sábado, 30 de noviembre de 2013

Reservas

Esta entrada es una especie de homenaje a Néstor Kirchner, con el laconismo y la falta de "timming"que solemos usar para los homenajes. Perdón, no sabemos de otra forma.

Hay un capítulo en la historia económica de Latinoamérica que tiene reservado el bronce para el kirchnerismo.
Es el de la neutralización de los golpes de mercado.

Los "golpes de mercado" son acciones especulativas que actores con capacidad de fuego importante en materia financiera desatan contra los intereses de otros actores para obtener ganancias extraordinarias en escaso lapso.
Las condiciones de posibilidad para que estos acontezcan son tres: cierto nivel de cartelización de los especuladores que les permite actuar de forma mancomunada, un tráfico diferenciado de información para los diferentes segmentos de afectación (no es lo mismo de lo que se enteran las máximas autoridades del banco que sus clientes, y de acuerdo a la envergadura de éstos, tampoco se enteran de lo mismo entre sí, por ejemplo) y alguna debilidad en la estructura de la economía de un país, visualizada y aprovechada para el desarrollo de las acciones especulativas que se transforman en corridas.
Los ámbitos de aplicación pueden ser dos, también: el mercado financiero o la economía real. Las corridas cambiarias o bancarias y las estampidas de precios.

Siempre, estas situaciones se suben al caballo de la persistencia en algún error, forzado a veces por el devenir de los hechos, en la administración de las variables.
Pero sabemos también que la eliminación total del error o la anomalía es una imposibilidad.
En definitiva, cualquier esquema económico es susceptible de ser operado por la especulación, que es el comportamiento natural de los agentes ávidos de maximizar réditos (y también de distribuir perjuicios para el resto: la afectación de ingenuidad o la justificación de "y si vos fueras banquero qué harías?", conmigo no va; no soy banquero, no sé si con eso queda respondida la pregunta).

Bueno, en esas lides, no sé si habrá en la historia de América Latina un gobierno que haya respondido con tanto nivel de éxito (el éxito nunca es total en la guerra) a la cantidad de corridas y estampidas de todo tipo que tuvo que enfrentar, como el kirchnerismo.
Hay un factor: es fácil neutralizar las corridas dándoles a quienes te sugieren o amenazan todo lo que piden, incluso el manejo directo de las palancas de la economía. Menem lo hizo (después de que lo disciplinaran un cachito en el 90). El tema es cuando no les das todo lo que quieren, sino un poco (tampoco exageremos, la utópica "nada" no existió por estos lados).

En 2008, por ejemplo, cuando Redrado tuvo que inundar la plaza de dólares a costa de perder reservas, pero consiguió bajar el dólar unos 30 centavos, para hacerles ver a las cerealeras que en esas condiciones había más para perder que para ganar. Lo hizo a regañadientes, por orden de Néstor, de quién no se privaba de decir que estaba loco.
O la de 2011, post elecciones, que recordó Guillermo Moreno en su discurso de despedida, éxito por el cual quedó resuelta su continuidad en el gobierno, cuando ya casi estaba decidida su salida (ahí puede ir Prat Gay a buscar a los responsables de la estadía de Moreno en el gobierno; los tiene cerca).
O las posteriores que derivaron en las medidas que se conocieron finalmente como "cepo cambiario", después de que fracasara el intento de Cavallo y Stolbizer de compararlo con el corralito. El original, el de ellos.
Y antes en 2009, cuando el fin de las AFJP, con el trotecito bancario más grandilocuentemente (pre)anunciado por el noticiero del 13 (le mandamos un besito a la esposa del gerente de noticias del canal). Y ahora en 2013. Etcétera.

El recurso de última instancia, el respaldo más eficaz contra estos movimientos de desestabilización de un esquema económico que cometía el "error" de querer forzar un recorte de rentabilidad de la inversión para poder transferir directa o indirectamente recursos a otros sectores, fue la fortaleza de las reservas internacionales y la liquidez de las mismas, que le permitió al BCRA hacerles saber rápidamente a los operadores, que las podía usar en su contra.

Néstor Kirchner, dicen, llevaba un registro manual de la evolución de las reservas, día a día. Había recibido un banco central casi vacío, con unos 6 mil millones de dólares (no había para pagar los vencimientos de deuda de un año y el FMI cortó los créditos, por eso el gesto "libertario" de Rodríguez Saá de suspender el pago de la deuda; pero lo usaron de chivo expiatorio, pobre, los mismos banqueros que lo habían puesto ahí para dar las malas noticias como buenas). Y las llevó en algún momento a los 50 mil millones de dólares. Pagando los vencimientos de deuda (y el stock al FMI) sin refinanciar nada, y con apenas dos emisiones de BODEN, suscriptas por nuestro único prestamista externo: Venezuela.
Tenía, dicen, una obsesión con el tema.

