jueves, 31 de mayo de 2012

Desdolarización

Esta discusión sobre el derecho constitucional a comprar los dólares que quiero con mi plata, independientemente de dónde la haya sacado, y descontextualizando mi actitud individual de lo que son los intereses colectivos y las consecuencias sociales de una generalización de mi comportamiento, aportó algunos puntos interesantes para tratar, más trascendentes que "el mal humor de los sectores  medios", que, la verdad, me importa un corno. El mal humor es más una cuestión de salud pública que de política económica.

¿Qué es esto de descalificar una medida por innecesaria poniendo como argumento que causa mal humor en los sectores medios? Primero, con la generalización tanta veces denostada (cuando la hace otro) de aglutinar en un significante como "sectores medios", que se presta para servir a diversísimos significados. Segundo, no sabía que había que posponer las decisiones antipáticas porque podrían causar malestar. Resulta que los ideólogos de la seriedad pretenden que se tomen decisiones que no incomoden ni malhumoren a determinado sector social. Cada vez que un gobierno (cualquiera) afecta situaciones que no acostumbran verse afectadas nace el populismo chick. Psicologista. Combativo del mal humor.

Volviendo al punto central. Está la cuestión de la desdolarización avanzando hacia el primer plano.
Se nos dice que los principales bancos centrales cambiaron una parte de sus reservas por oro, lo cual significaría que el dólar está en decadencia. Una boludez. En realidad, se trató de decisiones coyunturales, para diversificar un poco las tenencias ante la volatilidad de las cotizaciones. Poner un contrapeso par equilibrar los movmientos espasmódicos del mercado. Nada que pueda trascender de esa sencilla cuestión.

Las reservas internacionales de cualquier país se siguen valuando en dólares. El oro atesorado vale x dólares. Nadie podría pensar que el oro pudiera transformarse (otra vez, retrocediendo hasta hace 500 años atrás por lo menos) en moneda de intercambio. Y eso lo limita severamente como reserva de valor.

El punto es este: el dólar es reserva de valor mundial porque es moneda de cambio (omnipresente en la actividad comercial internacional). Y que la reserva de valor mundial sea una moneda y no una mercancía cuya existencia depende de un proceso productivo de extracción asociado a la disponibilidad natural le da al sistema monetario una flexibilidad que es deseable que se mantenga. Las últimas grandes crisis se manifiestan en contextos de artificial inflexibilidad monetaria (por valuar la moneda de facto, como con el patrón oro; diagmos que sobrevaluar la moneda de facto es un intervención en los mercados que sí está permitida por el canon).

Entonces, acá tenemos un primer corolario. Los Bancos centrales están obligados a atesorar dólares, porque los particulares les pueden potencialmente exigir dólares. Para comerciar, para ahorrar. No sería lógico que en Argentina, el banco central atesorara reservas en otras monedas. Los argentinos pedimos dólares. Funciona más o menos así la cosa.

Lo que sí atenta contra la supervivencia del dólar como reserva de valor es el crecimiento de otras naciones, sobre todo en cuanto a su participación en el comercio mundial, en comparación con el estancamiento estadounidense.
Es bastante probable que en los próximos 10 años China experimente un cambio en su estructura económica, que motorice aún más el consumo de sus sectores medios (con modificación de los standares de consumo) y que frene un poco el crecimiento industrial en cuanto a producción de boludeces de plástico, al tiempo que su participación mundial en sectores estratégicos aumente (energía, bancos y trading). Esto ya se está viendo. ¿Demandarán menos minerales que en la actualidad, y alimentos de otro tipo en mayor proporción? Puede suponerse que sí. Veremos.

Pero por esta cuestión podría empezar a suponerse que China no querría depender tanto del dólar y su disponibilidad para su comercio exterior. Es el país que mejores condiciones tiene para empezar a diagramar acuerdos bilaterales para comerciar en moneda propia, lo cual constituiría un primer paso hacia un proceso de desdolarización mundial. La necesidad de generar ingenierías complejas de activos financieros sobre los cuales volcar excedentes colaboraría en esta cuestión, que va de la mano de la inserción de los bancos chinos en los principales centros financieros.

Los márgenes que tendrá cada uno de los países para insertarse en este proceso estarán dados en gran medida por la predisposición más tardía o más avanzada de su poblaciones a superar la carencia, a vencer el fetiche del dólar, a sublimar el deseo en otro objeto (o moneda).  Es un caso, evidentemente, de salud pública.

Desdolarizar ciertos mercado innecesariamente dolarizados es algo que sí puede decretarse de facto. El mercado inmobiliario es un caso de ello. Y sería un golpe de manubrio intempestivo, debido a una decisión de corto plazo, coyuntural, pero con efectos tal vez decisivos en un plazo más largo.
El pragmático gobernante que da golpes de timón compulsivos y el estadista con visión estratégica de largo plazo y políticas de estado estarían tal vez de acuerdo en este punto. Reconocer si se está en presencia de uno u otro caso es anecdótico, innecesario.


martes, 29 de mayo de 2012

Mercado inmobiliario y dólar paralelo

En la ciudad de Buenos Aires, para la compra-venta, los inmuebles se valúan en dólares.
"Es cultural", dice un gestor inmobiliario mientras muerde la patilla de su anteojo y se recuesta contra el respaldo de su silla con rueditas.
"No se puede pesificar la economía de facto", justifica el analista económico en el noticiero de horario central.

Aparte del comprador y del vendedor, en una operación de compra-venta de un inmueble intervienen otras partes.
La inmobiliaria, que le gestiona la venta al vendedor (le consigue los posibles compradores, digamos). Y el escribano, que forma parte de un Colegio Público. Una institución que se hizo acreedora del monopolio de la tercerización de los controles estatales sobre la actividad.
El escribano público (con facturación privada) es elegido por el comprador. Salvo en el caso de las propiedades nuevas. Cuando se trata de primera escritura, lo elige el vendedor. Que por lo general es constructor. No es difícil imaginarse la magnitud de la cantidad de operaciones en que participan juntas la misma constructora, con el mismo escribano, con la misma inmobiliaria. En algunos círculos, los negocios establecen vínculos más indestructibles que el amor. Ideal para llegar a acuerdos. Pero no excluyente. La distribución de dividendos es fuerte selladora de consensos.

Estos agentes (la escribanía y la inmobiliaria) cobran sus honorarios y comisiones en dólares. Culturalmente aceptable. Pero facturan en pesos, que es lo que, más allá de la cultura, acepta la ley. Y pagan IVA sobre facturación (se lo recargan obviamente al cliente).

Las escrituras (que son el documento legal que acredita la propiedad sobre un inmueble) registran la transacción con los valores correspondientes. En pesos. Y la inmobiliaria y el escribano cobran en proporción a ese valor. En la teoría.

Como culturalmente estamos muy bien predispuestos a ponernos de acuerdo siempre, las partes rápidamente acuerdan sub-escriturar. Por razones impositivas, más emparentadas con la necesidad del vendedor que del comprador, sobre todo si se trata de una constructora. Pero el escribano y la inmobiliaria no están ajenos a esta situación. Y facturan comisión y honorarios en proporción al valor escriturado. Y cobran en negro la diferencia con el valor real de la operación. Descuentan el IVA (en el fondo tienen un poquito de honestidad). Y exigen dólares. Que en contacto con sus manos se transforman en negros. Perdón...blue.

