jueves, 21 de agosto de 2014

Cambio

Con el anuncio de Cristina de proponer una alternativa a los bonistas que participaron de la reestructuración de deuda argentina post-default 2001, para que puedan cobrar a pesar del mamarracho de Griesa, que es embargo pero no embarga, es bloqueo pero bloquea a medias y es permanente pero tiene multiples excepciones, finalmente Argentina empieza a irse de Nueva York, en una decisión verdaderamente histórica.
El oficialismo es la única fuerza política con capacidad para entender el alcance histórico real del conflicto con los buitres por la deuda externa.
Los demás piensan el mundo con los libros de hace 30 años, son incapaces de imaginarse algo distinto.
El gobierno en cambio decidió que Argentina sea vanguardia en los cambios de correlación de fuerzas y relaciones de poder entre las naciones que se darán en el mundo de acá a los próximos 50 años, y decidió asumir un rol activo en ese proceso.
No está garantizado el éxito, puede salir mal. Pero haciendole caso a Griesa estaría garantizado el fracaso y la humillación. Así no.

Es una apuesta a una posbilidad abierta. A determinado patrón de acumulación le corresponde un sistema financiero con centro en los lugares donde se acumulan los excedentes, que promueve los flujos que fortalecen ese patrón de acumulación. Cuando ese patrón de acumulación empìeza a modificarse por el desarrollo histórico de fuerzas productivas y como en este caso emergen naciones con capacidad de acumular excedentes de producción considerables se puede pensar en modificaciones similares en el sistema financiero para volverse funcional a esos nuevos patrones de acumulación, con nuevos centros. La idea de Argentina es aportar a la conformación de ese proceso. Que no es algo que está pre-definidio. Hay que construirlo. Hay que hablar con Rusia, con China, con el resto de Sudamérica, hay que capitalizar nuevas entidades de crédito internacional, hay que convencer de las potencialidades de la inversión en Argentina, hay que incluir a África y desarrollar también sus potencialidades, y todo esto hay que hacerlo sin perder de vista la necesidad de establecer criterios proteccionistas para no cambiar de potencia que nos colonice. Es dificilísimo y durísimo. Pero muchas otras no hay.

Es cierto esto que dice el ex-vice ministro de Cavallo, Sturzenegger. Con el nuevo canje, se abre la posibilidad de que no se rescate la totalidad de los bonos y algunos queden dando vueltas para ser aprovechados por vivos que los compren por chaucha y palitos y después litiguen.
El tema es que esos litigios quedarán circunscriptos a la plaza de Nueva York. Y es visible como otras plazas (Londres, Luxemburgo) están legislando para evitar que les ocurran ahí casos como el actual de Argentina.
Esa es la jugada trascendente en materia histórica del canje propuesto por Argentina.
Y lo que decíamos sobre los dirigentes opositores que no pueden pensar el mundo más allá de la matriz inoculada en 30 años de bibliografía obsoleta queda fielmente demostrado en estas declaraciones de Sturzenegger.

domingo, 3 de agosto de 2014

La Historia

La dinámica de los acontecimientos (que cuando pecamos de un exceso conceptual ordenamos bajo el nombre de Historia) es un proceso dialéctico de orden y rupturas.
La gastada metáfora de la foto y la película puede ayudarnos a figurárnoslo. En la foto (estática) hay un orden. El desarrollo de la película está cargado de elementos de ruptura, dada la imposibilidad de mantenernos estáticos. Sin embargo, ciertas fuerzas o pulsiones de supervivencia tienden a la instauración del equilibrio que configura el orden.
Esa es la dialéctica de los acontecimientos. Una ruptura del orden para la configuración continua de nuevos órdenes no tan distintos del anterior. Una sucesión de equilibrios operados sobre la base de la contención de los daños operados por los movimientos disruptivos de los entes individuales.

Estos procesos exceden en mucho a las voluntades individuales, que son apenas un elementos más, tal vez menor, de todo este complejísimo entramado de fuerzas interactuantes.

Por esa misma dinámica a Argentina (más allá de la voluntad de los funcionarios y los habitantes en general) le toca un rol inesperadamente estelar en estos tiempos. El de constituirse en vanguardia de la reconfiguración del orden financiero mundial. Es de desear que sepamos asumir ese rol con la altura, la responsabilidad, pero también con la desfachatez disruptiva que la situación amerita.

