaciones previstas por servicios de deuda , es decir, los vencimientos de intereses y capital.
Este tramo, el del déficit financiero, tiene la misma o mayor persistencia, pero en dirección contraria. Crece.
A medida que se incrementa la toma de deuda, los vencimientos que se acumulan en un año aumentan, y por lo tanto, como no hay contrapartida de ingresos, el déficit financiero, que se suma al déficit primario, hace que el déficit total aumente mucho.
Recordamos, nos estamos situando en el ámbito cerrado de las cuentas públicas. De los gastos del Estado Nacional.
El presidente hace poco nos explicó que mientas exista déficit habrá que tomar deuda.
Obviamente, que se elimine el déficit primario no obtura la necesidad de tomar deuda. Ya que habrá que pagar servicios de la misma. Por ejemplo refinanciando, y abriendo una nueva etapa de espiralización de intereses.
En varias ocasiones se hizo mención a que la deuda no tiene nada que ver con los ajustes de gasto público.
Porque la desaparición del déficit primario, de producirse, puede hacer que el Estado deje de endeudarse en pesos.
Pero, mediante la bicicleta de los dólares con los que se pagan servicios de deuda, seguirá dándole soporte al mundo de los negocios financieros.
El Estado necesita endeudarse en dólares como mecanismo de sostén del valor del peso, para evitar devaluaciones, generar un colchón de dólares (que no entran por otras vías) para que haya disponibles en las reservas del BCRA cada vez que "alguien" quiera llevarse sus dólares del país.
Para atender la fuga. Para eso se endeuda el Estado. Para eso entra en el círculo del endeudamiento. Para darle soporte de divisas a la circulación especulativa del capital financiero.
Echar trabajadores estatales, cerrar paritarias por valores irrisorios o suspender programas o prestaciones, no modifica para nada esta escena.
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