En el caso de una constructora, la necesidad de percibir dólares no es muy entendible. Es una sociedad, cuyos costos son en pesos, compra materiales en pesos, paga salarios (en blanco?) en pesos. La venta de inmuebles (su producto) debería servir para financiar sus emprendimientos. Sin embargo, como buen señor que quiere proteger sus ahorros, exige dólares. En algún momento los venderá para afrontar sus gastos, se supone. En momentos como el actual, te vende en negro a cotización del paralelo.

Podemos hacer acá una digresión. En virtud de algunas boludeces que se escuchan sobre el mercado, de la Cámara inmobiliaria argentina. Al que vende una propiedad, no le conviene tanto pesificar al valor del paralelo. Salvo que la sub-escrituración pase a ser tan grande que refleje una caída irreal en los valores de los inmuebles. Atenti la AFIP ahí.

Tenemos hasta acá al menos tres canales por los cuales se puede surtir el mercado paralelo de divisas (aparte de los muchos otros que existen).
Y de más está decir que el comprador que pone los dólares para todos estos asuntos es convertido en un eslabón necesario en la fuga de divisas. El tipo compra dólares para comprar su casa, pero por obra y gracia de los factores culturales, un 30% aproximadamente de esa guita es sacada del sistema por la inmobiliaria, por el constructor y, mal que le pese a la moral de la república, por nuestros servidores, los escribanos públicos.

Puede haber, en las operaciones, un agente más.
En caso de que el comprador necesite financiarse con un préstamo. Hablamos del banco.
Los préstamos hipotecarios se otorgan en pesos, queridos amigos. Así que manden a callar urgente a la manga de salames que comentan las altas tasas de interés de estos créditos por radio. En la tasa de interés está implícita la tasa de devaluación esperada. Al que sacó un crédito hipotecario a tasa fija, hasta le convendría una devaluación. La tasa que tiene pautado pagar se volvería más negativa todavía, y hasta tal vez termine siéndolo en el promedio de los 10 o 20 años de duración del préstamo. Al que no le convendría tanto es al banco. Salvo que haya otorgado a tasa variable, en relación a la cotización del dólar.

Los bancos, a pesar de que otorgan el préstamo en pesos, saben que las operaciones se hacen en dólares. Son grandes conocedores de la cultura. Hacen negocios con ella.
El beneficiario del crédito se ve convidado (y muchas opciones no tiene) a comprar los dólares simultáneamente al otorgamiento del mismo. A valor oficial de venta más pequeña comisión. Esta violación a los principios de la libertad de mercado no es ta resistida como la intervención estatal en el mercado cambiario, sin embargo. Misterios de la ideología.

Por suerte los bancos no dan crédito por más del 70% del total de la propiedad (excluidos gastos de escribano e inmobiliaria).
No sé si será por ese motivo, pero la verdad que les viene bárbaro a los agentes intervinientes para conciliar los acuerdos sobre sub-escrituración. Si el banco financiara el 100%, ¿cómo sub-escriturás sin que se note?
Dijimos: los bancos conocen muy bien la cultura.

lunes, 28 de mayo de 2012

A cuánto cotiza el blú.

Parece que pugna por surgir un esbozo de justificación para los grandes delincuentes de guante blanco que montan mesas de dinero, en las cuales venden a cotización de dólar paralelo los dólares que obtienen a cotización oficial, haciendo grandes diferencias (entre otras cosas) con la desesperación de gente mal informada y con escaso capital de resguardo.

Se trata de la poca confiabilidad del peso. Por el rendimiento negativo que tiene la operación financiera de atesorarlo en el bolsillo.
A la que se suma en calidad de condimento la baja calidad (física) de los billetes de 100 pesos no convertibles producidos en el país (y alrededores). Incluidos en ubicación central los de Ciccone (próximos a salir). Diferentes (al parecer) a los que mandamos a hacer a Brasil. Con desprolijidades en el tamaño, en la numeración, y particularidades distintivas en la textura del papel.
Acá ya expresamos nuestra opinión sobre la tercerización de la impresión de billetes a través de un fondo de inversión off shore. Y también sobre la negativa a emitir billetes más queribles en cuanto a su nominación para desacelerar un poco la velocidad de circulación a la que invitan los de Roca.

Ahora, independientemente de esas opiniones (que no tengo problemas en reiterarlas si alguien me lo pide), ¿nos quieren hacer creer en serio que el garca que oficia de banca en la timba entongada de las mesas de dinero es un señor que quiere resguardar el valor de sus ahorros? Conste que no hablamos del punto, sino de la banca de esa especie de lotería clandestina. El que lejos de resguardar sus ahorros en dólares los vende hipersobrevaluados, a gente que sí (a veces) quiere resguardar sus ahorros en moneda dura y que el pecado simple que comete es el de dejarse influenciar por estafadores.

Y por otra parte, ¿hace falta desempolvar la herrumbrada teoría de que la confiabilidad de una moneda depende de sus condiciones de producción?
Digamos que el dólar debe ser la moneda más falsificada del mundo.
Y que un "ciudadano común" que se acerca a una cueva no tiene la más mínima posibilidad de descubrir si en lugar de uno con la cara de Washington le meten el de Linterna Verde. Así y todo, confía en la moneda fiduciaria. Tiene fe.
A pesar de que a veces se debe topar con billetes de dólar con distinta textura, e incluso distintas inscripciones (no por ser falsos, sino producidos en distintas épocas, o por entidades de distintos estados -la FED es una federación-).

Lo más lindo es que los mismos que piden moneda confiable, diagnostican sobrevaluación cambiaria por inflación y sugieren acelerar la devaluación para que el dólar no esté barato...

Definitivamente, hay que dejarse de joder por dos años.

domingo, 27 de mayo de 2012

Polémicas visitas comerciales

La visita comercial a Angola fue muy criticada. Por diversos motivos, algunos inverosímiles. Y ridículos en otros casos, pero siempre a tono con los roles públicos que cumplen sus enunciantes, preocupados por aportarles condimentos satisfactorios a sus pasos de comedia semanales.

Se aproximan ahora algunos nuevos episodios de la política exterior en materia de fortalecimiento de vínculos comerciales que despertarán seguramente cantinelas análogas, con las diferencias específicas según corresponda al caso. El próximo, Azerbaiján. País cuyo artículo en Wikipedia debe estar recibiendo visitas adicionales que hacen crecer el tráfico por encima del promedio, en estos días. Se cotiza la necesidad de empezar a saber, al menos, dónde queda.

Pero hay uno de los argumentos descalificatorios de las misiones que es el más atendible, por tratarse de un resabio de la mentalidad colonial que se hace imperioso combatir para que no tenga correlato en el ámbito de lo material a partir de transformase en la correa de transmisión de decisiones políticas equivocadas. Persistentes en el error histórico.

Los especialistas en canchereadas (con base en la ignorancia) pueden afirmar sin justificar demasiado, con ironía, que "el futuro es África".
Que eso se transforme en una crítica a la decisión de ampliar vínculos comerciales responde a un imaginario colectivo exitosamente instalado y vigente contra el que hay que combatir argumentalmente.