Hoy, después de arduos combates de éxito dudoso, la situación de las reservas internacionales es la más floja de todo el período. Es imperioso recomponerlas. Como sea. Y cuando se dice como sea, es como sea. Y para eso hay que hacerse de los dólares físicos o futuros que permitan cerrar el programa financiero del 2014, sin volver a armar un fondo de desendeudamiento, que este año 2013, junto con otras variables de la economía, le costó al Central más de 10 mil millones de dólares.
Ese es el objetivo principal, impostergable. Recomponer reservas.
Para no perder el capital económico, que es también un importante capital político, aunque a veces parezca que no se nota.
El de pasar a la historia como el gobierno que desterró de la Argentina el fantasma del golpe de mercado.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Vindicación del nuevo equipo económico (un acto de fe)


Nosotros venimos insistentemente tratando de ofrecer algunas explicaciones que por un lado aporten al trazado de algunas líneas de continuidad coherentes que conviertan a las medidas salteadas que va tomando el gobierno en la actualidad en un "giro ortodoxo" (concepto que elegimos con escaso rigor estético ni científico), y por el otro lado oficien como una justificación desde la racionalidad que dirige las decisiones (independientemente de los posicionamientos ideológicos o tácticos).

Partimos de una base: muchas de las cosas que se deciden hoy marcan un claro contraste con consignas que tendieron a convertir ciertos pragmatismos en dogmas, en épocas más dulces del relato kirchnerista,

Provocados por las preguntas de un querídisimo amigo nos lanzamos entonces a escribir con pretensiones de mayor seriedad, aunque en la misma tónica de lo que lo veníamos haciendo.
Dichas preguntas son: ¿Y cuál es el sujeto social? ¿A qué parte de los argentinos beneficia? ¿Para qué? ¿Por qué?

El nudo central de toda la complicación que se expresa en la actualidad de la economía argentina es el tipo de cambio.
La reversión de un proceso de ingreso de divisas superior al demandado que ponía al BCRA en la obligación de absorber dichas divisas comprándolas con pesos emitidos, parte de los cuales eran posteriormente esterilizados, pero que así y todo esto promovía ciertos desequilibrios que en conjunción con un crecimiento de la actividad productiva y la incitación al consumo que significaban por un lado las bajas tasas de interés, la alta liquidez y la capitalización de la misma por amplios sectores sociales con consumo atrasado provocaba la emergencia de ciertas presiones inflacionarias que a duras penas encontraban algún dique.

Ese proceso murió: no tanto como se preveía por el factor exógeno de la reducción de liquidez de dólares en el mundo (los términos de intercambio siguen siendo buenos y las tasas de interés bajas), sino porque algunos desequilibrios operados por la incoherencia en el funcionamiento de distintos estamentos de gobierno así lo determinaron.
Así, mientras se aumentaba el ritmo de emisión monetaria y había una inflación de 25% se mantenía con escasas variaciones el tipo de cambio nominal y el consiguiente abaratamiento del dólar en la plaza local se combatía restringiendo cualquier válvula de escape de los excedentes de pesos sin acertar con la implementación de herramientas de ahorro en pesos que suplieran lo que la compra de divisas para atesoramiento o las importaciones o las remisiones de utilidades hacían.

Ojo, no digo que fueran esas medidas improcedentes, sino que no consiguieron aceitarse coherentemente para que los pesos que sobraban en algunas carteras no provocaran explosiones, o al menos se dejara de surtir de pesos esas carteras atiborradas.

La consecuencia de todo esto fue que la economía argentina empezó a demandar más dólares de los que podía hacer ingresar. Y las arcas del banco central que durante varios años se habían ido llenando de dólares tuvieron que responder ante esta situación.

Digámoslo de esta manera: se llegó a un punto de fuertes presiones devaluatorias, para las cuales las herramientas con las que la autoridad monetaria había sabido contenerlas durante unos años, ya no estaban tan fuertes ni eran tan inexpugnables como antes.

La dicotomía que se plantea entonces para el administrador del tipo de cambio es la devaluación brusca que el mercado incita, la resistencia a la misma generando incluso ciertos problemas en cuanto a sobre-apreciación cambiaria, y cuando ya no da más, la formación de una brecha cambiaria especial para la sustracción de excedentes productivos volcados a la especulación.

En este contexto, hay la posibilidad de que se produzca una devaluación brusca, si la autoridad monetaria cede ante las tendencias del mercado, hasta que la oferta y la demanda de divisas se equilibre en otro valor, más alto, del dólar. Supondría esta opción una transferencia de ingresos brutal, en contra de aquellos que percibimos ingresos fijos en pesos. Nada que no sepamos.

Ahora, la voluntariosa postura de la autoridad monetaria de resistir esta tendencia de mercado, también comporta peligros gigantescos: por un lado la pérdida de reservas, vendidas a precio vil a los demandantes (ahorristas, empresas que remiten utilidades o dolarizan excedentes por las dudas, turistas argentinos en el exterior, etc.) en un subsidio indirecto dado a agentes económicos con importante capacidad de acumulación. Por otro, si el proceso inflacionario continúa y el tipo de cambio nominal se mantiene fijo o se devalúa a un índice menor a la inflación, se produce una apreciación real del tipo de cambio que sostenida en el tiempo se puede terminar de comer el colchón de competitividad cambiaria, con riesgos grandes para la producción y el empleo, y más primarización (más todavía!!!!) del aparato productivo, con un sector primario integrado al mercado global y desintegrado internamente.

Y si vamos un poco más allá, hasta podemos imaginarnos la resignación en el mediano plazo a un esquema de sobreapreciación cambiaria en el cual los dólares resignados por vía comercial (a partir de que lo importado es más barato que lo nacional, mientras que lo que exportamos tiene por la cuestión del precio también menos demanda) deban ingresarse por la cuenta financiera de la balanza de pagos, es decir, a través de fuerte endeudamiento tanto público como privado, tanto por la vía del crédito como de la inversión, dejando a la economía sobre expuesta a los vaivenes del ritmo financiero global, factor exógeno, imposible de manejar con las palancas de la administración estatal.

