martes, 6 de noviembre de 2012

Avance estatal sobre la relación ahorro-inversión

El comité de inversiones para las aseguradoras comienza a reunirse y a analizar las posibilidades del sector. Por su parte, la reforma en la operatoria de las bolsas de comercio y el mercado de valores avanza en las cámaras legislativas. Los bancos siguen acondicionando sus carteras para cumplir con la nueva normativa sobre créditos productivos a pymes como porcentaje fijo de sus depósitos. ANSeS sigue desarrollando los instrumentos que van a financiar el ProCreAr.
Y las restricciones a la compra de dólares se mantienen especialmente firmes para el mercado inmobiliario y el ahorro de particulares.

Hay un hilo conductor que establece vínculos estrechos entre cada uno de los puntos individuales de este múltiple avance del control estatal sobre tasas de rentabilidad, aplicación de recursos, disponibilidad de utilidades, supervisión de viabilidad y demás palancas decisivas de la actividad financiera y económica, sacadas del ámbito privado y trasladadas al menos parcialmente a la esfera pública.

Lo que se está buscando a partir de todas estas expresiones apuradas es la canalización forzosa de stocks de ahorro, con el fin de generar un (no digamos shock) estímulo inversor, que por un lado corrija algunos problemas estructurales del país, y por el otro trate de sacarle jugo a los excedentes y ahorros generados por argentinos, hoy canalizados en operaciones inmobiliarias especulativas o la compra y fuga de dólares, violentando de alguna forma la creación de productos más atractivos para los ahorristas que puedan ir reemplazando a aquellos que permanecen contingentemente vedados, pero profundamente arraigados en las conductas no sólo de ahorristas pequeños con bajo nivel de información bursátil sino también de agentes que manejan grandes montos excedentes de actividades productivas y comerciales.

Las justificaciones para propiciar un taponamiento que evite la salida de divisas son más que conocidas y no hace falta repetirse demasiado. La restricción externa es un problema que afectó a la Argentina en varias oportunidades a lo largo de la historia, y la inacción o la acción infructuosa de las autoridades desembocó en crisis formidables. De manera tal que más allá de las especulaciones respecto de cuánto puedan influir en la generación del problema algunas de las políticas implementadas en los últimos años, la verdad es que la amenaza del problema ocurrió, y se reaccionó activamente, consiguiendo parcialmente los objetivos.

Ahora bien, frenar el egreso de divisas no es un bien en sí mismo. También corresponde evaluar qué pasa con los excedentes que se volcaban a la formación de activos externos (nombre técnico que abarca casi totalmente la compra de dólares para fuga, tanto en el circuito formal, hacia Uruguay, como en el informal, o sea el colchón).
Por un lado, si las empresas extranjeras no pueden remitir sus utilidades a sus casas matrices, lo más probable es que las mismas sean aplicadas a algún activo financiero que las mantenga semi-inmovilizadas, o a algún proyecto inversor de mediano plazo, reemplazando la función del crédito.

Ahora, ¿qué pasa con los excedentes líquidos que quedan en manos de particulares, que no van a la compra de dólares, o que por acción indirecta de la restricción cambiaria, no van a la compra de inmuebles?
Esos pesos excedentes, no canalizados a la fuga de divisas o a la conformación de ahorro interno, quedan dando vueltas. Al no ser absorbidos, pueden presionar sobre los precios si se canalizan a través de demanda agregada (consumo o inversión).
Esto diría la teoría, al menos.

Con emisión monetaria en niveles elevados, y cierta tendencia a la informalización de la economía (al tiempo que crece el número de cheques rechazados y de morosidad en préstamos personales, suben las tasas de interés) ocurre un hecho paradójico. Aumentan los pesos circulantes y suben las tasas de interés bancario.

Por eso se hace necesario convertir excedentes en ahorro formalizado, para amortiguar las presiones monetarias sobre precios (lo cual no significa que desaparezca la inflación, sino sólo que aflojen algunas de estas presiones que la pueden empeorar) sin que se encarezca más el crédito.
Esas parecen ser las intenciones.
La verdad: algunas de estas cuestiones (fundamentales para un mejor desempeño del patrón acumulativo capitalista) era mejor si hubiesen estado listas ayer.

4 comentarios:

oti dijo...

A mi juicio, se perdieron 8 años y más de 80.000 millones de U$S.

Mariano dijo...

Oti: me acuerdo de haberte leído comentarios sobre estas cosas hace 5 años por lo menos.
Saludos

Anónimo dijo...

Me parece que sobran los ejemplos en nuestra historia económica donde se ha intentado canalizar forzosamente el ahorro hacia sectores particulares y no han tenido éxito.
La prohibición de la compra de divisas no fue una cuestión pensada y madurada concientemente. Se implementó mal, a las apuradas, mintiendole al público (recordemos cuando decía Echegaray que toda persona con ingresos declarados podría comprar la cantidad que quisiera), y si bien evitó pérdidas de reservas por esa via, ocasionó una fuga fenomenal de depósitos bancarios en dólares, disparó el diferencial entre el dólar formal y el paralelo y empujó mas pesos a la demanda agregada agravando la inflación.
En definitiva, mientras se mantenga la nula credibilidad en la dirigencia político/económica, mientras las reglas se violenten o se cambien permanentemente, mientras las instituciones sigan siendo ignoradas o vaciadas, el ahorro no se canalizará a proyectos productivos. Es así de simple.

Mariano dijo...

Anónimo: más allá de que la palabra "credibilidad" parece que tiene tintes mágicos, porque nadie puede decir exactamente en qué consiste de manera concreta, pero parece resolvería cualquier problema, la verdad es que es cierto que los intentos por canalizar ahorros forzosamente no tuvieron nunca éxito. Pero no seamos malos, los intentos por generar "credibilidad" tampoco tuvieron nunca éxito. Y aclaró que no me refiero a la credibilidad en sí (que en economía nadie sabe explicar bien qué significa, repito), si no a las medidas concretas no intervencionistas que suelen usarse como medio para ganar confiabilidad de los mercados, los agentes, los particulares, las empresas, las familias, o quien sea.
Saludos