Es una necesidad de política exterior, por un lado, diversificar lazos comerciales y destinos exportables. Es lo razonable. Es lo que motivó, digamos de paso, que la pequeño-burguesía porteña coincidiera tácticamente con los sostenedores de la causa independentista en el siglo XIX: la deconstrucción de los monopolios. Y lo que divorció esos enlaces tácticos ni bien establecido un oligopolio de carácter superior (en materia de acumulación). La revolución de mayo, cconmemorada por estas días, es un eslabón de aquellas viejas disputas que se repiten hoy. Pero volvamos.

La necesidad fundamental al encarar un proyecto de crecimiento y deseablemente de desarrollo, aparte de la diversificación defensiva como mecanismo para lograr independencia, es encontrar complementariedad en las naciones con las cuales atar el comercio.
Complementariedad.

La visión alternativa, amparada todavía en la estupidez de que las relaciones deben enfocarse hacia el establecimiento de exclusividad con las naciones potencias, aparte de ser obtusas por no considerar las condiciones cambiantes de las relaciones de poder en los procesos históricos y creer indirectamente que lo coyuntural es eterno, tienen tendencia a persistir en el error garrafal de atarse a economías sin condiciones para establecer la complementariedad, lo cual convierte al vínculo bilateral en una forma del colonialismo cuya base de sustento es la asimetría competitiva.

Corregir este error histórico es una tarea de primerísimo orden. En este punto hay que seguir el ejemplo de las naciones que (al igual que nosotros) tienen la misión histórica de convertirse en potencias mundiales en los próximos 20 o 30 años.
En este sentido, el planteo de encarar estas visitas comerciales se encolumna con este principio general. El éxito, particular, ya dependerá de otros factores. Pero la descalificación en cuestión apunta a lo general. Tristemente.


viernes, 25 de mayo de 2012

Curiosidades de la ciencia

No deja de resultar curioso que un Gobierno "populista" restrinja la compra de divisas por parte de particulares, les dificulte el acceso a las mismas a quienes quieren satisfacer sus necesidades turísticas básicas en el exterior, controle las importaciones al punto de que algunos sectores de la población tengan que postergar parte de su consumo, que imponga controles sobre la remisión de utilidades y las distribuciones de dividendos de las empresas más grandes con el fin de mantener inmovilizados fondos a aplicarse en proyectos de inversión que el estado debe aprobarles a las propias empresas.
Es decir, en definitiva, que tome todo tipo de medidas para frenar cualquier drenaje de divisas con el objeto de que haya disponibilidad suficiente para que el Tesoro se haga de las mismas cuando tenga que afrontar vencimientos de deuda, promoviendo una suerte de ahorro interno de facto, en lugar de cubrir sus necesidades de financiamiento con toma de deuda que desequilibre la ratio de deuda en el futuro.

A este accionar "netamente populista" se opone, en los comentarios, la actitud "seria y responsable" de un hipotético gobierno, que en razón de la ortodoxia, hubiese decidido ordenar los parámetros económicos con el objetivo de salir a los mercados voluntarios de crédito, para pagar los vencimientos de deuda tomando deuda nueva (y pagando comisiones), con el objetivo de no tener que postergar la fiesta de consumo fácil y renta financiera extraordinaria de las clases medias y los sectores privilegiados de la Argentina, y promoviendo el ingreso de capitales especulativos como ocurre en nuestros países vecinos, que a pesar de prometer futuros egresos de divisas, sirven para financiar el crédito fácil y la rentabilidad financiera inflando los activos y provocando futuras burbujas (pero bueno, son futuras).
O sea, financiar la fiesta con deuda externa (pública y privada) y que en el futuro vean cómo se arreglan para pagar.

¿Será que habría que reformular los conceptos, y que la diferencia entre "populismo" y "seriedad" pasa por definir cómo se administran las restricciones y cómo se distribuyen costos y beneficios entre los distintos sectores de la población?

Dejamos esta pregunta planteada, en esta fiesta patria de la Ciudad de Buenos Aires en que se conmemora aquella gesta, en la que (con un poco de crispación y falta de seguridad jurídica, en una dura embestida contra ciertos poderes establecidos, es cierto) se desalojó del Gobierno al Virrey, por ineficiente.

martes, 22 de mayo de 2012

Dólar paralelo como opción para el ahorro

El mercado cambiario paralelo (e ilegal), el del ascendente nuevo ídolo mediático, el dólar "blue", es chico. Se opera en muy pocas cantidades. Porcentaje de una cifra en relación al oficial.

Esta condición hace que la cotización del dólar ilegal sea muy volátil. Cualquier aumento de la demanda, cualquier retracción de la oferta, hacen subir el precio contundentemente. Lo contrario pasa ante movimientos inversos.
Esta es una característica propia de este mercado. Le da esa particularidad: subas y bajas bruscas.

El mercado cambiario oficial, por su parte, es administrado. El BCRA opera activamente con la intención de mantener un proceso escalonado de devaluación nominal leve. Administra la oferta y la demanda gracias al stock de reservas, y al uso que hace de ellas pasando a posición compradora o a posición vendedora, según las tendencias del mercado lo obliguen a compensar, para mantener la cotización en una banda predeterminada. La autoridad monetaria argentina no usa metas de inflación, pero podríamos decir que sí usa metas de tipo de cambio.
Esta actitud mantiene, como ocurre con algunos otros bienes físicos, al mercado argentino (oficial, o sea, legal) levemente divorciado (en cuanto a los resultados finales del proceso, es decir, los cambios en la cotización) de las tendencias del mercado mundial.

Esta administración que hace el BCRA de la cotización en el mercado oficial no alcanza (obviamente) al mercado paralelo y su volatilidad.

En estos últimos días el dólar se fortaleció a nivel mundial. En Brasil pasó a valer 2 reales (estaba, hace unas semanas en torno de 1,70). El petroleo llegó a bajar de los 90 dólares. La soja, después de superar los 550 hace tres semanas, se ubica abajo de los 520 dólares.

Por ello, más allá de la influencia que puedan tener las restricciones a la compra de divisas legales por parte de AFIP y la visibilidad que obtuvo la habitualmente oscura cotización del dólar "blue", es posible que esa cotización volátil esté influida también por las tendencias de orden mundial, que no se manifiestan en el mercado oficial porque el Central administra para evitar saltos bruscos en las cotizaciones.

Así, lo que suele pasar en mercados cambiarios no administrados es que las alzas bruscas son precedidas por bajas de pareja intensidad.
Entonces, si yo fuera brasilero no compraría dólares a 2,10. Y si fuera pequeño ahorrista argentino con ganas de jugar a la especulación, no compraría dólares delincuenciales a 5,70, porque ni una disparada del tipo de cambio oficial ante un Central que quede inerme (cosa que está lejos de pasar, aparte) justificaría que la cotización llegue a tal número, y mucho menos que se mantenga por encima de él durante un tiempo prolongado.

Y mi visión es que los que operan sobre el subconsciente de personas con diferencial de información que los vuelve fácilmente conmovibles ante la amenaza de desbordes son unos delincuentes. No porque atenten contra el gobierno, ni contra la democracia, ni ninguna de esas paranoias seisieteochescas sino porque les hacen perder plata a tipos que viven de un sueldo (conozco personal de maestranza que compra 100 o 200 dólares "por las dudas", cada tanto, a algún atorrante de una cueva, alcahuete menor, futuro convicto).

lunes, 21 de mayo de 2012

Transportes II: ideas para avanzar en la modificación del sistema de transporte público porteño

Intentaremos hacer un esbozo de modificación del esquema de los transportes en la Ciudad de Buenos Aires (y en todo el AMBA).
Ya dijimos que las políticas relacionadas con los servicios públicos en la Ciudad no deberían quedar divorciadas de las aplicadas para los mismos temas en los municipios del Gran Buenos Aires, ya que comparten (estas identidades jurídicas) una misma geografía urbana.