Hay que irse de Nueva York, hay que litigar internacionalmente contra ese fallo excesivo, claramente sancionatorio de las decisiones políticas de la Argentina.
Y hay que saber pagar los costos de las decisiones, que de todas formas habría que pagar.
En el caso menos salvaje, es dable pensar que se opere un cambio en la correlación de fuerzas internas en EEUU, que hoy por hoy nos es desfavorable tal como lo demuestra el fallo Griesa.
Y si no, hay que jugar las cartas que nos tocaron.


viernes, 1 de agosto de 2014

El "defol"

Independientemente de las consideraciones que podamos hacer, la situación argentina a partir del fallo de Griesa y del no acatamiento del mismo es de default parcial.
Uno puede entender la declaración política de Cristina diciendo que hay que inventar otra palabra.
Es cierto, hay una situación inédita y bastante difícil de entender. Un grupo importante de acreedores se ven impedidos de cobrar lo que el deudor pagó, no por un embargo sino por un bloqueo que deja la plata en el limbo, sin posibilidad siquiera de que sea devuelta al deudor al que se le impide honrar su compromiso.
Ya dijimos que el fallo de Griesa tiene unas implicancias exageradas que superan en mucho el análisis del caso tratado, y que se mete en consideraciones de carácter económico y político generales. Tira para atrás la reestructuración de deuda del 2005. Inventa una reestructuración al revés. Considera que el proceso exitoso de desendeudamiento de la Argentina debe ser abolido.
Y hay que decir que esto contó con la anuencia de la Corte Suprema norteamericana que decidió no intervenir y dejar que Griesa armara este quilombo.

Pero decíamos que más allá de que queramos o no llamarlo default como modo de influir en los flujos discursivos que en los ámbitos del lobby y la política internacional se desarrollan, la realidad indica que por decisión de los actores involucrados en los hechos, las consecuencias para Argentina, en términos reales, serán las de un default parcial.
Esto incluye: pérdida de valor de algunos activos, como los papeles que representan el capital de las empresas argentinas, como los ADR, las acciones, bonos, títulos de deuda, etc. Originada por un factor: limitación a la posibilidad de conseguir financiamiento, que se traduce básicamente en la retracción de los inversores que abandonarían posiciones (venden). Esto deriva en consecuencias para la incorporación de capital y el desarrollo de procesos de inversión de dichas empresas o del mismo estado.
Puede generarse alguna modificación en la composición orgánica del capital argentino, con mayor relevancia de la intensividad de la mano de obra, debido a la dificultad para la incorporación de tecnología y el desarrollo de complejidad. Pérdida de productividad en el mediano plazo y consiguiente deterioro del poder de compra de los ingresos en pesos, medido en valores internacionales.
Básicamente, hablaríamos de presiones devaluatorias para acondicionar la nominalidad de la economía argentina a la nueva situación real en la que se cierra un flujo significativo de ingreso de divisas.
La situación no será crítica como la del 2001 ni por asomo, pero sí habrá una consolidación de la tendencia restrictiva de estos últimos años que venía revirtiéndose en este último tiempo.

Esas consecuencias me parece que son inevitables, aún cuando Argentina ponga toda la buena voluntad de ahora en más para resolver el tema. Lo que quedó en evidencia en todo este proceso es que Griesa (reitero, con anuencia de la Corte Suprema) sanciona el proceso exitoso de desendeudamiento. Y la decisión de sancionar ya está tomada y es irreversible. Cuanto más se ceda, más rigor nos harán sentir.

Creo que el camino entonces es el de asumir las complicaciones. Doloroso camino, consistente en hacernos a la idea de que la plaza neoyorquina es una plaza cerrada para nosotros definitivamente.
Hay que mudarse, hay que irse. Negociar con los acreedores una reestructuración en otra jurisdicción y retirarnos definitivamente del centro financiero del mundo. Con la lamentable destrucción de riqueza que eso implica.
Pero es que eso es lo que dispone el fallo de Griesa, en parte. Que Argentina sea sancionada. Bueno, asumamos la sanción, paguemos los costos. Y que a los buitres les pague Dios.
Ir indagando caminos alternativos para el desarrollo de nuestras fuerzas productivas, de la mano de Rusia y China. No es soplar y hacer botellas, no es color de rosa, no estamos exentos de tener disputas severas por el usufructo de nuestras riquezas, y no sería lógico bajar la guardia a la hora de negociar.
Pero no es algo que hayamos elegido. Lo eligieron por nosotros.
Lógicamente, siempre habrá personas que ante tal postura se preocuparán por la complejidad del trámite para sacar la visa para ir a EEUU. Y bueno, la vida es así.