A partir de una nota del diario neoyorquino New York Times, que fue aprovechada por algunos medios locales con un delay más propio de un tiempista que espera dar un "batacazo" en la agenda de plena campaña electoral (aunque al final sin mayor éxito, digamos) se instaló en ámbitos muy reducidos de discusión el debate sobre las supuestas cláusulas secretas del acuerdo YPF-Chevron.
Sin entrar en los detalles que trata apropiadamente Krakowiak en Página 12 de hoy, podemos sí dar una visión de cómo funcionó el circuito de divulgación de la no-noticia, que casi no despertó entusiasmo ni siquiera en los habituales operadores.
Lo que cabe decir es que el acuerdo YPF-Chevron es un asunto demasiado complicado como para tratarlo desde el consignismo de lo que es "nacional y popular" o de la "soberanía sobre nuestros recursos", o (visto desde el otro lado), con la pantomima de la "seguridad jurídica" o las "oportunidades de negocios".
En realidad, NYT me parece que trató de presentar una noticia que justificara o al menos aportara nuevos elementos de análisis a lo que en algunos nichos inversores de EEUU se ve como una locura: una inversión millonaria de una empresa norteamericana, en asociación con una empresa estatal, en un país "anti-mercado" que hoy por hoy tiene prohibida la remisión de utilidades, que encima implica una transferencia de tecnología desde la empresa privada a la empresa estatal que no cuenta con dicha tecnología, y donde las riquezas todavía no superan el status de lo potencial porque nadie está produciendo nada no convencional ahí.
Es decir, mientras acá algunos más radicalizados ven el acuerdo como una entrega lisa y llana, en Nueva York tratan de convencer a los fondos de inversión más buitrescos, más Tea Party, de que Chevron obtiene réditos de invertir en Vaca muerta, que no está subestimando el riesgo de la inversión y que no está cometiendo ninguna locura ni subsidiando a una proto-dictadura tercermundista populista y enemiga del american way of life.
Para decirlo claro, cada uno habla para su público.
En el medio se cruzan operaciones políticas y mediáticas de los que quieren llevar agua para el molino propio (es lógico esto, pasa siempre y hasta es sano, lo que no sería sano es que se le diera más importancia que la que tiene, cosa que en este caso por fortuna no ocurrió), entremezclando las líneas discursivas entre emisores y receptores, en algunos casos con la mezquindad del que tiene una quintita muy chiquita que defender, como el señor Hadad (que...no era K?) y pasan estos "malos entendidos" que se propagan con la misma lógica del teléfono descompuesto, pero potenciados por los efectos de la comunicación en red y la "viralización".
O sea, podemos decir que el acuerdo con Chevron es parte del mismo "giro a la derecha" que el gobierno empezó a dar en mayo del 2003.
3 comentarios:
No entendí ¿por qué viene Chevron a la Argentina entonces?
Evidentemente (y como ocurrió históricamente) porque las condiciones son "extremadamente" favorables, es lo de siempre, las bufonadas de parásitos como el señor Moreno o Kicillof llevan a la postre a tremendas bajadas de lienzos (o bombachita en el caso del la Sra Presidente)
¿Cuál es la novedad?
Ah, una cosa... si no hubo mayor "repercusión" se debe a la cantidad de guita que hay de por medio... no me imagino a La Nación o Clarín escupiéndole el asado a una terrible multinacional yankee, no sean ingenuos señores.
Uhh, se troskeó AAA !!!!
Ve, Mariano, lo que terminan logrando sus posts llenos de mala intención ?
Tipos como AAA cuestionando el sagrado sacerdocio periodístico y la impoluta objetividad de los medios.
En fin, esperemos que AAA no "pase a la clandestinidad" como líder de alguna fracción armada que promueva la alteración en las relaciones sociales de producción.
Salute, Mariano !
Ya no pueden criticar los gobiernos que aceptaron jurisdicción extranjera, ni a los que firmaron o firmarán tratados semejantes.
Las amplias garantías que pide Chevron, además del hecho de que YPF por si sola no pudo conseguir la guita, se deben a que se expropió YPF sin pretender pagarla (o sea se confiscó).
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