De manera tal que en este abanico de posibilidades francamente hostiles para los argentinos con ingresos fijos en pesos, ya sea por pérdida de poder adquisitivo (devaluación), ya sea por riesgo de pérdida de empleo (y pérdida de poder adquisitivo en el largo plazo por reducción de salarios a partir de la aparición del "ejército laboral de reserva") y austeridad fiscal, el gradualismo para evitar cualquier brusquedad, la combinación de herramientas propias de las distintas "soluciones" y el aprovechamiento de algunos márgenes que existen es una variante menos grave, tal vez.

Así, podemos promover cierto ingreso de divisas por cuenta financiera, vía toma de créditos o vía facilitación de inversiones, pero al mismo tiempo aceleramos la devaluación del tipo de cambio mientras usamos herramientas financieras para bajar el paralelo de modo que la brecha se achique y por ahí termine desapareciendo pero nunca cediendo a la devaluación brusca que espera el "mercado" (por no decirles por su nombre: los grandes exportadores de granos, Techint y Aluar), y hacemos un poco de disciplina fiscal aumentando las tarifas netas que pagan algunos usuarios privilegiados de distritos privilegiados del país hoy subsidiados en unos 200 mil millones de pesos anuales, lo cual absorbería algunos recursos monetarios que hoy solamente embolsan los bancos, y a esto lo matizamos con la revisión de los balances (acción legitimada gracias a acciones que llevó a cabo Guillermo Moreno en su gestión) para evaluar costos y márgenes de rentabilidad., todo lo cual relajaría las presiones inflacionarias para que la aceleración de la devaluación no se traslade demasiado rápidamente a costos y se coma la escueta competitividad cambiaria obtenida por uan módica y gradual modificación del tipo de cambio.

Es decir, y resumiendo, en lugar de tomar dos cucharadas de uno sólo de los horribles remedios, tomar una y una, para tratar de algún modo de que se neutralicen entre sí los más nocivos de los efectos colaterales.
Estamos en el subóptimo. No se viene una jauja redistributiva. Pero no son tampoco despreciables los indicios de que el hambre de ajustes no es voraz, y que impactarán parcialmente sobre todos los sectores sociales, sobre todos los agentes de la economía y lo más levemente que se pueda, y no solamente sobre los asalariados y de manera brutal.




martes, 26 de noviembre de 2013

La entrega continúa

La izquierda que no baja las banderas
El casi seguro acuerdo entre el estado argentino y Repsol, por el monto de la indemnización por la expropiación del 51% de las acciones de YPF deja un par de puntos de análisis que ya otros comentaristas más prestigiosos que yo se encargaron de realizar. Sin embargo, duplicamos:

- Kicillof había dicho que no había que pagarle nada a Repsol. Y ahora le pagan. El gobierno cambió. Giró a la derecha.
Ahora, según la ley que rige las expropiaciones en Argentina el procedimiento exige que se pague una indemnización acorde a lo que determine un tribunal de valuación de los activos. Así que más allá de los fuegos de artificio, las técnicas de negociación y los márgenes que la falta de urgencia permiten para patear para adelante, nunca estuvo en duda que Argentina se sometía a la orden de pago de una indemnización, conforme a lo que dice el contrato social vigente. En las negociaciones se puede decir cualquier cosa con el fin de pagar lo menos posible. No se animó el gobierno, sin embargo, a presionar al tribunal para que validara la existencia de un vaciamiento de la empresa por el cual se mereciera pagar una indemnización simbólica de un peso. De todos modos, la situación no prosperaba en el CIADI, y había motivos para esperar juicios sumarios en ese tribunal (y en otros informales, con consecuencias parecidas a la virtual prohibición de ingreso de biodiesel argentino a la UE).

-Repsol había iniciado acciones legales por 20 mil millones de dólares.
De alguna manera, Repsol también cambió. En este caso giró a la izquierda. Porque desistiría de cualquier reclamo judicial a cambio de apenas un 25% de lo que reclamó en un principio (sin contar las acciones que iba a desatar contra empresas que se asociaran a YPF en emprendimientos que se desarrollaran sobre áreas de explotación que Repsol-YPF tenía concesionadas). Y encima lo más probable es que una mínima parte de ese monto se lo liquiden en efectivo. La mayor parte será en bonos. O en acres. Y ahí pasamos al nuevo tema.

-Con el acuerdo se daría un paso más en la "re-privatización" de YPF. Una re-privatización que toma como ejemplo a la chavista PDVSA de Venezuela (de hecho, las SA que siguen a las PDV en la sigla no significan otra cosa que sociedad anónima). O sea, el estado mantiene en su poder más de la mitad de las acciones de la sociedad, el resto está abierto a la incorporación de capitales privados (que hacen aportes de capital, y lógicamente adquieren con ello el derecho a cobrar una parte de las utilidades, según lo que decida el directorio sobre reparto de dividendos). Eso, en todas partes del mundo, es conocido como empresa estatal. En un rubro como los hidrocarburos solamente existen este tipo de sociedades anónimas, con control estatal y participación privada.

