jueves, 28 de diciembre de 2017

Ojalá que no

Hagamos un repaso:
-Acá fuimos haciendo una especie de hoja de ruta del esquema económico de Cambiemos.
-Arrancaba con el shock devaluatorio e inflacionario de la ("exitosa") salida del cepo, que se daba junto con una finalización de casi todas las retenciones.
Unificación del tipo de cambio a un nivel elevado, liberación paulatina de precios, aumento fuerte de tarifas.
Todo tendiente a encontrar un tipo de cambio de equilibrio, que andaba por los 14 pesos.
Este primer shock suponía una fuerte reducción inicial de todos los ingresos fijos (salarios, jubilaciones, pensiones, transferencias) y debilitamiento de la demanda agregada.
A partir de ahí se instauraba una segunda etapa de persistente revaluación cambiaria, con altísimas tasas de interés, sin recuperación real del poder de compra de los ingresos, que iba a ayudar a una reducción de la inflación, de la mano de la reducción del déficit fiscal, hasta empalmar en un ingreso constante de inversiones extranjeras por cuenta de capital, que daría paso a una reconversión productiva (con reducción de empleo no competitivo), pero recuperación del poder adquisitivo de los ingresos medios y altos.
Bueno, hoy nos anunciaron que esta segunda etapa no se completó según los parámetros que tenían previstos, por lo tanto tienen que ceder una nueva devaluación para encontrar un nuevo tipo de cambio de equilibrio más alto, a ver si ahora sí, pueden hacer exitosa la segunda etapa.
O sea, devalúan.
Volvemos a febrero 2016, después de la ("exitosa"?) salida del cepo.
La nueva meta del 15% para la inflación 2018 tampoco se va a cumplir.
Esto quedaría patentemente confirmado si, como dicen, el Ministerio de Trabajo intenta que se eliminen de las próximas paritarias las cláusulas gatillo.
Esto es simplemente porque reconocen que, en este contexto, si no bajan más los salarios no van a poder hacer ceder la inflación. Es decir, la pérdida de 2016 no solamente no se recuperará nunca, sino que fue, según su óptica, insuficiente.
Vamos hacia un 2018 más parecido a 2016 que a 2017 y muy lejos de aquella utopía que indicaba que íbamos mejor.
Qué lindo es dar buenas noticias, dijo alguien alguna vez. Bueno, ojalá que no.

2 comentarios:

oti dijo...

La diferencia con los años '90 es que la apertura financiera de aquel tiempo generó una secuencia de ingreso-egreso de capitales que generaron un poco de "derrame" en la economía real, sobre todo los primeros 2 años y medio de la convertibilidad.

Ahora lo que ocurrió en el corto plazo es una fuga de capitales descomunal cuyos efectos se disimulan por un endeudamiento descomunal y lo único que se logró es remontar el nivel de actividad que se había venido abajo en 2016.

Mariano Grimoldi dijo...

Sí, y hubo también una caída abrupta de la inflación, desde niveles de hiper