El fallo de Griesa, ya lo habíamos dicho en algunas otras oportunidades, se nos hace incumplible.
En el sentido de que constituye una reestructuración de deuda al revés.
Podemos pensarlo del siguiente modo: Argentina es un país que se encontraría hoy sobre-desendeudado. Su exposición al crédito externo es demasiado baja en relación a la envergadura de su economía, tanto en lo que hace al sector público como al privado. Esto mismo lo diagnosticó el propio gobierno.
Y desarrolló una estrategia tendiente a recomponer lazos rotos con el sistema financiero internacional, de modo de ir de a poco agrandando la proporción de participación del crédito externo en la economía argentina, a los fines de valorizar con reservas los activos argentinos, y evitar una destrucción de riqueza. Simplificando, apuntalar el valor de la moneda, evitar nuevas devaluaciones bruscas.
El juez Griesa prefirió proponerle un camino distinto: puntualmente, desarmar la reestructuración de deuda que le permitió al país superar la crisis del 2001.
Griesa inventó una novedad en materia doctrinaria. Nunca en la historia de las finanzas (y más ampliamente, de la humanidad, calculamos) se había desatado un proceso compulsivo de reestructuración de deuda en el cual los beneficiarios serían los acreedores, en detrimento del deudor.
Las reestructuraciones de deuda eran (hasta Griesa) procesos en los cuales un deudor acuciado promovía en acuerdo con sus acreedores una disminución equilibrada de sus pasivos, de modo de volver viable su repago.
Lo que hizo Griesa fue decir: la deuda que Argentina legítimamente pactó con sus acreedores es menor a la potencialidad de desarrollo de ese país, así que tiene que reconocer una deuda superior.
El espanto reaccionario más notable del que tenga memoria la historia. Todavía, tan cerca de los hechos, no resulta tan fácil visualizarlo así. Pero es de una envergadura criminal no mucho menor a los bombardeos de poblaciones civiles para ordenar la viabilidad de la circulación energética necesaria para mantener el status quo del capitalismo presente, que los señores del país de la libertad condicional organizan en Asia.
A los mismos que usufructúan los beneficios de mantener a los países del tercer mundo atados a los procesos de endeudamiento la decisión del juez les pareció demasiado. Sin embargo, el Tea Party judicial impuso su postura, a pesar del lobby que el parlamento británico, el Vaticano y Bank of New York (por mencionar solo algunos grupos extremistas de izquierda) realizaron en contra.
Decíamos: el fallo de Griesa es incumplible. Argentina debería decretar otro default y reestructurar nuevamente la totalidad de su deuda, en caso de reconocer los pasivos que el juez intenta obligarla a reconocer, directa e indirectamente.
En cierto sentido, hasta podemos decir que la decisión de Griesa es una invitación al socialismo.
La verdad es que si no es posible una alternativa a la propuesta por el fallo habría que mandar todo al carajo: declarar el default de la deuda, irnos de los organismos multilaterales de crédito, nacionalizar el comercio exterior y el sistema bancario y encomendar nuestras reservas energéticas y de materias primas agrícolas y minerales a Rusia y China y el surtido de su financiación.
Un aislamiento del mundo semejante sería muy doloroso para toda nuestra población. Desde la imposibilidad de viajar a ver el mundial (los controles cambiarios deberían ser muy estrictos), hasta la abstención de consumir determinados productos importados, pasando por la adecuación de los procesos productivos teniendo en cuenta la dificultad de comprar insumos provenientes de los países que hoy nos los surten, o la destrucción de capital de todo tipo (vehículos, celulares, maquinaria, computadoras) por la imposibilidad de adquirir repuestos.
O sea: en un país donde un módico control de cambios provoca manifestaciones de repudio masivas (más de un millón de personas movilizadas) pedirle a su población semejante acto de heroísmo sería ridículo.
Como dicen los pibes ahora, "boludeces no".
Y se lo decimos principalmente al líder de la corriente estudiantil de UNEN, el señor Fernando Solanas, que en algún intervalo de sus giras como cineasta relativamente exitoso, suele hacer comentarios respecto de estas cuestiones, sobre la legitimidad de la deuda y la mar en coche.
Jusamente desde UNEN, una fuerza en la que militan unos cuantos de los que tomaron y legitimaron la deuda en cuestión.
El camino será complejo y no hay que descartar nada
4 comentarios:
No, mire, ¿cómo va a decir una barbaridad semejante?, y si se entera griesa?, al pobre binner le da un soponcio, ¿usted se anima a bancar ésos terribles costos de su amenaza?.
Costumbre fea ésa de hablar de sogas en casa del ahorcado, o de socialismo habiendo "socialistas" de semejante calibre.....
Sí, ram, un poco fuerte no? Esto no ayuda en nada, en nada.
Es obvio que la intencion de Singer y sus socios fue siempre voltear la reestructuracion o por lo menos llegar hasta el limite final.Compraron los bonos despues del primer canje cuando ya se sabia que la Argentina no podia ofrecer nada mejor,so pena de enfrentarse al tsunami de la RUFO.Asi en 2011 hubiese sido elegido Macri no habia posibilidad de que el Gobierno argentino se allanara voluntariamente a su reclamo.Incluso si hubiese ahora a un arreglo obligado por el fallo judicial podria haber demandas de bonistas reestructurados y quien sabe que podria suceder con eso.La guita en esta cuestion fue un tema secundario,para el volumen que manejan estos fondos lo que pusieron para comprar los bonos y los gastos del juicio es un vuelto.La finalidad del juicio fue siempre mas punitiva que economica.
Y Cristina, una hora después,aceptó el consejo de Bonfatti.
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