sábado, 23 de octubre de 2010

Requiem para un sueño

Pasaron unos días.
Entonces, hablar de tristeza por el asesinato de Mariano Ferreyra es insospechable de sobreactuación, de gesto fingido u oportunismo.

El sufrimiento de los familiares es inasible desde la distancia. Los que no conocimos a Mariano Ferreyra, los que no fuimos sus compañeros, podemos acercarnos apenas lateralmente al mismo. En esa ficción doméstica de "ponernos en el lugar".

Cuando tenía la edad de Mariano Ferreyra (los 90) militaba en un partido de izquierda (no trotskista) y participé de varias marchas que terminaron con heridos y/o muertos. En aquellas épocas, las muertes las causaba el Estado, haciendo uso del monopolio de la fuerza a través de la policía o la gendarmería.

Los kirchneristas, por mucho tiempo, sentimos orgullo de que el Gobierno hubiera desactivado esa "política de Estado" que se había mantenido vigente en la Argentina desde la misma conformación del Estado Nacional.
Desde el 20 de octubre de 2010, tendremos vedado ese orgullo.

Es duro reconocer y decir en voz alta que la tristeza por esa pérdida (que es un fracaso, nuestro fracaso) excede en mucho la que podemos sentir por el asesinato de Mariano Ferreyra.
Es el muerto, el temido muerto, que por un momento creímos que nunca iba a llegar, el muerto sin nombre o más allá del nombre, el que nos hiere. El muerto que no supimos evitar. Del que somos culpables. Culpables.

Ese daño es políticamente irreparable. El tiro que mató a Mariano Ferreyra tiene también una lectura polítca (perdón por la frialdad): es un tiro que Pedraza le metió al corazón del kirchnerismo. Herido de muerte. Ya nada será igual.
Qué pena. "Lo que queríamos ser de grandes, lo que volvimos como cretinos, tan negociable..."

 

6 comentarios:

OMIX dijo...

Tan fuerte lo que decís, como fuerte es tu espíritu, por que es seguro que esto no es producto de un momento de calentura sino de horas de reflexión, mi solidaridad ante la catarata de quejas y recriminaciones que se te avecinan.
Un fuerte abrazo

Ricardo dijo...

Yo no lo veo así, Mariano.
No son las fuerzas de seguridad las que mataron. Ahora, si liberaron la zona, son tan culpables como el que disparó. La respuesta en ese caso debe ser política e inmediata.
Por lo pronto hay diferencias. En el pasado las mismas fuerzas de seguridad presente en el lugar hubieran participado en la investigación.

Te mando un abrazo.

Laura dijo...

Algo así pensaba ayer a la mañana, a las 7 de la mañana, cuando entraba al aula del CBC de Avellaneda para dar clase. Cómo empezar una clase con un pibe menos en un aula, con un asiento vacío? Mariano no era alumno mío, pero podría haberlo sido.
No cambia nada ésto, pero sí cambia la seguridad que tenía antes, cambia poder mirar a todos los pibes que sí están ahí sentados, y buscan respuestas, y preguntan, y critican, y hablan de no comprometerse, no militar... cambia en la seguridad con la que uno (sigue) defendiendo por qué hay que comprometerse, por qué mirar al otro, por qué defender (muchas veces solitariamente) a esta presidenta, porque toda respuesta y toda pregunta es política

Pancho dijo...

Siento parecido. Pero quiero esperar, ver qué hace el gobierno, qué lectura hace y como reacciona. No se puede volver el tiempo atrás, pero se pueden hacer cosas hacia adelante que hagan que el dolor al menos haya servido para algo. Si no hay reacción contundente, que sería mucho más meter en cana a un par de patoteros y arreglar con un grupito de trabajadores para que el resto se siga jodiendo como hasta ahora, penosamente tendré que adherir %100 a tus palabras

Udi dijo...

Querido Mariano: entiendo su tristeza y desazón.
Primero (porqué lo sé humano, y gaucho) el dolor por esa muerte. Y en segundo lugar, por lo que su post explica.
Y me permitiré aproximarme: quizás ese segundo dolor radica en haber tenido expectativas muy altas. A ver si me entiendo (o explico), el apoyo a ciertas políticas, la militancia empujada por el asco (o el temor) a las alternativas no pueden obscurecer la comprensión de qué hay de un lado y del otro.
Que la oposición a este gobierno nos haga correr un sudor frío por la espalda no implica que el gobierno sea mucho más que un manojo de algunas buenas intenciones, una segunda línea plagada de impresentables y algunas alianzas (intelectualmente deshonestas) casi contra natura.
La caracterización del momento (y el momento histórico, como concepto, SI es MUY importante reconocerlo, vea si no lo que Trotzky decía y que mi pereza me impide buscar) hizo que uno eligiera de qué lado de la trinchera de clase debía ponerse: x ej, 125, Ley de medios, AUH, etc.
En este caso, también: las patotas no defienden solo un modo de hacer sindicalismo, como nos bombardea la prensa burguesa, Las patotas defienden al Capital (sí, con mayúsculas, como categoría). Y ahi, la zanja también es clara y visible.
El gobierno puede morigerar la virulencia de las patotas, lo que no puede dejar de hacer es dejar de defender al Capital.
Como ya no soy trotzkysta también puedo agregar: no todo desarrollo capitalista es igual. El capitalismo agro financiero, el más dinámico de esta etapa, es eminentemente reaccionario y excluyente, el capital industrial, aún en formaciones económico sociales periféricas, es más inclusivo y progresista. Todo esto con todos los grados y matices concebibles, claro.
Como la toma del poder por parte de la clase obrera no está a la orden del día, se trata de oscilar, de moverse entre el apoyo a líneas políticas burguesas que promuevan ciertos grados de inclusión, mejoras, reformas por un lado, y resistir, al interior de ese bloque al castigo que el capital impone a nuestras vidas y su necesidad de miserabilizarlas en la desesperada lucha por contrarrestar el rendimiento decreciente de la tasa de ganancia aumentando la tasa de explotación, plusvalía que le dicen.
Mis amigos trotzkystas (porque siguen siendo mis amigos) son ciegos a los matices, y eso los emparenta con la adolescencia, es una verdad amarga, pero constante.
Lamento, por ellos, que cuando el Hugo pelea por las condiciones laborales de camioneros tercerizados no estén de ese lado, justificándose en el pasado del camionero de mar del plata. Como si la mejora en las condiciones de vida de un trabajador no representara nada si no viene de la mano del arcángel Gabriel.
Pero asimismo me encontrarán de su lado cuando asumen las luchas que las actuales conducciones obreras no quieren, saben o pueden dar.
Un gran abrazo!

Mariano dijo...

Un abrazo para todos, y gracias por los comentarios.