Por lo tanto, somos de la idea de que el abordaje de los problemas de estos ámbitos también se vería facilitado por una nueva organización jurídica que aglutinara la jurisdicción sobre la totalidad de esos territorios.

Así y todo, tampoco es cuestión estrictamente necesaria encarar la reforma constitucional antes de plantearse si comprar o no bondis nuevos. Digamos que, como siempre, entre la hipótesis de máxima y la nada, deberían existir instancias intermedias (que no contradigan, eso sí, la hipótesis de máxima) cosa de que la postergación de algunas acciones no determine la inacción total.
Ahora bien, no es razonable que un tema de tinte tan claramente local deba ser abordado por una autoridad nacional exclusivamente. En todo caso, la autoridad nacional debería auxiliar, mediar, pero no que recaiga sobre su espaldas el peso de la solución de esos problemas. Crear una provincia con jurisdicción sobre estos territorios sería una forma de avanzar hacia la descentralización (qué progres que nos pusimos!)

El tema del transporte urbano debe encararse desde diversísimos ángulos:

Uno es la necesidad de mejorar la infraestructura, cuyo punto central sería llevar a cabo la extensión de la red de subterráneos (y por ahí hacer alguna autopista de circunvalación vial, obra reemplazable por la prolongación del camino del Buen Ayre, o por la ampliación de la General Paz, o ambas).
El escollo principal es la captación de los fondos necesarios sin comprometer la ratio de deuda manejable para cualesquiera de los estamentos estatales involucrados.
Sin embargo, no todo pasa por la plata. También es necesario planificar con sentido ideológico claro. La red actualmente existente es una réplica de la red ferroviaria (en tamaño más chico). Dispuesta hacia el puerto, en forma de abanico (o embudo, más propiamente).
La ampliación de la red debe estar pensada con el objetivo de no contaponerse con otra de las metas principales del buen gobierno del AMBA: la descentralización (en sentido geográfico). El desafío es honrar al mismo tiempo el camino hacia el cumplimiento de esta meta, sin quitarles funcionalidad a las obras (es decir, que sirvan para que se viaje más cómodamente en el corto plazo). Es posible que el diagrama presentado por Ibarra, y que sigue vigente, cumpla bastante bien con esos objetivos.

Otro: el objetivo tal vez principal de una reforma debería ser el de mejorar la calidad del transporte. Esto es conseguir viajes más rápidos, seguros y cómodos para los usuarios, para que lleguen más puntuales y menos cansados a sus empleos, rindan mejor y se favorezca su productividad y la extracción de plusvalía por parte de los dueños del capital. Y sí, estamos ante na preocupación eminentemente burguesa (plantearlo así es la única forma, tal vez, de sacarles unos mangos para "la causa" a los susodichos extractores de plusvalía). Con lo cual, y en línea con lo planteado en el ítem anterior respecto de la descentralización geográfica, sería necesario tal vez modificar el trazado de las líneas de colectivos, sus recorridos, y hasta el sistema de cobro de boletos y el reparto de la recaudación. Podría pensarse por ejemplo, en líneas de colectivos que (en el ámbito de la ciudad) transitaran en línea recta y por carriles exclusivos (cual Metrobus) por las principales arterias, de ida y de vuelta,  que dentro del miso distrito (digámosle Capital) se permitiera transbordo con el pago de un solo boleto. Para la explotación comercial del servicio las variantes combinatorias de abonos y demás productos "a medida de cada usuario" son varias y explotables.
El sistema podría replicarse en cada municipio, y la interconexión entre ellos se haría a través de transbordo.
Una propuesta de una sofisticación tan grande y tan alejada de la actualidad que plantea imposibilidades prácticas de corto plazo sospechablmente insalvables.

El principal escollo a saldar ante la implementación de algo parecido a eso sería la puja de intereses entre las distintas empresas que hoy explotan el transporte público urbano e interurbano, y de estas, entre las que destaca Cirigliano y su grupo Plaza, por ejemplo, con el Estado principalmente.

Por esto, antes de ponernos a pensar en cuestiones de planificación habría que construir (conste que a propósito no digo recuperar) los mecanismos por los cuales el estado pueda organizar el transporte urbano con una autonomía mayor a la que goza en la actualidad.
Hay sobradas muestras de que el esquema históricamente empleado en todo el ámbito urbano de la ciudad de Buenos Aires no es funcional a nadie más que a la rentabilidad de un sector empresario prebendario y subsidiado (un poco más, como ahora, un poco menos, como siempre) cuya rentabilidad está casi garantizada por la necesidad política de que el sistema no colapse por completo.
La tercerización del transporte público, con empresas que se distribuyen la propiedad de los recorridos trazados por el ente regulador es un modelo de administración que parece no dar resultados adecuados.

Una vía para reafirmar la capacidad regulatoria y administrativa del estado podría estar dada por la implementación de un modelo de propiedad mixta, a través de la conformación de consorcios administrados por el estado, que podrían dividirse la administración con criterio regional o por tipo de servicio (y ya no línea por línea), o una combinación de ambos, con participación de capitales privados (una especie de réplica del modelo de sociedades anónimas, que en el caso del petroleo se suele denominar "Petrobras").  Varias empresas, con participación diversa y limitada en un consorcio cuyo mayor accionista sería el estado, y que administraría un conjunto de medios de transporte urbanos (un conjunto de recorridos, o todos los servicios comunes de determinada zona de influencia, o todos los servicios diferenciales, etc.).

En el horizonte de lo posible (y antes de soñar con las perfecciones de la idea) esta tarea debería ser la prioritaria.
Modificar sustancialmente el régimen de propiedad en el área de transportes.

sábado, 19 de mayo de 2012

España y el 2001

Mucho se ha insistido con la comparación entre la situación actual de la periferia europea y la Argentina de 2001. Con la incipiente corrida desatada en España en torno de Bankia las comparaciones recrudecen.

La verdad es que hay una diferencia decisiva.
En el caso europeo el prestamista de última instancia (exterior a los países en crisis, por la pérdida de la soberanía monetaria) todavía no está convencido de cortar el chorro del financiamiento y sigue mandando plata al agujero negro de las bancarrotas artificialmente evitadas con colchones de papel pintado, hacia los países en situación crítica. Como España (a Grecia parece inminente que lo abandone).
El fin de la convertibilidad, en 2001, se debió justamente a que el FMI abandonó su rol activo voluntariamente, convencido de la inutilidad de seguir manteniendo al peso convertible vivo con el respirador artificial. Nos aplicó la doctrina de la "muerte indigna".

Esa experiencia fallida (en varios aspectos, incluida la consecuente actitud díscola del gobierno argentino actual, de no someterse mansamente a los dictados del establishment financiero internacional) dejó una enseñanza. Es esperable que se pongan en juego esfuerzos adicionales, esta vez.

