martes, 26 de diciembre de 2017

Griesa

Ante la muerte de Thomas Griesa, acá queremos destacar algo que nos dejó con sus acciones en vida. Porque no puteamos muertos, tratamos de ver siempre qué nos dejan de positivo.
Y en este caso, valoramos que Griesa hizo un aporte muy importante para develar lo que nosotros creemos con mucha convicción, pero a veces no es tan fácil lograr que otras personas lo entiendan.
Griesa se hizo cargo en persona, con su nombre y su prestigio, de llevar a cabo un trabajo sucio, decidido en esferas institucionales que sobrepasaban en mucho su minúsculo lugar, haciéndose cargo de la arbitrariedad que no le correspondía a él en persona sino que era una política decidida por un estado para ser llevada a cabo con toda la maquinaria institucional necesaria.
No fue él quien decidió que Argentina, las autoridades democráticas de la Argentina, y por añadidura el pueblo argentino fuera exonerado de los circuitos de acceso a excedentes financieros internacionales en condiciones dignas. No decidió él que Argentina pagara en dólares y con altos intereses el atrevimiento a no haber seguido las recetas impuestas por considerarlas nocivas.
Él fue apenas el brazo ejecutor de una maquinaria imperial muy bien aceitada.
Las circunstancias, y sobre todo la valentía y tosudez de las autoridades argentinas forzaron al sistema a tener que poner a funcionar muchos anticuerpos para aislar en aparente autonomía el accionar de Griesa, de modo tal que quedó evidenciado que tal autonomía no existía.
Y por eso mismo, con su accionar, develó los hilos conductores que hay en estos procesos de decisión y acción, que para hacer funcionar el mito deben permanecer disimulados.
El rol de Griesa nos permitió ver que la independencia de poderes republicanos, la autonomía de las autoridades monetarias y que la libertad del sector privado para operar en finanzas, cuando se trata de salvaguardar intereses imperiales, son un verso mayúsculo.
Que todo ese edificio mitológico no es más que una construcción artificial, histórica y arbitraria que sirve para mantener vigorosas las relaciones de poder en las que se asientan todas las prácticas sociales, económicas y políticas a escala mundial.
Un juez de primera instancia de Nueva York, o de cualquier estado norteamericano, no podía haber sido otra cosa que Griesa.
Por eso a Griesa lo excluímos de nuestro desprecio. Porque no despreciamos personas sino sistemas. Particularmente, el sistema de dominación económico-financiero que somete a los estados nacionales a los designios de la banca de inversión mundial. El que hace que Griesa haya sido pieza necesaria, pero absolutamente intercambiable, (y él como persona prescindible) para el cumplimiento los planes trazados.

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