Sin perjuicio de lo dicho en entradas anteriores (que los porteños pagamos poco por los servicios que utilizamos), toca ahora llamar la atención sobre la otra cara de la "normalización" a la que se presta el jefe de gobierno Macri, y que responde a visiones pro-mercado, que (aunque parezca mentira) son fácilmente refutadas por la historia reciente de la Argentina.
La idea surge del siguiente apotegma: como los servicios son baratos, entonces son malos. Si queremos servicios buenos, habrá que pagarlos. Por anticipado.
Esto es de dudosa comprobación. No hay ninguna garantía de que las "señales de precios" incentiven a los concesionarios privados de servicios públicos, con renta garantizada o no, a que brinden servicios mejores.
Los vecinos de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires recordarán que en épocas en que pagábamos las "tarifas más caras del mundo" (y en que ir a Miami era baratísimo) sufireron el gran apagón del año 99, que dejó sin luz a muchísima gente. Los últimos en recuperar el servicio lo hicieron después de 2 meses.
Pero volvamos a la administración porteña (la luz porteña, por ahora, continúa siendo pagada por los ingresos de rentas generales del estado nacional).
Con el subte de 6 pesos que planea (o al menos ensaya) el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, tampoco hay garantías de un servicio mejor. Lo que habrá, seguramente, es un desahogo por el lado de la demanda, en el corto plazo. Al viajar menos gente (por el diferencial de precio con los transportes alternativos) quienes lo sigan haciendo viajarán un poco más cómodos, y esto le permitirá a la empresa (cuya rentabilidad garantizó De Vido durante años) recuperar cierta eficiencia en la planificación del servicio (sacar los trenes a hora, cumplir los cronogramas) y dejar las estaciones y trenes en mejor estado estético (limpieza principalmente) sin fuertes incrementos de costos.
Ahora bien, si reparamos en lo que pasa con el servicio de recolección de residuos se nos ocurrirá alguna comparación desagradable.
Desde que Macri asumió en 2007, el ABL aumentó 1200%. La excusa de la inflación no se aplica para fundamentar esos valores, salvo que Grindetti nos explique que había que blanquear una inflación acumulada desde 1870, cosa que no estaría tan alejada de la realidad (acá, entre nosotros).
El aumento tiene una explicación múltiple. Por un lado, el bajo piso del impuesto. Por las particularidades ya mencionadas de la ciudad de Buenos Aires, se paga en una sola boleta lo que en los municipios del gran Buenos Aires (y supongo que de todo el país) se paga en dos: por un lado la tasa municipal, con contraprestación de alumbrado y limpieza; por el otro, el impuesto inmobiliario, cuya alícuota se aplica a la valuación fiscal de la propiedad y lo recauda la provincia. Como la ciudad de Buenos Aires no es municipio ni provincia sino las dos cosas al mismo tiempo pero solamente algunas veces y otras no, ambas imposiciones (la tasa y el impuesto) deben ser recaudadas por el mismo ente, y vienen en la misma boleta. Economizamos papel. Somos ecológicos, "amigables con el medio ambiente".
En 2011, se decidió discriminar estos conceptos en la boleta de ABL porteño (pero el ente recaudador sigue siendo uno solo). Ahora pagamos una tasa por el alumbrado y la limpieza, y un impuesto en relación al valor fiscal de la propiedad.
Uno de los artilugios utilizados para promover los fenomenales aumentos que no se detienen este año sino que seguirán produciéndose hasta 2015, es el atraso de las valuaciones fiscales. Paulatinamente las mismas se irán acomodando al valor "de mercado", como ya ocurre con los autos radicados en la ciudad.
De paso, la boleta dejó de ser bimestral para pasar a ser mensual. La gran mayoría de los inmuebles vieron, por esto, duplicado el total de impuesto más tasa.
Pero por el otro lado, también la tasa municipal sufre y sufrirá incrementos, relacionados con los mayores costos de los servicios. El año pasado, se produjo la quita del subsidio nacional al alumbrado público porteño. Este año, todavía no cerraron paritarias los camioneros, pero las empresas recolectoras ya le transfirieron un aumento de costos al Gobierno de la ciudad, que todavía no lo plasmó en la tasa municipal. No se asuste señora si en los próximos meses le llega algún ajustecito en la boleta. Porque el aumento de este año corresponde al plan de adecuación de las valuaciones fiscales solamente. Falta el de "limpieza". Le van a decir que es para que la ciudad esté más limpia. Pero va a seguir igual.
Sin reparar en esta complejidad, los vecinos de la ciudad ligan automáticamente ABL con recolección de residuos. Y en esto Macri ha provocado un cambio radical en la ciudad. Radical, no en el sentido derivado de "raíz", sino en sentido político y en alusión a la eficiencia que caracteriza a los gobernantes de ese signo.
Si el progresismo predecesor brindaba un servicio malo, aunque barato, Macri empezó a brindar un servicio bastante caro. Y pésimo.
En línea con el apotegma de inicio de la entrada, pero exactamente al revés.
No sería de extrañar que en un plazo mediano, con el subte pasara algo similar. Sobre todo si la idea es que la distribución de recursos nacionales entre distritos vaya siendo cada vez más equitativa en el siguiente sentido: los más poderosos aportan más, para que los menos poderosos reciban más. Una distribución fiscal con función equilibradora de las desigualdades, y no ratificadora de las mismas.
La experiencia muestra que los servicios administrados distritalmente suelen bajar en calidad en comparación con los administrados nacionalmente.
Macri tendrá que afrontar esos riesgos.
Es una posición mucho más incómoda que la que tuvo hasta acá. El jefe de gobierno porteño tiene hoy otros compromisos que cumplir. No le alcanza (como si le alcanzó a De La Rúa) con plantar florcitas de colores en las plazas y decir generalidades de feria sobre "teoría del estado" con cara de estadista practicada en las clases de teatro y oratoria a las que lo someten sus asesores de imagen, en conferencias de prensa informales sobre avenida de Mayo, para ser un candidato a presidente viable. No podrá ser como aquel hombre que estaba a 100 pasos de cambiar el país para siempre. Y lo cambió para siempre. Radicalmente, en los dos sentidos del término.
1 comentario:
En el tema del subte en particular, lo que me parece muy claro es que es ridículo que un gobierno fije la tarifa del subte y otro gobierno diferente la tarifa de los colectivos que hacen un recorrido equivalente. Lo de los 6 pesos creo que es para después aumentar a 4 o 3,5 y que no duela tanto, pero de todas formas sería un desastre que el subte saliera el doble que el colectivo por un tramo similar.
Para mí el razonamiento debería ser, un subte más barato pero viajando enlatado, o un colectivo caro para viajar un poco más cómodo y más lento. Ni hablar de los autos, no debería haber chance de que se parezca el gasto de viajar en auto con el de viajar en subte o colectivo. Igual calculo que en ese aspecto todavía está lejos de ser parecido.
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