Esto no significa que el tránsito hacia el blanqueo vaya a ser apacible.
España está condenada a una destrucción de activos, que ya se vivencia, pero sin la magnitud necesaria como para darle un corte definitivo a la agonía y comenzar con el proceso de renacimiento.
Esa destrucción de activos no será otra cosa que la desvalorización del ahorro español y la devaluación de los ingresos españoles.
Consecuentemente, será necesaria una renegociación de los pasivos, que sin la actual valuación de los activos como respaldo, se volverán decididamente irrecuperables, tal como ya mismo están insinuando (apenas insinuando) ser.

En este punto, entonces, será cuestión de convencer a los principales bancos alemanes que tendrán que pasar a pérdida parte de sus activos, que tendrán que absorber parte de las pérdidas, y que todo el sistema financiero europeo, probablemente, deberá someterse al sostén que le puedan brindar las economías emergentes, cuyas balanzas comerciales siguen siendo aspiradoras de recursos.

Si estas decisiones se postergan, si no se alcanzan aún los consensos necesarios, es porque intermedian algunos intereses mezquinos haciendo diferencias que son vueltos al lado de la magnitud de las riquezas a destruir si es que se quiere volver sustentable el futuro de los países en problemas.

Lógicamente, a nadie le gusta volver al tercer mundo (tampoco tienen mucho interés los emergentes en asumir la maldición de convertirse en potencias -ampliaremos-). Pero será una opción preferible al descalabro que ofrecen las alternativas, incluidas las guerras.

jueves, 17 de mayo de 2012

La CABA como municipio y la provincialización del AMBA

Seguimos un poquito con el tema planteado en este posteo.

La idea surgió a partir de reconocer que el grado de conflictividad que se presenta con visibilidad absoluta entre el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y la Nación es un conflicto de carácter histórico, cuyos actuales actores son apenas coyunturales, lo cual significa que la solución no estará dada solo con saldarse las diferencias políticas (mezquinas y de corto plazo) entre las partes.

El conflicto surge del avance en el proceso de autonomización de la Ciudad de Buenos Aires. Y en el reparto de la guita que supone la transferencia de facultades.
La Ciudad pide más recursos para asumir responsabilidades extras a las que tiene presupuestadas. A lo cual Nación (y si no fuera Nación, lo harían las provincias; por esto es que sostengo que no es un problema de banderías políticas de los gobiernos) contesta que la CABA es el distrito mejor dotado de país y que cuenta con recursos extraordinarios para hacerse cargo de la administración de los servicios si comparamos con los que cuentan otros distritos que ya se hacen cargo de servicios análogos con recursos propios y que no tuvieron la suerte histórica de haber sido construidos y dotados de infraestructura por el gobierno nacional.

Sin entrar en la discusión sobre quién tiene razón en este contrapunto (cada uno tendrá formada su opinión) la verdad es que el camino trazado hacia la autonomización se alejará paulatinamente del enfriamiento de los conflictos. Por el contrario, los exacerbará. Con lo nocivo que es esto para los planes de integración nacional.
Acá podemos hacer un pequeño alto en el desarrollo para pasar una vieja factura (volver a pasar, en realidad).

Cuando a los porteños se nos propuso la idea de la autonomización del distrito federal no se lo hizo con todas las cartas sobre la mesa. Nadie habló de lo caro que podía salir el trámite. Visibilizando y adornando beneficios, y ocultando costos, imponerse en el debate casi unánimemente resultó fácil. La realidad volvió a ser más compleja que la idea.

Uno de los planteos en contra de la idea de partir a la provincia de Buenos Aires en dos (o eventualmente más) y conformar una nueva provincia que incluya a todos los municipios del AMBA (incluida la ciudad en calidad de municipio) fue, justamente, que la ciudad es demasiado grande para ser municipio.

Pensando en esta objeción, avanzamos:
-en cuanto a superficie, decididamente no.
-en cuanto a población podría ser. Tiene un población bastante superior a la de La Matanza, incluso. Con más densidad.
-pero la diferencia más grande es presupuestaria.

Sobre esto hay que volver a revisar las cuestiones administrativas y el reparto de competencias.
Muchas de las vías de ingreso fiscal que  tiene la CABA hoy son propias de facultades provinciales.
La CABA cobra (escasos?) 1,5 puntos de coparticipación federal. Cobra ingresos brutos. Cobra impuesto inmobiliario. El cobro de estos impuestos, o percepción de transferencias es de facultad provincial.
Una de las particularidades del ordenamiento jurídico al que responde la autonomización de la Ciudad de Buenos Aires es justamente ese. Que tiene facultades fiscales de municipio y provincia al mismo tiempo. Te cobra el impuesto inmobiliario y la tasa municipal a través del mismo organismo y sumando al mismo presupuesto.
La división de facultades pertinente ante la municipalización de la ciudad y la provincialización del AMBA daría un panorama distinto al que vemos hoy en esta materia. Y así mismo entraría en la discusión la sanción de una norma de coparticipación provincial (de recursos provinciales a los municipios) que podría equilibrar mejor algunas diferencias entre las capacidades recaudatorias de los distintos municipios en la actualidad.

Vamos a ver si en lo sucesivo podemos plantear algunas ideas respecto de cuestiones más específicas, como el transporte, o hasta la planificación urbana.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Dólares

Ayer hablamos de la posibilidad de que se multiplique el tipo de cambio oficial. Hipótesis desmentida, aparentemente, por la presidenta.
Pero la verdad es que la milonga ésta del dólar "blue", del contado con liquidación y la mar en coche si con alguna característica no cumple es con las negadas "cosas raras" de la presidenta de ayer.
Es raro el tema. Por lo complejo.

En realidad, al propiciar el gobierno la brecha entre la cotización oficial y la paralela del dólar, debe saber que está permitiendo que ocurran algunas cosas concomitantes de dudoso buen gusto.

Es sabido que estamos inmersos en el sistema capitalista, y con un grado de dependencia relativamente alto de la globalización de los circuitos financieros (la circulación de los capitales), aunque no tan alto como supondrían los standares de quienes piden una liberalización mayor, deconstruyendo los tímidos mecanismos de intervención estatal, que sin embargo tienden a crecer, por la propia lógica de funcionamiento del esquema, tal como señala Udi en un comentario al posteo anterior.  En el capitalismo, la ganancia privada al aprovechar oportunidades es un elemento central de funcionamiento del sistema. Por lo tanto es previsible que el aprovechamiento de las oportunidades ocurra.

Para esquematizar un poco cómo está funcionando la cosa: hay hoy, virtualmente, dos tipos de cambio. El oficial y el paralelo. Y este reconocimiento es indefectible hacerlo, máxime cuando el paralelo (negro) absorbe las operaciones rechazadas en el oficial. Una brecha de 25% entre las cotizaciones exige el blanqueo de la situación en el ámbito del "relato".
Las decisiones de intervención en el mercado oficial, además, son las que promueven la aparición de los efectos, sean estos buscados o no. La inocencia no existe. Si no antes, por falta de inteligencia para prever, después de consumados los hechos nadie (y menos quienes toman decisiones) puede darse el lujo de desconocer lo que pasa.

Hablábamos de la circulación de los capitales. Si, con criterio intervencionista, levantás un dique de contención para frenar el vértigo de cierta circulación (el egreso) que no se compensa en los niveles esperados en los tramos que definen el ingreso, tenés que saber que donde queden estancados (concentrados) los recursos se va a montar, formal o informalmente, un complejo de negocios para aprovechar las oportunidades.

