Por Rafael Palacios*
Un buen amigo me enviaba el artículo “La ocupación del lenguaje” cuyos
autores son Gonzalo Abril, María José Sánchez y Rafael R. Tranche. En él, se ponen
al descubierto las estrategias empleadas por la derecha y el neoliberalismo
para fortalecer su poder político y económico, y lograr la imposición de su
hegemonía cultural. Argentina es, sin duda, uno de los escenarios clave donde
la derecha está escenificando, sin ningún tipo de disimulo, esta durísima
batalla. Veamos algunos ejemplos tomando como guía el artículo citado.
Asistimos a la permanente “creación y
propagación de conceptos” intencionadamente
superficiales, imprecisos, fuera de contexto o directamente falsos que persiguen
instalarse e incorporarse al lenguaje: “cepo cambiario”, “no se puede viajar al
extranjero”, “apoyan al gobierno porque se benefician de algún plan”, “hay más
inseguridad que nunca”, “la inflación está descontrolada”, “la sociedad está
enfrentada”, “no hay libertad de expresión”, “no hay libertad”, “estamos en una
dictadura” o “no tenemos miedo”.
Usando “un método de argumentación
basado en la simpleza y la comprensión inmediata”, “la construcción de marcos de sentido” y “la moralización del discurso público” los voceros a sueldo de la
derecha y el neoliberalismo se sitúan en una falsa equidistancia, neutralidad e
independencia, “no somos de izquierda ni de derecha”, “no somos K ni anti K”, y
su discurso siempre se realiza “desde el sentido común” en la búsqueda del
“interés colectivo” y del “servicio a la patria” dispuestos a “defender la
libertad y la democracia” aún cuando ello signifique “sacrificios y renuncias”.
A partir de aquí, “su realidad” es la única posible y no admite
interpretaciones ni debates. Las personas “buenas, decentes, normales,
trabajadoras, patriotas” estarían obligadas a compartir sus postulados y cualquier
cosa que diga o haga el gobierno irá en contra de la libertad, la democracia,
la convivencia y, lo que es más grave, “el sentido común”.
Hay un evidente intento de “usurpación de la
terminología del oponente” y de apropiación de la identidad política de la
izquierda y los sectores más progresistas. Llega a resultar indignante ver
representarse como garantes de la democracia, la libertad, el diálogo, la
igualdad, la libertad de expresión, la convivencia o la seguridad a quienes
callaron, se beneficiaron, fueron cómplices necesarios o ejecutores de la
dictadura militar, de la desaparición de miles de ciudadanas y ciudadanos, de
la corrupción generalizada o del desastre económico en Argentina.
Al mismo tiempo, se lleva a cabo una permanente “estigmatización
de determinados colectivos” criminalizándolos, desprestigiándolos,
agrediéndolos e insultándolos. Mostremos dos realidades. Las y los estudiantes
que “toman escuelas” son acusados de hacerlo porque “no quieren estudiar”, “se
oponen al diálogo”, “no quieren ir a clase”, “están manipulados políticamente”,
“son irresponsables”, “ponen en peligro la educación pública” o “están llevando
a cabo una medida violenta e ilegal”. De la misma forma, las personas más
empobrecidas que apoyan al gobierno actual son señaladas de hacerlo porque “se
benefician de planes”, “son unos vagos”, “son ignorantes y los manipulan” o
“les regalaron terrenos para hacer viviendas”.
A esta altura casi es innecesario denunciar la
“táctica de orquestación” empleada y la utilización “del poder
amplificador de los media” con el objetivo de desestabilizar. Es
impresionante ver como se repiten las mismas consignas en todos los espacios y
lugares posibles, ya sea una universidad extranjera, un programa de televisión,
el titular de un periódico o un motín. Detrás del disfraz de estudiante en USA,
de periodista independiente o de economista objetivo se esconde en muchos casos
una derecha insaciable de dinero y poder, llena de rencor ante sus fracasos de
los últimos años y su incapacidad para encontrar un líder presentable o armar
una oferta electoral creíble.
* Asturiano. Máster Universitario en Género y Diversidad y Diplomado Universitario en Ciencias Empresariales.
1 comentario:
Si, es cierto. Pero es algo que hacen todos. El gobierno y el oficialismo tambien. Y supongo que se debe hacer en todo el mundo. Nadie puede tirar la primera piedra...
No creo que tenga mucho que ver con la derecha y el neoliberalismo, sino con una forma de combate mediático de la discusión política.
Digo, un ultimo ejemplo de esto fue lo que dijo el gobierno nacional y el oficialismo en general, sobre las personas que fueron al ultimo cacerolazo...
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