jueves, 1 de mayo de 2014

Marihuana legal

Leemos esta nota en Clarín.
En la que desde el título se alude a la obviedad de que una vez sabida la inminencia de que entre en vigencia la ley que vuelve legal la producción y comercialización de marihuana, la producción de cannabis alcanza un record de volumen.
Genios. ¿Cómo se avivaron de que los registros legales de producción iban a dar un crecimiento exorbitante respecto de los registros informales, limitados, casi inexistentes, operados desde la clandestinidad?
La noticia no es esa.

Cada vez queda más en evidencia que el publicitado y limitado permiso estatal para consumir marihuana que se pone en marcha en Uruguay, y que constituye, a partir de la legalización de la demanda el motivo más eficaz para dar permiso a la producción y sobre todo a la investigación sobre cómo mejorar la productividad y también el producto, es una pantalla tras la cual se esconde un proyecto de mucho más largo alcance: Uruguay es el ensayo a través del cual se permite recabar los datos de un trabajo de campo, con los cuales observar en el terreno (un país chico, completamente integrado a los circuitos financieros globales y absolutamente dependiente de ellos lo cual lo vuelve carente de soberanía política en determinadas cuestiones) los efectos de los cambios legislativos, para con ellos llegar a las conclusiones sobre cuales son los lineamientos jurídicos necesarios para controlar la producción de cannabis, no desde un estado (éste no opera más que como agente) sino desde las multinacionales que serán beneficiarias principales del flujo global del producto y de su inserción en un circuito productivo y de comercialización que excede en mucho el uso recreativo. 
Y que abre las puertas a la manipulación genética y al establecimiento de patentes sobre semillas manipuladas genéticamente, para uso medicinal, gastronómico o industrial.
Sobre este punto, véase el celo que manifiesta el estado uruguayo sobre el control de la trazabilidad, con los llamados "marcadores moleculares". 
 
No está mal. Después de todo, este ordenamiento de la producción es algo que afecta a todos los productos, y que sabemos que indefectiblemente ocurre.
Sería esperable, eso sí, que el resto de los estados Sudamericanos empezaran a plantear una estrategia para que el modelo de negocios ensayado en Uruguay no sea rápidamente copiado, porque es un modelo de negocios ideado en Estados Unidos, que intentará reproducir en el campo del cannabis la división internacional del trabajo que aporta al modelo de acumulación de capital que vía patentes, por ejemplo, surte financieramente la plaza neoyorquina.
Digamos, todo fenómeno con el control de la producción de cannabis, pero, como para todas las demás actividades económicas, reclamamos la posibilidad de hacerlo sin que signifique un egreso neto e irreversible de riquezas propias para acumularse en otros países, sino que aporte a algún tipo de desarrollo endógeno, por más que éste no sea todo lo igualitario que nos gustaría.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

mirá este link

http://www.cba24n.com.ar/content/fabrica-de-marihuana-seria-la-casa-de-usuaria-terapeutica

Anónimo dijo...

La legalidad de la Marihuana conduce a la privatización de la semilla por Monsando. Soros ya lo dijo.

Eduardo dijo...

Se viene el faso transgenico?