Así es que el volumen operado en el mercado paralelo del dólar depende hoy de dos factores: por un lado las restricciones a las compras en el mercado blanco, que no tienen un criterio de incentivo o desincentivo al ahorro sino que simplemente ponen trabas que son bastante razonables si tenemos en cuenta que así deberían funcionar (sinérgicamente) los distintos estamentos estatales. La AFIP se preocupa por saber si el demandante obtiene los recursos con los cuales demanda formalmente, y si tributa acorde a esa disponibilidad. Nada del otro mundo. Lo que hace (o al menos debería hacer) frente a la compra de cualquier mercancía. Pero, digamos, no hay un criterio de política económica que apunte directamente a la desdolarización del ahorro interno, sino a tapar agujeros por donde se filtran recursos obtenidos en actividades informales (o incluso ilícitas). Con algunas consecuencias en otro nivel, pero tibias. Por ejemplo, si quiero pasar a dólares mis ahorros anuales, para viajar al exterior, no voy a poder hacerlo porque el criterio con el cual me van a autorizar operaciones es mi ingreso mensual. Esto dificulta, entonces, el egreso de divisas por turismo, lo cual sí supone un desincentivo directo a alguna de las razones estructurales de la salida de divisas o a la dolarización de activos. Otro tanto ocurre en el mercado inmobiliario.
Por otro lado (el otro factor que influye en el volumen operado en el mercado paralelo) es el precio del dólar paralelo. El precio alto del dólar haría salir del circuito a algunos compradores. O no. A veces la psicología juega un rol importante. Y no todos los agentes toman decisiones racionales. Se asustan ante los controles. Empiezan a ver fantasmas de futuras mega-devaluaciones. Y compran por las dudas. Y por ahí terminan perdiendo mucha guita.

El tema es que este mercado paralelo de algún modo se nutre de dólares. Con lo cual concluímos (sin ninguna brillantez para deducir) que esos dólares salen de algún sector o agente superavitario en dólares.
Que tiene acceso a dólar barato, y lo vende caro (dejemos de lado por un rato los ilícitos). Hace ganancias, en un día, de 25%.
Los controles ejercidos sobre los exportadores, obligándolos a liquidar divisas, evitan que sean esos actores los que hagan el negocio. Lo cual no implica que nadie lo haga. Alguien, el que tiene poder de compra autorizado en el mercado formal puede tener una rentabilidad enorme. Todo apunta a los bancos.

Ya que Moreno fue tan eficiente la otra vez, para bajar el dólar informal con un par de llamados amenazantes, no se explica que no haga lo mismo ahora.
Una de dos, o lo de Moreno era verso (muy probable) y el paralelo bajó por otros motivos.
O hay un cambio de parecer respecto de la conveniencia o no de mantener a raya la brecha entre las dos cotizaciones. No es tan improbable esta última tampoco.


martes, 15 de mayo de 2012

Tipo de cambio múltiple

Dicen por ahí (se verá con qué nivel de veracidad) que el desdoblamiento y hasta la multiplicidad de tipos de cambio es una opción que estudia el Gobierno para afrontar los desafíos que plantean, por un lado, algunos cambios en las condiciones internacionales (el viento de cola) y por otro, los límites del propio esquema. Que, habrá que decirlo, el kirchnerismo se ha vuelto experto en correr los límites, estirarlos, más de lo que las infalibles leyes de la predicción televisiva podían prever.

El hipotético futuro esquema cambiario propiciaría la existencia de tres tipos de cambio. El más barato, el de tipo importador, centrado en favorecer sobre todo la adquisición de bienes de capital e insumos para la producción, y calculamos que combinado con férreos controles a la adquisición de divisas para la compra de bienes terminados, y licencias no automáticas variadas, además de barreras para-arancelarias de orden sanitario (como las que le aplica Brasil a las pasas de uva argentina, por ejemplo), y declaración jurada como la que rige actualmente.

Un tipo de cambio más alto para los exportadores. Compensado, seguramente por regímenes de retenciones como los que existen en la actualidad que compensen las disparidades de rentabilidad en la exportación, lo cual significaría ingresos al fisco adicionales por la vía de comercio exterior como efecto colateral (y para nada despreciado).

Hasta acá, el esquema ofrece un mecanismo de control cambiario y subsidios cruzados operados por el banco Central. Que les facilitaría el acceso a dólares a los importadores, a los que se los vendería baratos (con algún efecto precio, bastante limitado, que beneficiaría a consumidores  muy indirectamente).
Como contrapartida, les compraría caros los dólares a los exportadores, lo cual redundaría (se supone) en un incentivo a la liquidación.

Y les vendería carísimo, en lo que significaría un tercer tipo cambiario, al sector rentístico. Lo que sería además una especie de reconocimiento de las presiones de demanda del mercado, en el segmento que más fuerte e innecesariamente (según los objetivos estratégicos de política económica) presiona al alza la cotización del dólar (manifiesto claramente en la exorbitante cotización actual de los bonos nominados en dólares y las ADR de empresas que cotizan en Nueva York).
No sólo a los ahorristas en moneda extranjera se les aplicaría el tramo "financiero" del tipo de cambio, sino a particulares con intenciones de hacer turismo en el exterior, o incluso a agentes comerciales que prefieran hacer sus transacciones en dólares (bienes inmuebles es el ejemplo más patente para las costumbres argentinas), lo cual debería redundar en un desincentivo de tales compras a todo nivel y con cualquier objetivo.

No es una receta muy novedosa.
Y mostraría además (de confirmarse su implementación) que los márgenes que permitían que la economía se mantuviera con niveles bajos de intervención (más amigables para los mercados) sin dañar el cumplimiento de objetivos trazados por la política económica, medio a contramano de las decisiones de mercado, se van agotando cada vez más.
Y por ello (por motivos pragmáticos, más que por motivos ideológicos) se toman decisiones de intervención que enfervorizan a la tribuna (reforma de la carta orgánica del central, control del estado sobre la sociedad anónima YPF), y que provocan reacciones de impactos considerables.
Se complejiza el panorama. Sin depresiones. pero por favor guardar en la valija el triunfalismo para tiempos más generosos.

El éxito (y aún la supervivencia) en estos terrenos cada vez más farragosos dependerá de que se consiga mantener a la economía bien surtida de dólares.


jueves, 10 de mayo de 2012

Precios de los hidrocarburos: ¿en qué falló la política energética oficial, según "los expertos"?

Los "expertos" en energía no pierden oportunidad de criticar la política energética del Gobierno actual, principalmente por la pérdida del autoabastecimiento en hidrocarburos y los problemas que genera la necesidad de importar en un contexto de precios elevados.

Ese es un agravante, desde esta visión. Los precios suben raudamente a nivel internacional.
El barril de petroleo pasó en unos 10 años de 25 a 100 dólares. Algo pasó en Argentina para que esas "señales de precio" no incentivaran a las empresas a aumentar su producción, a explorar más.

Y es verdad: lo que pasó fue una intervención estatal que procuró desacoplar los precios internos de los internacionales. No transferir a los consumidores la suba producto de los comportamientos de los mercados internacionales.
Que los precios, entonces, del mercado interno estuvieran por debajo de los precios teóricos de equilibrio de mercado determina un efecto adicional. Se incentiva el consumo. Al consumidor le sale barato, y no ahorra, no escatima en gastar. la oferta entonces queda sobreexigida. Este esquema le permite a los consumidores usufructuar excedentes, en detrimento de las empresas.