Siguiendo con el modelo de PDVSA o Petrobras, además, YPF emprende un camino de captar inversiones a partir de la formación de joint-ventures con compañías extranjeras, lo cual supone una transferencia de tecnología actualmente no disponible en el país para explotar los activos con los que cuentan hoy las provincias, concesionados a YPF. Por supuesto, los dividendos de estas joint-ventures se repartirán proporcionalmente a la participación de capital que corresponda a cada empresa. Digamos, es cierto que no es el exitoso modelo de la URSS, pero está en línea con los planteos de mayor participación estatal en el mundo hoy. Teniendo en cuenta que Argentina tenía 0 (cero) participación estatal en empresas del sector hace 2 años nada más, que hoy maneje la compañía más grande del país, en franco crecimiento y expansión es algo.

Lejos todavía de la revolución que plantea Bergoglio (que desde que está en el Vaticano nos corre a todos por izquierda).

-Carlos Pagni imagina escenarios, mezcla información difusa, hace elucubraciones de variado tipo.
Disimula de esa forma su fracaso estrepitoso en el vaticinio de la suerte del país en el frente externo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

El menos regresivo de los ajustes posibles

Hay un inocultable giro ortodoxo de parte del gobierno en materia económica (al menos en cuanto a las intenciones, por ahora no del todo plasmadas en hechos pero en aparente camino a realizarse).

La suba de los precios de los combustibles intenta resolver el subsidio relativo que el sector privado otorgaba indirectamente (instado por la regulación estatal de precios) al consumo de las clases medias y altas. No es muy progresivo en materia distributiva decidir una transferencia de recursos desde las clases medias que dejan de usufructuar un excedente para que lo embolsen las petroleras, con el cual se supone que reconocerán las "señales de precios" necesarias para mejorar sus niveles de producción.

Pero el diagnóstico queda matizado, si tenemos en cuenta que este subsidio pueda ser identificado como responsable de que la balanza comercial energética sea deficitaria en tan alta medida, lo cual se convierte en un motivo innegable de las presiones devaluatorias que surgen de una módica oferta de dólates en relación a la demanda generada por la mantención del nivel de vida medio de los argentinos, la matriz productiva y su escasa autonomía para abastecer el consumo que dicho nivel de vida demanda, y la matriz distributivas que determina la existencia de nichos excedentarios que derivan parte del capital acumulado a la conversión a moneda fuerte (en tanto no identifican al peso como tal).

Hay también en danza una idea un tanto más imaginativa, aunque de limitado alcance (en el sentido que no es la solución al problema de la escasez de combustibles líquidos genuinamente producidos en el país). Esta idea consiste en cambiar el esquema de importación y exportación. Es decir, desistir de importar combustibles líquidos para empezar a importar petroleo nigeriano del tipo Bonny light, que es parecido en densidad a un petroleo neuquino conocido como Medanito (así se conoce a la zona de donde se extrae). Este petroleo liviano, de acuerdo a las características de las refinerías argentinas, permite un rendimiento mayor a la refinación, es decir, con menos petroleo se obtiene mayor cantidad de producto. Con lo cual se sustituiría importación de naftas y gas oil, por importación de crudo (lógicamente más barato por el menor valor agregado) lo cual dejaría saldos exportables mayores de crudo, que de alguna forma financiarían en parte la importación. 

En estas condiciones, ya habíamos dicho acá que si bien el giro ortodoxo comporta un montón de decisiones que no son simpáticas de tomar, lo cierto es que la alternativa de mantener el actual sesgo heterodoxo, que básicamente consiste en sostener políticas expansivas en materia fiscal y monetaria, tampoco resulta progresivo a nivel distributivo, en tanto el círculo virtuoso que funcionó muy bien durante varios años empieza a mostrar un andamiaje más averiado, en el cual el combustible inflacionario ya no determina incrementos retroalimentados entre ingresos, consumo, producción y empleo.

Por otro lado, mientras se acelera el proceso de devaluación administrada gradual (muy menor al pretendido por ciertos agentes de la economía con representantes claros en el campo de la política) se empiezan a plasmar las acciones tendientes a que se abran flujos de ingresos de divisas por la cuenta financiera, que como ya se ha dicho muchas veces, son (sean inversiones, sean créditos) siempre deuda, en el sentido que significan como contrapartida ineludible un egreso de divisas parejo (más intereses o renta de la inversión) a futuro.
En todo caso, hay una tendencia a sacarle peso relativo en las cuentas externas nacionales al factor productivo real para dárselo al factor financiero.

Y aún así, con todas estas acciones pragmáticas, que desmienten algunos proclamados objetivos de la "década ganada", la verdad es que tampoco se ven alternativas opositoras que promuevan "soluciones" muy distintas a las actuales. Digamos, a lo sumo los economistas de la oposición pueden subirse a lo que también ya dijimos acá: la heterodoxia consiste en hacer lo que marca la ortodoxia pero 10 mil millones de dólares después.

Lo que suponemos que indefectiblemente deberá pasar antes de fin de año, es una decisión a contramano de estas propuestas. Y es la transferencia de recursos para compensar a los sectores de menores ingresos por las subas de precios de los últimos meses. Esa inyección de plata no es lo que económicamente más convendría para poner en orden ciertas cuentas. Pero en el corto plazo es absolutamente necesario hacerlo.
El gobierno seguiría, así, todavía a la izquierda de cualquier otra opción.
El menos regresivo de los ajustes posibles.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Primeras medidas del nuevo ministro de economía, el contador Capitanich

Se envía al Congreso un proyecto de ley para subir la alícuota del impuesto indirecto a la compra de vehículos con valor superior a los 246 mil pesos, del 10 o 12,5% anual al 50%. Esto significa que en el caso de los importados si a la pesificación al cambio oficial del precio del vehículo se le suma el impuesto del 50% da un valor final como si se pesificara a 9,20.

