Esta nota, creo, merece la lectura.
Es claramente una apología de un mandatario de un país "modelo" de la región, escrita por el director periodístico de un diario con una línea ideológica muy definida.
Y más allá de que se apologiza a un derrotado electoralmente, castigado por los sectores de la población menos favorecidos, y paradójicamente se resalta como una de sus virtudes la de estar obsesionado con mejorar las condiciones de vida de esos sectores que lo castigan aparentemente por no haberlo hecho lo suficiente, la verdad es que la nota, en lo que refiere al tema inflación, puede leerse como una involuntaria defensa de lo que sostenemos acá sobre los esquemas de inflación baja, con índices de precios que funcionan como mecanismo para extinguir la nominalidad de los incrementos salariales y de ese modo permitir una recomposición de márgenes de rentabilidad paulatina sobre la base del abaratamiento gradual del costo laboral en términos reales y poco perceptibles, para compensar rendimientos decrecientes y favorecer la reproducción del capital. Decimos acá, siempre, que no hay evidencia de que tales esquemas favorezcan a los sectores con ingresos bajos por el solo hecho de mantener índices de alzas de precios de poco impacto psicológico.
Por el contrario, en otros países con esquemas inflacionarios y con índices de precios cuestionados, que no cumplen la función de anclar la nominalidad del salario, sino que son eliminados como referencia de las negociaciones indexatorias (paritarias, por ejemplo, o Consejo del salario, hablando de Argentina) y por eso no influyen positivamente en el proceso de acumulación de capital, aquellos sectores de la población más pobres, más vulnerables, que según los analistas son los principales perjudicados por estas políticas de indexación nominal de precios (incluídos los ingresos, salarios y transferencias) votan masivamente a quien aplica estas políticas.
Pero además, esta curiosidad es aplicable a muchos momentos históricos también, en los cuales el perjuicio sufrido por los pobres por la inflación era expresado políticamente por los sectores altos, mientras los pobres no le daban la trascendencia que a los analistas les parecía que debería haber tenido el fenómenos inflacionario por lo menos para los resultados electorales.
La perplejidad de Piñera, que lo lleva a elaborar la hipótesis de que habría un IPC "de los pobres" que duplicaría al general, por lo cual los efectos de la inflación serían peores a los medidos y por eso los pobres no lo quieren y le votan en contra, es un nuevo episodio de esta cadena histórica de ilusiones ópticas cristalizadas como reales, a partir de la simple incapacidad para poner en cuestión una idea dada y llegado el caso diluir un prejuicio, y en cambio seguir sosteniéndolo contra toda evidencia.
1 comentario:
increible la parte donde FG dice que Piñera debería ser más keynesiano, cuando lo que quiere decir es que debe ser más distributivo o más populista
Publicar un comentario