La variante a esta postura era permitir un traspaso a precios internos mayor, de manera tal que la promesa de beneficios instara a las empresas a producir. Y los precios más altos, por otra parte, determinaran una menor propensión al consumo de parte de los consumidores.
Esta retracción del consumo es fundamental para las empresas del sector, porque liberadas de la sobreexigencia sobre la oferta que la "exagerada" expansión de la demanda genera, podrían normalizar sus inventarios y aún obtener saldos exportables. Los excedentes, en este caso, serían usfructuados por las empresas, en detrimento del consumidor.

En cualquiera de los dos modelos (precios desacoplados para beneficiar al consumo interno o "señales de precio" para incentivar a la producción) se generan excedentes.
Y la dirección de la política determina quién los usufructúa. Si los consumidores, o si las empresas del sector energético.

Por lo tanto, un cambio en la política actual, que se muestra insustentable, en la dirección que señalan qienes elogian el autoabastecimiento energético del delaruismo exigiría un acto de sinceridad ante los consumidores.

Pero, ¿por qué los comentaristas críticos de la política energética del Gobierno no lo dicen? ¿por qué no le dicen a los consumidores que las mayores inversiones que propugnan y por cuya ausencia culpan al gobierno sólo son posibles con precios más altos y menor consumo?

Republicanos serios eran los de antes. Los de hoy le tienen demasiado respeto a los beneficios colectivos del populismo.

martes, 8 de mayo de 2012

El municipio de Buenos Aires

Macri dice que Cristina quiere fundir a la Ciudad de Buenos Aires.
Para mí, Cristina tímidamente está propiciando que la ciudad se haga cargo de sus gastos con recursos propios, sin dádivas ajenas.

Entre los reclamos de Macri hay, sin embargo, una curiosidad. Respecto de la generación de basura Macri dice que una buena parte de la basura porteña es generada por gente que vive en el conurbano y entra a trabajar a la ciudad. En la misma proporción que el PBI y la recaudación impositiva porteñas.

Pero en algo Macri da en la tecla: "tenemos un área metropolitana".

Entiendo por esta alocución que es imposible discriminar de manera justa y equilibrada entre lo que es propiedad de la ciudad de Buenos Aires y lo que es propiedad del conurbano. Pasa algo similar en cualquier orden que afecte a la autonomización de la Ciudad: transporte, salud, educación.

El corolario de este desarrollo es que es absolutamente artificial la permanencia bajo estamentos estatales distintos de los distintos fragmentos de la misma área metropolitana.

La autonomía de la Ciudad de Buenos Aires es una concesión que el menemismo le hizo al radicalismo alfonsinista (entre otras) para que le vote la reforma constitucional que le diera la posibilidad de la reelección a Menem.

En mi caso, disiento con todo el republicanismo e institucionalismo televisivo de la época: me parece razonable la reelección presidencial (más aún la indefinida), y me parece una locura demagógica la autonomización de la Ciudad. Resultado de violentar la institucionalidad para cumplir con una finalidad política mezquina y sectorial: darle a un partido opositor lo que entonces se suponía un territorio con electorado cautivo.

Me explico mejor: la elevación de la Capital Federal a Ciudad Autónoma le daba rango casi provincial, lo cual para el radicalismo de entonces era la promesa de la administración de un territorio con suculentos ingresos fiscales.
El PRO heredó ese premio, después del derrumbe radical y el fallido intento progresista.

Por lo cual van a defender la autonomía con uñas y dientes.

Y a mí me parece bien. A medias.

En realidad no hay ningún motivo como para mantener a la Ciudad de Buenos Aires con un status de Ciudad Autónoma que es un artificio jurídico creado ad hoc para cumplir con la necesidad política de una coyuntura específica y ya pasada. Lo más razonable es que sea un municipio. Como Florencio Varela, José C. Paz o La Matanza. Y su intendente, electo. Como en la actualidad ocurre con el pomposo cargo de jefe de Gobierno.

Y este municipio, a su vez, debería formar parte de una provincia que nucleara al mismo tiempo a los municipios del área metropolitana de Buenos Aires.

Que en la Ciudad de Buenos Aires residan las autoridades nacionales no debería ser ningún impedimento para que tal cosa pudiera ser plasmada. Está lleno de ejemplos el mundo. Madrid, por caso. En ella reside el rey, es sede de la Moncloa (casa de Gobierno nacional), funciona el Gobierno de la Comunidad de Madrid (equivalente a nuestras provincias), y el Ayuntamiento propio de la ciudad (equivalente a nuestros municipios).

El único desafío es el de discriminar lo más funcionalmente posible las responsabilidades de cada estamento estatal.
En ese punto se acabarían las discusiones y a nadie le quedarían dudas que el suministro de luz, agua, gas y el transporte, la salud y la educación, y los residuos, serían de administración provincial, y los beneficiarios todos los coprovincianos, independientemente del municipio más o menos favorecido del que provinieran. El Estado Nacional (y los tucumanos, formoseños, neuquinos y pampeanos que lo financian) quedarían eximidos, a su vez, de aportes discriminatorios como los que existen en la actualidad.

Nominación de billetes y contracción monetaria

Sí me opongo a la vuelta del San martín anciano a los  billetes

Una linda discusión en materia de política monetaria (dentro de lo lindas que pueden ser las discusiones sobre política monetaria) es la que se da en Argentina en torno de la negativa implícita del BCRA a emitir billetes de nominación más alta al de 100 pesos.
Pongámosle un billete de 200 o de 300 o hasta de 500, para reducir costos de impresión (mal que le pese a Ciccone, entre otras cosas).

Las críticas aluden, sin mucha imaginación, a la supuesta negativa de las autoridades del Central a reconocer la existencia de inflación.
La realidad tiene aristas más complejas, sin embargo. Siempre.

El Banco Central Europeo emite un inmanejable billete de 500 euros. Enorme, rosado violáceo, inútil. En muchos lugares de la UE la existencia de este billete es superflua en el comercio cotidiano, salvo para transacciones onerosas por ahí, como la compra de un auto.

La existencia de billetes de nominación tan alta no es neutra. Ese billete es altamente atesorable. Es una incitación al ahorro.
Sin afectación de la cantidad de dinero circulante, el BCE puede neutrlizar parcialmente la velocidad de circulación del dinero manejando la proporción en la emisión de ese billete. Y, por ende, afectar la propensión al ahorro del público.

El billete de nominación más alta en Argentina, el de 100 pesos, es un billete que quema en las manos del poseedor. Se puede usar hasta para la adquisición de un sánguche en un puesto callejero (sin ticket).
La oferta de dinero del BCRA es mucho más dependiente de la inercia expansiva de la demanda. No se opone, no decide contracíclicamente. Se limita a convalidar.

Son posturas distintas, con consecuencias (limitadas) en la economía real.

Igualmente, el atraso en la actualización de la nominación de billetes en Argentina es notorio si nos guiamos por todos los datos atinentes a la emisión.
No sería ninguna herejía para nuestra "fe heterodoxa anti-neoliberal" del "Modelo" emitir un billete un poquito más querible. Con prudencia. Pero sin miedo.

domingo, 6 de mayo de 2012

El transporte I: una breve experiencia europea

Madrid, París, Londres. Ciudades con una infraestructura de transportes envidiable. Con base en lo que nosotros y los ingleses llamamos subte (underground), y los franceses y españoles conocen como metro (o metropolitan, tal el nombre completo del original parisino).

