lunes, 17 de octubre de 2011

Política monetaria


La política agresiva del Banco central, con la venta de dólares a futuro y al contado resultó (con algo de mora) exitosa.
Eso podría suponerse, al menos, después de observar que el jueves y el viernes el Central terminó en posición compradora (recuperando algo de lo vendido en estos últimos tiempos), y que el valor de la moneda se estabilizó, desde hace unos cuantos días en 4,24.

Lo cierto, y para matizar un poco, es que todos los movimientos del final de la semana pasada parecieron contradecir las alarmas innecesariamente fingidas de los días anteriores. Se empezó a revaluar el real, quedando en una cotización coherente con su historia reciente, subió el precio de la soja (cuya caída estrepitosa, para no desentonar con el historial reciente de pronósticos alarmistas, finalmente no se concretó, deberíamos decir, por lo menos por ahora), también el precio del petroleo recuperó su tendencia alcista.

Ahora bien, volviendo específicamente a la cuestión interna, en paralelo con esta novedad de que el Central finalmente pudo disciplinar la demanda de dólares, se manifiestan movimientos en cuanto a la oferta de pesos. En particular, las tasas de interés, que se elevaron en todos los tramos del mercado, volviéndose más cara la financiación para los bancos, y por ende, para los particulares, a los cuales, además, se los convidó con tasas más altas para la colocación de plazos fijos (lo cual hizo mejorar los índices de crecimiento de los depósitos).

Entonces, superada la tormenta (superada?) vemos al Central encarando un proceso inverso.
Se dispone ahora a volver a dotar de liquidez al mercado para evitar subas de tasas y enfriamiento de la economía por restricción de consumo y financiación.
Entonces, vuelve a inyectar pesos, no renovando Lebacs, por ejemplo. Y, aparte, cuenta con la "normalización" del accionar de ANSeS (que colaboró con la suba de tasas, la semana pasada, al no renovar plazos fijos que tenía en entidades privadas), y con la tarea del Banco Nación que, al tener liquidez, puede operar en el mercado interbancario ofreciendo tasas menores a las que se pagan.

Veremos, entonces, que es lo que pasa estos días con la demanda de dólares, en tanto se vuelve a inyectar liquidez, o si esta liquidez deriva en algún otro movimiento no del todo deseado.

Lo fundamental es que no terminamos de tomar nota de que el problema parece ser distributivo, en este aspecto, y que las decisiones económicas no pueden agotarse en la ortodoxia monetaria de abrir o cerrar la canilla de acuerdo a cómo se vaya vaciando o desbordando el vaso.
Darle más o menos liquidez a los bancos es, más que ninguna otra acción, ponerle plata a disposición, o sacársela, a las clases altas y medias, y usar sus propensiones demandantes como modo de equilibrar las tendencias al crecimiento o a la contracción,  al enfriamiento o al sobrecalentamiento de la economía.

Hay que empezar a pensar en cómo corregir ese sesgo estructural de la economía argentina, que posiblemente sea el factor más influyente en el invariable atraso.

2 comentarios:

Daniel dijo...

Muuuuy buena.

profemarcos dijo...

¿una alternativa sería darle todo el poder a los soviets? El Banco Central se debe ocupar de la liquidez y de las tasas, si no nos gusta veamos de cambiar su carta orgánica.