El efecto neto es un tipo de cambio diferencial para este tipo de bienes (aunque el impuesto comprende también a los autos nacionales, ya que por esta vía no se puede discriminar). El objetivo es claramente el desincentivo de la compra a través del encarecimiento.

Quedan comprendidos otros bienes como las motos de 20 mil pesos para arriba, los jets privados y las embarcaciones.

Por otro lado, si bien todavía no se anunció, se espera que se extiendan medidas similares a otros rubros. A un rubro: las compras con tarjeta de crédito en el exterior (es decir, el turismo y las páginas de venta en línea de ropa yanqui o china, con precios de remate aunque con el riesgo asumido por el comprador, sin reclamo, de que te llegue una camisa con una manga más larga que la otra; el acierto marketinero de no llamarse "la salada" convierte a estos shopping virtuales en objetos de veneración por parte de cierta tilinguería, que ni en pedo se iría a comprar ropa -al mismo precio- a la "negrada" de la salada; prefieren, obviamente, comprar en The salad, a igual precio, y si tenés suerte también igual calidad).

Una opción sería elevar del 20 al 40% el recargo por adelanto de impuesto a las ganancias o bienes personales. En este caso, el desincentivo a estas compras estaría focalizado en aquellos cuyos ingresos no hacen que paguen elevados montos de los impuestos susodichos.
La otra variante sería la de limitar el monto a pesificar del saldo de tarjeta. Es decir, si uno compra algo en dólares, puede pesificar sólo una parte de ese monto, el resto lo tiene que pagar con dólares billete previamente depositados en una cuenta en esa moneda. La dificultad de conseguir dólares en el mercado oficial para particulares, se trasladaría entonces a los gastos con tarjeta de crédito, hoy mucho más liberados de otras restricciones.

No están mal estas medidas. Que suponen que queda por el momento enterrado el (cuestionado por el artículo VIII del FMI) desdoblamiento cambiario.
Es difícil defender que no se les cobre más a quienes usan un bien tan esencial como las divisas para atender suntuosidades. El criterio según el cual si un bien se vuelve escaso hay que racionar su uso para darle prioridad a la necesidad más básica es incuestionable, y si se ajusta en base a precios y no cantidades, siempre es mejor, más aceptable por los agentes.

Ahora, el riesgo es la negación de que hay una causa previa que acelera estas demandas.
El tema en la economía argentina es que hay un problema con la demanda de pesos. Los que acumulan excedentes no los atesoran, buscan la fuga.
Todas estas vías que se traducen en salida de divisas no son otra cosa que la esterilización de los pesos que de acuerdo a la matriz distributiva de la renta (que obviamente que es injusta, pero está dada así hoy y ahora), aquellos que tienen capacidad de atesoramiento y apropiación de excedentes logran imponer que están sobrando.

Entonces, para esta situación hay dos salidas: la de corto plazo es buscar mecanismos de absorción de pesos excedentes, esto es básicamente, suba de tasas de interés, recortes de gasto público para limitar las necesidades de financiación del tesoro vía emisión, colocación de instrumentos financieros como letras, notas, bonos, títulos públicos, repos, con tasas atractivas para inmovilizar pesos (lo cual es un elemento de la política respecto de las tasas de interés).
Medidas poco vendibles. Justamente denostadas por nuestras experiencias previas. Sin embargo, hay ciertos elementos a tener en cuenta para recomponer una situación que en 2007 o 2008 era así, sin que a Néstor Kirchner nadie lo acusara de "ortodoxo", ariete de los "organismos internacionales de crédito".

Ahora bien, en el largo plazo, y básicamente como medida preventiva de que las consecuencias de situaciones similares provoquen las mismas restricciones y complicaciones, la decisión más acertada sería una modificación drástica de la matriz distributiva.

Porque los pesos que sobran en algún estamento en otros faltan. Y aún mientras en algunos lugares faltan, el promedio da que en general, sobran. Hay poca demanda de pesos, a pesar de que vastos sectores de la población tienen demanda insatisfecha, no tanto de pesos en realidad, sino de los alimentos que con ellos se podrían comprar, mientras algunos se los sacan de encima comprando cosas innecesarias porque "no sirven para nada".
Ya lo decía un viejo dicho: uno se puede ahogar en un río de 50 cm. de profundidad... promedio. Y de hecho hoy un 20% de la población argentina se ahoga en un mar de pesos excedentes, pero ajenos.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los cambios en el gabinete: Capitanich

Capitanich fue nombrado jefe de gabinete (sí, ya fue jefe de gabinete de Duhalde, también, con poco éxito).
Es gobernador, justicialista, de una provincia del litoral recuperada para el justicialismo durante la "década ganada". Y se auto-proclama como presidenciable.
Es lógico pensar que su perfil será más alto que el de Abal Medina, en consonancia con una leve retirada de la figura presidencial como único eje de la toma de decisiones y de la exposición pública que la hace acreedora de todos los beneficios y deudora de todos los costos políticos al mismo tiempo.