Redes con apariencia interminable. Que dan continuamente la certera sensación de que dos puntos cualesquiera de la ciudad pueden conectarse, a través de un recorrido subterráneo que incluya dos o tres combinaciones.

El de París es probablemente el más funcional. El de Madrid es el más moderno. Son, ambos, relativamente baratos respecto del londinense.
En Londres existe la tarjeta Oyster, fuente de inspiración casi segura de nuestra incipiente SUBE aunque de administración privada. Con esa  tarjeta prepaga, que sirve además para obtener descuentos en otros productos y servicios (algo así como la Monedero), el transporte es más barato. La ciudad está dividida en zonas. La zona 1 es un círculo (más o menos), donde se encuentra la mayoría de los puntos visitables para turistas, así como las principales zonas comerciales y la city financiera. Las zonas 2, 3 y 4, son anillos que rodean a la (o las) zona(s) de número inferior. A medida que el viaje se prolonga interzonalmente la tarifa es más alta. Sin tarjeta, el boleto exclusivo para zona 1 vale 4,20 libras (1 libra = $7,35, para la venta).
La forma de evitar que el usuario saque un boleto "barato" aunque haga el viaje más caro es simple: molinetes (reforzados con puertas) que se abren con el boleto, tanto para entrar como para salir. Si tiraste el boleto, no salís (te cobran multa onerosa), salvo que hagas lo que suelen hacer algunos jóvenes parisinos: abrir las puertas a patadas, aprovechando el ingreso o egreso de algún otro usuario.
Un mecanismo que abarata el costo de los viajes es el abono diario. Con un solo boleto de 7 libras podés viajar todas las veces que quieras (dentro de la zona).
Con la Oyster el boleto unitario vale 2,50 libras.

En Madrid el metro es un poco más barato. Une la ciudad con sus alrededores, además. El sistema tarifario es parecido al de Londres, pero más simple. Boleto sencillo al interior de Madrid, combinado para unir Madrid con algún pueblo adyacente (por ejemplo, Alcorcón). Éste último, obviamente, es más caro.
Hacer las 3 o 4 estaciones que unen distintos puntos del mismo Alcorcón o algún lugar cercano sin entrar a Madrid vale un boleto sencillo (1,50 Euros).

Digamos que los alrededores de Madrid no son como lo que conocemos en Buenos Aires. Un pueblo a 30 kilómetros de la ciudad, no conforma una continuidad urbana como vemos acá. En el medio hay "campo".  Y proliferan las autopistas, de circunvalación, o que salen del centro (Madrid) hacia la periferia en dirección de los puntos cardinales).

La red de metro, además, está conectada con las terminales de colectivos automotores, y de trenes de superficie (que suelen ser preexistentes al metro y que van desde la cabecera, en algún punto de Madrid, hacia la periferia). Las terminales de transporte automotor son también subterráneas. Tienen dos o tres subsuelos; en uno conectan con el metro por ejemplo.
La combinación, sin embargo, hace igualmente necesario sacar otro boleto al hacer transbordo de colectivo a metro o tren (Renfe cercanías).
Madrid tiene una verdadera ciudad subterránea que le permite al administrador del transporte obtener ingresos adicionales al de la venta de boletos, a través de la explotación comercial de los pasillos o halls, concesionados a comercios que venden comidas, bebidas, ropa, o cualquier pelotudez que se nos ocurra.

Si bien en Madrid los boletos son un poco más baratos, son realmente caros respecto de lo que estamos acostumbrados los argentinos.
Un sencillo de metro cuesta 1,50 Euros (1 Euro = $6). Sirve para un solo viaje por la ciudad de Madrid.
Hay, al igual que en las demás ciudades, abonos o compra en cantidad, que abaratan un poco el precio del viaje unitario.
El Ente que administra los transportes es el Consorcio regional de transportes de Madrid, con participación de privados pero manejado por la Comunidad de Madrid (hay un dato acá: Madrid es la capital del país, sede de las autoridades nacionales, y a su vez la capital de la Comunidad, equivalente a nuestras provincias, y a la vez, un ayuntamiento, similar a nuestros municipios; no debe ser tan difícil acomodar las cosas como nos quieren hacer creer respecto de la "Ciudad autónoma de Buenos Aires", en la cual el hecho de que es residencia de la autoridades federales parece suponer que es imposible que el gobierno local asuma la administración de los servicios urbanos y conurbanos).

El valor de la tarifa es un dato relevante. Independientemente de cuáles sean los ingresos de los ciudadanos madrileños (o parisinos, o londinenses). Porque no estamos comparando paridad de poder adquisitivo, por lo tanto no nos importa cuál es el peso relativo del transporte en el salario (que seguramente es más alto que el nuestro además, pero repito: a estos efectos no interesa).
El valor de la tarifa sirve para comparar cuál es el monto de dinero que factura el administrador del transporte (sea público o privado). Sumado a lo que ya decíamos de las concesiones comerciales.
 Ese dato es fundamental para ver cuál es la capacidad de inversión con la que cuenta dicho administrador, sea por reinversión de utilidades, sea por acceso a crédito.
El material rodante, la infraestructura ferroviaria (rieles), las maquinarias excavadoras, muchos de los materiales y servicios de ingeniería necesarios para la construcción de túneles y estaciones tienen precio internacional. Tener ingresos fuertes a nivel internacional es una ventaja relativa de inicio muy importante a la hora de encarar obras.

Por otro lado, están los costos, que contrapesan un poco. Porque se supone que en los lugares donde los ingresos de la organización (empresa, consorcio) son altos en términos internacionales, muchos de los costos operativos también lo son.
Si vemos el caso de Metrovías, por ejemplo, veremos que el costo operativo de los salarios a la plantilla es el más relevante (la inversión en infraestructura no depende de la empresa en su mayoría). Trasladando esta situación, diríamos que pagar salarios en Euros o Libras debería ser un costo más alto en valores internacionales, lo cual restaría dinero disponible para reinversión.
Pero creo que en Madrid le encontraron parcialmente la vuelta.
Las plantillas están reducidas al mínimo.
Pensemos en esta sola situación: existen máquinas expendedoras de boletos, que aceptan billetes, monedas, o tarjeta prepaga, dan vuelto exacto, y ofrecen un menú simple, que hace que fácilmente cualquiera pueda aprender a usarlas. La dotación de personal necesaria para el expendio en boleterías se ve virtualmente eliminada, o reducida a la simple concurrencia de uno o dos empleados que al tiempo que pueden asesorar a los usuarios en el manejo de las máquinas, cumplen función de vigilancia, y otras conexas.
Reemplazo directo de un costo operativo (que suponemos alto) por un costo hundido en compra de maquinaria. Da para comentar mucho este tema de la tecnificación y la destrucción de mano de obra con el fin de reducir costos y maximizar beneficios en las economías de servicios, que avanza a un ritmo infernal en muchos ámbitos y que es causa concurrente de muchos de los problemas que enfrenta el paradigma occidental.
Como se ve algunos entretelones pueden ser más sórdidos que la brillante luminosidad de las estaciones madrileñas.

Sobre la base de este análisis pensamos que podemos empezar a hacer una buena seguidilla de posteos sobre las posibilidades de reformulación o adecuación del transporte urbano porteño (incluido el conurbano).