Además, Capitanich es economista.
Y los cambios en el gabinete tienen una impronta económica notable.
Hay una reconfiguración total del esquema de autoridad en materia económica.
La conclusión sencilla de los cambios, desde la llegada de Fábrega al BCRA, hasta el ascenso de Kicillof, y principalmente la salida de Moreno (que más allá de las especulaciones sobre cuestiones ideológicas que su reemplazo pueda desatar, no embocó casi ninguna a lo largo de todo el año; ampliaremos), el nuevo IPCN con aval del FMI, y la creación del ente de normalización de deuda que dirigirá Lorenzino es la de un giro ortodoxo.
Fábrega es señalado como una persona con ideas más ortodoxas respecto de política monetaria.
Y el devenir de la política monetaria dependerá principalmente de la política fiscal. De la búsqueda de equilibrios.

Repito: Capitanich es economista. Y gobernador. Y los gobernadores juegan un rol muy importante en relación a lo que es la materia fiscal. Hay que diagramar nuevos acuerdos, para que el peso del reordenamiento de las cuentas públicas no dependa exclusivamente del recorte de subsidios económicos, sino que probablemente habrá que negociar nuevos términos de financiamiento de los pasivos provinciales, y algún esquema distinto de transferencia de recursos (aparte de los coparticipables, que son intocables).

Una addenda sobre los fracasos de Moreno en el año:
La tarjeta de crédito estatal para sueprmercados y casas de electrodomésticos no existe, es cierto, pero las tarjetas tradicionales se vieron obligadas a renegociar comisiones con los comercios, bajando las mismas. El fracaso no es tan rotundo en los resultados, si no se hubiese puesto la vara tan alta.
Los CEDINES y BAADE fueron un fracaso rotundo desde donde se los mire. En su faceta de instrumentos para el blanqueo fueron prácticamente ignorados. El mercado inmobiliario se manejó a los mismos niveles que lo venía haciendo, con prescindencia de los CEDIN. Los BAADE sólo acumularon promesas de ingreso de divisas en blanco (una vez olvidada la concesión del blanqueo), que probablemente ya no se cumplan.
El congelamiento de precios y los acuerdos posteriores no fracasaron. Dieron lo que podían dar. El que creyera que una medida así podía dar resultados positivos que no fueran breves en el tiempo es un iluso. Funcionaron cómo podían funcionar. Sin medidas adicionales iba a terminar como terminó, como una medida represiva de las presiones inflacionarias, que una vez superada iba a terminar en una aceleración del ritmo de aumento de los precios.
De todos modos, se interprete como se quiera interpretar su alejamiento, los costos de que siguiera en el gobierno eran demasiado elevados. Y los beneficios muy escasos.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Autorreferencial


Cuarto y quinto párrafos: 
Pero el periodismo evolucionó. Ya avanzado el siglo XIX amplió y mucho su agenda temática y comenzó a transformarse en un negocio, y autónomo de la política. Y empezó, en el siglo XX, a ganar peso la información sobre la opinión. Los medios se vuelven masivos y las masas requieren información veraz sobre todo lo que acontece en todos los ámbitos. Hoy, en una sociedad espectacularizada, el mundo se conoce a través de los medios. 
En ese camino aparece la objetividad como exigencia de la sociedad a los medios. El periodismo de calidad se vuelve neutral: la opinión se recluye en columnas específicas y la información precisa, detallada pasa a ser lo preponderante. Con esos datos, el lector forma su propia visión de las cosas.

Antepenúltimo párrafo:

Pero en la compleja y desdichada Argentina las cosas no son tan así.
Hay un gobierno que no tolera el ejercicio de la libertad de prensa y que, desde hace años, ha declarado una guerra sin pudores ni pruritos contra el Grupo Clarín, principal conglomerado de medios independientes de la voluntad oficial del país. Las estrategias del kirchnerismo han sido y serán variadas y distintas, y hoy celebra la legitimación de la Corte Suprema de la ley de medios como una batalla ganada.
Corolario:
Es decir, medios que, como los del siglo XIX, sirven como arma arrojadiza de la política. También en eso, la Argentina involuciona penosamente. 

Marcelo Moreno, hoy en la sección Sociedad del diario Clarín, tal vez pidiendo que lo censuren o lo denuesten. No compartimos, reivindicamos su derecho al ejercicio periodístico en clave "sarmientina".

viernes, 8 de noviembre de 2013

Triple Play

En plena discusión sobre la ley de medios, y a partir de que el proyecto original no impedía que las prestadoras de servicios públicos fueran beneficiarias de concesión de licencias de servicios audiovisuales, se estableció una discusión respecto de las telefónicas.
El Gobierno terminó capitulando ante la embestida del bloque pino-lozanista, que condicionó su apoyo a que se modificara esta "concesión inaceptable" en favor de grupos monopólicos como eran Telefónica y Telecom (que finalmente terminaron casi siendo uno mismo).

La cosa tiene como telón de fondo la inevitable convergencia tecnológica. Sin abundar en precisiones técnicas, la verdad es que en la actualidad están dadas las condiciones para que una misma empresa pueda utilizar un soporte para brindar TV por cable, Internet y telefonía fija, con un ahorro de costos considerable, que en situación de competencia aceptable significaría también una disminución de precios al consumidor.

En un primer momento, lo que se pensaba en algunos espacios afines al gobierno (con correlato en oficinas gubernamentales) era el siguiente escenario: la ley de medios habilitaría a las telefónicas a dar servicios audiovisuales, es decir, ingresar al negocio del cable. Con eso, sumarían el tercer servicio (TV por cable) al menú que ya ofrecían: internet y telefonía. Este combo, llamado triple play en los glamorosos ámbitos donde se piensan los negocios, permitiría instalar la base para el crecimiento fructífero de diversos servicios amparados en la misma plataforma que incluso vinculen estos tres elementos que solamente por esta incapacidad de visualizar los cambios a futuro nos obstinamos en considerar cosas distintas.

El ingreso de las telefónicas (que por entonces eran las dos principales, pero también las  diversas firmas y cooperativas que operan a lo largo del país en zonas minúsculas y no muy apetecibles comercialmente) al negocio de la TV por cable significaría casi inmediatamente una paulatina desregulación de la red de telefonía fija. De hecho, empresas de cable como Telecentro y Cablevisión estaban prontas a ser autorizadas como beneficiarias de un rango de números telefónicos para empezar a ofrecer triple-play. Los de Cablevisión nunca se aprobaron.

El tema es que en medio del debate de la ley de medios, Clarín encontró un elemento que al progresismo le pudiera resultar interesante para pegarle por izquierda a la ley. Puso en discusión el monopolio de las telefónicas. Y encontró el canal adecuado para transmitirlo: la izquierda estúpida.
Por su parte el gobierno, urgido por la necesidad de alcanzar "consensos" concedió estúpidamente y sin debatir demasiado este pedido.
Y estúpidamente perdimos la posibilidad de estimular la convergencia tecnológica al tiempo que desregulábamos el negocio de la telefonía fija, fundiéndolo con el de internet y el de TV por cable.

El ingreso del enigmático fondo de inversión Fintech, socio minoritario de Cablevisión, en Telecom (cosa que por otro lado desconstruye el monopolio de hecho que se había instalado a partir de que Telefónica de España comprara la mayoría accionaria de Telecom Italia, con lo cual se quedaba con una buena parte de las acciones de Telecom Argentina) puede ser el incio de una serie de discusiones sobre este tema, nuevamente, pero ya sin el soporte que hubiera significado un colchón de leyes y resoluciones de los distintos estamentos estatales.
Una lástima que la realidad, que siempre se impone, nos agarre sin las mejores armas a mano.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Vindicación del testaferro como paso intermedio a la desconcentración económica

Lucas Carrasco (cada tanto lo nombro, a ver si me recomienda y me hace subir las visitas del blog, cosa que me tiene muy preocupado desde siempre) publicó en estos días, uno de sus posteos en los que recomienda lecturas de artículos ajenos.
Esas recomendaciones vienen cada vez más conformadas con opiniones personales, de esas que Lucas sabe además condimentar con sus ocurrentes calificaciones, sus piruetas lógicas para encontrar siempre alguna dimensión adicional a la realidad, más allá de las tres habituales. Lucas es el anti-lugar común. Es un provocador, digo yo siguiendo a Tenembaum, baluarte indiscutible del lugar común. Raro que haya afinidad entre ellos.

Decía que Lucas escribió ese posteo, en el que comentó algo sobre la ley de medios y el plan de adecuación que presentó Clarín. Trajo a colación un estudio de Juan José Sebrelli sobre los Anchorena, de la década del 60, en el que aparentemente (desconozco ese trabajo) las sucesivas sucesiones post-mortem, las herencias y subdivisiones consiguientes, y los matrimonios (a los que se habrán agregado los divorcios a partir de los 80) incidieron de manera decisiva en la desconfiguración de un patrimonio familiar altamente concentrado.
A propósito de esto, puede seguramente establecerse un paralelo entre esta sucesión de eventos familiares y económicos, y lo que ocurrió en general con la oligarquía terrateniente desde Roca a nuestros días. Y hasta las conclusiones previsibles serían bastante compatibles con los datos que se manejan en la actualidad, que dan cuenta de una tenencia de la tierra no tan concentrada.
Es más, hoy por hoy, suele leerse estudios según los cuales, la novedosa forma organizativa surgida de los fideicomisos y los pooles de siembra dieron como resultado un grado de concentración mayor de la producción en ciertas regiones productivas, vía la conjunción de arrendamientos con capacidad de incorporación tecnológica revolucionaria en materia de productividad, que de la tradicional concentración de la propiedad.

En este sentido, el paralelo que a su vez traza Lucas con el plan de adecuación a la ley de medios de Clarín (y también de Vila-Manzano, por nombrar otro grupo empresario) es muy fecundo.
En un principio, la división en distintas unidades de negocios cuya titularidad sería asumida por familiares, allegados o ex-socios puede parecer una burla. El cacofónico AFSCA, sin embargo, ya en varias ocasiones remarcó la licitud de la operación. Y volvió a hacerlo en el caso de Clarín, lo cual es por lo menos auspicioso en materia de imparcialidad de la autoridad de aplicación, respecto de la disputa entre grupos económicos competidores. AFSCA no está para terciar en esa disputa de negocios, que en muchos aspectos también es lícita.

Sin embargo, no hay que perder de vista que la misión fundamental de una legislación anti-monopólica es justamente la de promover la división funcional de las distintas unidades de negocios, impedir el abarcamiento por una misma unidad de un negocio tanto en forma vertical como horizontal.
Y en ese sentido, el apellido del nuevo titular es un dato secundario (no prescindible, pero sí secundario).
Tengo además la idea de que la figura del "testaferro" es en algún punto límite inasible para cualquier accionar jurídico. Las conciencias son insondables.

Pero se me hace además que despotricar contra la proliferación de testaferros en medio de un proceso de separación de una sola organización en 6 unidades distintas, equivale al pecado de análisis político original de creer en la continuidad de los "ismos" creados a los fines literarios más allá de la supervivencia política de sus líderes. Para decirlo con ejemplos: Urribarri podrá ser el candidato kirchnerista para 2015. Pero en caso de ganar, al día siguiente se hace Urribarrista, del mismo modo que Néstor fue el candidato duhaldista en 2003.

Quiero decir que volviendo a lo que Lucas menciona sobre el estudio de Sebrelli, si bien no es serio creer que todo se reduce a ello, tampoco es recomendable subestimar el hecho de que la separación de unidades de negocios distintas en distintas estructuras organizativas pone un punto de inicio de menor concentración para que la dinámica misma de la economía opere las habituales fusiones, separaciones, absorciones, crecimientos, decrecimientos, liquidaciones, etc.

Y esto nos lleva a un corolario que es ignorado aparentemente. Las leyes antimonopólicas no pueden aspirar a crear situaciones estáticas.
La dinámica de la economía capitalista que antes mencionábamos tiene un sesgo marcado hacia el agrupamiento de intereses y la concentración de capital y la convergencia tecnológica. Cabalgar ese proceso, para permitir algunas de esas pulsiones, pero impidiendo otras exige una tarea de fiscalización constante, y una predisposición permanente a operar en el centro de un huracán conformado por fuerzas que se atraen mucho: el crecimiento y la concentración.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El reordenamiento del mercado cambiario

El Gobierno emitirá BAADE por un valor de 1000 millones de dólares. Por cómo se dio el paso a partir del cual el BAADE dejó de ser un bono exclusivo para blanqueo para convertirse en un bono de deuda pública común y corriente, suponemos que los suscriptores ya habrán sido pre-seleccionados. Porque las negociaciones y los tanteos con los potenciales suscriptores, previamente elegidas por las autoridades de Economía, ya fueron hechas y probablemente se haya conseguido algún compromiso firme de parte de éstos.

En principio los Bulgheroni (Bridas) con 500 millones y las automotrices, con 300, serán los primeros en anotarse. Al parecer, estaríamos hablando de dólares que ingresan al sistema financiero argentino, computables en cuenta financiera, provenientes de aportes hechos por las casas matrices desde cuentas en el extranjero, mantenidos como resultados no asignados. Es decir, sería un ingreso neto de divisas para la Balanza de pagos.

La contrapartida está en el plano de las cuentas fiscales. En particular en lo que refiere a la contabilidad que lleva la Secretaría de financiamiento. Se amplía el stock de deuda del sector público no financiero en 1000 millones de dólares, con bonos nominados en esa moneda, y que devengan un interés razonable.
Digamos que en definitiva la operación viene a ser una especie de atajo para la toma de deuda en los mercados por parte del estado argentino, a partir de convencer a algunos acopiadores de excedentes en el período de crecimiento más prolongado de la economía argentina, para que vuelquen parte de los mismos (previamente fugados) al sistema financiero argentino.

Más allá del financiamiento dirigido hacia obras de infraestructura y desarrollos en materia energética (que si se puede hacer, no está de más, sino todo lo contrario), el verdadero motivo de todo esto es compensar parte de la pérdida de reservas del BCRA.

Que por su lado, a través de una circular les complicó los planes a las cerealeras. Que iban a suscribir BAADE en estos mismos términos, pero con fondos provenientes de crédito externo en concepto de prefinanciación de exportaciones. O sea, iban a adelantar liquidaciones de exportaciones, sustrayendo dólares de las liquidaciones futuras. El BCRA, con la sola prohibición de liquidar los BAADE suscriptos por esta vía, es decir, obligándolos a encajarlos les cortó el negocio (que desde acá ya habíamos caracterizado como exagerado). Al no poder vender los BAADE suscriptos, a precio de "blue" en el mercado secundario a establecerse según promesa de Moreno, las cerealeras se retiraron de la operación que les significaba una ganancia extraordinaria con garantía de suba del tipo de cambio futuro, pero encima liquidado hoy. Una brutalidad.
La pelea interna sin embargo continúa.

De todos modos, parece haber hoy más posibilidades de que sin desarmar el "cepo" (que consiste básicamente en prohibición de remisión de utilidades y de compra de dólares para atesoramiento) se flexibilice el acceso a dólares para turistas, pero a una cotización mucho mayor (10 pesos?), lo cual supondría un incentivo para turistas extranjeros de vender sus divisas en el mercado formal y no en el ilegal como hacen hoy, ya que si lo hicieran en el formal perderían la posibilidad de hacer rendir mejor sus dólares.
El resultado de todo esto debería ser: más liquidación de parte de turistas extranjeros en el país (o la misma, pero más cantidad en el mercado formal y no casi toda en el informal); menor demanda de paquetes turísticos de argentinos en el extranjero, y menor caudal de gastos y adelantos con tarjeta de argentinos en el exterior (al valor ganga de 7,20 por dólar; subsidio inaceptable).

O sea, finalmente significaría blanquear el desdoblamiento cambiario, para legalizarlo en lugar de que se imponga de facto, con lo cual se podría obtener alguno de los réditos que hoy monopolizan las cuevas. Pero unos 5000 millones de dólares más tarde.